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viernes, 12 de enero de 2024

Verracos en el Museo Arqueológico

En la visita al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, encontramos dos verracos de excelente factura. Uno de ellos representa un cerdo, procede de la provincia de Ávila; el segundo ejemplar se identifica como un toro y procede de Segovia. Aunque sabemos su procedencia no sabemos, sin embargo, su lugar de origen. López Monteagudo, citando a Ballesteros (1896) quien afirmaba que había visto ambas piezas, antes de su traslado a Madrid, en el jardín del palacio de los Dávila o de Abrantes, de la capital abulense, aunque, según la ficha del Arqueológico hubo un error al confundir uno de ellos, el toro, con otro verraco, no expuesto en la actualidad, que representa un cerdo procedente de Ávila y había sido atribuido a Segovia. La propia López Monteagudo nos hace la descripción de ambas esculturas.

VERRACO: CERDO

Verraco: Cerdo. Granito. Cultura vettona. Siglos III-I a C. Provincia de Ávila

Lado izquierdo del verraco donde no se aprecian tantos detalles

El primero de ellos: un cerdo en el que se aprecia bien la boca, mandíbulas, ojos y orejas; se resaltan las pezuñas, corvejones, ijares y brazuelos; en la parte posterior se aprecia el sexo, ano y la protuberancia que puede indicar el rabo. En el vientre presenta un resalte longitudinal. En la pierna derecha se observan unos verdugones horizontales cruzados por otro en zigzag, mientras que en la paletilla de ese lado destacan otros dos verdugones cruzados que abarcan el cuello y la cara cruzados en forma de aspa, uno de éstos rodeando la oreja. En el dorso, siguiendo la línea del espinazo, tiene una serie de cazoletas de unos 10 cm. Verraco de granito que representa un cerdo, tiene unas dimensiones de 180 cm. de largo, 87 cm. de alto, 60 cm. de ancho y 181 cm. de perímetro; la peana, en la misma pieza, tiene una altura de 16 cm.


VERRACO: TORO

Verraco: Toro. Granito Cultura vettona. Siglos II-I a. C. Provincia de Segovia

Lado izquierdo del verraco

La segunda pieza, algo más pequeña, representa un toro al que le falta la cabeza, aunque conserva un cuello robusto con una gran papada que llega casi hasta las pezuñas; la papada presenta tres entalladuras paralelas que parecen indicar los pliegues de la piel. Tiene una peana de 19 cm. de altura en la misma pieza en la que está tallado el animal. Se aprecia en la parte posterior el rabo y se advierten bien las piernas, brazuelos, ijares, codos y pezuñas. En el dorso, como en la anterior pieza, presenta tres cazoletas, aunque de menor tamaño, alineadas a lo largo del espinazo. Verraco de granito que representa un toro, tiene unas dimensiones de 150 cm. de largo, 87 cm. de alto, 40 cm. de ancho y un perímetro de 153 cm.

Según la ficha del Museo Arqueológico, este toro procede de Segovia y se confundió por error, durante más de dos décadas con otro berraco, un cerdo procedente de Ávila, aunque la descripción que se hace de ambas esculturas es correcta, se confundió la procedencia. Ballesteros, a quien cita López Monteagudo, no detalla de qué verracos se trata sino que hace un recuento de los verracos censados en la ciudad de Ávila: "Somorrostro, en 1820, solo mencionaba ya 37 de los  62 que Gil González contó en 1598; y de los 22 que éste asigna á la ciudad de Ávila, Carramolino sólo vió 13, hacia 1872. Hoy se encuentran aún menos pues yo no he logrado hallar más que (11 ejemplares)"; y enumera el lugar donde se encontraban repartidos por la ciudad, indicando que había dos ejemplares en el patio del antiguo palacio de las Navas o Casa de Abrantes, y concluye en relación a los 13 ejemplares que menciona Carramolino, "Á no ser que los dos que me faltan sean los que estuvieron en el patio del Palacio de las Navas, juntamente con los otros dos que aún allí se observan, y que actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, haciendo compañía a un tercero, procedente de Segovia". Concluyendo con la ficha del Arqueológico, el donante de este último ejemplar fue el Marqués de Pizarro, a la sazón gobernador Civil de Segovia

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Ballesteros, E., Estudio Histórico de Ávila y su territorio, Ávila, 1896.
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Museo Arqueológico de Madrid, ficha del inventario nº 2013.

Detalle de los verdugones que cruzan la cara y el brazuelo del cerdo
Cazoletas en el dorso del verraco que representa al cerdo

lunes, 27 de junio de 2016

El verraco de Toro


Comenta Guadalupe López Monteagdo en su libro Esculturas zoomorfas Celtas de la Península Ibérica que "la finalidad de las esculturas  de verracos solamente puede deducirse de los pocos hallazgos in situ, y éstos son relativamente escasos", y el de Toro, por la información que me dieron, debe ser uno de los que más se han movido, aunque sólo sea por la misma ciudad, aparte de desconocerse su emplazamiento original. No recuerdo dónde estaba el verraco la primera vez que estuve en Toro porque de eso hace algo más de 25 años, tan solo recordaba que era de grandes proporciones y que estaba cerca del acceso a la ciudad por la carretera de Tordesillas, quizá donde está ahora, frente a la Puerta de Santa Catalina, en una rotonda junto a una gasolinera. Ahora la entrada a la ciudad se hace desde la autovía A-11, que en aquellos años no existía, desembocando en la Puerta de la Corredera por la ZA-705. No obstante, al preguntar dónde se encontraba en la Oficina de Turismo me dijeron que  había estado frente a la entrada del castillo, en otro lugar donde no recuerdo, y junto a la Colegiata Mayor, por lo que se le conoce también como "Toro de la Mayor". Me advirtieron que muy pronto volvería a sufrir otro traslado.



Junto a la Colegiata Mayor debió estar durante muchos años porque tiene un rebaje muy pronunciado en el costado derecho, como indica López Monteagudo quien también nos informa de sus características destacando que su estado de conservación, no es muy bueno, "ya que le falta el morro y las patas se advierten rotas a unos 20 cm. de su arranque. El testuz presenta dos concavidades para encajar los cuernos. Se aprecia su exigua papada, los brazuelos y las piernas, así como una cazoleta de 6 cm. de diámetro externo en el centro del costado izquierdo. Las paras resaltan separadas del bloque en que se esculpió cada par. Se advierte el ano y el sexo. Esta escultura se advierte la peculiaridad de poseer bajo el vientre un soporte central de sección cilíndrica". Este último detalle también puede observarse en los verracos de SolosanchoChamartín de la Sierra y Santo Domingo de las Posadas en la provincia de Ávila, y el de Torralba de Oropesa en Toledo y un ejemplar en Segovia, aunque estos dos últimos no los he podido ver. Por su parte Álvarez-Sanchís a la hora de agrupar por su tipología las esculturas de estos toros los agrupa precisamente por la sección cilíndrica que une el vientre con la peana, aunque el ejemplar de Torralba de Oropesa lo incluye en el grupo de cerdos.



Siguiendo la información de López Monteagudo, el verraco tiene las siguientes dimensiones: "Toro. Granito. 250 cm. de longitud y 95 de alto; 66 cm. de ancho y un perímetro de 245 cm. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia, pero cerca de la ciudad se localizan varios castros". Aquí hay que señalar la observación que hace Álvarez-Sanchís en una nota sobre la clase de granito en el que está labrado el toro: "la procedencia del granito utilizado en la escultura de Toro parece rastrearse en la zona de Ávila (Martín Valls 1974:81)"

Para terminar quisiera reflexionar sobre esta escultura pues creo que debería figurar entre una de las obras más importantes que tiene la ciudad junto a su magnífica Colegiata, el resto de iglesias y el recién recuperado castillo, y no exhibirlo en una rotonda, en la entrada a la ciudad lejos de su circuito cultural e histórico, deseando que en su último viaje se coloque en un lugar donde puede ser contemplado como obra de arte excepcional que es y, sin lugar a dudas, un símbolo más de la ciudad.


Para esta entrada he consultado los siguientes libros:
Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, López Monteagudo, Guadalupe. C.S.I.C., Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1989.
Los Vettones, Álvarez-Sanchís, Jesús R., Real Academia de la Historia, Madrid, 2003.