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jueves, 26 de diciembre de 2024

Castillo de Fuentelsaz


Tras nuestra breve parada en la ermita de Santa Catalina de Hinojosa, continuamos nuestro camino por la carretera CM2107 dirección a Milmarcos. Allí tomamos hacia el Este para enlazar con la CM-210 y de nuevo hacia el Este hasta entroncar con la GU-435 que nos deja en nuestro destino, Fuentelsaz donde termia la ruta y desde donde visitante puede ver a su derecha el cerro donde se asientan los restos del castillo, un promontorio de 1253 metros de altitud. Desde allí se domina gran parte del territorio dejando a sus pies, a 1125 metros, la población. Dejamos nuestro coche en la afueras del pueblo, para iniciar la ascensión a la fortaleza, un desnivel de 112 metros, partimos desde un esbelto pairón que saluda y despide a los viajeros.

Interpretación artística del castillo en el cartel informativo

Antes de llegar al pairón hay un cartel que recuerda al viajero la historia del castillo: "A pesar de que actualmente solo perduran algunos restos de sus torres y murallas, el Castillo de Fuentelsaz, también conocido como castillo de Pedro I El Cruel, fue un enclave importante en la Edad Media, especialmente antes de la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, por encontrarse en la frontera entre ambos".

Peña donde se asienta el castillo y apenas resalta la torre del homenaje

Herrera advierte a los viajeros sobre el estado del castillo del que apenas quedan restos visibles y, si desde el pueblo la imagen es evocadora, "subidos al cerro es algo decepcionante ver que sólo cuatro muros desvencijados quedan de tanta fuerza antigua"; no obstante, asegura que "el viajero que busque los restos, por mínimos que sean, de las fortalezas de Guadalajara, tiene que venir a Fuentelsaz y subir al cerro donde estuvo su castillo".

Puerta de acceso secundaria del castillo y los muros adaptados al terreno

EL CASTILLO

El cartel informativo nos remonta a las primeras citas del castillo que fechan su construcción "en el siglo XII, como plaza fuerte que asegurara la cristianización del territorio tras ser reconquistada a los musulmanes por Alfonso IV el Batallador" aunque matiza que "algunos indicios apuntan a la existencia de una construcción anterior que correspondería probablemente a una atalaya islámica". El castillo está adaptado al terreno donde se asienta, lo que le confiere una planta irregular utilizando la roca "como muralla natural y sustento de sus torres, de modo que garantizan la durabilidad de su construcción".

Muros del castillo desde el vértice noroeste

Jiménez hace una descripción más precisa de los restos que vamos a ir descubriendo, e insiste en el estado en que se encuentra la fortaleza, "muy destruido"; divide su planta en "un recinto trapezoidal, donde se abre la puerta de ingreso, y otro recinto al lado formado por la plataforma rocosa"; en esta última se encuentra el aljibe y una torre de forma poligonal hacia el exterior y  y semicircular al interior", esta torre es la que la cartela identifica como la del homenaje y que califica como "la torre más suntuosa del castillo, emblema de su arquitectura. En ella se instalan las dependencias nobiliarias y el alojamiento de su alcaide".

Torre pentagonal vista desde el lienzo noreste

Toda la construcción de los muros son de sillarejo, y de buenos sillares la torre del homenaje, según datos que aporta Jiménez, los muros tienen "más de un metro de grosor, con fuerte argamasa de cal y canto". La máxima altura de los muros conservados, "que corresponden al espolón oeste, es de 2,70 metros de altura y 1,60 metros de espesor". Respecto al aljibe, tal como nos indica la cartela informativa, es una de sus infraestructuras "ya que, el abastecimiento de agua es vital para resistir los asedios, aunque actualmente se encuentra relleno de escombros, pudo tener una profundidad considerable". Jiménez señala que del aljibe quedan los arranques de la bóveda y que "tiene una profundidad de 2,50 metros con unas dimensiones de 3,30 por 3,70 metros de longitud" de cada lado.

Aljibe en el que se aprecia el arranque de la bóveda

CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

De poblamiento antiguo, tanto Jiménez como Herrera hacen referencia a la toponimia de la ruta cidiana como Fuente del CidCabeza del Cid, montaña esta última de 1349 metros de altitud junto a Hinojosa, 9,4 km. al oeste de Fuentelsaz. Al respecto Herrera se refiere a los viajes del Cid entre Castilla y Valencia y, como detallan De Juan y Martín citando también al Cid, la amistad que le unía a Avengalbón o Abengalbón moro de Molina de Aragón donde el Campeador siempre encontraba alojamiento y donde Abengalbón acogió a la mujer y las hijas del de Vivar tal como se relata el Cantar de Mío Cid

Antemuro que protegía la puerta original visto desde la torre noroeste

Sin embargo el protagonismo de Fuentelsaz radica en "Su ubicación estratégica en la frontera entre los reinos de Castilla y Aragón, hizo que tuviese protagonismo en el siglo XIV, cuando se produjeron las guerras fronterizas entre estos reinos, conocidas como Guerras de los dos Pedros, por el nombre de los monarcas de los territorios en disputa: Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón." Añade que "estos enfrentamientos comienzan en 1356 y continúan hasta que el rey de Castilla es asesinado por su hermanastro en 1369, finalizando sin un claro ganador, ni cambios relevantes en las fronteras de los territorios". Jiménez apunta que en 1360 la fortaleza fue asediada y tomada por las tropas aragonesas. Valdeón nos recuerda que durante la primera etapa de gobierno del intitulado rey de Castilla, Enrique II entrega a Beltrán du Guesclin el señorío de Molina (1366), aunque debió perder la posesión tras la derrota en Nájera (1367), posteriormente tras el asesinato de Pedro I, en el que participa activamente Du Guesclin, el señorío pasará "a obediencia del rey de Aragón, sin duda para escapar del dominio militar del bretón".

Interior de la torre pentagonal vista desde el aljibe

También tuvo protagonismo el castillo y la población a mediados del siglo XV, según De Juan y Martín, a causa de las guerras entre ambos reinos, que esta vez protagonizaron Juan II de Castilla y los Infantes de Aragón, que provocaron que varias poblaciones de la tierra de Molina quedaran abandonadas, entre ellas Fuentelsaz, aunque "siglos más adelante diversos colonos fueron asentándose sobre las ruinas antiguas". De esta época también nos habla la cartela informativa "del papel desempeñado por este castillo durante el siglo XV, cuando los habitantes de la comarca se rebelaron contra su señor, Beltrán de la Cueva, que había sido impuesto por el rey de Castilla, en contra de las preferencias de los habitantes de la comarca. Este castillo, dirigido por su alcaide Pedro del Castillo, permaneció fiel a Beltrán, siendo utilizado como alojamiento de sus tropas". Recordar que el señorío de Molina había sido entregado a De la Cueva en compensación al ser desposeído del maestrazgo de Santiago por Enrique IV . Sobre el alcaide del castillo, señala Jiménez que este Pedro del Castillo era alcaide en 1481, y que por ser zona fronteriza con Aragón, los alcaides eran nombrados directamente por el rey, y menciona a Juan Arias de la Muela, a su vez regidor de Molina de Aragón, como último alcaide que había sido nombrado por Felipe II.

Antemuro y muro original desde la torre sur

"La última cita histórica en que aparece este castillo, -podemos leer en la cartela- trata de su apropiación por parte de las tropas carlistas durante la Primera Guerra Carlista en la primera mitad del siglo XIX. Utilizado como polvorín, explotó causando su destrucción, ruina que se ha agravado con el paso del tiempo". Sobre la contienda carlista, podemos leer en el periódico El Constitucional de 23 de junio de 1839 en crónica del día 18 desde Molina de Aragón, la actividad que llevaba a cabo en la zona el comandante de armas, mayor del provincial de Plasencia; en ella se detalla brevemente la situación de las tropas isabelinas que defendían el fuerte de Peracense, o la fortificación que pretendían hacer las tropas carlistas en el castillo de Beteta, y sobre "el antiguo castillo de Fuente el Saz que se dijo pensaban fortificar los facciosos se está demoliendo por órdenes de este señor comandante".

Vértice donde se ubicaba la torre oeste

La última referencia que encontramos, tal como cita Jiménez, es la que se hace Madoz mediado el siglo XIX en su diccionario geográfico, en el que la fortificación ya está arruinada: "A la extremidad de un cerro que la domina por el O. en cuya cúspide hay un cast. derruido, y combatida libremente de los vientos".

Plano del castillo según el cartel informativo a la salida de Fuentelsaz


Para esta entrada he consultado, además del cartel informativo que hay a la salida del pueblo, las siguientes publicaciones:

De Juan, A. y Martín, M., El Camino del Cid, Ed. del Henares 2007, Guadalajara, 2011.
Herrera Casado, A., Guía de Campo de los Castillos de Guadalajara, Aache, Guadalajara, 2007
Jiménez Esteban, J,, Castillos de Guadalajara II, Libros Penthalon, Madrid, 1993
Madoz, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1845
Valdeón Baruque, J., Bertrand Du Guesclin, ficha de la Real Academia de la Historia en dbe.rah.es

Torre pentagonal vista desde la base de la roca donde se asienta

Vista panorámica de Fuentelsaz desde el castillo. Tras las primeras lomas
comienza el reino de Aragón que extiende hasta el horizonte

Pairón de Fuentelsaz 

domingo, 1 de diciembre de 2024

Ermita de Santa Catalina en Hinojosa


Habíamos llegado hasta la ermita de Santa Catalina por la carretera CM-2107 desde Anchuela del Campo dirección Milmarcos, muy cerca de la raya entre Castilla y Aragón . Nuestro objetivo era la visita al castillo de Fuentelsaz en Guadalajara. Pasamos frente a ella sin apenas darnos cuenta por lo que tuvimos que dar la vuelta en el primer cruce para poder visitarla. El edificio se encuentra en un alto que apenas sobresale del horizonte entre sabinas, a su derecha apenas se adivinan las estructuras de edificios que es fácil confundir con los mampuestos de piedra que forman terrazas de cultivo, son los restos del antiguo poblamiento de Torralvilla o Torralbilla, despoblado en el siglo XVII donde Santa Catalina fue iglesia parroquial. Unos metros antes de llegar al edificio hay una cartela informativa que nos introduce en su historia: "Enclavada en el término de Hinojosa, la ermita de Santa Catalina es un pequeño templo de estilo Románico construido en la segunda mitad del siglo XII. Tras su rehabilitación fue declarado Bien de Interés Cultural (1992).".

Columnas del pórtico con decoración floral

El edificio, detalla la cartela, forma parte del "conjunto de iglesias del Románico rural que se caracteriza por desarrollarse sobre todo en pequeñas poblaciones y por la modestia de sus construcciones, la robustez de sus estructuras y la sencillez de su decoración. Generalmente fue usada la piedra caliza de las canteras cercanas labrada en sillares y en mampostería.". Estos templos. añade Salgado, comenzaron a edificarse tras la reconquista y la consiguiente repoblación cristiana en los siglo XII-XIII; aunque las crisis demográficas que vivió esta zona del reino castellano en el XIV y XV fue muy acentuada porque parte del sistema de alfoces "evidenció la fragilidad de estos humildes núcleos ante episodios como las malas cosechas, las imprevisibles inclemencias naturales o las temidas epidemias", que propició muy temprano, desde el siglo XIV, la despoblación de algún núcleo.

Capitel del pórtico. En el sillar de la derecha vemos una marca de cantero

Como comentábamos al inicio, podemos leer en la cartela que "Fue la antigua iglesia de Torralvilla, que fue despoblada en el siglo XVII y de la que no queda ningún tipo de resto visible."; y son estas viejas iglesias parroquiales, añade Salgado, "sin lugar a dudas, el principal y a veces único vestigio de estas poblaciones extintas". Una despoblación que se llevó a cabo de manera ordenada desde el siglo XVIII cuando se comienzas a emitir expedientes de despoblación; los bienes era acopiados y vendidos por parte del arzobispado, y algunos, menos comerciales y, sobre todo, de difícil transporte, como grandes pilas bautismales, "siguieron manteniendo en su interior sus antiguas románicas: Arranz, Portilla y Torralbilla", se renunció a su traslado y permanecieron en el lugar, de tal manera que parte de las obras se mantienen, bien en otras iglesias, en museos o en manos particulares.

Restos de un muro de la antigua puebla entre el sabinar

El templo de Hinojosa, continúa la cartela, aporta como innovación arquitectónica "un acceso cubierto por un pórtico que se extiende por todo el lateral meridional de la nave. Llama la atención su portada de arco de medio punto abocinada con cuatro arquivoltas y chambrana de punta de diamante que se apoyan sobre columnillas adosadas, decoradas con motivos vegetales y capiteles de hojas de acanto, que aparece resguardada bajo el pórtico."

La portada de medio punto descansa sobre seis columnillas posee cuatro
 arquivoltas rematadas con chambrana de punta de diamante

El interior no pudimos verlo aunque en la cartela hacen una breve descripción del mismo: "de gran sencillez constructiva, tiene una sola nave irregular orientada al levante, recorrida en su perímetro por un poyo adosado a la pared. Posee una cubierta de cuarto de esfera en el ábside, bóveda de cañón apuntada en el presbiterio y sencilla techumbre de madera a dos aguas. El presbiterio se encuentra separado de la nave principal por un arco que se apoya en dos columnas adosadas con capitel de volutas en el lado de la epístola y figuras del bestiario medieval  en el lado del evangelio".

Detalle de la decoración de la cornisa y canecillos

Respecto al pórtico destaca que es sin duda "lo más destacable de este ejemplo de arte de la Edad Media. Soportan el peso de la misma siete parejas de columnas con seis arcos de medio punto y capiteles decorados con motivos vegetales. Este tipo de construcción servía de abrigo, dada las duras condiciones del invierno, y para la celebración de las juntas comunales en un periodo en el que se acrecienta la importancia de la vida social".

Algunos de los canecillos que decoran el ábside

Concluye que "Otros elementos interesantes se encuentra en los canecillos del ábside. Destacan un dragón, una serpiente enroscada y algún instrumento musical. La ermita tuvo una espadaña levantada sobre el arco que separa el presbiterio de la nave y de la cual no quedan restos, solo algún testimonio gráfico", además de algunas marcas de cantero y varios grafitis incisos en los sillares.

El pórtico
Para esta entrada he consultado, además de la cartela que hay junto a la ermita, la siguiente documentación:

Herrera Casado, A., Lecturas de patrimonio: los canecillos de Santa Catalina de Hinojosa, en herreracasado.com, 2021.
Salgado Pantoja, J.A., Arte Románico en los despoblados de Guadalajara: obras en museos y colecciones privadas, Depósito de Investigación Universidad de Sevilla, 2019

Detalle de las puntas de diamante de la chambrana

Detalle de algunos graffiti

Alquerque junto a una de las columnas del pórtico

Planta y alzado del templo e imagen del capitel del interior

viernes, 8 de diciembre de 2023

Vállaga


Tras nuestra visita al refugio del aeródromo de Illana, tomamos la CM-250 dirección al pueblo hasta el cruce con la GU-249; allí tomamos la carretera dirección Almoguera. A unos 9 km. del cruce, prácticamente donde la carretera se encuentra con el Tajo, vemos a nuestra derecha los restos, según el mapa que nos guía, del castillo de Vállaga, un paredón con las esquinas flaqueadas por dos cubos macizos que semejan borjes esquineros, con la parte central del lienzo derruida. Nuestra duda era si estábamos frente a un castillo o un cenobio, o como afirma Herrera Casado, un edificio medieval transformado en bodega.

Los restos del lienzo Sur derruidos en el centro del castillo vistos desde el río

Herrera
lo describe sobre un cerro puntiagudo en el que resaltan "las ruinas oscuras de una edificación medieval sobre la que luego recayó la función de bodega"; reforma del edificio que ha provocado tal alteración en él que dificulta el análisis de su origen militar; situado en la orilla izquierda del Tajo, estas ruinas "hasta ahora no habían sido estudiadas (...) considerándolas como los restos del que fuera castillo calatravo de la encomienda de Vállaga, aguas abajo del gran castillo de Zorita". 

Muro Este por donde se accede al edificio

Las ruinas, también son conocidas "como las cuevas del marqués", -el nombre hace referencia a marqués de Belzunce , hijo de Juan de Goyeneche que poseía un palacio en Illana- estas ruinas, continúa Herrera, proporcionan "un lugar interesante como pocos, un lugar al que conviene ir si realmente a uno le interesa la historia medieval, los edificios defensivos antiguos, la magia de lo ignoto y sorprendente". Hasta allí subimos por una pequeña vaguada que nos dejó junto a un sembrado y recorriendo una vereda alcanzamos el muro Este que permite el acceso sin dificultad.

Muro Oeste con bóveda de ladrillo y dos salas laterales abovedadas

Herrera nos facilita las siguiente medidas, un edificio de una sola nave "de unos diez metros de ancho, de muro a muro, por unos cuarenta de largo". Al él accedimos por el muro Este donde se acumulan restos de derribo de la cubierta, siendo esta zona más alta que en el muro Oeste que aún mantiene la bóveda de la nave. En el interior de los muros Norte y Sur se aprecian los arranques de paredes perpendiculares que dividían el espacio en ocho salas donde se ubicarían las tinajas. Estas paredes se encuentran trabadas con los muros por lo que es de imaginar que son originales. El muro Oeste, que conserva la bóveda, "en las paredes laterales se abren a su vez dos espacios abovedados, con arcos semicirculares de ladrillo, con aspecto de potencia y grandiosidad poco usuales, pero que sin duda tuvieron por misión guardar enormes tinajas", espacio éste que sí debe ser producto de una reforma.

Vista del interior del edificio desde la pared Oeste


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

Siguiendo a Herrera el lugar correspondía a "la encomienda de Vállaga de la que posiblemente antes fue sede fortificada de sus comendadores y caballeros calatravos". A este respecto seguiremos a Fernández Izquierdo que nos ofrece una breve cronología de posesiones de Vállaga. La primera mención del lugar la encontramos en 1152 cuando el emperador Alfonso VII dona Vállaga, Ova y una aceña junto al puente de Zorita a don Galindo, maestre de la orden de Santiago.

Muro Oeste donde vemos el cubo macizo de sillería y mampostería en la base

En 1174 se produce la donación de las aldeas de Vállaga, Almonacid y Hueva a la orden de Calatrava por doña Sancha Martínez, mujer de Pedro Martínez de Magán, quien las había comprado al conde Ponce de Cabrera. El conde Ponce de Cabrera, provenía del ámbito catalán y se había establecido en el reino acompañando a doña Berenguela de Barcelona que iba a contraer matrimonio con Alfonso VII, fue nombrado conde por el rey en 1143 y su mayordomo en 1145. Alfonso VIII confirma esta donación en 1176.
Vista de la bóveda del muro Oeste y a la derecha restos de una bóveda menor
desde la zona media del muro Sur

El papa Gregorio VIII, en la segunda bula de confirmación de la orden en 1187, incluye las posesiones de Calatrava entre las que se encuentra Vállaga. Más adelante al enumerar la riqueza de las distintas encomiendas calatravas, cita a Vállaga que tenía en posesión una dehesa, Algarga, con una extensión de un millar de hectáreas que, junto con otras fincas, constituía el origen de sus rentas. Algarga se encuentra a unos 9 km. al suroeste siguiendo el cauce del Tajo.

Muro Sur y arranques de las paredes que presentan trabazón con el muro

No obstante estos datos Fernández Izquierdo no menciona la existencia de fortificación alguna y vista la ubicación del edificio, en el talud que da al río, la carencia de foso que lo defienda por la cara Sur, es difícil suponer que fuese una construcción militar. Al respecto Martín y Sánchez en su trabajo comentan que "pocos son los casos en los que los calatravos construirán un castillo, sin embargo sí fue frecuente recibir villa y castillo, tal es el caso de Almoguera o Cogolludo, en los que observamos la presencia de villa y castillo", aunque, añaden, que lo habitual era "la recepción de un castillo".

Vista del Tajo desde el derrumbe del lienzo Norte y grosor del muro

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación: 

Fernández Izquierdo, F., Ordenes militares y régimen señorial: Los dominios de Calatrava en tierras de la provincia de Guadalajara (siglos XI-XIV), en CSIC Digital, digital.csic.es
Herrera Casado, Antonio, Castillos de Guadalajara, Aache ed., Guadalajara, 2007
Martín Blas, E. y Sánchez Martínez, N., La orden de Calatrava: Arquitectura militar en la Alcarria, en Castillos de España, revista de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, N.º 150-151, 2008.

Escudo de armas del marqués de Belzunce y señores de Illana
en el palacio de los Goyeneche de Illana



sábado, 4 de marzo de 2023

Trijueque: murallas


Trijueque
es una de las paradas que se suelen dejar para el final de una excursión. La población se encuentra a la derecha de la autovía A-2 en el km.78 dirección Madrid, por lo que siempre se espera visitarla en el viaje de vuelta. Su mayor reclamo es el mirador de La Alcarria, al borde de la meseta a cuyo pie trascurre el río Badiel; desde esta posición se divisa una amplia panorámica del valle del río Henares de quien el Badiel es afluente, podemos ver el Pico Ocejón y el Pico del Lobo en la Sierra de Ayllón del Sistema Central; y en el valle el cerro de Hita, con la población a sus pies, y a su izquierda los cerros de La Muela  y El Colmillo en Alarilla, una vista realmente excepcional de tierras de cultivo y olivar.

Vista de la torre reformada a la que se adosa la escalera


EL CASTILLO Y LA MURALLA

Del castillo y muralla de Trijueque sólo quedan restos de muralla y un torreón. De la muralla tan solo Jiménez nos aporta en su libro un plano muy esquemático sin especificar la fecha en que se edifica el castillo y se cerca la villa. Sobre la muralla Herrera nos comenta que contaba con tres puertas; de sus restos encontramos dos tramos que se encuentran en la cuesta que baja al valle, son los vestigios de dos torres esquineras, una de ellas se reutilizó como campanario de la antigua iglesia de Nuestra Señora de las Angustias según Jiménez, y la segunda unos cincuenta metros al sur de la iglesia; el torreón se levanta entre edificios actuales en el centro del pueblo. Este torreón, según la cartela que hay en su base, es uno de los dos esquineros que delimitaban la antigua muralla, mide unos ocho metros de alto y catorce de ancho. Fue consolidado en 1980 y restaurado en 1994. Según Jiménez de él partía la muralla que bordeaba la meseta "y dejaba la plaza mayor fuera como coso y mercado". En la actualidad, con las reformas se ha reconstruido parte del muro y escalera lateral hasta la puerta de acceso al mismo, elemento que no se veía en las imágenes que nos ofrecen Jiménez ni Herrera, a la vez que se ha restaurado el último piso de ladrillo.

Restos de la muralla forrada de sillarejo. Al fondo la Iglesia de la Asunción

La muralla debía continuar, como hemos comentado, bordeando la meseta hasta la iglesia Nuestra Señora de la Asunción en la esquina noroeste se reaprovechó el torreón para levantar el campanario de la iglesia. El templo es un ejemplo de arquitectura plateresca de la primera mitad del siglo XV del que sólo quedan ruinas. Según la cartela que hay en uno de sus muros, fue palacio de los Mendoza y en él estuvo custodiada en 1470  Juana "La Beltraneja", hija de Enrique IV.

Portada de la Iglesia de la Asunción


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

Siguiendo a Herrera éste nos comenta que Trijueque, tras la conquista a los musulmanes en el siglo XI, perteneció al Común de Villa y Tierra de Hita, pagando fuertes tributos a los arzobispos de Toledo. En el siglo XIV quedó incluida en el señorío de Hita que poseyó Íñigo López de Orozco que lo había heredado de su padre Diego Fernández de Orozco. A principio del siglo XV quedó incluido en el mayorazgo de los Mendoza llegando hasta el siglo XIX en poder de los duques del Infantado. En 1503 cobró relativa independencia, al menos en lo jurisdiccional, al otorgarle Fernando el Católico el privilegio de villa. 

Como dijimos, en el interior de la muralla se alojaba el palacio de los Mendoza donde estuvo custodiada Juana "La Beltraneja". La custodia y administración de sus bienes correspondía a Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla. Este era el segundo hijo del marqués de Santillana, siendo su hermano Diego el I duque del Infantado y otro hermano, Pedro, conocido como "El Gran Cardenal"Juana, que había sido jurada heredera al trono, estuvo bajo la custodia de Íñigo hasta cumplir los 8 años de edad en 1470. Hay que recordar que Íñigo López de Mendoza fue defensor de los derechos de Juana a la corona de Castilla junto a toda la familia Mendoza hasta que su hermano Pedro decidió apoyar la causa Isabel. La mayor parte de la custodia de Juana se hizo, no obstante, en el castillo de Buitrago de Lozoya, sin embargo, tras los actos de Valdelozoya (1470) en el que el rey Enrique IV volvió a reconocer a Juana como heredera, los Mendoza se vieron obligados a entregar su custodia a Juan Pacheco, marqués de Villena. Tal fue la lealtad de Íñigo hacia Juana que estando al servicio de los Reyes Católicos no combatió en la batalla de Toro (1476) en las que se enfrentaron las tropas de los Reyes Católicos contra las de Juana y Alfonso V de Portugal, por no traicionar la causa de su antigua protegida. Posteriormente el palacio se remodelaría como iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuyos restos se asoman al valle.

Fachada de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción

Para esta entrada he consultado, además de las cartelas informativas de turismo, la siguiente información:

Herrera Casado, Antonio, Castillos de Guadalajara, Aache ed., Guadalajara, 2007
Jiménez Esteban, JorgeCastillos de Guadalajara I, Penthalon, Madrid, 1992
Morales Muñiz, Dolores Carmen, Íñigo López de Mendoza, ficha de la Real Academia de la Historia en dbe.rah.es

Paso porticado que comunica la Plaza Mayor y la Plaza Placetuela

Talud de bajada al valle,  a la derecha la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción

Panorámica del valle del Henares. En plano intermedio se ve el cerro de Hita

viernes, 24 de febrero de 2023

Hita: Castillo y Murallas

Puerta de Santa María reconstruida

Hita es la primera parada de nuestro viaje de una excursión que nos iba a llevar por la campiña de Guadalajara. Habíamos partido de la capital de la provincia por la CM-1003, desde el cruce con la autovía A-2, que nos conduce directamente a nuestro destino. Durante el viaje nos guiamos por el relato de Jorge Jiménez Esteban en su libro de Castillos de Guadalajara (1992), aunque ampliaremos aspectos con otros autores que aportan datos más recientes. Del castillo apenas nos habla puesto que no existen más restos que unos paredones visibles desde la población, razón por la que preveíamos breve nuestra estancia. No obstante su relato es muy interesante.

Restos de la muralla del castillo desde la población

Si atendemos al tríptico de turismo municipal, no carente de lirismo, en tiempos de durante la dominación romana "Hita fue un privilegiado puesto de vigilancia"; importancia que volvió a tener durante la Reconquista al estar situada en "zona de tránsito entre las los Españas: la cristiana y la musulmana". Su mayor esplendor  lo alcanza "en la Edad Media, como punto de convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes", concluye esta época con la reforma del Estado que llevan a cabo los Reyes Católicos, que unido a otras circunstancias como veremos más adelante, se inicia el declive de la villa. En época más reciente, durante la Guerra Civil Española (1936-1939), Hita quedó en primera línea de fuego lo que provocó la destrucción de gran parte de su patrimonio.

EL CASTILLO

Del castillo de Hita, comenta Jiménez, quedan pocos restos, unos muros que rodean la planicie donde se asienta y el aljibe rectangular, al que hay que visitar por mera curiosidad arqueológica y, sobre todo, por la excelente panorámica que se tiene desde él. Estos restos son los que pueden verse desde la vertiente que mira a la población, aunque quedan otros restos en el lado nordeste. Por consiguiente no podemos saber cómo era la estructura de la fortaleza, su disposición, ni el número de torres que poseía. La descripción que el autor hace de los restos del muro es que está construido en sillarejo interior con revestimiento de sillares, algunos de ellos entre hiladas de ladrillo; tiene una altura máxima de cuatro metros y la longitud del tramo de cuarenta metros. El aljibe se encuentra en el centro de la plataforma y "fue reconstruido en el siglo XV con sillarejo calizo blanco".

Restos del muro en el que se aprecian hasta seis hiladas de ladrillo

A través de un texto que rescata LaynaJiménez nos trae una descripción, probablemente del siglo XVI por la letra en que está redactado, en el que se menciona la existencia de una barbacana exterior. La puerta se situaba en el centro de uno de sus lados. Una vez en el interior de la fortaleza describe varias dependencias que se encuentran caídas y un sistema de recogida de aguas que alimentaba el aljibe; disponía de caballerizas, buenas cámaras, casa de tahona y horno. Tenía además torre del homenaje y patio de armas rodeado de estancias, "con galerías subterráneas y una barbacana rodeándolo todo". Algunos cronistas, añade Jiménez aunque los califica de exagerados, destacan que tuvo el castillo siete líneas de muralla y en él se escondía uno de los tesoros de la familia Mendoza.


LA MURALLA

Jiménez fecha la construcción de la cerca de la villa en 1441 sobre otra anterior según documentos recogidos por Layna "que los cimientos della sean de cal y canto e que suba cinco tapias en alto la dicha cerca e que la postrimera tapia de encima que sea de cal e ladrillo e que aya encima su pared e las almenas que sean de cal y canto..." y que se levantaran torres en los lugares donde más conviniese. El coste de la obra se financiaría a base de sisas a ciertos productos durante un periodo de diez años; de esta manera se abonaría un cornado por la venta de cada cántara el vino.

Cubo y lienzo de la muralla que cerca la villa

Lo más notable de la cerca es, sin lugar a dudas, la puerta de la villa: Puerta de Santa María. Jiménez recoge una descripción de 1929 en la que se decía que era "una hermosa puerta de entrada que estaba defendida por dos torrecillas de salientes matacanes, cuyo arco ojival tiene sobre sí y en él, el escudo de los Mendoza". La puerta fue volada en 1939 y reconstruida años más tarde. A cada lado de la puerta de la villa y alejadas de ésta había, a este y oeste, otras dos puertas.

Plaza del Arcipreste. En la parte alta se distingue el cerro del castillo


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

Habitado desde antiguo, en el cerro cónico atalaya, como lo denomina Jiménez, se han encontrado restos de cerámica romana y árabe, restos que el propio autor ha recogido y catalogado. Herrera por su parte puntualiza que tras la invasión musulmana en 712 las tropas de Witiza arrasan una fortaleza existente y conquistan la posición. Hita vuelve a manos cristianas en 1085, año de la conquista de Toledo. Es citado en varios documentos y su castillo se menciona en el Poema del Cid en los versos 455 y ss. donde se narra una algarada que protagoniza Álvar Fáñez por el valle del Henares:
            
                        Aosadas corred     que por miedo non dexedes nada
                        Fita ayuso     e por Guadalfajara
                        fata Alcalá     lleguen las algaras
                        e bien acojan     todas las ganançias
                        que por miedo de los moros      non dexen nada

También hace mención a Hita y describe su castillo Gonzalo de Berceo en su obra Vida de Santo Domingo de Silos en los versos 733 y ss.

                        Fita es un castiello     fuert e apoderado,
                        infito e agudo     en fondón bien poblado;
                        el reÿ don Alfonso     la tenié a mandado
                        el que ganó Toledo     si non só trascordado

Aunque la mayor gloria de la villa es sin lugar a dudas su arcipreste Juan Ruiz, el autor de El Libro del Buen Amor, quien se presenta en su ruego pidiendo a Dios que le diese graçia que podiese facer éste libro,

                        Porque de todo bien es comienço é rayz
                        La Virgen Santa María, por ende yo, Juan Rruys,
                        Arcipreste de Fita, della primera fiz
                        Cantar de los gozos siete asy diz:

En el siglo XIV Pero (Pedro) González de Mendoza, que estaba al servicio de Pedro I de Castilla, recibió por sus servicios en la Guerra de los dos Pedros las poblaciones de Hita y Buitrago, aunque durante la guerra que enfrentó a Pedro I con su hermanastro el futuro Enrique II, prestaría su apoyo al Trastámara quien en reconocimiento a sus servicios volvió a donarle la villa de Hita que debió haber perdido al abandonar el bando petrista. Junto a otras donaciones reales afianzó el poder de los Mendoza en la zona de Guadalajara. Durante el reinado de Juan I siguió prestando sus servicios a la corona acompañando al rey en la batalla de Aljubarrota (1385) donde encontró la muerte. La crónica detalla que fue Pero González de Mendoza quien entregó su caballo al rey para que pudiese escapar pereciendo él en la batalla. Con anterioridad Pero González de Mendoza había fundado el mayorazgo de Hita en 1376 a favor de su hijo Diego Hurtado de Mendoza futuro almirante de Castilla.

En 1404 a la muerte del almirante le sucede su hijo don Íñigo López de Mendoza que con tan solo 6 años hereda el señorío de Hita. El futuro marqués de Santillana enviará desde el castillo de Hita, continúa Jiménez, sus tropas a combatir los castillos de Beleña y Cogolludo, en el conflicto que mantuvo con los futuros duques de Medinaceli por la posesión de estas plazas. Tras apoyar a los Infantes de Aragón en un primer momento frente a Juan II, don Íñigo se refugiará en el castillo a causa de los recelos del rey y de su privado don Álvaro de Luna contra varios nobles, entre los que se encontraban los Zúñiga, los Velasco y los Manrique que pretendían conjurarse contra el valido, considerando que el castillo de Hita era más seguro que su palacio de Guadalajara. Como vimos más arriba, y nos recuerda Cooper citando a Layna, en 1441 el marqués de Santillana firmó un acuerdo con el concejo de Hita para cercar el pueblo con murallas y "con sus torres en la dicha cerca sobre las puertas de la dicha villa". Es durante el siglo XV cuando la villa adquiere su mayor auge, contando con importante morería y judería, tal fue así que la comunidad sefardí dejó ciento nueve casas vacías al ser expulsada en 1492. Además contó con cinco iglesias y varios conventos, de los que sólo nos queda la parroquial.

Retrato de don Íñigo López de Mendoza (1398-1458)
 I Marqués de Santillana y señor de Hita

No obstante estas fechas Herrera apunta que es a partir de 1348, año de la gran peste negra, cuando comienza el declive de la villa perdiendo progresivamente importancia, según Jiménez "pasando de ser villa linajuda a villa aldeana". En el siglo XIX formaba aún cabeza de un arciprestazgo con treinta y dos pueblos bajo sus órdenes. Atendiendo al catastro de Madoz, descripción que aporta Jiménez, la villa "está situada en forma de anfiteatro a la falda de un cerro, en cuya cúspide hubo un castillo ya derruido, tiene 244 casas". Durante la Guerra Civil Española  toda la población sufrió grandes estragos, entre las que cabe señalar la iglesia de San Pedro y, como hemos mencionado, en 1939 se destruye la puerta de la villa que no se reconstruirá hasta años después.

Ruinas de la iglesia de San Pedro destruida durante la Guerra Civil de 1936

Cabe mencionar de Hita los festivales medievales que se llevan a cabo durante el verano y la figura del profesor Manuel Criado del Val que durante los primeros años de TV propició el recuerdo de Hita y la época medieval. Tras la visita, y habiendo recorrida la villa, nos preparamos para nuestro siguiente destino, el castillo y palacio de Cogolludo, y dada la hora, nos vinieron a la mente otros ejércitos, como los que describe el buen Arcipreste:
 
                                 Pusso en la delantare mucho buenos peones:
                            Gallynas é perdices, conejos é capones,
                             Anades é navancos é gordos anssarones;
                             fazían su alardo çerca de los fysones.(...)
                             En la buena yantar éstos vienen primero
                                 En pos los escuderos están los vallesteros:
                             Los ánsares, çeçinas, costados de carneros,
                            Piernas de puerco fresco, los jamones enteros (...)

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

AnónimoPoema de Mio Cid, , Alianza Editorial, ed. José Jesús de Bustos Tobar, Madrid 1988
Berceo, Gonzalo deVida de Santo Domingo del SilosGonzalo de Berceo, Biblioteca Virtual Cervantes, en cervantesvirtual.com
Cooper, Edward, Castillos Señoriales de la Corona de Castilla y LeónJunta de Castilla y León, 1991
Herrera Casado, Antonio, Castillos de Guadalajara, Aache ed., Guadalajara, 2007
Jiménez Esteban, Jorge, Castillos de Guadalajara I, Penthalon, Madrid, 1992
Juan Ruiz. Arcipreste de HitaEl Libro del Buen Amor, Ed. Mediterráneo, Madrid, 1974
Moreno Gómez, Ángel, Íñigo López de Mendoza, Ficha de la Real Academia de la Historia