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jueves, 4 de septiembre de 2025

Verracos de Las Cogotas


A principios de la década de 1980 visité por primera vez el castro de Las Cogotas (Cardeñosa) en Ávila. Había leído algún texto sobre los celtas, libros iniciáticos de escasa entidad, ni científica ni arqueológica, y desconocía por completo la cultura vettona. El guarda, un hombre de mediana edad, muy animoso, recogía los restos de cerámicas y cualquier elemento con huella humana, y lo depositaba sobre lo que quedaba de la muralla del recinto del castro, escasos tramos de difícil visualización y que se esmeraba en mantener en el mejor de los estados. En sus ratos libres el guarda tallaba pequeños verracos de granito que guardaba entre los carrascos y que en más de una ocasión le robaban los visitantes, igual que ruedas de molino o las fusayolas, pesas de telar o algún útil sin identificar. Unos meses después volví de nuevo al castro. Éste no había cambiado prácticamente nada. Fue una tarde desapacible con viento racheado y frío del norte, lo que hacía imaginar cómo sería la vida en el lugar. Me enseñó entonces los restos de un gran verraco del que sólo quedaba el tronco partido por la mitad en tres trozos, sin patas y sin cabeza, aunque se distinguía bien la pieza de tamaño considerable, se encontraba junto al campo de piedras hincadas.

Puerta principal de acceso reconstruida al castro de las Cogotas

El castro de Las Cogotas tiene tres recintos, el más externo, dirección sur, está parcialmente anegado por el pantano. En él se han descubierto al menos cuatro verracos; dos de ellos, dos toros, se conservan, en el Museo provincial de Ávila, otro, el más emblemático, es un cerdo que se encuentra frente al antiguo edificio del Banco de España, actual sede del Catastro, y un cuarto actualmente desaparecido.

Cerdo. Granito. Buen estado de conservación frente oficina del Catastro

El verraco que se encuentra frente al antiguo Banco de España, tiene un estado de conservación muy bueno, y según López Monteagudo, en él se aprecia "con toda claridad en la cabeza las orejas, ojos, mandíbula y boca. Bajo el cuello se advierte la papada. En el dorso resalta el espinazo con dos cazoletas. Las extremidades resaltan separadas del bloque en el que se labró cada par, estando muy marcados los codos y las pezuñas. Consta de peana de 14 cm. de altura de la misma pieza que el animal. Se aprecian los brazuelos e ijares, así como el sexo y el ano", y nos facilita las siguientes medidas: 176 c. de longitud, 118 de altura, 66 de ancho y un perímetro de 246.

El verraco se encontró tumbado "fuera de la muralla, a 40 metros y a la izquierda del camino que conduce a la entrada superior del recinto segundo del castro, estando esta zona sembrada de piedras hincadas". El rey Alfonso XII dispuso que el verraco se trasladase a Ávila lo que provocó gran malestar en Cardeñosa teniendo que intervenir la guardia de asalto para hacer el traslado.

Toro. Granito. Carece de peana y patas así como de soporte central.

También muy cerca del campo de piedras hincadas se encontraba el segundo ejemplar que se encuentra en la Museo Provincial. Según comenta López Monteagudo, el verraco se dio por desaparecido "pero recientemente ha sido hallado en el recinto tercero del castro" (1989).  La pieza carece de toda la parte inferior: la peana, patas y un soporte central cuadrangular similar a los soportes circulares que poseen los verracos de Solosancho y Chamartín. Las medidas que nos aporta López Monteagudo son 160 cm. de largo, 136 cm. de altura máxima y 110 cm. de mínima. Al ejemplar le "falta la cabeza, conservándose el cuello en cuya parte inferior se observa una exigua papada. Se aprecian muy marcados los brazuelos y piernas, así como los codos posteriores, el sexo y el rabo. En el dorso resalta el espinazo". En lo que respecta a la parte inferior que se separó de la escultura, las patas, soporte y peana, se utilizó como banco en la puerta de una casa de Cardeñosa.

Toro que se encontraba partido junto a la zona de piedras hincadas

El segundo toro, el que vimos troceado en el castro, los podemos ver hoy en el Museo de Ávila . Siguiendo la descripción de López Monteagudo, se "halla partido en tres trozos que casan perfectamente entre sí. Uno al que le falta la cabeza, corresponde a la mitad delantera y los otros dos a la mitad posterior. Se aprecian los ijares y brazuelos, así como los codos y el espinazo. Las patas están rotas a la altura del codo y ambas, por el lado derecho, presentan unos verdugones, dos horizontales y otros dos oblicuos sobre la pierna y dos horizontales sobre el brazuelo. Conserva un trozo de papada, preciándose el sexo y el rabo". Las medidas que nos proporciona son: 175 cm. de longitud, 103 cm. de alto y 70 cm. de ancho. A esta pieza, concluye, pudo pertenecer "la cabeza publicada por Cabré, cuyo paradero se desconoce". Juan Cabré fue el arqueólogo que a partir de 1927 dirigió la excavación el castro de Las Cogotas y la necrópolis, no así el área central del poblado que se prácticamente inédito.

Muy interesante es la visita que el viajero debe hacer al centro de interpretación del castro en Cardeñosa, así como al Museo de Ávila donde se conservan los verracos y algunas piezas procedentes del castro.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

domingo, 10 de agosto de 2025

Verraco de El Oso


La localidad de El Oso (Ávila) se encuentra en la carretera CL-507 que une Sanchidrián con San Pedro del Arroyo. Nuestra ruta partía de la Torre Óptica de Maello y nos dirigíamos a Flores de Ávila donde esperábamos visitar la iglesia de origen mudéjar. Hicimos una breve parada para ver el verraco que está junto a la iglesia que no visitábamos al menos desde hacía 25 años. El nombre de la localidad ya es significativo, El Oso, toda vez que, como indica López Monteagudo, muchos lugares y localidades deben su toponímico a la existencia de esculturas zoomorfas vettonas: "En la provincia de Ávila existe una localidad llamada El Oso, de donde procede una escultura de verraco".

En la imagen se aprecia la perforación de la pieza para encajar los cuernos

López Monteagudo hace una pormenorizada descripción de la pieza que "Consta de una gran peana de 15 cm de altura, de la misma pieza que el animal. En la cabeza destaca el testuz con dos agujeros para encajar los cuernos. Conserva el cuello y la papada. Las patatas aparecen separadas y resaltadas del bloque en el que se labró cada par. Se aprecian los corvejones, rodillas y pezuñas. La escultura tuvo embutida una cruz en el dorso en fecha posterior". La cabeza del verraco, como vemos en la imagen, está muy deteriorada aunque mantiene los rasgos que indica López Monteagudo, la papada, el cuello y las perforaciones para encajar los cuernos. El verraco representa, según esta autora, un toro de granito y tiene las siguientes medidas: 114 cm de longitud, una altura máxima de 106 cm, con 48 cm de ancho y un perímetro de 175 cm.

Costado izquierdo del verraco donde se aprecia la inscripción OSO

Sobre la cruz que estuvo embutida en el verraco, continúa López Monteagudo, es producto de prácticas consistentes en asimilar o cristianizar las esculturas consideradas representaciones paganas "En el transcurso del tiempo algunas esculturas de verracos fueron cristianizadas -ya que se las consideraba como ídolos paganos- con la erección de una cruz sobre el dorso -como los verracos de El Bercial en Toledo y Mingorría- o mediante su traslado junto a una iglesia -como Lumbrales en Salamanca, Villatoro en Ávila y Torralba de Oropesa en Toledo-". La escultura de El Oso tiene estas dos características, la oquedad donde se encajaría una cruz, oquedad restaurada en la actualidad, y el haber sido trasladada cerca de la iglesia puesto que, añade, "procede del solar del pueblo". No obstante, al respecto, Manglano Varcárcel aporta el análisis litológico, según éste la pieza tiene elementos cuyas trazas principales "coinciden con el patrón Mingorría".

Parte trasera del verraco con la reparación de la oquedad para incrustar una cruz

Interesante es la aportación que hace Manglano sobre la relación que aún existe entre los verracos y los habitantes de las población donde se encuentran, en particular, sobre el que nos ocupa, en "la localidad abulense de El Oso, donde tradicionalmente era típico que los jóvenes del pueblo, que pensasen establecer relaciones, cruzaran el verraco situado frente a la iglesia pasando por el vano existente entre el tronco y la peana", al parecer si lo conseguían significaba que su relación sería fructífera de cara a futuras nupcias. También nos recuerda que el toponímico deriva del parecido de la escultura con la figura de un oso, y añade que "cuenta la tradición que un oso, que había bajado de los montes astures, sembró el pánico en la comarca hasta que fue abatido por uno de los habitantes del pueblo".

En la parte trasera se aprecia el agujero donde debía encajarse el rabo

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

Imagen del verraco hacia el año 2000

Imagen del verraco hacia el año 2000

Iglesia de San Pedro Apóstol de El Oso a la izquierda se ubica el verraco



sábado, 12 de julio de 2025

Verracos de Mirueña de los Infanzones

Verraco en la posición superior

Tarde calurosa del mes de julio. Partimos desde Cillán por la carretera AV-110 dirección Muñico dejando a la izquierda el yacimiento de Las Herrenes al que teníamos intención de visitar a nuestra vuelta. Pasado Muñico, en el km. 33 encontramos el cruce de la carretera que nos lleva a nuestro destino: Mirueña de los Infanzones donde teníamos previsto ver un verraco empotrado en la pared de una casa junto a la carretera que continúa su trazado hasta San García de Ingelmos.

Verraco inferior, de menor tamaño y sin vano perforado de la peana

Había visto imágenes de uno de los verracos pero, en realidad, había dos ejemplares, los de pequeño tamaño, uno sobre el otro ejemplar. López Monteagudo cataloga un único ejemplar con el nº 59, aunque sugería la posibilidad de que fuesen dos, no pudo fotografiarlo. Comenta que tampoco era posible identificar el ejemplar, si era toro o cerdo, no obstante detalla que es de "Granito. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia. Se encuentra empotrado en una casa de la calle Dr. González Marcos." Añade que no era visible (1989) "por haber sido cubierto por una capa de cemento. Se encuentra empotrado haciendo esquina, tal vez junto a otro ejemplar, en la casa nº 30 de la calle Dr. González Marco de Mirueña de los Infanzones". Ninguna información más nos ofrece Álvarez Sanchís que hace referencia a lo publicado por López Monteagudo.

Disposición de los verracos

Como podemos observar ambos ejemplares son toros, tallados de granito, de pequeño tamaño y esculpidos con la peana en la misma pieza, aunque en la pieza inferior está sin perforar el vano que separa el vientre de la peana. Nuestras propias medidas son las siguientes: el verraco superior tiene una longitud de 115 cm.; una altura de 60 cm. en la parte trasera y central, y 73 cm. de peana. Para el verraco inferior, algo más pequeño, tiene una longitud de 102 cm. 57 cm. la altura de la parte trasera y 60 cm. la central, y 70 cm. la peana.

Manglano aporta más información y una imagen de los verracos además de un precisa información de la composición de la roca es la que están tallados los verracos que "coincide con el patrón de Cardeñosa (Ávila)". En Mirueña de los Infanzones, añade, "se conocen dos ejemplares empotrados en una casa que fue antiguo hospital", hace hincapié en la buena conservación de ambas piezas "a pesar de los roces que presenta la que está en el plano inferior, como consecuencia del tráfico rodado". Además comenta que recientemente han aparecido dos nuevas piezas, una, que se encuentra en el interior de una nave particular, ha servido de poyo o asiento, y la segunda, aún inédita (2018), en el interior de una casa particular que "tiene la peculiaridad, de que siendo de proporciones muy reducidas, pueden apreciase en ellas rasgos anatómicos muy detallados".

Para estas entrad he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio Ramón, Los verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

domingo, 25 de mayo de 2025

Verracos Colegio de Arquitectos de Ávila

En el patio de entrada del Colegio de Arquitectos de Ávila, la casa-palacio de Travesedo, podemos contemplar cuatro verraco, cuatro toros de granito procedentes de la dehesa "La Alameda Alta" en Tornadizos de Ávila. Es de destacar que López Monteagudo tiene censados 25 ejemplares en este municipio, 22 proceden de esta dehesa; 2 ejemplares de la dehesa "La Fresneda", y 1 ejemplar, el que se encuentra en la fuente de la plaza del pueblo, del Cerro de los Garduños-. Según se aprecia, no parecen proceder de la misma mano, tienen actitud diferente. Las medidas que nos ofrece López Monteagudo son las que se expresan al pie de cada fotografía, longitud, altura, ancho de la pieza y el perímetro excepto en el ejemplar 101 del catálogo.

Ejemplar 104. Toro de granito del que sólo podemos ver su lado izquierdo al estar prácticamente adosado a la pared de la casa-palacio.

Toro. Granito. 170 cm. largo, 87 cm. alto, 52 cm. ancho; perímetro 178 cm.
Catálogo número 104


Ejemplar 103.

Toro. Granito. 180 cm. largo, 87 cm. alto, 60 cm. ancho; perímetro 192 cm.
Catálogo número 103

Ejemplar 101

Toro. Granito. 138 cm. largo, 70 cm. alto, 57 cm. ancho
Catálogo número 101

Ejemplar 102.

Toro. Granito. 145 cm. largo, 61 cm. alto, 37 cm. ancho, 124 cm. perímetro
Catálogo número 102

Destaca López Monteagudo que todos los ejemplares de verraco están esculpidos en una pieza con peana, aunque en algunos ejemplares ésta se haya perdido. aquí sólo la conserva el Ejemplar 101 aunque, como vemos en la imagen éste no tiene vano. De este ejemplar existen varios ejemplares similares en "La Alameda Alta" por lo que sugiere la posible existencia de talleres especializados, como los de Gemiguel, Guisando. MartiherreroTornadizos.

El Colegio Oficial de Arquitectos de Ávila se encuentra en la calle Brieva, 2 de Ávila y el acceso al patio es libre en horas de oficina. Para esta entrada he consultado las siguientes publicaciones: 

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.

jueves, 10 de octubre de 2024

Verracos en el Museo de Salamanca


Además del espléndido ejemplar que posee la ciudad de Salamanca, el toro del puente romano, el visitante tiene la oportunidad de ver tres ejemplares en el Museo de Salamanca, uno de ellos realmente excepcional, el verraco de Gallegos de Argañán, los otros dos ejemplares, el de Masueco y La Redonda, bastante deteriorados. Los verracos se encuentran en el patio nada más pasar la entrada al Museo, al aire libre. Su lugar original se extiende en una línea de 82 km. del sur-norte desde Gallegos de Argañán a Masueco, y entre ambas La Redonda, todas estas poblaciones muy cerca de la frontera con Portugal. Los ejemplares, aunque están identificados apenas encontramos información en las cartelas, por lo que nos vamos a seguir por la descripción que hace López Monteagudo.


VERRACO DE GALLEGOS DE ARGAÑÁN

Verraco de Gallegos de Argañán. Granito. Siglo III-II a.C.

El verraco de Gallegos de Argañán, es el mejor conservado y en él se aprecia el dinamismo de la pieza. La cartela del museo lo fecha entre los siglo III y II a.C., tallado en granito. Las medidas que nos da López Monteagudo son 198 cm. de largo, 90 cm. de alto y 60 cm. de ancho. Procede de un solar del pueblo. "Su estado de conservación es bueno, exceptuando el rebajamiento de aproximadamente media circunferencia irregular que presenta en el costado derecho y que abarca también la peana. Según Morán, esta depresión fue causada por las ruedas de los carros que sobre esta parte pasaron, durante largo tiempo,, cuando la escultura se hallaba enterrada bajo el camino. También puede ser debida a haber estado este verraco adosado a una columna o a otra construcción de sección cilíndrica."

Costado derecho del verraco con la peana rebajada en media circunferencia
y parte del costado muy deteriorado. Se aprecia también los testículos

"La peana que tiene 50 cm. de altura máxima, forma un todo con el animal, el cual está representado en actitud de movimiento, con las extremidades dirigidas hacia adelante. La cabeza cuya longitud constituye la tercera parte del total, termina en agudo hocico en el que una línea incisa marca la boca, atravesada lateralmente por los colmillos. Además, de éstos, se aprecian bien las mandíbulas, ojos y orejas, a la altura de las cuales nace el espinazo que, muy resaltado, corre a lo largo del dorso. Las patas aparecen unidas y destacadas del bloque en que se labró cada par, apreciándose los codos y corvejones, así como las pezuñas. Se advierten con claridad los órganos sexuales y una cruz moderna grabada sobre la pierna izquierda".

Verraco de Gallegos de Argañán. Detalle de la pezuña

Gómez Moreno comenta poco sobre esta pieza, en la página 68: "Gallegos, pueblo de Ciudad Rodrigo, donde menciona otro el mismo autor", se refiere González Dávila quien afirmaba que en el despoblado Los Lázaros, "había un toro de piedra". Más adelante, en la página 99 añade "Aquí hubo un simulacro de animal, según ya se dijo".


VERRACO DE LA REDONDA

Verraco de La Redonda. Granito. Siglo III a.C./ Siglo II d. C.

El verraco de La Redonda debió tener también un gran porte. Tallado en granito se fecha entre los siglo III a. C y el siglo II d. C. Tiene una posición estática a diferencia de los otros dos, similar a la de los verracos abulenses. Las medidas que nos da López Monteagudo, son 139 cm. de largo, 67 cm. de alto y 61 cm. de ancho. Procede un lugar denominado "Molino caído". Hace la siguiente descripción: "Su estado de conservación es bastante malo, ya que le falta la cabeza y las patas se advierten rotas a unos 15 cm. de su arranque. Conserva un poco de cuello. El dorso se encuentra completamente cubierto de cazoletas, no habiendo señal alguna del espinazo. Las patas constituyen dos bloques informas de granito, resaltando las posteriores un poco separadas. Se aprecian con claridad los órganos sexuales.

Verraco de La Redonda se aprecian cazoletas en el lomo y carece de espinazo

Añade López Monteagudo que "al sur del pueblo existe la peña que llaman "del Perdón" y junto a ella varias peñas con cazoletas, indicios todos ellos, según Morán (1946, 156) de la presencia de un recinto sagrado o santuario".


VERRACO DE MASUECO

Verraco de Masueco. Granito. Siglo III a.C. / Siglo II d.C.

El verraco de Masueco presenta una disposición similar al del de Gallegos de Argañán, con posición dinámica según se aprecia en las patas delanteras; como el de La Redonda, también está muy deteriorado. Tallado en granito, se fecha también entre los siglo III a.C. y II d.C. Procede de un lugar a 1 km. al norte de Masueco; tiene inscripción aunque es ilegible. Las medidas del ejemplar que nos da López Monteagudo son 134 cm. de longitud 65 cm. de alto y 45 cm. de ancho. A continuación lo describe: "El estado de conservación de esta escultura es deplorable, ya que le falta la cabeza y las patas se advierten rotas, casi desde su nacimiento las delanteras y a unos 20 cm. más abajo las posteriores. Se aprecian varias cazoletas en el dorso y a lo largo del espinazo, el cual aparece muy resaltado. Las patas están labradas juntas y dirigidas hacia adelante. Se advierte el sexo y el ano. El costado izquierdo, en su parte superior, presenta restos de una inscripción latina hoy totalmente ilegible."

Verraco de Masueco , se aprecia el espinazo y alguna cazoleta

"Este verraco fue hallado a 1 km. al Norte de Masueco, en la salida a Aldeadávila y junto al camino de Corporario, habiéndose descubierto también gran cantidad de cerámicas superficiales. El castro de Masueco está situado en la orilla izquierda del río del mismo nombre, conservando un resto de muralla en el único sitio por donde es accesible (Morán, 1926, 33)".

Gómez Moreno hace mención al verraco aunque comenta que tan solo existe, aunque no lo ha llegado a ver, "otro berraco, a un kilómetro del pueblo, camino de Aldea-dávila. Aunque pasé por allí no lo eché en ver".

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo Monumental de Salamanca 1901-1903, en biblioteca.cchs.csic.es
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.

viernes, 12 de enero de 2024

Verracos en el Museo Arqueológico

En la visita al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, encontramos dos verracos de excelente factura. Uno de ellos representa un cerdo, procede de la provincia de Ávila; el segundo ejemplar se identifica como un toro y procede de Segovia. Aunque sabemos su procedencia no sabemos, sin embargo, su lugar de origen. López Monteagudo, citando a Ballesteros (1896) quien afirmaba que había visto ambas piezas, antes de su traslado a Madrid, en el jardín del palacio de los Dávila o de Abrantes, de la capital abulense, aunque, según la ficha del Arqueológico hubo un error al confundir uno de ellos, el toro, con otro verraco, no expuesto en la actualidad, que representa un cerdo procedente de Ávila y había sido atribuido a Segovia. La propia López Monteagudo nos hace la descripción de ambas esculturas.

VERRACO: CERDO

Verraco: Cerdo. Granito. Cultura vettona. Siglos III-I a C. Provincia de Ávila

Lado izquierdo del verraco donde no se aprecian tantos detalles

El primero de ellos: un cerdo en el que se aprecia bien la boca, mandíbulas, ojos y orejas; se resaltan las pezuñas, corvejones, ijares y brazuelos; en la parte posterior se aprecia el sexo, ano y la protuberancia que puede indicar el rabo. En el vientre presenta un resalte longitudinal. En la pierna derecha se observan unos verdugones horizontales cruzados por otro en zigzag, mientras que en la paletilla de ese lado destacan otros dos verdugones cruzados que abarcan el cuello y la cara cruzados en forma de aspa, uno de éstos rodeando la oreja. En el dorso, siguiendo la línea del espinazo, tiene una serie de cazoletas de unos 10 cm. Verraco de granito que representa un cerdo, tiene unas dimensiones de 180 cm. de largo, 87 cm. de alto, 60 cm. de ancho y 181 cm. de perímetro; la peana, en la misma pieza, tiene una altura de 16 cm.


VERRACO: TORO

Verraco: Toro. Granito Cultura vettona. Siglos II-I a. C. Provincia de Segovia

Lado izquierdo del verraco

La segunda pieza, algo más pequeña, representa un toro al que le falta la cabeza, aunque conserva un cuello robusto con una gran papada que llega casi hasta las pezuñas; la papada presenta tres entalladuras paralelas que parecen indicar los pliegues de la piel. Tiene una peana de 19 cm. de altura en la misma pieza en la que está tallado el animal. Se aprecia en la parte posterior el rabo y se advierten bien las piernas, brazuelos, ijares, codos y pezuñas. En el dorso, como en la anterior pieza, presenta tres cazoletas, aunque de menor tamaño, alineadas a lo largo del espinazo. Verraco de granito que representa un toro, tiene unas dimensiones de 150 cm. de largo, 87 cm. de alto, 40 cm. de ancho y un perímetro de 153 cm.

Según la ficha del Museo Arqueológico, este toro procede de Segovia y se confundió por error, durante más de dos décadas con otro berraco, un cerdo procedente de Ávila, aunque la descripción que se hace de ambas esculturas es correcta, se confundió la procedencia. Ballesteros, a quien cita López Monteagudo, no detalla de qué verracos se trata sino que hace un recuento de los verracos censados en la ciudad de Ávila: "Somorrostro, en 1820, solo mencionaba ya 37 de los  62 que Gil González contó en 1598; y de los 22 que éste asigna á la ciudad de Ávila, Carramolino sólo vió 13, hacia 1872. Hoy se encuentran aún menos pues yo no he logrado hallar más que (11 ejemplares)"; y enumera el lugar donde se encontraban repartidos por la ciudad, indicando que había dos ejemplares en el patio del antiguo palacio de las Navas o Casa de Abrantes, y concluye en relación a los 13 ejemplares que menciona Carramolino, "Á no ser que los dos que me faltan sean los que estuvieron en el patio del Palacio de las Navas, juntamente con los otros dos que aún allí se observan, y que actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, haciendo compañía a un tercero, procedente de Segovia". Concluyendo con la ficha del Arqueológico, el donante de este último ejemplar fue el Marqués de Pizarro, a la sazón gobernador Civil de Segovia

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Ballesteros, E., Estudio Histórico de Ávila y su territorio, Ávila, 1896.
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Museo Arqueológico de Madrid, ficha del inventario nº 2013.

Detalle de los verdugones que cruzan la cara y el brazuelo del cerdo
Cazoletas en el dorso del verraco que representa al cerdo

sábado, 5 de agosto de 2023

Verraco de Naturávila (Ávila)

 
El verraco de Naturávila tiene una posición algo peculiar, parece estar erguido sobre sus patas delanteras a diferencia del resto de toros que suelen tener una posición estática horizontal, aunque como veremos no es el único ejemplar. Antes de ser trasladado a su asentamiento actual en Naturávila, un complejo turístico a unos 5 km. al sureste de la ciudad de Ávila, el verraco estaba en el patio porticado del palacio o Torreón de los Guzmanes en Ávila.

Verraco en el que se distingue la papada y los ijares

López Monteagudo destaca los siguientes rasgos de la pieza y nos aporta las siguiente medidas: una longitud de 148 cm., altura máxima de 140 cm. y mínima de 100 cm., con 46 cm. de ancho y un perímetro de 203 cm. A continuación hace la siguiente descripción de las escultura: toro de granito en excelente estado de conservación a pesar de que en el plano frontal de la cabeza y el morro se advierten rotos. Tiene peana en la misma pieza. A pesar del deterioro de la cabeza, se aprecia la testuz, orejas y mandíbula. Bajo el cuello posee una gran papada que desciende las extremidades delanteras hasta la peana. Las extremidades se advierten separadas resaltando en ellas los codos y pezuñas, estas últimas solo en las delanteras. En la parte trasera se aprecian los ijares, piernas y brazuelos que se continúan en franja resaltada hasta el dorso. El rabo se vuelve sobre la pierna derecha cruzando el espinazo, que solo aparece resaltado en la grupa y termina en penacho sobre el costado izquierdo. Bajo el vientre se aprecia el sexo.

Lado izquierdo y trasero del verraco

Se desconoce el lugar de procedencia de esta escultura, citándola Ballesteros (1896) en el mismo lugar donde ahora se encuentra (en el patio del palacio de los Guzmanes); sin embargo, cabe señalar su gran parecido con un ejemplar procedente de Muñogalindo, lo que le hace sospechar que tal vez tenga la misma procedencia.

El verraco en el patio del Torreón de los Guzmanes
Fotografía de Javier Lumbreras

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.

Excursionista de un grupo escolares en Naturávila descansa sobre el verraco
Una de las constantes de maltrato patrimonial que suele pasar inadvertido


domingo, 16 de enero de 2022

Los verracos de Villatoro

Tres verracos son los que podemos ver en Villatoro (Ávila), y pudieron ser cuatro. Villatoro se encuentra al oeste del valle Amblés haciendo de cabecera del valle, enfrentado a Tornadizos en el extremo este del valle. Según Gómez -Moreno que visitó Villatoro en 1900-1901, "el nombre de la población se justifica por los animales de piedra que en ella hay, semejantes á los de Ávila. Tres de ellos son toros: el uno arrimado al hastial de la iglesia, otro pequeño puesto en una albarrada que sostiene la escalera de la misma, y el tercero, que es el más grande, muestra solo su delantero, de labor más prolija que de ordinario, metido en la pared de una casa, inmediata al Ayuntamiento: todos tres con la cabeza rota. Además, junto al primero de los citados, hay un cerdo de tosca y sumaria factura". La disposición de los verracos ha variado, y hoy se encuentran los tres ejemplares que podemos ver en la plaza frente a la iglesia; el cuarto, el que se encontraba empotrado en una casa se encuentra desparecido y quizá sea uno del que volveré a hablar de él más adelante.

Cuando llegué a la plaza frente a la iglesia me encontré con dos hombre ya viejos con los que estuve hablando. Me comentaron que el cerdo que cita Gómez Moreno se encontró en las escaleras que dan acceso a la iglesia; y respecto al cuarto, me indicaron el número 33 de la calle que coincide con la carretera, justo enfrente del verraco más alto, donde había uno encastrado en la pared; éste se descubrió al abrir una puerta en esa casa, fue cuarteado y hecho piezas para aprovecharlo en la obra. Lo más seguro es que éste sea al que se refiere Gómez Moreno pues se encuentra en la casa colindante al Ayuntamiento, lugar donde me indicaron los vecinos. Es curioso, no obstante, que este verraco no esté inventariado entre los ejemplares localizados y desaparecidos. 

Los tres ejemplares  que podemos ver hoy se desconoce el lugar exacto de proceden y las medidas que presentan, largo, alto y ancho, coinciden las de López Monteagudo (1989) y Álvarez Sanchis (2003).

Verraco. Granito. 153 x 97 x 45 cm.

López Monteagudo detalla que el ejemplar, un verraco, tiene roto el hocico, construido en una pieza consta de peana separada por un vano del cuerpo del animal, se aprecian los codos en las patas posteriores así como el sexo. Álvarez Sanchis lo cataloga como toro, y hace una escueta descripción del ejemplar: "La pieza está prácticamente completa, advirtiéndose roto el hocico y muy erosionada en general". Es el ejemplar más al oeste de los tres y de mayor tamaño.

Toro. Granito. 141 x 80 x 55 cm.

Según López Monteagudo se trata de un toro al que le falta parte de la cabeza conservando no obstante el testuz y las mandíbulas; tiene una gran papada y en la peana, que es la misma pieza que la del animal, se advierte un nervio longitudinal en el centro; entre las patas posteriores se le aprecia el rabo. Álvarez Sanchis describe el ejemplar: "Esta pieza está prácticamente completa aunque la cabeza algo erosionada". Es el ejemplar más al este; aunque tiene papada no se le observan las típicas arrugas del cuello que debieron desaparecer por la erosión.

Verraco. Granito 127 x 67 x 40 cm

Es el ejemplar más deteriorado; éste es el que según los vecinos del pueblo se encontró en las escaleras que acceden  la iglesia y la tosca pieza que alude Gómez Moreno; López Monteagudo también lo identifica señalando que se encontraba empotrada a ras de suelo, en la pared del cementerio contiguo a la iglesia, añade en su descripción que le falta la cabeza y las extremidades casi desde su arranque, aunque conserva el cuello y la parte superior de la cabeza en donde parece destacar la oreja; se le aprecian los ijares y en la parte posterior el rabo y el sexo. Álvarez Sanchís destaca en él que "tiene la cabeza muy deteriorada y las extremidades rotas por encima de las rodillas". La pieza, como vemos, carece de peana.

Siguiendo la conversación con los vecinos, comentamos, como casi siempre ocurre sobre qué significan los verracos. Ahí queda la incógnita aunque existen varias teorías al respecto yo me inclino a creer la que propone Álvarez-Sanchis. Los dos vecinos comentaron que lo más probable es que la piedra en la que están labrados los verracos fuese granito de la zona de la sierra enfrente del pueblo, -sierra de la Serrota-, por estar en la umbría y donde la piedra es más dura y consistente, y tiene más calidad que la del pueblo que se encuentra en la solana. A nuestras espaldas, hacia el Este, tras la iglesia le levanta el torreón del castillo de Villatoro que junto a la iglesia bien vale hacer una visita.

Torreón del castillo de Villatoro

Para esta entrada, además de la conversación con los habitantes del pueblo, he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Gómez-Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca, 1901-1903.
López Monteagudo, Guadalupe, Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

El verraco de Santa María del Arroyo


Santa María del Arroyo se encuentra en pleno valle Amblés, a unos 20 km. de Ávila en la N-110 dirección Villatoro. En el centro del pueblo, frente a la ermita de San Antonio se encuentra el verraco celtibérico. La primera vez que visité el pueblo era hora de siesta por lo que no encontré a nadie; pero esta segunda vez, casi 20 años después la plaza de la ermita estaba concurrida, a la espera de la llegada del médico. Mientras hacía las fotografías al verraco, un hombre ya mayor me preguntó qué interés tenía en la escultura. Iniciamos una charla amena; el hombre sin bajar del coche me contó que el verraco hacía años no estaba allí, frente a la ermita, sino frente a la iglesia. La iglesia se encuentra en un alto en las afueras del pueblo, al contrario de lo que ocurre normalmente que es la ermita la que está alejada. A la iglesia se llega por una calle o paseo de poco más de 300 metros jalonado de árboles que le proporciona una especial belleza y hacen agradable la caminata. El traslado, añadió mi contertulio, lo había hecho su padre, que por aquella época era el alcalde; en su lugar se colocaron unas mesas hechas con ruedas de molino de río y sus asientos hechos a su vez con ruedas de molino de menor tamaño que él mismo había comprado en Mingorría.


Lo más interesante del verraco nos lo cuenta Gómez-Moreno que vio la escultura hacia 1900-1901 en la puerta de la iglesia "que se encuentra en lo alto del pueblo", dice, "es un torito de 1.06 m. de largo, en berroqueña, como los de Ávila, antes era costumbre echarle trigo la gente del pueblo, en cierta festividad del año".


Según López Monteagudo el verraco tiene estas dimensiones: 104 cm. de longitud, por 50 cm. de alto, y 37 cm. de ancho, las mismas medidas que nos da Álvarez-Sanchís; éste añade que la pieza está completa aunque muy erosionada y la engloba en un grupo de verracos que en general no alcanzan el metro de longitud; éstos destacan por su geometrización de su figura: perfiles rectos y rasgos apenas esbozados, a los que no se les distingue los ojos, orejas y cuernos, -en el caso del de Santa María se le nota el ojo en una de las cara-s. No suelen tener las característica arrugas en el cuello y la testuz no está resaltada. El de Santa María del Arroyo tiene marcada la papada y las extremidades diferenciadas en el bloque, no obstante, el hueco que existe entre el vientre, las patas y el plinto no está calado. Aunque suelen ser asexuados, éste presenta el resalte del espinazo y el arranque de la cola o los testículos aunque no se aprecia con claridad debido a su deterioro.


Se desconoce la procedencia del verraco. Al noreste de Santa María del Arroyo, a 8 km. se encuentra el castro de Los Castillejos en Sanchorreja en el que no se encontró ningún ejemplar de verraco, aunque se despobló mucho antes que el resto de castros abulenses, es a parir de ese despoblamiento cuando se comienzan a datar la elaboración de verracos. Más alejado, más al norte, a 13, 5 km. se encuentra el castro de La Mesa de Miranda que sí tiene catalogados varios ejemplar; y al sur, a unos 8,5 km. se encuentra el castro de Ulaca con al menos dos ejemplares catalogados.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación;

Álvarez-Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Ávila, Madrid, 1900-1901
López MonteagudoGuadalupe,  Esculturas Zoomorfas Celtas de la Península Ibérica, Madrid 1989.

Imagen anterior al año 1995 el verraco ligeramente descentrado en el plinto


domingo, 7 de noviembre de 2021

El verraco de Lumbrales


Lumbrales
se encuentra en un cruce de caminos, en el vértice que une dos fortalezas que defendían la frontera con Portugal, la de San Felices de los Gallegos, unos 10 km. al sur, desde donde habíamos llegado tras visitar su castillo a escasos kilómetros de la raya que marca el Duero; y nuestra próxima visita para ver la torre de Sobradillo. Esta parada estaba programada para ver este interesante ejemplar de verraco de la cultura celtibérica de los Vettones.

Costado derecho del verraco. La pata trasera está más adelantada
que la del costado izquierdo lo que le da sensación de movimiento


La descripción más antigua del verraco de Lumbrales nos la ofrece Gómez-Moreno que describe la pieza conocida como "El "berraco de la Barrera", puesto ante una casa frente de la iglesia, es el mejor trazado de cuantos conozca, y se le representa en actitud de acometer, echado hacia atrás, la cabeza alta y las extremidades juntas de dos en dos; en su cabeza se acusa el hocico, ojos y orejas; lo demás aparece modelado con gran sobriedad, sin otros accidentes que las pezuñas y órganos genitales; además, a lo largo del espinazo, mutilando su cresta, se enfila una serie de hoyuelos como de ordinario. Su materia es granito bueno; su tamaño 1.35 de largo, por 1.07 m. de alto, con peana". Llama la atención la calidad plástica de la obra: "El mejor trazado de cuantos conozca", confiesa. Hay que tener en cuenta que en su libro Gómez-Moreno nos habla de otros seis ejemplares, los de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Ureña y un toro de piedra, a los que añade este de Lumbrales, el de San Felices de los Gallegos, muy similar aunque mucho más desgastado; el de Monleón, y de haber tenido noticias de otros seis ejemplares en la provincia que no llegó a ver: el de Masueco que "aunque pasé por allí no lo eche en ver"; Los Lázaros, despoblado cerca de Ciudad Rodrigo donde había uno que tampoco llegó a ver; y otros tres en Tordillos, -pueblo de Alba-, Contiesa -alquería de Ledesma- y Palomares -junto a Béjar-, ninguno lo llegó a ver, e incluso le negaron la existencia de este último.

Frente del verraco en el que se aprecian las patas delanteras juntas,
 la papada, las mandíbulas y las pezuñas

López Monteagudo nos ofrece unas medidas algo más precisas, quizás porque excluye la peana de 23 cm. de altura construida en misma pieza. El verraco tiene estas dimensiones: 120 cm. de longitud, 84 cm. de alto y añade 41 cm. de ancho, construido en granito se encuentra en buen estado de conservación; se le conoce como "Burro de la Barrera", se le aprecia la mandíbula, boca y orejas aunque tiene algo desgastado el hocico; las patas insinúan movimiento y se le distinguen pezuñas y corvejones y se le aprecia el sexo. El verraco continúa en el mismo lugar que indica Gómez-Moreno y, aunque se desconoce su procedencia, concluye, está muy cerca del castro de Las Merchanas -unos 6,5 km. al noreste de Lumbrales, de donde podría proceder.

Parte trasera en el que se aprecia el espinazo, el abultamiento del sexo,
 la pata derecha más adelantada y dos cazoletas

Álvarez Sanchis censa en su libro 29 piezas que casi triplica el número que cita Gómez-Moreno y nos ofrece las mismas medidas que López Monteagudo. señalando también la misma procedencia. Una vez concluida nuestra visita tomamos fuerzas en un bar del pueblo y seguimos nuestra ruta hasta Sobradillo donde visitamos la torre, resto de su castillo.

Vista del castro de Las Merchanas. En la parte superior se aprecia la
 muralla del castro y frente a ella, casi inapreciable, un verraco más desgastado

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación;

Álvarez-Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca, Madrid, 1901-1903
López MonteagudoGuadalupe,  Esculturas Zoomorfas Celtas de la Península Ibérica,  C.S.I.C., Madrid, 1989.

Panorámica de la espléndida Plaza Mayor de Lumbrales y su Ayuntamiento
Tras la casa a la izquierda del observador se encuentra el verraco

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción del siglo XVI
en la Plaza de la Barrera donde se ubica el verraco