Mostrando entradas con la etiqueta Castillos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Castillos. Mostrar todas las entradas

jueves, 28 de abril de 2016

El castillo de Cifuentes: el castillo de Don Juan Manuel

Cubos cuadrados y cubo pentagonal o Torre del Homenaje
Salimos de Torija a media mañana camino de Brihuega. Al llegar a Brihuega fue imposible entrar en la ciudad por ser día de feria, por lo que continuamos hacia Cifuentes donde llegamos en torno a las 13:00 y con 16º de temperatura. La mañana agradable comenzó a nublarse. La primera visita fue al centro de información, el antiguo edificio del Convento de Santo Domingo. La guía, tras ofrecernos una ruta y nos advirtió que el castillo no se podía visitar, que tan solo podríamos verlo desde fuera. En el centro había una fotografía de 1930 en la que se podía ver el castillo sin vegetación alguna. De allí nos trasladamos a la cercana Iglesia del Salvador, desde donde se ve el cerro de San Cristóbal, donde se asienta el castillo envuelto en una densa arboleda. Bajamos hasta la Plaza Mayor, que conserva una zona porticada y donde comenzó a caer una fina lluvia. Aprovechamos el contratiempo para comer en un bar frente a los restos que aún quedan de la muralla medieval.

Castillo y albacara. Fotografía de 01 de abril de 1930
En la imagen de 1930 que habíamos visto del castillo, se podía observar que frente a la entrada se abre una extensa albacara, la zona más clara en la imagen, explanada que se utilizaba para la estabular el ganado y el estacionamiento de tropas en caso de asedio. A la derecha de la imagen se observan los restos del lienzo de la albacara entre dos cubos macizos de tapial -de tierra prensada- en la actualidad sólo quedan los cubos bastante deteriorados. Esta muralla llegaba hasta el pueblo, de la que sólo se conservan otros dos cubos unidos por un lienzo en mampostería, uno circular y el otro rectangular, ambos pertenecían a la Puerta Salinera, llamada así porque unía Cifuentes con "la Sierra del Ducado y Saelices de la Sal, donde desde época romana se encontraba una importante industria de extracción de sal, tan necesaria para la época. De ahí su nombre" -según el cartel al pie de una de las torres-. Felizmente restauradas y consolidadas ambas torres -comenta Jorge Jiménez Esteban- "se ve claramente la manera de edificarlas: tapial interior revestido de sillarejo. Estas dos torres son macizas hasta el adarve, donde se abre la puerta de comunicación con el paseo de ronda. Su altura es de ocho metros y están incompletas, faltandoles terraza y almenado".

Puerta Salinera
El camino al castillo es un paseo agradable, aunque la llovizna hacía resbaladizo el suelo sobre todo las hierbas que crecen junto la valla que rodea e impide el paso al edificio. La albacara apenas si se aprecia, en este espacio se han construido depósitos modernos y  la plantación de pinos que se ha hecho sólo deja una zona despejada, la noroeste.

Cubos del lienzo Oeste
Cifuentes tiene su origen en las repoblaciones que se llevaron a cabo tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085; la población perteneció al Común de Atienza, hasta que Alfonso X el Sabio, la segrega dotándola de su propio alfoz y señorío. En 1253 el mismo Alfonso X entrega a su amante doña Mayor Guillén de Guzmán el señorío. Ésta encarga construir la iglesia del Salvador y bajo  su influencia la población adquiere un notable desarrollo. La villa la hereda su hija, habida con el rey, doña Beatriz, que  llegó a reinar en Portugal por matrimonio con Alfonso III. De ésta pasará a su hija la infanta doña Blanca a quien se debe la construcción de la muralla y puertas entre 1305 y 1308. Doña Blanca ingresó en 1295 en el convento de las Huelgas de Burgos donde llegó a ser abadesa, y en 1317 vende a don Juan Manuel las prerrogativas señoriales y jurisdiccionales de Cifuentes.

   No obstante este relato cronológico de Herrera CasadoE. Cooper hace un relato diferente sobre cómo don Juan Manuel accede a la propiedad de Cifuentes, y sobre todo su relación con "la monja Blanca" que fue incrementando el ya importante patrimonio materno que había heredado, sobre todo en lo referente al pecuario, era titular de siete señoríos entre los que se encontraba Cifuentes, "una cadena de heredades alcarreñas que permitía lanzar libremente rebaños trashumantes hacia Levante"; lo que puede justificar la construcción de las murallas de Cifuentes, aunque, apunta más adelante, que la construcción podía deberse a los deseos de Atienza de reincorporar Cifuentes a su alfoz segregado por el rey Sabio. Sea como fuese doña Blanca "que incorporaba en su personalidad los extremos contradictorios de piedad y lujo", pacta con don Juan Manuel la venta de Cifuentes y otras propiedades aceptando un primer pago por ellas en 1312, sin embargo, y a pesar del pago, acabará aceptando una oferta mayor del infante Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV, quizá con la intención de mantener el usufructo las propiedades, aunque la muerte del infante en 1319 debió frustrar las intenciones de la monja. Esta operación desató la ira de don Juan Manuel que asoló Cifuentes y Alcocer, toda vez que estaba fortificando una propiedad de la que no era titular. Finalmente, señala Cooper, don Juan Manuel se hace con la titularidad de Cifuentes y Palazuelos aunque "no está claro con qué derecho o mecanismo jurídico"; lo más probable, añade, es que a la muerte del infante Pedro sin descendencia, el señorío revertiese en la Corona y fuese incluido en la dote que recibiría su hija Constanza por el matrimonio con el futuro rey Alfonso XI, que no llegó a consumarse, "podemos suponer que Juan Manuel se quedó con la propiedad" en pago a las molestias que le ocasionaron reforzando la propiedad con la construcción del castillo.

Torre del Homenaje y cubo circular
Don Juan Manuel, que era hijo del infante Manuel, hermano de Alfonso X, por tanto sobrino del rey Sabio, comenzó a construir la fortaleza en mayo de 1324 sobre una fortificación musulmana anterior del siglo XI o XII.  El castillo, que toma su nombre, se ha mantenido prácticamente sin cambios estructurales hasta nuestros días. Tiene planta cuadrada y posee cubos en las esquinas. Tres de los cubos son cuadrados y están situados en el lienzo noreste -dos de ellos se unieron posteriormente, unión en la que se aprecia una ventana-. En el lateral del cubo central se abre la puerta de acceso al edificio que se hace en codo "a la manera musulmana". La puerta según describe Jiménez Esteban cuenta con un arco apuntado formado por 18 dovelas y dos centrales. En la actualidad esta puerta está desgajada y desde allí se puede ver el interior, aunque es desaconsejable la entrada. En el muro contiguo aún se conserva el escudo de don Juan Manuel.

Torre del Homenaje en el lienzo Sur
Hacia el suroeste se levanta un cubo pentagonal; éste, de mayor altura y más robusto, es la torre del Homenaje. En el exterior, el cubo tiene forma pentagonal y en el interior es un cuadrado, siendo el vértice del ángulo exterior el lugar donde se construyó una escalera de caracol según informa Jiménez Esteban detallando la descripción que hace de ella Layna Serrano. El lienzo sureste lo forman la torre del Homenaje y el cubo circular -es la zona de peor acceso por la pronunciada pendiente del terreno y la cercanía de algunos árboles que dificultan la visión del edificio, dificultad que se prolonga hasta el siguiente cubo donde se ubica la puerta de acceso Los muros tienen entre 1,5 y 2 metros de grosor. El castillo debió ser más alto, tanto en las torres como en los lienzos, puesto que fueron derribadas las defensas superiores intencionadamente durante la Guerra de la Independencia.

Cubo redondo en el lienzo norte
En castillo pasó algunas temporadas don Juan Manuel quien lo donó en dote a su hija Constanza Manuel que iba a casar con el rey Alfonso XI, aunque como vimos antes el matrimonio no se llevó a cabo. A la muerte de Constanza, que se había casado con el futuro rey de Portugal, don Pedro, aunque la joven no sobrevive a su padre; y el señorío lo hereda el hijo de don Juan Manuel; Fernando muerto con 18 años, dos años después que su padre; de éste pasa a su hija Blanca Manuel que morirá con 12 años y sin descendencia por lo que el señorío se incorpora a la Corona de Pedro I el Cruel. Tras la muerte del rey Pedro I a manos de su hermanastro Enrique II de Trastamara, éste cede el señorío a don Alfonso de Aragón, quien lo dará en herencia a su hijo Pedro que a su vez lo cederá también en herencia. a su hijo don Enrique el Nigromante. Éste último morirá también sin descendencia, retornando de nuevo el señorío a la Corona, esta vez a Juan II quien lo cederá a su valido don Álvaro de Luna; en 1431 el condestable lo cede a su amigo Juan de Silva, a quien Juan II concederá el titulo de conde de Cifuentes. A esta familia pertenecerá el señorío hasta la abolición de los mismos por las Cortes de Cádiz en 1812.

Detalle de la Torre del Homenaje
Al parecer el castillo fue habitando también por Fernando de Antequera y por el propio rey Juan II, aunque Cooper señala que tras la primera construcción a mediados del siglo XIV el castillo estuvo abandonado un siglo, por lo que probablemente la estancia de el de Antequera y el rey Juan II debió realizarse en el convento de Santo Domingo donde permanecieron a la espera de noticias del Compromiso de Caspe en 1412 que supuso la entronización de Fernando de Antequera en Aragón. Durante la Guerra de Sucesión, en el siglo XVIII, la fortaleza apoyó al Archiduque Carlos de Habsburgo, y durante la Guerra de la Independencia, en el siglo XIX, fue ocupada por las tropas de El Empecinado, época en la que se derruyeron las defensas superiores. Actualmente es propiedad municipal quien ha acometido algunas obras de restauración y consolidación.

Iglesia del Salvador - Puerta de Santiago
En la visita también destacamos otros monumentos de gran interés, sobre todo la iglesia del Salvador. Como dijimos, la mandó construir Doña Mayor, amante de Alfonso X el Sabio. La construcción se llevó a cabo entre 1261 y 1268 en un gótico inicial, consta de tres naves y cuenta una bellísima portada románica, la Puerta de Santiago, de gran riqueza decorativa y con variedad de personajes. Entre ellos cabe destacar una singular imagen que representa a los atormentados pecadores en el infierno, en ella puede verse a una diablesa dando a luz a un rey tocado con cetro y corona, y quizá con la misma alusión a una pareja de amantes se presta a ser devorados por un diablo, por lo que ambas imágenes se pueden interpretar al rey Alfonso X y su amante Doña Mayor y la relación que mantenían fuera del matrimonio.

Pareja de amantes dispuesta a ser devorada por un demonio
También cabe destacar el Convento de Santo Domingo, en la actualidad centro cultural y de información, y la Ermita del Hospital del Remedio que tiene una bella puerta isabelina del siglo XVI y los arcos del claustro del antiguo Hospital.

Ermita del Hospital del Remedio
Para esta entrada y el viaje he consultado las siguiente libros y páginas de internet:
La fortificación de España en los siglos XIII y XIV, Cooper, Edward, Marcial Pons y Ministerio Defensa, Madrid 2014.
Castillos de Guadalajara I, Jiménez Esteban, Jorge, Libros Penthalon, Madrid 1992.
Castillo de Cifuentes, Castillosnet.org
Castillos de Guadalajara (Guía de campo), Herrera Casado, Antonio, Aache ed., Guadalajara 2007.
Cifuentes.es, página del Ayuntamiento de Cifuentes.
Cifuentes-Guadalajara, Arteguias.com


Restos de las torres de la cerca de la albacara
Cifuentes desde el cerro de San Cristóbal a los pies del castillo

Plaza Mayor de Cifuentes

miércoles, 6 de enero de 2016

El torreón de Pinto


Tengo una pequeña guía turística de la Comunidad de Madrid en la que se recomiendas excursiones y escapadas en la que ni tan siquiera se recomienda la visita a Pinto, al sur de la capital, para ver este torreón, quizá sea porque no se permite el acceso, por lo que lo hace pasar desaparcebida su existencia, aunque sí se le dedica un artículo en el libro Castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid, de Fernando Sáez Lara editado por la Conserjería de Educación y Cultura de la propia Comunidad.


El Torreón de Pinto, en la actualidad Torre de Éboli, por haber estado allí recluida Ana de Mendoza de la Cerda, Princesa de Éboli y Duquesa de Pastrana, como ya se verás más adelante. El torreón está justo enfrente de la estación de ferrocarril, lo que hace muy fácil su localización y puede ser una parada programada, aunque breve, de cualquier excursión hacia el sur de la Comunidad madrileña.


Sobre el edificio y su historia existe una breve explicación en un cartel que hay frente a la puerta de entrada, que lo describe como el edificio más antiguo de la localidad; tiene plata rectangular de 16,5 x 10 metros, una altura de 25 metros de esquinas redondeadas, "Fabricado en piedra caliza y rematado con friso de canecillos y ocho ménsulas que probablemente actuaran como soporte de antiguos garitones hoy desaparecidos. El edificio consta de sótano y tres plantas a las que se accedía por la segunda mediante una puerta elevada a 6 metros de altura que se conserva en la fachada oeste.
Existe la polémica de si esta torre pudo formar parte de un antiguo castillo. Aunque en las referencias históricas se la denomina tanto "palacio" como "castillo" o "fortaleza", diferentes autores coinciden en señalar que se trata de una torre señorial, utilizada como lugar de residencia y símbolo del señor. Sí conocemos la existencia de foso y muralla".

Se desconoce la fecha de construcción, "lo más probable -añade la cartela- es que se construyera al convertirse la aldea de Pinto en villa de señorío que cede Pedro I el Cruel a D. Íñigo López de Orozco en 1359Durante el siglo XVI y XVII este edificio fue utilizado como prisión de notables entre los que destacan la Princesa de Éboli y Antonio Pérez, acusados del asesinato del secretario de D. Juan de Austria".


Siguiendo la publicación de Fernando Sáez Lara, el interior del torreón se divide en tres cámaras superpuestas, cubiertas con bóveda de cañón, las dos inferiores de poco más de siete metros de altura y la superior un metro más baja. En la primera planta debían hacerse las actividades colectivas, recepciones; en la segunda era cámara privada y alcoba, y la planta baja se destinaba a los servicios y almacén. La iluminación debió ser bastante escasa, ya que solamente penetra por "unos pequeños vanos en arco de medio punto o rebajado y, al hueco de la escalera, por unas estrechas aspilleras", siendo la ventana del primer piso  y la puerta que hoy está justo debajo, de construcción más reciente. Además de los remates de canecillos y las ocho ménsulas que rematan el torreón; cuenta con dos escudos que destacan en los muros exteriores. "uno de piedra sobre la ventana del primer piso en la fachada oriental, y otro, en azulejos, en la fachada meridional. El primero, con dos ojivas superpuestas, debió pertenecer a alguno de los señores que ocuparon el el edificio. El segundo, un ajedrezado, es, según Cooper, el blasón de la familia Toledo. Se destaca sobre un arco ojival cegado. Puede tratarse tanto de una disposición original para enmarcar el escudo como de una de las ventanas del torreón, inutilizada tiempo atrás".


Sobre su historia, asegura que si bien existen restos romanos y visigodos no existen vestigios de presencia musulmana como se asegura en la hipotética existencia de una mezquita en el cerro donde se ubica la actual iglesia. Sí está atestiguada la existencia de una pequeña aldea a finales del siglo XII: "El 7 de febrero de 1184, se amojonan los términos entre Pinto y Valdemoro por orden de Alfonso VIII, quien intervenía de esta forma en el célebre y prolongado conflicto entre Segovia y Madrid por el reparto de jurisdicciones". Fernando III confirmará esta sentencia en 1239 quedando Pinto bajo jurisdicción de Madrid y Valdemoro en la de Segovia. Durante los dos siglos siguientes se supone que la población pasaría por varios dominios señoriales hasta que "hacia 1430, recayó en el de los Duques de Arévalo, responsables, con toda probabilidad, de la construcción del torreón". Al establecer éstos una de sus residencias en Pinto, y coincidiendo con la promoción al rango de villa, debió propiciarse un crecimiento demográfico y económico en la localidad ubicada junto a la ruta que comunicaba con Andalucía.


El apoyo que prestaron los Duques de Arévalo a la causa de Juana la Beltraneja en la lucha por el trono de Castilla frente a Isabel la Católica, éstos hubieron de ceder en compensación el torreón en 1476 al Cardenal Mendoza, pasando de esta forma "a la Casa del Infantado, recayendo su usufructo en Rodrigo de Mendoza, nieto del cardenal. Doce años después aparece como propiedad de Leonor de Toledo". Los cambios de propiedad se sucedieron a partir de entonces "al entrar el torreón, como otras propiedades señoriales contemporáneas, en la política de donaciones, herencias y dotes de las distintas casa nobiliarias".

Ana de Mendoza y La Cerda, Princesa de Éboli
Durante el siglo XVI el torreón adquiere una función que lo caracterizará al servicio de la Corona como prisión de nobles. "El 28 de julio de 1579, y por un período de seis meses, era encarcelada la Princesa de Évoli, condenada por sus intrigas cortesanas. El 28 de julio de 1589, y por período de dos meses y medio, el subversivo Antonio Pérez. El 18 de abril de 1590, y por nueve años, su mujer y sus dos hijos". Esta función se le asignó a varias fortalezas y debió responder a la necesidad de someter a cautiverios a personajes influyentes no muy lejos de la Corte, lo que facilitaría su comparecencia en los largos procesos a los que eran sometidos, y a la vez mantenerlos lejos del apoyo de sus partidarios.


"En 1623 se crea el Condado de Pinto, que recayó en sus nuevos propietarios, los Duques de Frías". Durante un tiempo siguió siendo prisión hasta que a finales del siglo XVII cae en el abandono llegándose a destinar como palomar y otros usos, lo que posibilitó, junto "a la calidad de su fábrica", llegar intacto a la década de 1940 cuando la actual Duquesa de Pastrana lo rehabilita devolviéndole su primitiva función residencial. Por ello el edificio no se puede visitar por lo que hube de conformarme con rodear el recinto amurallado y, aprovechando que los árboles se despojan de hojas en otoño, fotografiar hasta donde la vista alcanza porque, como indica Sáez Lara, "es propiedad privada y no está habilitado para su visita".


Para elaborar esta entrada además de la cartela informativa junto a la entrada del torreón, he consultado el libro ya citado:

Castillo, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de Madrid, Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, cuyo catálogo ha sido elaborado por Fernando Sáez Lara. Madrid, 1993.

Postal (J.L. Gallegos (Madrid)) sinfecha,  el torreón está almenado

lunes, 2 de noviembre de 2015

El castillo de Palazuelos


En nuestro recorrido por tierras de Guadalajara, tras pasar la noche en Sigüenza seguimos dirección a Atienza por la carretera CM-110; a unos 8 km. tomamos un desvío a la izquierda que nos lleva hasta Palazuelos un lugar de singular belleza. que conserva prácticamente intacto su trazado medieval. Es una población encerrada en su recinto amurallado bajo la atenta mirada de su castillo. El pueblo está asentado sobre una suave ondulación del terreno que lo hace visible desde la carretera, aunque esto hacía que en época medieval fuese difícil su defensa. Su historia, como nos indican las fuentes que hemos consultado, Antonio Herrero Casado y Jorge Jiménez Esteban, se basa sobre todo en la historia de los señores que la poseyeron a través de los siglos, y sobre todo al marqués de Santillana que mandara construir tanto el castillo como la muralla que la rodea y la de su hijo, Pedro Hurtad de Mendoza, que concluyó las obras.


Su historia se inicia tras la reconquista a los musulmanes y en el siglo XII. Palazuelos queda integrada a en la jurisdicción de Atienza. En el siglo XIII el rey Alfonso X el Sabio la donó junto a otros lugares a su amante doña Mayor Guillén de la poderosa familia de los Guzmán. Ésta la donó en herencia a su hija doña Beatriz de Castilla nacida de sus amoríos con el rey sabio y que llegó a ser reina consorte de Portugal al casar con Alfonso III de Portugal. De ésta el lugar lo heredó su hija doña Blanca, infanta de Portugal y abadesa del Monasterio de las Huelgas de Burgos; aquí habría que hacer una salvedad porque según E. Cooper doña Blanca en 1312 vende Palazuelos y Cifuentes a don Juan Manuel de quien recibe un pago, no obstante acaba vendiendo ambas a su primo el infante don Pedro, hijo del rey Sancho IV de Castilla quien lo vendió a su vez en 1314 al obispo de Sigüenza don Simón Girón de Cisneros. No obstante este baile de propiedades no debieron suponer grandes cambios en el lugar hasta que en la segunda mitad del siglo pasa a manos de la poderosa familia de los Mendoza.


En 1380 figura entre los bienes que integran el mayorazgo que Pedro González de Mendoza y su mujer Aldonza Fernández de Ayala fundan a favor de su hijo Diego Hurtado de Mendoza, que fuera almirante de Castilla. De éste pasó en 1404 en herencia a su hija doña Aldonza de Mendoza. aunque fue el hermanastro de ésta  don Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana, tras un largo litigio con su hermanastra por la herencia, quien poseyó la propiedad y comenzó a levantar el castillo y las murallas que aún hoy podemos apreciar, dejándola a su vez en herencia a su hijo don Pedro Hurtado de Mendoza, adelantado de Cazorla, quien prosiguió las obras hasta concluirlas.


La muralla rodea todo el pueblo excepto algún tramo con trozos derruidos. Ésta se refuerza con varios cubos y cuatro gruesos torreones donde se ubican las cuatro puertas. Los torreones tienen planta cuadrada y gruesos muros, cuentan con cubos en las esquinas, y es desde donde se ingresa en el pueblo. La entrada se hace a través de un arco ojival abierto en una de las caras, "para dificultar la entrada se hicieron las puertas abiertas en amplio arco adovelado apuntado, formando ángulo de manera que la propia puerta es como un pequeño patio de armas", y se sale al pueblo por otra puerta diferente y lateral, en forma de zig-zag, de esta forma se impedía la entrada franca al recinto. Esta estructura fue utilizada por los Mendoza en todas sus construcciones. Los torreones tuvieron dos pisos habitables y en alguna de ellas se ven aún, algo desgastados, los escudos de la familia.


En el lienzo norte y adosado a la murallas se encuentra el castillo, que Antonio Herrera nos describe así: "lo rodea una barbacana o defensa baja a la que se penetra desde la villa por una puerta que tuvo puente levadizo, y está escoltada de dos desmochados torreones. El recinto interior tiene una liza que lo rodea, y en el centro se alza el cuerpo principal, que consta de un edificio alto, cuadrado, herméticamente cerrado y rodeado de dos cubos en las esquinas y una gran torre del homenaje adosada al muro de poniente. La entrada a este recinto interior está en dicho muro occidental. Por ello vuelve a repetirse el sistema zigzagueante de acceso en el caso del castillo".  Finalmente señala que tras un paseo agradable por todo el recinto amurallado recreándonos en las puertas de acceso, y en el interior, la picota jurisdiccional de villazgo que hay en la plaza accediendo por la puerta de Sigüenza, -a la que se puede acceder en coche., y pasear frente a la puerta más alta que da al monte, puerta también blasonada; y por el exterior hasta llegar al castillo que en su día hubo de tener libre acceso. Apunta Jiménez Esteban, y llama la atención, el hermetismo del cuerpo central del castillo que carecía de ventanas y saeteras por lo que sólo era defendible desde el adarve. El edificio debió sobrepasar bastante en altura a las murallas.


El castillo y el lugar perteneció durante siglos a la familia Mendoza, a su rama de los duques de Pastrana . En 1811 es testigo de las escaramuzas de Juan Martín "El Empezinado" contra los franceses en la guerra de la Independencia quedando el castillo seriamente dañado, llegando al abandono después de que en ese mismo año las Cortes de Cádiz promulgan la abolición de los señoríos, hecho que no fue efectivo hasta 1837. Propiedad del Estado, en 1974 se subastó el lugar, tanto el castillo como las murallas, pasando de nuevo a propiedad privada. En la actualidad el castillo se está rehabilitando, como puede apreciarse en el contraste de los colores de la piedra utilizada en la obra y su acceso está totalmente restringido; mientras que las murallas presentan un deterioro considerable, sobre todo el lienzo oeste que da al monte y la zona limítrofe al castillo donde han desaparecido.

Desde Palazuelos, a falta de un lugar donde tomar café, porque el pueblo languidece y es difícil encontrar alguna persona, partimos por la GU-135 a la cercana población de Carabias que cuenta con una espléndida iglesia románica porticada que, al igual que el castillo, tampoco pudimos ver porque la llave la tenía el cura y éste vivía en Sigüenza.Tras un breve paseo alrededor del edificio partimos dirección de nuevo a Palazuelos para retomar la CM-110 dirección a Imón y de allí a Atienza.

Puerta del Monte
Para hacer esta entrada he consultado los siguientes textos:

Castillos de Guadalajara IJiménez Esteban, Jorge, Libros Penthalon, Madrid, 1992.
Guía de Campo de los Castillos de GuadalajaraHerrera Casado, Antonio, Ed. Aache, Guadalajara, 2000.
Poder y sociedad en la Baja Edad Media Hispánica. Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín., en especial el artículo Pedro González, o el ascenso de los Mendoza, Del Val Valdivieso, Mª del Mar, pag. 289 y ss. Universidad de Valladolid, Valladolid, 2002.
Rutas de los Castillos de Castilla-La Mancha, Guadalajara, Castilla-La Mancha Turismo.
La fortificación de España en los siglos XIII y XIVCooper, E. 2014

También es interesante visitar la página oficial del Castillo de Palazuelos en: http://www.castillodepalazuelos.es/

Puerta de Sigüenza o del Cerco
Puerta de la Villa
Escudos de los Mendoza sobre la puerta de la Villa
Puerta de Sigüenza o del Cerco desde la plaza Mayor
Fuente y royo jurisdiccional en la plaza Mayor
Esquema de las murallas en el interior de la Puerta Sigüenza o del Cerco
Puerta del Monte entrada y salida por la derecha al pueblo
Entrada a la barbacana del castillo

domingo, 14 de diciembre de 2014

Castillo de La Adrada


Saliendo de Arenas de San Pedro, a unos 50 kilómetros al este siguiendo el valle del Tiétar dirección Madrid, está La Adrada. La información sobre el castillo de La Adrada no es muy extensa, quizá porque es una fortaleza que carece de una historia de batallas ni fue lugar de hechos relevantes, tan solo se hace referencia a ella por la entidad de sus propietarios. No obstante, y a pesar de haber llegado a estar el edifico en situación de casi total ruina, ha ganado interés por la intervención que se ha hecho él. Se han reconstruido las torres, los lienzos de sus dos recintos amurallados y su patio renacentista, convirtiéndose en un lugar idóneo para visitar e iniciarse en la apasionante mundo medieval y los castillos.


La Adrada pudo tener su origen en una fortaleza árabe en torno a la cual se iría aglutinando un núcleo de población. En la repoblación de la zona llevada a cabo por Raimundo de Borgoña por orden de Alfonso VI en el siglo XII, "se reconstruyó el castillo de La Adrada como avanzada de defensa frente a las posibles incursiones de los moros". La población es reconocida como villa, segregándose de Ávila el año 1393, y pasa a formar parte del señorío de Ruy López Dávalos  mediante otorgamiento del rey Enrique III como vimos en la entrada del castillo de La Triste Condesa en Arenas de San Pedro. Tras la caída en desgracia del condestable Dávalos la propiedad paso a de Álvaro de Luna, valido de Juan II, que la mantuvo hasta su ejecución en 1453, y hasta 1463 en poder de su viuda Juana de Pimentel conocida como La Triste Condesa. En 1465 Enrique IV dona la propiedad como dote a Mencía de Mendoza, mujer de Beltrán de la Cueva. duque de Alburquerque, por los servicios que éste le había prestado. Es justo Beltrán de la Cueva a quien se atribuía la paternidad de la hija del rey, Juana la Beltraneja, aunque a la muerte del rey el duque apoyará los derechos de sucesión al trono de la princesa Isabel en contra de los intereses de su supuesta hija. Años más tarde, en 1570, Felipe II otorga al descendiente de don BeltránAntonio de la Cueva, el marquesado de La Adrada.


El castillo se erige en el siglo XIV sobre una iglesia gótica de 1250 de la que conserva el ábside; éste se elevará para convertirse en torre del homenaje. El presbiterio, del que quedan restos de las columnas, se cierra y pasa a ser salón; y sobre el costado sur, hacia 1500, se adosará un palacio renacentista de patio porticado. Tanto las columnas de la antigua iglesia como las dovelas del arco que da paso al ábside tienen profundas marcas de cantero. En el exterior, junto al ábside de la antigua iglesia, estaba el cementerio al que corresponden las estelas que se pueden ver actualmente junto al muro que separaba la iglesia del palacio.


El patio del palacio renacentista consta de dos plantas en tres de sus lados, el cuarto es el muro sobre el que se adosó de la iglesia, y está reconstruido en su totalidad. También está reconstruida la entrada de ingreso al castillo que ha sido adornada con una vistosa ventana con parteluz y alfiz, y una ladronera sobre ella, única defensa vertical de la fortaleza. Una vez en el interior destaca en el patio empedrado el brocal de piedra que cubre la cisterna subterránea donde se recogía el agua de lluvia. Las columnas del patio y los pilares de la primera planta son todos ochavados, y al igual que el antepecho de tracería gótica, se han reconstruido a partir de los restos de elementos originales. A su vez se han colocado los escudos de armas de sus propietarios, dos de ellos se reproducen también en los cubos de la entrada, el de Alvaro de Luna, que es original; el de Beltrán de la Cueva, y el de la mujer de éste Mencía de Mendoza. Al conjunto se le añade, al pie de la antigua iglesia, una torre pentagonal albarrana en proa, que hace de unión entre al edificio y el recinto exterior.

Detalla E. Cooper que consta que en el castillo había una importante depósito de pólvora y fue desde allí desde donde se envió la pólvora para el asedio del castillo de Torrejón en la primavera de 1465. Tras este asedio, Pedrarias Dávila, contador mayor de Enrique IV, tomó por las armas el castillo de Torrejón de Velasco. Por su condición de almacén de pólvora, añade Cooper, "cabe suponer que el almacén era el mismo castillo y que su estado arruinado pudiera deberse a una explosión inoportuna".


La fortaleza se cerró con este recinto exterior o falsabraga, que tiene forma pentagonal y cuenta con diez torres. El camino de ronda, de libre acceso, es corrido, almenado y dotado de troneras de cerradura invertida. En este recinto exterior se abre la puerta de acceso a la liza, -espacio entre la barrera exterior y el castillo-, frente a la torre del homenaje. Esta puerta está flanqueada por dos cubos almenados y provistos de troneras, a los que se accede mediante un puente levadizo que nos indica que debió tener un foso que rodearía todo el conjunto. En uno de los cubos está el escudo de Alvaro de Luna y en el otro el de Beltrán de la Cueva, ambos de reciente factura.


En las dependencias del reconstruido palacio renacentista se ha instalado el centro de interpretación del castillo y de la época medieval del valle del Tiétar  y de historia antigua y medieval de la provincia de Ávila. Cuenta con maquetas del propio castillo y del de Mombeltrán. En la planta de recepción un audiovisual muestra cómo evolucionó la construcción del castillo desde la iglesia románica y su transformación en fortaleza. Es de agradecer la profesionalidad de las personas que atienden este centro de interpretación. Para terminar, sería de gran interés una reimpresión del cuadernillo Restauración del castillo de La Adrada, con un excelente texto del profesor Luis Mora-Figueroa, con fotografías de J.R. San Sebastián, Concha del Río y unas magníficas ilustraciones de Miguel Sobrino.

Para esta entrada he consultado los siguientes publicaciones:
Castillos de Castilla y León, Gutiérrez, José Manuel, Edical, S.A.-, Valladolid, 2007.
Restauración del castillo de La Adrada, Mora-Figueroa, Luis, Diputación Provincial de Ávila, Ávila, 2004.
La Adrada, recuerdos y tradiciones, VV.AA., Diputación Provincial de Ávila, Ávila, 2000.
Castillos Señoriales en la Corona de CastillaCooper, E., Junta de Castilla y León, 1991.

Torre albarrana desde el paseo de ronda del castillo
Muralla, paseo de ronda y cubo del recinto exterior o falsabraga
Panorámica de la planta de la antigua iglesia y pario del palacio desde la torre albarrana
El castillo desde el noreste
Marcas de cantero en las columnas de la antigua iglesia gótica