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sábado, 13 de septiembre de 2025

Cantos de responsos


Habíamos llegado al pie del castillo de Villaviciosa por la carretera de Solosancho. Ha sido agradable encontrar que se han cortado los setos que impedían ver el castillo, por lo que aprovechamos nuestro viaje para fotografiarlo. La carretera de Solosancho es la única que llegar en la actualidad hasta Villaviciosa y desde ella se tiene acceso al castro vettón de Ulaca. Unos kilómetros más al sur, aunque hay que subir la prolongada pendiente del camino, encontramos a la derecha el poblado de época visigoda de Navasangil. Este camino es la ruta que atraviesa la Sierra de la Paramera, hacia el sur, y fue la razón por la que se construye el castillo que va a defender el paso milenario. Un poco más al sur, a un kilómetro de Navasangil el viajero encuentra a la izquierda del camino el canto de responsos de Villaviciosa.

Canto de responsos de Villaviciosa

Al pie del canto encontramos una cartela que nos explica brevemente su historia:

"Los "cantos de responsos" son rocas ciclópeas que, ubicadas junto a los caminos y dominantes en el paisaje, conservan un ritual folklórico posiblemente relacionado con el mundo funerario-ritual prerromano. Sobre ellos los viandantes arrojaban piedras y, a la vez, se rezaba un responso, con la finalidad de quedar protegidos de las ánimas y de otros peligros terrenales que el camino pudiera deparar.

Esta tradición se hunde en las raíces del mundo vettón y evidencia la creencia en que los espíritus de los muertos vagaban por los territorios agrestes, considerándose estas rocas como punto de contacto con el "Más Allá".

Con la cristianización, este ritual, muy enraizado y difícil de erradicar, se equipara a la tradición litúrgica del responso para liberar un alma del Purgatorio, perviviendo la creencia de que las ánimas vagaban por el campo".

Canto de responsos de Narrillos de San Leonardo

Existen al menos otros tres cantos de los que hemos podido visitar uno, el canto de Narrillos de San Leonardo, a unos 5 km. al norte de Ávila, que debía ser el camino que unía la población con el castro de las Cogotas en Cardeñosa, otros 5 km. al norte de Narrillos, en la margen izquierda del río Adaja. El canto está anunciado en un cartel que hay nada más entrar en el pueblo y se encuentra justo detrás del cementerio. Hay que recordar que Narrillos posee un ejemplar de verraco vettón colocado en la entrada de la iglesia parroquial.

Aunque están localizados y con imágenes, según se ve en la cartela de Villaviciosa, otro de los cantos se ubica en el Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila, aunque nos ha sido imposible encontrarlo, y el segundo en La Hija de Dios el cual queda pendiente de una visita.

Para esta entrada he utilizado únicamente el texto de las cartela informativa.


jueves, 4 de septiembre de 2025

Verracos de Las Cogotas


A principios de la década de 1980 visité por primera vez el castro de Las Cogotas (Cardeñosa) en Ávila. Había leído algún texto sobre los celtas, libros iniciáticos de escasa entidad, ni científica ni arqueológica, y desconocía por completo la cultura vettona. El guarda, un hombre de mediana edad, muy animoso, recogía los restos de cerámicas y cualquier elemento con huella humana, y lo depositaba sobre lo que quedaba de la muralla del recinto del castro, escasos tramos de difícil visualización y que se esmeraba en mantener en el mejor de los estados. En sus ratos libres el guarda tallaba pequeños verracos de granito que guardaba entre los carrascos y que en más de una ocasión le robaban los visitantes, igual que ruedas de molino o las fusayolas, pesas de telar o algún útil sin identificar. Unos meses después volví de nuevo al castro. Éste no había cambiado prácticamente nada. Fue una tarde desapacible con viento racheado y frío del norte, lo que hacía imaginar cómo sería la vida en el lugar. Me enseñó entonces los restos de un gran verraco del que sólo quedaba el tronco partido por la mitad en tres trozos, sin patas y sin cabeza, aunque se distinguía bien la pieza de tamaño considerable, se encontraba junto al campo de piedras hincadas.

Puerta principal de acceso reconstruida al castro de las Cogotas

El castro de Las Cogotas tiene tres recintos, el más externo, dirección sur, está parcialmente anegado por el pantano. En él se han descubierto al menos cuatro verracos; dos de ellos, dos toros, se conservan, en el Museo provincial de Ávila, otro, el más emblemático, es un cerdo que se encuentra frente al antiguo edificio del Banco de España, actual sede del Catastro, y un cuarto actualmente desaparecido.

Cerdo. Granito. Buen estado de conservación frente oficina del Catastro

El verraco que se encuentra frente al antiguo Banco de España, tiene un estado de conservación muy bueno, y según López Monteagudo, en él se aprecia "con toda claridad en la cabeza las orejas, ojos, mandíbula y boca. Bajo el cuello se advierte la papada. En el dorso resalta el espinazo con dos cazoletas. Las extremidades resaltan separadas del bloque en el que se labró cada par, estando muy marcados los codos y las pezuñas. Consta de peana de 14 cm. de altura de la misma pieza que el animal. Se aprecian los brazuelos e ijares, así como el sexo y el ano", y nos facilita las siguientes medidas: 176 c. de longitud, 118 de altura, 66 de ancho y un perímetro de 246.

El verraco se encontró tumbado "fuera de la muralla, a 40 metros y a la izquierda del camino que conduce a la entrada superior del recinto segundo del castro, estando esta zona sembrada de piedras hincadas". El rey Alfonso XII dispuso que el verraco se trasladase a Ávila lo que provocó gran malestar en Cardeñosa teniendo que intervenir la guardia de asalto para hacer el traslado.

Toro. Granito. Carece de peana y patas así como de soporte central.

También muy cerca del campo de piedras hincadas se encontraba el segundo ejemplar que se encuentra en la Museo Provincial. Según comenta López Monteagudo, el verraco se dio por desaparecido "pero recientemente ha sido hallado en el recinto tercero del castro" (1989).  La pieza carece de toda la parte inferior: la peana, patas y un soporte central cuadrangular similar a los soportes circulares que poseen los verracos de Solosancho y Chamartín. Las medidas que nos aporta López Monteagudo son 160 cm. de largo, 136 cm. de altura máxima y 110 cm. de mínima. Al ejemplar le "falta la cabeza, conservándose el cuello en cuya parte inferior se observa una exigua papada. Se aprecian muy marcados los brazuelos y piernas, así como los codos posteriores, el sexo y el rabo. En el dorso resalta el espinazo". En lo que respecta a la parte inferior que se separó de la escultura, las patas, soporte y peana, se utilizó como banco en la puerta de una casa de Cardeñosa.

Toro que se encontraba partido junto a la zona de piedras hincadas

El segundo toro, el que vimos troceado en el castro, los podemos ver hoy en el Museo de Ávila . Siguiendo la descripción de López Monteagudo, se "halla partido en tres trozos que casan perfectamente entre sí. Uno al que le falta la cabeza, corresponde a la mitad delantera y los otros dos a la mitad posterior. Se aprecian los ijares y brazuelos, así como los codos y el espinazo. Las patas están rotas a la altura del codo y ambas, por el lado derecho, presentan unos verdugones, dos horizontales y otros dos oblicuos sobre la pierna y dos horizontales sobre el brazuelo. Conserva un trozo de papada, preciándose el sexo y el rabo". Las medidas que nos proporciona son: 175 cm. de longitud, 103 cm. de alto y 70 cm. de ancho. A esta pieza, concluye, pudo pertenecer "la cabeza publicada por Cabré, cuyo paradero se desconoce". Juan Cabré fue el arqueólogo que a partir de 1927 dirigió la excavación el castro de Las Cogotas y la necrópolis, no así el área central del poblado que se prácticamente inédito.

Muy interesante es la visita que el viajero debe hacer al centro de interpretación del castro en Cardeñosa, así como al Museo de Ávila donde se conservan los verracos y algunas piezas procedentes del castro.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

martes, 26 de agosto de 2025

Signos lapidarios: Cruces y calvarios

Calvario grabado en una dovela del arco del portillo del castillo de
San Martín de Montalbán en La Puebla de Montalbán
En una visita al castillo de San Martín de Montalbán, en La Puebla de Montalbán (Toledo), el guía paró frente al portillo que se abre al tajo que forma el arroyo del Torcón, una caída de 100 metros; en una dovela del portillo se ve grabada una cruz sobre un monte, un calvario que según interpretó el guía, era la señal de que en aquel lugar había ocurrido un hecho violento, una muerte o una violación, un acto trágico en definitiva. Estos signos lapidarios los había visto en varios lugares, en entradas de conventos, iglesias y edificios seglares y era, cuanto menos, poco creíble la explicación que nos ofrecía el guía. Busqué otras fuentes y casi todas concluían que no sabía nada. "Con seguridad, algunos de los calvarios y cruces grabados en nuestras calles debieron ser túmulos fúnebres, pero quizá fueron los menos y es posible que hayan languidecido bajo el peso del tiempo, igual que ocurrió con el recuerdo de aquellos difuntos".

Calvario grabado en el fuste de una columna de la iglesia de Mingorría

De aquella búsqueda encontré al fin una mejor explicación fundamentada, la que me proporcionó El Cotanillo en su blog, un trabajo sobre estos signos, aunque circunscrito a Baños de la Encina (Jaén),  también podría aplicarse, con cierta cautela, en Mingorría (Ávila). Fue aquí, en la iglesia de Mingorría, donde descubrí uno de estos calvarios. Fue durante la celebración de un oficio de difunto, el calvario estaba grabado en el fuste una última columna del lado de la epístola, a los pies de la nave central. 

Calvario en la jamba del número 5 de la calle María Nieto

Estas inscripciones, según El Cotanillo, lejos de tener una connotación trágica y fúnebre como nos relataba el guía de La Puebla Montalbán, poseen una clara significación protectora, no en vano, añade, "la comunidad, por su propia naturaleza" siempre ve el vaso medio lleno y se lanzó a grabar estos calvarios "con la férrea creencia de que aquello le traía salud, protegía su hacienda y le aseguraba un lugar a la vera de Cristo". El origen es incierto, no obstante, su estudio revela que las inscripciones, que tienen la fecha grabada junto al calvario, vienen a coincidir con dos fechas, el inicio de las desamortizaciones, y en concreto con la primera de ellas en 1789, la llamada la desamortización de Godoy, durante el reinado de Carlos IV, -aunque se le denomina de Godoy, la desamortización se llevó a cabo cuando el Príncipe de la Paz ya había perdido, unos meses antes, el favor real -, y el segundo hecho coincidía a su vez con la desolación que provocó la Guerra de la Independencia en 1808.

Calvario en la jamba del número 1 de la calle María Nieto

En nuestro recorrido por Mingorría, descubrimos pocos calvarios; cuatro en casas hoy particulares, dos en cada jamba de la casa número 1 de la calle María Nieto, y cuatro  en la casa número 5 de la misma calle, dos hacia el exterior y otras dos en el intradós, estando ambas casas deshabitadas en la actualidad y carecemos de datos sobre ellas. Hemos visto otras cinco relacionadas con la industria: chocolatera, molinos de agua harineos, y un potro de herrar. Las marcas en las casas seglares que corresponde con la calle María Nieto número 1, las jambas y el dintel están pintados de blanco y es difícil distinguir los calvarios que tienen dos travesaños, cruz patriarcal similar a la cruz de Caravaca; y los del número 5, con la casa en obras, uno de los calvarios del intradós está tapado parcialmente por el cemento que consolida la puerta.

Calvario en la jamba de la fábrica de chocolates Marugán (Mingorría)

No sólo servía la inscripción para proteger la hacienda propia, también servían para proteger los negocios. La desamortización había propiciado "la entrada de capitales y población, y, consecuentemente, una vez pacificado el territorio favoreció una ola de nuevas construcciones, tanto de las relacionadas con la industria aceitera (en nuestro caso cacao y harina) como con  las viviendas solariegas", protegiendo "a los que vivían bajo el mismo techo y asegurar el éxito de sus empresas", esto es, las jambas eran el límite entre lo profano de la calle y la su vez lo íntimo y sagrado del hogar y la fábrica, "por lo que puede relacionarse con la acción de persignarse, entendiendo este acto de realizar la señal de la cruz al entrar o salir, mientras se ora o se invoca a Cristo como respuesta a promesas y ritos individuales".

Calvario elaborado en la jamba del molino de Las Juntas a orillas del Adaja

En su artículo, destaca un apartado especial para los calvarios relacionados con el agua, práctica protectora "cargada de buenaventura, ampara la abundancia y espanta las enfermedades en el caso de fuentes, abrevaderos y manantiales, (y) favorece la fertilidad de las tierras de cultivo". En nuestro caso en el molino de Las Juntas a orillas del río Adaja a su paso por el término de Mingorría, en el que podemos observar en la jamba izquierda un calvario más elaborado y en la de la derecha uno más sencillo; y en el muro de la balsa de otro molino, esta vez en la margen izquierda del Adaja en Zorita de los Molinos, anejo de Mingorría.

Calvario en la jamba derecha del molino de Las Juntas a orillas del río Adaja

Tal como concluye El Cotanillo, "la cruz adquirió connotaciones mágicas, como antes las tuvieron otros signos paganos, caso de alquerques o herraduras, y se utilizó como marca protectora para reducir las calamidades que producían las tormentas, propiciar buenas cosechas, proteger el éxito de la molienda o defender a la vecindad contra el maligno". Este último caso podemos citar el potro de herrar, lugar donde se herraban las caballerías: caballos, mulos y burros, y  vacas y bueyes. El potro de herrar era de uso comunal y está situado junto a la fuente, en las afueras del pueblo.

Calvario en el potro de herrar rehabilitado y remarcado con pintura

Para esta entrada he consultado y podéis seguir la interesante investigación publicada en elcotanillo.blogspot.com

Potro de herrar de Mingorría

Calvarios en una losa del muro de la balsa de molino harinero junto al río
Adaja en Zorita de los Molinos, anejo de Mingorría

domingo, 10 de agosto de 2025

Verraco de El Oso


La localidad de El Oso (Ávila) se encuentra en la carretera CL-507 que une Sanchidrián con San Pedro del Arroyo. Nuestra ruta partía de la Torre Óptica de Maello y nos dirigíamos a Flores de Ávila donde esperábamos visitar la iglesia de origen mudéjar. Hicimos una breve parada para ver el verraco que está junto a la iglesia que no visitábamos al menos desde hacía 25 años. El nombre de la localidad ya es significativo, El Oso, toda vez que, como indica López Monteagudo, muchos lugares y localidades deben su toponímico a la existencia de esculturas zoomorfas vettonas: "En la provincia de Ávila existe una localidad llamada El Oso, de donde procede una escultura de verraco".

En la imagen se aprecia la perforación de la pieza para encajar los cuernos

López Monteagudo hace una pormenorizada descripción de la pieza que "Consta de una gran peana de 15 cm de altura, de la misma pieza que el animal. En la cabeza destaca el testuz con dos agujeros para encajar los cuernos. Conserva el cuello y la papada. Las patatas aparecen separadas y resaltadas del bloque en el que se labró cada par. Se aprecian los corvejones, rodillas y pezuñas. La escultura tuvo embutida una cruz en el dorso en fecha posterior". La cabeza del verraco, como vemos en la imagen, está muy deteriorada aunque mantiene los rasgos que indica López Monteagudo, la papada, el cuello y las perforaciones para encajar los cuernos. El verraco representa, según esta autora, un toro de granito y tiene las siguientes medidas: 114 cm de longitud, una altura máxima de 106 cm, con 48 cm de ancho y un perímetro de 175 cm.

Costado izquierdo del verraco donde se aprecia la inscripción OSO

Sobre la cruz que estuvo embutida en el verraco, continúa López Monteagudo, es producto de prácticas consistentes en asimilar o cristianizar las esculturas consideradas representaciones paganas "En el transcurso del tiempo algunas esculturas de verracos fueron cristianizadas -ya que se las consideraba como ídolos paganos- con la erección de una cruz sobre el dorso -como los verracos de El Bercial en Toledo y Mingorría- o mediante su traslado junto a una iglesia -como Lumbrales en Salamanca, Villatoro en Ávila y Torralba de Oropesa en Toledo-". La escultura de El Oso tiene estas dos características, la oquedad donde se encajaría una cruz, oquedad restaurada en la actualidad, y el haber sido trasladada cerca de la iglesia puesto que, añade, "procede del solar del pueblo". No obstante, al respecto, Manglano Varcárcel aporta el análisis litológico, según éste la pieza tiene elementos cuyas trazas principales "coinciden con el patrón Mingorría".

Parte trasera del verraco con la reparación de la oquedad para incrustar una cruz

Interesante es la aportación que hace Manglano sobre la relación que aún existe entre los verracos y los habitantes de las población donde se encuentran, en particular, sobre el que nos ocupa, en "la localidad abulense de El Oso, donde tradicionalmente era típico que los jóvenes del pueblo, que pensasen establecer relaciones, cruzaran el verraco situado frente a la iglesia pasando por el vano existente entre el tronco y la peana", al parecer si lo conseguían significaba que su relación sería fructífera de cara a futuras nupcias. También nos recuerda que el toponímico deriva del parecido de la escultura con la figura de un oso, y añade que "cuenta la tradición que un oso, que había bajado de los montes astures, sembró el pánico en la comarca hasta que fue abatido por uno de los habitantes del pueblo".

En la parte trasera se aprecia el agujero donde debía encajarse el rabo

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

Imagen del verraco hacia el año 2000

Imagen del verraco hacia el año 2000

Iglesia de San Pedro Apóstol de El Oso a la izquierda se ubica el verraco



martes, 29 de julio de 2025

Las Henrenes


Después de la visita a Mirueña de los Infanzones donde estuvimos viendo los dos verracos celtibéricos, retornamos por la AV-P-630 hasta el cruce con la AV-110 donde tomamos dirección a Muñico y Cillán; poco antes de llegar a esta última encontramos el cartel que nos indica la entrada al yacimiento arqueológico de Las Henrenes hasta donde nos guía un camino agrícola en el que descansaba un rebaño de ovejas al cuidado de dos mastines que no dejaron de acosarnos a nuestro paso. A la izquierda del camino encontramos un sarcófago infantil bien señalizado, y a escasos metros, a nuestra derecha encontramos un camino y un cartel que nos informa sobre el yacimiento ubicado en un encinar de formidables ejemplares centenarios.

Yacimiento de Las Henrenes. Sarcófago infantil. Cronología no determinada
Procedente de la iglesia de San Cristóbal del yacimiento de Las Henrenes

En el yacimiento encontramos una cartela informativa que hace balance de los trabajos datando el yacimiento entre los siglos IX-X d C. Podemos leer en la cartela:

El conjunto arqueológico ocupa un área de unas 7 hectáreas dividido en dos sectores:

Sector ocupado por el despoblado que se extiende al norte de la cañada. Corresponde al lugar donde se han venido realizando intervenciones arqueológicas de mayor consideración, con la excavación de tres casas y la delimitación del conjunto con un cercado.
Es el foco en el que nos encontramos y se aprecian hasta 11 restos estructurales, con sus correspondientes derrumbes que dibujan túmulos circulares u ovalados en el terreno con un cráter. Los espacios habitacionales son estructuras cuadrangulares, rectangulares y circulares, de diversos tamaños, con compartimentaciones internas.

El sector que queda al sur de la cañada, ocupando la zona más elevada de la loma, en el que se levanta el centro de culto (iglesia) y la necrópolis asociada al mismo.
Se define, principalmente, por un montículo artificial originado por la acumulación de derrumbes. Las grandes dimensiones de los sillares dispersos hacen pensar en que se utilizarían en un edificio de dimensiones notables. Por otra parte, hacia el suroeste, se localiza una gran estructura habitacional de planta rectangular y alguna compartimentación interior".

Estructura de una casa junto a la entrada del yacimiento

Más pormenorizado encontramos otra cartela que, aunque muy desgastada y de difícil lectura, detalla al visitante la estructuras habitacionales, en concreto dos casas, la Casa 4 y la Casa 5, en la parte más elevada del yacimiento y que son fáciles de identificar:

"Estas dos casas se sitúan en el centro del poblado, en su punto más alto, y aunque las casas presentan una aparente dispersión también puede apreciarse un cierto trazado urbano, siendo en la calle el lugar donde nos encontramos.

Hay que imaginar estas viviendas construidas con muros de mampostería de piedra y, a modo de cubierta, un entramado vegetal. Se aprecian compartimentaciones internas y cada habitáculo contaría con una función. Por ejemplo, en una estancia de la Casa 4, se ubicó un almacén de enseres ya que allí se localizaron útiles de uso agrícola. En otra habitación de esta misma vivienda se halló (permanece tapado) un mosaico de fragmentos de tejas hincadas asentado en el sustrato sobre el cual se dispondría un bien preciado.

Estructura de una de las casas

De la Casa 5 destaca la estructura circular adosada que se ha identificado como una tenada familiar (similar a una palloza) de uso agropecuario, un tipo de construcción aún vigente en la comarca. En el interior de la vivienda se reconoció un hogar o lugar en el que se realizarían combustiones.

En conjunto se puede decir que las casas de este poblado fueron teniendo una evolución durante su uso continuado consistente en la adicción de estancias o a la apertura y cierre de puertas y ventanas. Pero cuando se abandonan, no se hace de forma precipitada sino paulatina aunque se abandonan útiles porque quizá ya eran inservibles".

Estructura circular de la Casa 5

Hasta este punto fuimos en nuestra visita. No llegamos a la parte baja de la Cañada debido a un pequeño percance que nos hizo volver a nuestro punto de partida en Cillán a la espera de retomar nuestro viaje. Aunque existe información del despoblado sólo hemos utilizado para esta entrada las cartelas informativas del propio yacimiento.

sábado, 12 de julio de 2025

Verracos de Mirueña de los Infanzones

Verraco en la posición superior

Tarde calurosa del mes de julio. Partimos desde Cillán por la carretera AV-110 dirección Muñico dejando a la izquierda el yacimiento de Las Herrenes al que teníamos intención de visitar a nuestra vuelta. Pasado Muñico, en el km. 33 encontramos el cruce de la carretera que nos lleva a nuestro destino: Mirueña de los Infanzones donde teníamos previsto ver un verraco empotrado en la pared de una casa junto a la carretera que continúa su trazado hasta San García de Ingelmos.

Verraco inferior, de menor tamaño y sin vano perforado de la peana

Había visto imágenes de uno de los verracos pero, en realidad, había dos ejemplares, los de pequeño tamaño, uno sobre el otro ejemplar. López Monteagudo cataloga un único ejemplar con el nº 59, aunque sugería la posibilidad de que fuesen dos, no pudo fotografiarlo. Comenta que tampoco era posible identificar el ejemplar, si era toro o cerdo, no obstante detalla que es de "Granito. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia. Se encuentra empotrado en una casa de la calle Dr. González Marcos." Añade que no era visible (1989) "por haber sido cubierto por una capa de cemento. Se encuentra empotrado haciendo esquina, tal vez junto a otro ejemplar, en la casa nº 30 de la calle Dr. González Marco de Mirueña de los Infanzones". Ninguna información más nos ofrece Álvarez Sanchís que hace referencia a lo publicado por López Monteagudo.

Disposición de los verracos

Como podemos observar ambos ejemplares son toros, tallados de granito, de pequeño tamaño y esculpidos con la peana en la misma pieza, aunque en la pieza inferior está sin perforar el vano que separa el vientre de la peana. Nuestras propias medidas son las siguientes: el verraco superior tiene una longitud de 115 cm.; una altura de 60 cm. en la parte trasera y central, y 73 cm. de peana. Para el verraco inferior, algo más pequeño, tiene una longitud de 102 cm. 57 cm. la altura de la parte trasera y 60 cm. la central, y 70 cm. la peana.

Manglano aporta más información y una imagen de los verracos además de un precisa información de la composición de la roca es la que están tallados los verracos que "coincide con el patrón de Cardeñosa (Ávila)". En Mirueña de los Infanzones, añade, "se conocen dos ejemplares empotrados en una casa que fue antiguo hospital", hace hincapié en la buena conservación de ambas piezas "a pesar de los roces que presenta la que está en el plano inferior, como consecuencia del tráfico rodado". Además comenta que recientemente han aparecido dos nuevas piezas, una, que se encuentra en el interior de una nave particular, ha servido de poyo o asiento, y la segunda, aún inédita (2018), en el interior de una casa particular que "tiene la peculiaridad, de que siendo de proporciones muy reducidas, pueden apreciase en ellas rasgos anatómicos muy detallados".

Para estas entrad he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio Ramón, Los verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

viernes, 13 de junio de 2025

Torreón de Las Gordillas


Nos dirigimos al Caserío de Las Gordillas por la N-VI hasta el km 91, el desvío a Maello. Una vez en la población tomamos la carretera AV-P-208 dirección Velayos. En un recorrido breve y sinuoso, la carretera desciende en una suave depresión a través de un cuidado encinar buscando la ribera del Voltoya. En el km 8 encontramos, junto a la carretera, los restos de la primera fundación del Convento de Santa María de Jesús, conocido como Las Gordillas. Del conjunto destaca un torreón que, según podemos leer en la ficha de la Asociación Española de Amigos de los Castillos (AEAC) ya estaba "Citado en el siglo XIV como Aldehuela de los Gordiellos. Madoz lo cita como despoblado de las Gordillas, añadiendo que cuando era villa se componía de 20 casas y un convento de monjas, las cuales se trasladaron a Ávila en 1520. El torreón, muy transformado, es de los tiempos de Enrique IV y reaprovechado posteriormente por las monjas".

Cara este del torreón con ventana y saetera

El torreón, de planta rectangular, como comentamos, está muy reformado, tiene restos de mampostería y ladrillo, las esquinas están reforzadas con sillares de granito que en algunos puntos han sido sustituidos por el ladrillo. El acceso a la torre se hace por su cara sur a través de un arco de ladrillo de construcción moderna. En la cara este se abren dos vanos, ambos con fábrica de granito, una ventana de arco de medio punto, debajo de ésta se aprecia una tronera de palo y orbe cegada, y el segundo vano una saetera formada por cuatro grandes sillares. En su cara norte quedan restos de otra ventana hoy cegada; y su cara oeste  se abre otro vano con restos de jamba y arco de medio punto de granito que interpretamos como la puerta de acceso en altura que está al mismo nivel que la puerta sur, y tramos enfoscados.

Cara norte del torreón donde se aprecian los restos de una ventana

La fundación del convento se debe a la labor de doña María Dávila, dama que estaba "emparentada con la casa señorial de las Navas" por línea paterna. Por línea materna sus abuelos habían hecho adquisiciones en La Moraña abulense, posesiones que ella, junto con su primer marido, incrementaría con nuevas compras en Maello y Labajos, entre éstas se encontraba el Caserío de las Gordillas adquirido a los Reyes Católicos. El caserío aparece citado en 1481 en la toma de posesión de una casa y fortaleza en el lugar en nombre de doña María: "La casa e fortaleza de las Gordillas e todos los términos e tierras e pastos e enzinas so el dicho terreno de Las Gordillas".

Cara oeste iluminada con puerta en altura al mismo nivel que la puerta sur

El edificio, tal como cita la ficha de la AEAC, es visitable, aunque presentaba estado de ruina progresiva, parece haber sido consolidado; se encuentra en una explotación agrícola y es de propiedad privada.

Detalle de la cara este del torreón con saetera y una ventana y tronera cegada
 de palo y orbe.


FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE LAS GORDILLAS

Según podemos leer en página web de las monjas Clarisas de Ávila sobre la fundación del Convento de Santa María de Jesús, ésta se hizo en el lugar y villa de las Gordillas a cuatro leguas al noreste de Ávila. La villa, propiedad de los Reyes Católicos, fue comprada en 1477 por "Fernán Núñez de Arnalte, tesorero de sus Altezas, casado con Dña. María Dávila, fundadora de esta Casa. D. Fernán Núñez murió poco después de comprar la villa, en el año 1479, dejando a Dña. María, viuda y sin hijos, por legítima heredera de todos sus bienes". La viuda, a instancias de la reina Isabel, volvió a casarse en 1483 con un privado de los reyes, el capitán Fernando de Acuña, a quien la corona envió en calidad de virrey a Sicilia donde permaneció el matrimonio hasta 1495 fecha en la que muere Acuña, dejando de nuevo viuda y sin hijos a Dña. María, nombrándola heredera de todos sus bienes. Ese mismo año vuelve la viuda a la península y solicita a la reina fundar un convento de la Orden de Santa Clara, "y edificó una casa para su residencia comunicada con el convento a través de pasadizos y tribunas (...) La fundación se hizo junto a siete de sus criadas, tomando el hábito de beatas Terceras", a éstas se les unieron cinco criadas más hasta alcanzar el número de doce.

Escudo de armas de Dª María Dávila. Trece roeles en palo. Es Dávila

El 1502 Dña. María, sin descendencia, otorgó testamento a favor de "sus hijas legítimas y herederas y sus sucesoras a las hijas de la Madre Santa Clara" y "mando edificar una casa para las tales en su Villa de las Gordillas, en las casa que allí tenía, que le había dejado su primer marido Fernán Núñez". Las monjas vinieron a tomar posesión del lugar una vez finalizadas las obras en 1504, muriendo su fundadora, Dña. María Dávila en 1511.

Escudo de armas de Fernán Núñez de Arnalte. Tesorero de los Reyes Católicos
Primer marido de María Dávila. Dos flores de lis en palo es Núñez; Águila de
sable. Es Arnalte.

En 1534 se sopesó la posibilidad de trasladar el convento a la ciudad de Segovia, Ávila, Villacastín y Arévalo, decidiéndose finalmente por Ávila gracias a la intervención de Diego del Águila quien acomodó a las hermanas en sus casas de la ciudad mientras se construía un nuevo edificio. Las hermanas tomaron posesión del nuevo monasterio en 1557, el edificio que hoy conocemos como Convento de las Gordillas de la capital abulense en cuya portada norte se instalaron los escudos de armas de su fundadora y los de sus dos maridos, cuya descripción hace García-Oviedo. El convento estuvo habitado hasta 1971, año en que se trasladaron a su nueva sede en las afueras de la ciudad.

Escudo de armas de Fernando de Acuña. Virrey de Sicilia. Segundo marido
de María Dávila. Nueve cuñas en tres palos con las puntas hacia abajo, 1ª bordura
con cinco escudetes cargados con cinco bezantes, 2ª bordura, con trece banderas.
 Es Acuña

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Asociación Española de Amigos de los Castillos, Maello. Torreón de la Dehesa de las Gordillas, ficha del catálogo de la Asociación.
García-Oviedo Tapia, José M., Heráldica Abulense, Caja de Ahorros de Ávila, 1992.
Monsalvo Antón, José Mª, La ordenación de los espacios agrícolas, pastoriles y forestales, en Historia de Ávila, IV, Edad Media, Sg. XIV-XV 2ª Parte, 2009
Sobrino Chomón, Tomás, María Dávila, ficha de Historia Hispánica, de la Real Academia de la Historia.

Puerta norte de acceso a la iglesia de Las Gordillas donde campean las armas,
de izquierda a derecha, de Fernán Núñez, Fernando de Acuña y María Dávila

miércoles, 14 de mayo de 2025

La Puebla de Valderrábanos


Se cree que estas tierras pertenecían a un señor feudal y que al repartirse las mismas entre sus herederos y vasallos, se fueron asentando en ellas, formándose así una serie de poblados o caseríos. Existían además de Velayos, tres núcleos más, Malucos, Aldehuela de la Fraila y La Puebla de Valderrábanos, probablemente hacia principios de 1600. Estos tres pueblos fueron destruidos durante la guerra de la Independencia y solo queda como principal asentamiento el pueblo de Velayos.
Al ser un lugar estratégico, por ser paso de arrieros y comerciantes, surgió la necesidad de construir conjuntos defensivos, como este torreón que pudo pertenecer a Puebla de Valderrábanos, o según algunas fuentes a Aldehuela de la Fraila.


Torre de planta cuadrada y sección cúbica facturada con ladrillos de tipología árabe dispuestos horizontalmente y tomados con mortero de cal. Esta fábrica se emplea en las esquinas y espinas centrales de cada uno de los laterales quedando una serie de vanos entre los cuerpos de ladrillo que cubren con tapial de barro. Todo el cuerpo de fábrica se levanta sobre un basamento de grandes sillares de granito gris. Al oeste de este cuerpo se levanta otro cuerpo facturado con sillares en la esquina conservada y ladrillos planos tomados con mortero de cal. Entre la sillería y ladrillos se disponen unos cuerpos de mampostería de pequeñas piedras de granito y cantos rodados cogidos con mortero de cal. Junto a este conjunto monumental se emplaza un interesante conjunto etnológico configurado por un pozo con brocal de planta circular de granito en una única pieza y un cuerpo de lavadero (pila de granito rectangular) en un único bloque. Inmediatamente al este se ubica un caserío, buen exponente de arquitectura tradicional. Los restos arquitectónicos se encuentran en medio de un pequeño espacio de pastizales.

Lado oeste del torreón

Interior del lado oeste del torreón de ladrillo y adobe en el que
se aprecian los mechinales y hasta cuatro pisos que conservan
restos de las vigas de madera

Tipología: Patrimonio Militar, castillos y conjuntos arquitectónicos fortificados. Edad Moderna. Siglos XVI-XVII. Propiedad privada-Varios propietarios.

Cuerpo exento de ladrillo con basamento de mampostería

Su estado de conservación es ruinoso con peligro de derrumbe. Edificio de ladrillo y mortero de mampostería.

En el Catálogo de Patrimonio Cultural como yacimiento Arqueológico de la Junta de Castilla y León. Debería estar afectado por el Decreto 22 de abril de 1949.

Lavadero (pila de granito de una sola pieza) al sur del torreón

El texto anterior es una transcripción de Torreón de la Puebla de Valderrábanos en Hispania Nostra, listaroja.hispanianostra.org

martes, 22 de agosto de 2023

Francisco Guillamas Velázquez


Paré a descansar del paseo de la tarde frente a las ruinas del monasterio de los Jerónimos de Jesús, en Ávila, a la sombra que propicia el Palacio de los Guillamas, hoy convertido en un grupo de viviendas de lujo. Del palacio se conserva la portada donde campean dos escudos de armas de los Guillamas, uno sobre el dintel de la puerta de entrada y otro, más pequeño, sobre el balcón del primer piso; también hay un cartel que recuerda en un breve apunte su origen: "PALACIO DE LOS GUILLAMAS. Casa que perteneció a Don Francisco Guillamas Velázquez. Tesorero de la casa del Príncipe Felipe II y Tesorero de la Reina. Maestro de Cámara de la Casa de Borgoña. Patrono de la Orden Carmelita Descalza. En esta casa vivió Santa Teresa hacia el año 1562 desde donde seguía las obras de su primera Fundación, el Convento de San José o de las Madres".

Entrada al Palacio de los Guillamas restaurada 

De la persona de don Francisco Guillamas, nos informa Martín González a colación del patronato que ejercía del convento de San José en Ávila: "era caballero muy principal. Fue maestro de cámara de los reyes Felipe II, Felipe III y Felipe IV, tesorero de las reinas doña Margarita y doña Isabel, señor de las villas de La Serna, Vadillo y Los Povos y regidor de Ávila", información que amplía con la relación que tuvo el palacio de los Guillamas con el convento de San José o de las Madres, primera fundación de Santa Teresa, del que dista escasos metros y desde donde la Santa pudo seguir la evolución de las obras. 

Francisco Guillamas Velázquez

En el convento se construyeron cuatro ermitas. Eran cuatro oratorios situados junto a la huerta, estancias donde las religiosas podían encontrar la soledad propia de la vida eremita. Una de ellas estaba dedicada a Cristo, donde la propia Santa Teresa manda pintar un Cristo de la Columna, que da nombre a la ermita: "A este Cristo se le atribuyen numerosos prodigios. Uno de ellos iba a tener felices consecuencias para el convento, pues propiciaría el mecenazgo más trascendental. Doña Catalina de Rois, mujer de don Francisco Guillamas Velázquez, de la cámara del rey Felipe II, alcanzó su curación por mediación de la imagen. En agradecimiento mandó rehacer la ermita a su costa, dejándola en su estado actual, convirtiéndose a partir de entonces los Guillamas en los grandes protectores del convento". A este respecto en dicho convento, en conversación que mantuve en mi visita, se tienen dudas de que don Francisco conociese personalmente a Santa Teresa.

Catalina de Rois Bernaldo de Quirós esposa de Francisco Guillamas

Guillamas Velázquez, antes de asentarse en la ciudad de Ávila, había servido a las órdenes de Juan de Austria y Alejandro Farnesio en Italia, Lepanto y Flandes. Del escudo de armas, presente en la ermita "entrando a la derecha", tenemos la descripción que Merino Álvarez hace de los cuarteles que lo componen: "Los Guillamas tenían su escudo lleno de llamas, y por conquistadores en la Tierra Santa, la Cruz potenzada de oro en campo colorado y una flor de lis", la flor de lis se corresponde con el origen francés de los Guillamas.

Escudo de armas de Francisco Guillamas Velázquez en la reja de la capilla

El origen de los Guillamas se remonta en CastillaGuillaume Du Bellay (Guillamas de Bela), personaje que entró en España con las Compañías Blancas de Bertrand Du Guesclin en 1366 durante las guerras civiles castellanas que enfrentaron a Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastamara, en apoyo de este último. Según podemos leer en la relación genealógica que hace E. Rojas, citando a Figueroa y Melgar, era natural de París, pertenecía a la Casa de los Condes de Bellay en el Anjou. Se le cita en las Suertes de los Fielazgos de la ciudad de Ávila en 1420, (Pablo Churruca); casó con una mujer de la familia de los Blasco Ximeno, persona esta de gran autoridad en la ciudad en aquel tiempo. El primer Bellay conocido es Berlay I Le Vieux du Montreuil-Bellay, nacido hacia 940 y muere en 1030; había recibido del conde de Anjou, por donación en 1025, el castillo que lleva su nombre. Participó en la primera cruzada, lo que se refleja en el escudo de armas, y está citado en el blasón de los Guillamas como Guy de Llamas Bella. En origen el apellido se llamó Berlay que pasa a llamarse por deformación lingüística Bellay hacia 1162. Nuestro Francisco Guillamas Velázquez (1548-1630) era la octava generación descendiente de Guillamas de Bela.

Escudo de armas de Francisco Guillamas en la plaza de San Andrés

Concluimos con las Compañías Blancas al mando de Bertrand Du Guesclin; éstas fueron enviadas por el rey Carlos V de Francia a Castilla para apoyar al conde Enrique de Trastamara. Compuestas, según Valdeón Baruque, por unos 10000 ó 15000 soldados de fortuna, mercenarios en su mayoría franceses, aunque también contaba con algún cualificado militar inglés. Entraron por Aragón cuyo rey, Pedro IV otorgó a Du Guesclin el señorío de Borja. Estas Compañías Blancas dejaron mal recuerdo por donde pasaron por los abundantes desmanes que cometieron debido a su obsesión de ganar botín.

Escudo de armas en la tumba de Francisco Guillamas Velázquez

Fundado en 1539, el convento de la Concepción de Ávila, comenta Moreno Blanco, fue una de las primeras aportaciones de los Guillamas a la arquitectura abulense, "sería en la portada principal del templo que vendría a sustituir a otra anterior. Se articula en tres cuerpos, de los que el inferior se resuelve mediante un arco de medio punto cajeado y trasdosado por un alfiz con los extremos rematados a bisel delatando lo tardío de su factura. El segundo el escudo de los Guillamas entre aletones y, en el tercero un medallón de María con el niño, que ha perdido el rostro".

Los dos cuerpos superiores de la portada del convento de la Concepción


Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

E. Roja, María, Guillaume de Bela (Vela) en gw.geneanet.org
Martín González, J.J., El Convento de San José de Ávila, 1979
Merino Álvarez, Abelardo, La Sociedad Abulense durante el siglo XVI. La Nobleza, 1926.
Moreno Blanco, Raimundo, El convento de la Concepción de Ávila. Construcción y transformaciones de un templo tardogótico, Universidad de Salamanca, 2020
Riera, A. de, Francisco Guillamas Velázquez, ficha de la Real Academia de la Historia en dbe-rah.es
Valdeón Baruque, J., Bertrand Du Guesclin, ficha de la Real Academia de la Historia en dbe-rah.es

Francisco Guillamas Velázquez orante en la capilla de la iglesia de San José