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viernes, 14 de marzo de 2025

Heráldica. Escudos y blasones

Sobre la concesión y uso de blasones por parte de papas y reyes a sus vasallos, "a partir del siglo XVII, existieron tanto títulos como escudos comprados de manera encubierta" -algo leí y no conseguí recuperar la fuente, ni tampoco está claro que estos que ahora iré publicando, sean el caso-, y, añade el texto, "aunque en principio no tuvieron tanto prestigio como los conseguidos por méritos personales o familiares, el paso del tiempo hizo que se fueran asemejando a estos en calidad".
Nota: La cultura de la Heráldica: linajes y blasones, Ministerio de Cultura.


ESCUDO DE LA PUENTEEN AVENIDA DE PORTUGAL, 19 DE ÁVILA

Este escudo se encuentra encastrado en la pared del edificio que ocupa el número 19 de la Avenida de Portugal de Ávila, en la parte interior que da entrada a un patio. El edificio es moderno por lo que puede interpretarse como labra también moderna aunque se aprecia claramente que se a recolocado en su lugar actual. García Oviedo hace la siguiente descripción:


Escudo tipo español. 
En campo de azur, un puente de dos arcos, sobre ondas de agua de plata y azur en que flota una cabeza de moro coronada a la antigua, sumado al puente un castillo de oro aclarado de gules.
Bordadura de plata, con la leyenda en letras de sable: POR PASAR LA PUENTE ME PUSE A LA MUERTE.
Como soporte dos leones de oro; y timbrado de casco de hidalgo con lambrequines, es DE LA PUENTE

García de Oviedo y Tapia, J.Mª, Heráldica Abulense, Caja de Ahorros de Ávila, Ávila, 1992


BLASÓN EN CALLE DEL LEÓN, 2 DE MADRID

Escudo del que no se sabe su origen tan solo que se encuentra en el número 2 de la calle del León de Madrid. Su talla es de buena calidad y se ha intentado averiguar, al menos, los apellidos representados en los cuarteles. Cada uno de los cuarteles tiene grabado su apellido, por lo que tan solo queda descifrar la particularidad de cada uno de ellos, por ejemplo, el de Madriz se representa una torre con un águila sumada, y aquí a la vez se representan dos torres coronadas de lis.


GOLNZÁLEZ: Castillo de oro con tres torres
MADRIZ: No confundir con Madrid, pues no tiene relación alguna. Castillo sumado de águila de sable.
CALDERÓN: Cinco calderos cada uno con su asa levantada.
ORTEGÓN: Originario del ámbito santanderino: dos pinos en sinople y dos lebreles en sable atados a los troncos en campo de plata.



BLASÓN DEL PATRONATO DE FRANCISCO SÁNCHEZ CALVO-RAMÍREZ

Escudo nobiliario sobre hornacina sobre la portada de entrada a la Casa-Palacio del Patronato de Francisco Sánchez Calvo-Ramírez en Marchamalo (Guadalajara). Según la cartela que hay frente al edificio aparece descrito en el Catastro del Marqués de la Ensenada (1750): "Casa-Palacio con dos grujías de vivienda de 60 pies de largo y 40 de fondo, con su cocedero, bodegas, cuadras, pajares, cobertizo, corral, jardín, pozo y pila. Fachada de ladrillo con gran alero. Era sin empedrar, frente a la casa, de una fanega con 12 olmos a su alrededor. Huerta en la parte posterior de la vivienda".


La cartela describe así las armas que se representan el el escudo:

"Blasón español del Patronato de Francisco Sánchez Calvo-Ramírez, cortado y medio partido, con tres cuarteles.
1- CALVO (Aragón): Una faja de Gules (rojo) con dos estrellas de ocho puntas en Azur (azul) en campo de Oro.
2- Siete roeles en palo junto con soldado del s. XVIII que porta un bastón de mando (linaje s.i.)
3- RAMÍREZ (de Arellano) (Castilla): terciado, con tres bandas de Azur (azul) y tres flores de Lis de Azur en palo, ambos sobre campo de Oro. Un árbol de Sinople (negro) y un león de Gules (rojo)".

La Casa-Palacio sería en 1706 cuartel general del pretendiente al trono Felipe de Borbón, futuro Felipe V, durante la Guerra de Sucesión, desde donde acudieron a asediar Guadalajara que estaba en poder de las tropas austriacas del Archiduque Carlos. En reconocimiento al apoyo de Marchamalo, el rey le otorgo el privilegio de abastecer de pan a la capital alcarreña, "para ello se emplearon hasta 8 hornos que dieron merecida fama a la villa"


FAMILIA PÉREZ DE LA CONCHA

Este escudo heráldico, que campea sobre la entrada principal de la casa de la familia Pérez de la Concha, lo podemos ver en Villacastín (Segovia). La cartela que hay frente a la casona nos informa: "El escudo fue costeado por la propia familia, ya que no se trataba de una familia perteneciente a la nobleza, aunque, si es cierto por lo que se puede deducir, que se trataba de una familia con un fuerte poder económico".


De este escudo llama la atención las cinco veneras del primer cuartel que debe hacer referencia al apellido aunque no a la Orden de Santiago; en el segundo cuartel se representa un lobo pasante que mira a la siniestra; y el cuarto cuartel con las barras o palos que pueden representar a doña María de Aragón, reina de Castilla por su matrimonio con Juan II, y que murió, se cree que envenenada, en Villascastín.


MUSEO SOROLLA DE MADRID


Según se entra al Museo Sorolla, a la derecha encontramos tres escudos heráldicos de piedra bien labrados y de buena calidad. Los tres escudos se presentan sobre un zócalo de cerámica decorado con los escudos de Castilla y León, y en el centro del panel el Águila Imperial. Los escudos son de linajes o personajes sin identificar, uno de ellos de un prelado, quizá del arzobispo Fonseca, y es el peor conservado. Las descripciones de estos escudos de armas son las que nos proporciona Cer.es, del Ministerio de Cultura


El primero de estos, el central, es un escudo barroco, sin identificar, de un personaje o familia que perteneció a la Orden de la Banda;, según se desprende de los cuarteles segundo y tercero. La descripción del mismo es la siguiente:  "Presenta cuartelado el campo: primero, torre con almenas, sumada de un brazo saliente armado de un alfanje; segundo y tercero, barra engolada de dragantes y acompañada de dos calderas; el cuarto, un árbol con dos lobos u osos encaramados a su tronco. Se encuentra timbrado de yelmo y lambrequines. Por las características del timbre quizá procede de Cantabria. Es obra española fechable entre los siglos XVII y XVIII".



El segundo escudo, también renacentista, se encuentra a la derecha del central según la posición del observador; de él se hace la siguiente descripción: "Presenta cuartelado el campo: en primer lugar un castillo; segundo, cinco estrellas de cinco puntas dispuestas en aspa; el tercero, trece aspas o sotueres, y cuarto, un árbol semejante a una palmera con dos animales, tal vez dos osos, encaramados a su tronco. Presenta una inscripción en el centro de la parte inferior: 1649, que hace posible fecharlo. El segundo cuartel podría pertenecer a las armas del linaje Fonseca". Es de señalar que, como veremos en el siguiente escudo, el linaje Fonseca las estrellas que contiene son de ocho puntas.



El tercero, a la izquierda del observador, es eclesiástico aunque ha perdido prácticamente el capelo, también renacentista, presenta "cinco estrellas de ocho puntas dispuestas en aspa. Timbrado de capelo y borlas eclesiásticas, aunque se ha perdido parte de estos elementos, aunque podría pertenecer a las armas del Arzobispo Alonso de Fonseca, eclesiástico y mecenas gallego del siglo XVI".

El Museo Sorolla de Madrid, en calle General Martínez Campos, 37. En la actualidad se encuentra cerrado por obras de ampliación del museo; no obstante estos tres escudos pueden verse desde la calle.

lunes, 11 de abril de 2016

Joaquín Sorolla: Sorolla tierra adentro

Las covachuelas, Toledo (1906) 
La exposición Sorolla tierra adentro que se puede ver estos días en el Museo Sorolla de Madrid, bien puede calificarse como correcta, aunque creo que sería faltar bastante a la verdad, porque engloba un todo que trasciende más allá de la mera muestra pictórica. Por eso voy a seguir el guión que se ha diseñado para la exposición e intentar profundizar como espectador en la propuesta de la dirección y del comisariado que han hecho una labor realmente espléndida. Sorolla tierra adentro, nos sumerge en el regeneracionismo en la  España de principios del siglo XX, sobre todo a través de la pintura y la literatura, que propugnaba la redefinición de la identidad nacional tras la crisis de 1898 y la pérdida de las últimas colonias de ultramar. La muestra rescata una parte de nuestra historia mediante la voz de sus protagonistas, además del propio Sorolla, de Francisco Giner de los Ríos, Vicente Blasco Ibáñez, Antonio Machado, Cossío o Azorín entre otros.

Casa de los gitanos, Sacromonte, Granada (1910)
La construcción del imaginario nacional y el paisaje realista español. Los paisajes de Sorolla se enmarcan en las corrientes internacionales de su tiempo, en la experimentación de la última pintura al aire libre de finales del siglo XIX; si bien asume una específica carga cultural, la de compaginar esto con la tradición pictórica del realismo español, insertando el matiz diferencial del mismo en las claves de la pintura moderna.
El final de la decadencia generó una corriente crítica en el seno del nacionalismo liberal español, en la cual la nueva ética política incluía el construir una imagen de España, que fuese una expresión de una regenerada identidad patria: el arte, como generador icónico, tuvo un papel hegemónico en aquel pensamiento.
Aquel ideario estético y ético se generó en el seno de la Institución Libre de Enseñanza, tiñendo toda la cultura de regeneracionismo, de la pintura a la literatura, especialmente la del 98. La pintura de historia fue suplantada por la autenticidad del paisaje realista como género moderno, idóneo para aunar observación empírica e idealismo identitario.


Alrededores de Sevilla (1914)
La invención de Castilla como emblema nacional: el paisaje natural. Sorolla descubrió el sentido estético del paisaje de Castilla en el ambiente institucionalista, con el conocimiento de las teorías de Francisco Giner de los Ríos y practicándolo pictóricamente a lo largo de 1907 de la mano del paisajista Aureliano de Beruete, pintor, crítico y gran historiador de Velázquez.
A pesar de ser un pintor muy identificado con la luz mediterránea, Sorolla compartió la fascinación de estos intelectuales por la Sierra de Guadarrama, la Cordillera Central y la Meseta, que la moderna ciencia geográfica, los estudios geológicos y la moda estética identificaron como lo más genuino  del paisaje español, diferente a cualquier otro, sublime en su desnudez terráquea.


Vista de Ávila (1912)
Ciudades monumentales. El regeneracionismo representó en los paisajes de las viejas ciudades monumentales el gustosimbolista europeo de las ciudades muertas, que en la estética nstitucionalista y del 98 fueron principalmente las castellanas como Toledo, Segovia, Ávila, Cuenca, Soria o Burgos, representadas por Beruete, Sorolla, Zuloaga o Zubiaurre con diversos estilos.
La nueva documentación visual de que se dispuso a partir de la publicación de la serie Monumentos de España, en la segunda mitad del siglo XIX, fomentó la imagen real del patrimonio español y sus monumentos, en la idea de que ellos son testigos vivientes de la antigua civilización de las naciones.


Paisaje de Guipúzcoa (1911)
Los textos que acompañan la muestra, breves y representativos de ese espíritu regenerador, proporcionan más luz si cabe a los lienzos. Son notas del propio Sorolla, la visión de sus viajes andaluces y castellanos "la región que más me ha emocionado, sin hacer literatura, porque yo jamás hago literatura pintando es Castilla. Hay en Castilla una conmovedora melancolía. Las cosas adquieren allí un vigor extraordinario. Una figura en pie en aquella gran planicie toma las proporciones de un coloso"; el Guadarrama con los versos de Machado, "¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, / La sierra gris y blanca, / la sierra de mis tardes madrileñas / que yo veía en el azul pintadas?"; los precursores estudios sobre el paisaje de Giner de Los Ríos "... la pintura del paisaje es el más sintético, cabal y comprensivo de todos los géneros de la pintura"; las descripciones de Blasco Ibáñez: "... y en el extremo opuesto, los pueblos de la Ribera Alta flotando en los lagos esmeraldas de sus huertas, de lejanas montañas de un tono violeta, y el sol que comenzaba a descender como un erizo de oro..." la visión nacionalista de Azorín, que recogía solo cuanto le interesaba. "España empieza a ser sentida mejor, más íntimamente que hace cuarenta años. Se comprenden como jamás se han comprendido el paisaje y las viejas ciudades"; la voz autorizada de Cossio: "Toledo es la ciudad que ofrece el conjunto más acabado y característico de todo lo que ha sido la tierra y la civilización genuinamente española. Es el resumen más perfecto, más brillante y más sugestivo de la historia patria". Echo en falta, eso sí, la voz de Miguel Unamuno y sus Poemas de los pueblos de España, y es que quizá, no quepan todos. 

En definitiva una excelente muestra, excelente visión del conjunto y un trabajo bien hecho que bien vale la pena saborear de forma tan lenta e íntima como la lectura pausada de un poema.


Las covachuelas, Toledo (1906)
Sorolla tierra adentro, en el Museo Sorolla en la calle General Martínez Campos, 37 de Madrid, hasta el 5 de junio de 2016


Torre de los Siete Picos, La Alhambra (1910)