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domingo, 20 de octubre de 2024

El jardín romano: Peristylum

Herma. Mármol. Siglo I. Illici (Elche, Alicante) 

La Casa. En mi pequeño diccionario de latín de cuando era niño, tenía una ilustración de lo que era la casa romana, el domus: "La célula de la casa romana fue el atrium, vasta habitación sin más aberturas que la puerta y un agujero en el centro del techo (compluvium) por donde entraba la luz, el aire y la lluvia; ésta se recogía en una cavidad central (impluvium). Toda la vida familiar tenía lugar en este ámbito. Posteriormente se fueron añadiendo alrededor del atrium habitaciones diversas para dormir (cubícula), para comer (triclinium) o de embellecimiento (tablinum, vestibulum, etc.). La adición de un patio posterior (peristylum) completó y enriqueció notablemente el plano de la casa. Esta era la casa familiar."

Sobre el Peristylum, el jardín de la casa romana, en el Museo Arqueológico Nacional se hace una breve descripción de este espacio en torno al cual se ordena la casa, (domus): "El espacio privado de la casa está residido por el peristilo, un patio con jardín rodeado por un pórtico con columnas. En torno a este patio se distribuyen las habitaciones. Es el lugar ameno donde habita la calma, la sombra y el frescor. Es un recinto de descanso, donde disfrutar de la belleza de una naturaleza domesticada, y de las esculturas y pinturas murales que lo adornan. Sátiros, ninfas, musas, dioses y héroes habitan este jardín en forma de esculturas, oscilla, fuentes y hermas." Entre los habitantes de este pequeño espacio se encuentran varios personajes, entre ellos se encuentra el Silvano.

Silvano. Mármol (Siglo I)

La cartela de esta estatua nos recuerda de nuevo la función del jardín y la representación de Silvano: "El jardín es el espacio domesticado y a pequeña escala de la naturaleza. Su fertilidad y abundancia contagia al resto de la casa y debe ser velada y estimulada por los dioses. Silvano, protector de los bosques y de sus frutos es uno de ellos.Boccaccio en su Genealogía recuerda que el aspecto de éste ha llevado a algunos autores a confundirlo con Pan y cita a Virgilio que lo describe: "viene también Silvano con el adorno de la cabeza agreste agitando floridas ramas y enormes lirios"; lo cita como "el dios de las selvas" y a continuación narra un pasaje de Servio de una metamorfosis protagonizada por Silvano: estando éste enamorado de Cipariso, y "como tuviera éste una cierva de gran mansedumbre y la amara profundamente, Silvano la mató sin darse cuenta, por cuya causa Cipariso, lamentándolo mucho, murió. Y Silvano lo convirtió en el árbol de su nombre (ciprés)".

Príapo. Mármol. Siglo I. Antequera (Málaga)

Otro de los dioses protectores del jardín era Príapo. A éste lo describe Agión: era hijo de Venus y Baco y se le representa dotado de un sexo descomunal y grotesco. "Su efigie que suponía protegía del mal de ojo, hace de él el guardián de los jardines y los vergeles". Boccaccio añade que  Príapo, el dios de los huertos, a quien tacha de libidinoso, había sido amante de Vesta, segunda hija de Saturno, y como Vesta era virgen la relación propició interpretaciones equívocas puesto que los romanos asignaban siempre vírgenes para su servicio, por lo que nos recuerda Ovidio  que "nos esforzamos siempre en lo prohibido y deseamos las cosas que se nos niegan". 

En la cartela del museo podemos leer que fue "Criado por pastores que tributaron culto a su virilidad, Príapo es un dios rústico que concede fertilidad a los campos y fecundidad a los rebaños. Guarda viñas y jardines, donde se colocan sus imágenes."

Fauno ebrio. Mármol. Siglo I. Italia

Los faunos también son personajes que viven en los jardines, entre ellos se suele representar a estos como integrantes del cortejo de Baco, en estado de embriaguez. En la cartela de esta escultura leemos: "Miembro del cortejo de Baco, es un ser híbrido con orejas y cola de caballo. Vive en bosques y jardines, y acompaña en sus ritos al dios en torno al vino, que sirve directamente del odre".

Baco. Mármol, Siglo II. Aldaya (Valencia)

Baco, según la cartela del museo, "Dios de la renovación de la naturaleza, Baco adorna el peristilo. Ceñido con guirnalda de hiedra, en sus manos el cántaro, preside los placeres del ocio privado, el descanso y la contemplación de la belleza del jardín y sus monumentos".

Oscillum. Mármol. Siglo I. Fuentetójar (Córdoba)

Tras estos personajes, no debemos olvidar que el peristilo, según la descripción inicial del museo, estaba adornado también con los oscilla, que se trataba de un adorno de diferentes formas, máscaras o discos de diferentes materiales, los más vistosos son generalmente de mármol; se colgaban entre las columnas del peristilo. En la pieza superior la cartela indica: "Colgado entre las columnas del Peristilo, el oscillum es movido por el viento, gira, oscila, ahuyenta los infortunios y muestra su decoración: el héroe Meleagro da caza al jabalí de Calidón". 

Herma doble. Mármol. Siglo I. Saguntum (Sagunto, Valencia)

Las herma, esculturas que representaban un busto sin brazos que tenía su origen el los postes que señalaban el límite de un campo sobre el que se colocaba la esfinge de Hermes. Según la cartela del Arqueológico los hermas "entre la vegetación del peristilo asoman las hermas, pilares rectangulares sobre los que se reproduce la cabeza de Baco,  o de uno de sus compañeros, sátiro o bacante. Nacieron en Grecia donde se colocaban en los cruces de caminos y calles para dar suerte y proteger a los caminantes. La misma función cumplen en la domus romana".

Peristilo. Recreación en la villa romana de Almenara-Puras (Valladolid)

Algo más amplia es la descripción que se hace del peristylum en la reproducción que se ha hecho de la casa romana en la villa de Almenara-Puras (Valladolid): Peristilo con jardín. En este gran espacio a cielo abierto, bordeado de pórticos, había un jardín; rosas, planta aromáticas, flores diversas y algunos árboles embellecían la casa e invitaban a un agradable paseo. A través de los pórticos se accedía a los dormitorios, comedores y salas de estar donde principalmente transcurría la vida familiar y parte de la vida social. Una gran sala octogonal y con antecámara, pudo servir como salón o biblioteca; la otra con planta semicircular ligeramente trilobulada y con amplia apertura al jardín fue, posiblemente un comedor de verano. El resto de habitaciones tiene un tamaño notablemente menor. En el ángulo noroeste del peristilo se abre un pasillo en zig-zag que lleva a los baños".

Pan. Mármol. Siglo I. Itálica. (Santiponce, Sevilla)

Pan es "Dios de los pastores y rebaños, -como habíamos visto al principio, suele confundirse con Silvano- es híbrido, mitad hombre, mitad cabra. Gusta del frescor y la sombra de los bosques. Su imagen se eligió para adornar una fuente del peristilo".

Otras imagen era la de Urania, musa de la Astronomía que representa la contemplación y la reflexión que propiciaba el entorno del peristylum. La cartela del Arqueológico la presenta: "Urania, Musa de la Astronomía, en actitud pensativa, con la esfera celeste a sus pies, decora el peristilo de la casa malacitana. Ambienta un espacio dedicado también al placer intelectual del estudio, la reflexión y la contemplación del arte". Añadir que en la representación de la Musa, también con un compas, y en pintura, se e añadía una corona de estrellas.

Urania. Mármol. Siglo I d.C. Churriana (Málaga)

Para esta entrada además de las cartelas informativas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid y la Villa romana de Almenara-Puras (Valladolid), la siguiente documentación:

Aghion, I. et. al, Héroes y dioses de la Antigüedad, Alianza Editorial, Madrid, 1997
Angulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, tomo I, Madrid, 1984
Boccaccio, Giovanni, Genealogía de los dioses paganos, Editora Nacional, Madrid, 1983
Diccionario Ilustrado Latino-Español, Español-Latin, edición Vicente García de Diego, Bibliograf  S.A. Barcelona, 1970.

domingo, 26 de marzo de 2023

Jardín del Príncipe de Anglona

 
El Jardín del Príncipe de Anglona es un pequeño jardín situado entre la plaza de la Paja y la calle Segovia de Madrid, es uno de esos espacios con encanto que prácticamente pasan desapercibidos a los paseantes al encontrarse cerrado por unos muros altos que no permiten distinguir su existencia. Toda la  información que he encontrado es la que nos proporciona Turismo de Madrid y la cartela del propio jardín, en el interior en una de sus esquinas, y que transcribo a continuación:

Entrada al Jardín

El Jardín del Príncipe de Anglona, es uno de los pocos ejemplos que ha llegado a nuestros días de las casas de los nobles de la Corte madrileña de finales del siglo XVIII.
El jardín se sitúa sobre un terraplén artificial salvando un fuerte desnivel entre la calle Segovia y la calle Príncipe Anglona, lo que le confiere características de "jardín colgante" sobre la calle Segovia.
Originalmente el Jardín del Príncipe Anglona, neoclásico con elementos de tradición española de jardín andaluz, posee una ordenación en perspectiva apoyada en la vegetación y el agua, elementos autónomos dentro del conjunto.

Fuente central donde se cruzan los dos caminos de ladrillo

Tiene una superficie aproximada de 500 m2 y una fuerte geometría en su trazado, sus dos caminos de ladrillos aparejados a sardinel y bordillo de granito se cruzan perpendicularmente dando lugar a cuatro cuadrantes potenciados por el dibujo de los setos inferiores de boj evocando el trazado de su primer diseñador: Chalmandrier.

Fuente central de granito y caminos de ladrillo colocados a sardinel

Una fuente de granito focaliza el especio, dos pérgolas tapizadas de rosales y un cenador se presentan como elementos singulares del mismo. Completan el recorrido los caminos laterales y una glorieta semicircular. Alrededor del muro de cerramiento una sucesión de pilastras unidas entre sí por celosías se cubren de plantas trepadoras recogiendo el jardín.

Cenador sobre  plataforma

Los árboles del jardín configuran un conjunto de gran colorido y frondosidad con acacias, un plátano, higueras y una masa de ailanthos generando una sombra espesa y recreando en su interior un jardín romántico. Los boj forman setos a lo largo de los caminos reforzando el trazado, los bérberis, madroños, hydrangea y syringa componen el nivel arbustivo y también tienen cabida los frutales, frecuentes en los jardines de la época, tales como granados, kakis y almendros.

Pérgola junto a una higuera, al fondo ailantos y granados

El jardín se creó, según la hoja de Turismo de Madrid, hacia 1750 y es uno de los pocos jardines nobiliarios del siglo XVIII que aún se conservan. El diseño que vemos hoy es obra de Javier de Winthuysen, pintor y afamado diseñador de jardines entre los que destacan los de la Moncloa, en Madrid, o el Palmeral de Elche. La última restauración del jardín fue en 2002, corresponde a la efectuada por la paisajista italiana Luisa Serradi, encargada también de la reforma del Jardín del Museo Cerralbo.

Fuente baja que debó ser la original desplazada junto a la pared de la calle Segovia

El jardín toma su nombre del edificio contiguo, y aunque, como hemos dicho,  reformado este siglo "aún conserva la estructura original que define todo el espacio", ha mantenido su trazado y el solado original de los caminos colocados a sardinel. Aquí difieren las medidas con las de la cartela, nos indica que posee 800 m2, cifra más cercana a la real que los 500 m2 de la cartela. Nos recuerda su trazado neoclásico y que está estructurado a partir de un parterre en crucero dibujado con setos de boj, así como que para su construcción hubo de levantarse un  terraplén artificial. La fuente de taza baja en mármol blanco sin pulir que ocupaba el centro, ha sido desplazada a la calle más al norte, junto al muro de la calle Segovia y sustituida por otra alta de piedra lustrosa.

Exterior del jardín donde se aprecia el desnivel desde la calle Segovia

EL PRINCIPE DE ANGLONA

Una mañana, paseando por la playa de La Barrosa en Chiclana, comencé a conocer la ajetreada vida del Príncipe de Anglona. En esa playa tuvo lugar la batalla de Chiclana o de La Barrosa el 5 de marzo de 1811, durante la Guerra de la Independencia en la que adquirió protagonismo el Príncipe de AnglonaPedro de Alcántara Téllez-Girón y Alonso-Pimentel, en la que fueron derrotadas las tropas napoleónicas del mariscal Victor. Don Pedro había nacido en 1786; era el segundo hijo varón del IX duque de Osuna, del mismo nombre, Pedro de Alcantara Téllez-Girón y de su mujer, la duquesa de Benavente, María Josefa Alonso Pimentel y Borja, quien mandó construir El Capricho en la Alameda de Osuna. Como segundogénito no tenía acceso a los títulos nobiliarios de primer orden, heredando de su madre el título de Príncipe de Anglona, -su madre había sido la primera en poseer ese título-. Su padre lo conduce hacia la carrera militar desde muy niño y por mediación de su tutor, el sacerdote y político liberal, Diego Clemencín, adquirió ideales liberales. Participó activamente en varios frente de la Guerra de la Independencia combatiendo en la batalla de Bailén a la orden del general Castaños. En el ámbito cultural destacar que fue director del Museo del Prado, de la Real Academia de San Fernando y miembro de la Real Academia de Historia. Murió en su palacio de la calle Segovia, el edificio contiguo a los jardines del lo separa una celosía.

Interior del jardín y muro de ladrillo y cajones de  tapial

Vegetación del Jardín; enredadera, mahonia y laurel

Ventanas del palacio de Anglona

Dibujo de ladrillo colocado a sardinel enmarcado con adoquines de granito

Retrato de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, IX duque de Osuna (h.1795)
padre del Príncipe de Anglona obra de Francisco de Goya
(Firck Collection. New York en exposición de Museo del Prado)

miércoles, 8 de febrero de 2017

Los Jardines de La Quinta del Pardo


Mi guía 52 escapadas de Turismo cultural en la Comunidad de Madrid recomienda, dentro de la visita a El Pardo, una escapada que reseñan de forma muy breve a Los Jardines de la Quinta del Duque del Arco o la Quinta del Pardo. Es un lugar que no está de paso, hay que desviarse a propósito para llegar hasta allí desde la carretera de El Pardo, la M-605; nada más pasar el cruce del Palacio de la Zarzuela, en Somontes, a la derecha comienza la carretera Somontes-La Quinta, tras recorrer unos 2 kilómetros la carretera termina precisamente en La Quinta.


Comenta escuetamente la guía que el lugar era la finca de recreo del Duque del Arco, caballerizo Mayor de Felipe V . A la muerte del Duque, su viuda donó la finca a la Corona. A partir de entonces, integrada en el patrimonio real, se realizan una serie de reformas, tanto en el palacete como en los jardines dotándolo de cierta semejanza al Palacio de la Zarzuela. Los jardines, añade, "fueron diseñados por el francés Claude Truchet respondiendo al modelo italiano del renacimiento. Declarado Jardín Histórico-Artístico en 1931". Con tan escasa referencias llegamos al aparcamiento que hay al costado del palacete donde se encuentra un cartel explicativo que resume la historia de La Quinta, sobre todo de su jardín que destaca por su singularidad y diseño: "maridaje de la naturaleza con arquitecturas geométricas, con elementos construidos, que darán permanencia a cualquier problemática "proyectiva" en el paisaje natural y tal vez podríamos asegurar, que tal concepción llevada a su plenitud, es mérito de la cultura del siglo XVIII a nivel de los escenarios cortesanos, reales o nobiliarios más refinados", comenta Virginia Tovar Martín en su extraordinario e interesante trabajo sobre La Quinta.


"La Real Posesión de la Quinta del Duque del Arco -leemos en el cartel informativo junto al palacete- es un ejemplo excepcional de las casas de campo que algunos aristócratas utilizaban para retirarse a las afueras de Madrid durante los siglos XVII y XVIII". Nuestra historia comienza cuando el Duque del ArcoAlonso Manrique de Lara, compra la finca de Valderrodrigo en 1717 y comienza a crear en ella las huertas, el jardín y un pequeño palacete. Hay que recordar la importancia del personaje que, entre otros cargos, era Alcaide de El Pardo y Montero Real con Felipe V, quien lo nombraría Grande de Españaestaba encargado además de organizar las cacerías reales por lo que pasaba parte de su tiempo junto al monarca.  A su muere en 1737, como hemos mencionado, su viuda cede la Quinta a Felipe V,  que la incorporará en 1745 al Real Sitio de El Pardo. Este encarga al arquitecto real Francisco Carlier  levantar un plano de la posesión, un documento de excepcional valor "que nos permite conocer el aspecto original de la finca caracterizado por una armoniosa relación entre el jardín y el cultivo agrícola, inmersos en el entorno natural del monte" sin que elemento alguno alterase la continuidad visual entre los tres ámbitos.


El primer ámbito que vamos a recorrer es el de la huerta, contaba con 80 fanegas de viñedo -en la actualidad es olivar y en su tiempo se llegó a instalar una almazara para el aprovechamiento del aceite-, 926 frutales de diferentes especies además de 116 naranjos. Este espacio es un lugar idóneo que invita al paseo a través de un recorrido sosegado entre el Palacete y la Puerta de E Pardo. Desde ahí se tienen vistas de los rascacielos de Madrid, la vaguada por la que transcurre el arroyo de la Real Quinta hasta perder la mirada en el horizonte más allá de SomontesLa Zarzuela. La vuelta se hace caminando junto a la tapia que cierra la finca, entre los olivos para llegar de nuevo al jardín en la zona alta.


El segundo ámbito es el jardín -continuamos leyendo el cartel-, que sin lugar a dudas es, "lo más importante de la Quinta". Este fue diseñado por "el francés Claude Truchet al parecer en 1726" con la misma inspiración de La Granja de San Ildefonso  "la gran creación de Felipe V por aquellos años". De inspiración francesa, "Sin embargo -añade el texto- la colocación del estanque de agua en el plano superior, la disposición en terrazas con -antaño- abundantes esculturas y el carácter ornamental de los parterres son rasgos respectivamente hispánicos, italianos y franceses: la curiosa combinación de todas estas características le otorga su singularidad y su especial valor dentro de la jardinería histórica española".


Sobre el espíritu francés del jardín, Tovar Martín señala que "en la Quinta hasta las Cascadas, las fuentes, la columna o el jarrón están presentes como elementos de animación de un espacio abierto a lo largo de un extremo en torno a la fuente del Delfín, con su valor heráldico, o como símbolo del Amor, la diligencia o la velocidad".


En el diseño del jardín se mantiene la idea de unir los espacios y delimitarlos a traves de diferentes planos mediante la construcción de rampas y escalinatas aprovechando el terreno de fuerte pendiente, para conseguir la unidad visual que antes comentábamos. En el Plano bajo, al que se accede desde la Puerta de Madrid, se encuentra la Fuente de los delfines, en su origen en este plano existían varios cuadrados de boj y dos cenadores con columnas que en la actualidad han desaparecido.


El plano inmediatamente superior, al que se accede por tres escaleras, una central y dos laterales, es el Plano de la cascada, que está formado por 4 cuadrados de boj con dos fuentes con surtidores entre éstos, y una cascada de piedra que "tiene ritmo de abanico, tensada en su apertura por mascarones que arrojan el líquido que se vierte a través de las conchas escalonadas en las que rebosa el agua que desciende, ensanchándose el canal a medida que avanza hacia los pilones". En el frontis de la cascada, hay diez nichos, cinco a cada lado, que ocupaban diez estatuas de cuerpo entero, y que en la actualidad sólo acogen dos bustos de emperadores y sobre la propia cascada otras dos esculturas que aún se conservan en su pedestal.


Al tercer plano se accede por los laterales. Es el más amplio y contaba con "8 estatuas de cuerpo entero" y se distribuye en 4 cuadros. En el centro se encuentra la Fuente Ochavada, "una fuente con su pedestal redondo en figura de peñasco y estanque de piedra blanca de Colmenar en ochavo". Este plano termina en una escalera que da paso al plano superior, en él se encuentran dos formidables secuoyas, una en cada extremo: una frente a la escalera y la otra junto al mirador de la cascada que, aunque conforma la unidad del plano cerrado, consiguen eliminar visualmente la estructura del jardín en el conjunto.


El plano superior y último es el Plano del Estanque y Gruta. Éste se cierra en un hemiciclo formando un frontis tras el estanque en cuyo centro se encuentra la Gruta. A cada lado de ésta se abren diez nichos que están ocupados por elegantes jarrones o ánforas que se repiten en todo el jardín. La gruta está cerrada con una verja de hierro rematada una corona real, y todo el conjunto, el estanque y la gruta están cercados por una barandilla baja que prohíbe el paso a los visitantes.


Retomando la lectura del cartel explicativo de la entrada, leemos la situación de su estado actual: "El trazado original quedó desfigurado desde el último tercio del siglo XIX por la plantación de grandes coníferas en el eje central durante el reinado de Amadeo, la degradación o sustitución de los dibujos de boj, el arrasamiento en 1940 del nivel inferior -si bien su decadencia se inició en 1880-, y la apertura de una carretera que pasa sobre éste y rompe la continuidad entre la naturaleza ajardinada, la cultivada y la agreste del encinar"; de tal manera que las dos coníferas, las secuoyas que mencionábamos antes, impiden ver el juego de agua que se produce en todo el eje central desde el plano inferior con la fuente de los delfines, la cascada, la fuente ochavada y el estanque del plano superior.


Para terminar nuestro recorrido hacer mención al palacete. Este se encuentra cerrado y no se puede visitar; su disposición es independiente respecto al jardín, sin que exista un nexo entre ambos: "El Palacete está cerrado sobre sí mismo y no se subordina a una dirección axial, ni siquiera tangencial con el jardín". En tiempos de Fernando VI el monarca acumuló en él para su decoración varias obras de arte que tras el declive del lugar tuvieron que ser retiradas. Frente al palacete se construyó un pabellón de servicios para guardas y oficinas que en el siglo XX se vuelve a ampliar tras la Guerra Civil con nuevas dependencias al servicio de la Sección Femenina, -en esta época se utilizaba el estanque como piscina por las residentes-, hasta llegar a la actualidad en la que estos pabellones se han habilitado como Colegio Público de Educación Especial.


Actualmente toda la finca se encuentra en proceso de restauración, -sin embargo será difícil conseguir el trazado original por la existencia de las secuoyas-, se están recuperando las plantaciones de frutales, se mantiene el olivar aunque este ya no se explota. Sería de esperar que se repare la tapia que lo separa del Monte de El Pardo. e interesante sería a su vez que se restituyesen algunas de las estatuas que han desaparecido así como la reconstrucción el cenador; y para terminar un breve apunte sobre la autoría del diseño del jardín. Si bien en todos los textos se apunta a Claude Truchet como su autor, Virginia Tovar cuestiona a éste y apunta la influencia que pudieron tener en su trazado los también franceses René CarlierEsteban Marchand, pero esto lo dejo a la lectura más atenta de la obra de la propia Virginia Tovar, a la que remitimos, y concluir, como no, con la recomendación de visitar un lugar tan interesante como de singular belleza.

Imagen cenital del jardín. Fotografía tomada del cartel informativo
Para esta entrada he utilizado los carteles informativos que existen en el propio Jardín y los siguientes libros:

El Pardo, Tovar Martín, Virginia, Fundación Caja Madrid, 2ª Ed. Madrid 2001.
52 escapadas de Turismo Cultural en la Comunidad de Madrid, Comunidad de Madrid, Madrid, 2010.

Estatuas del mirador sobre la Cascada

Surtidor de la Fuente ochavada

Fuente lateral del plano de la Cascada

Busto que decora la Cascada

Eje central desde los setos que cierran el plano bajo

Perspectiva del jardín y el Palacete (color azul) del cartel informativo

Plano bajo y setos que ocultan la carretera

Estanque del plano superior

viernes, 7 de octubre de 2016

El jardín del Museo Cerralbo

Esculturas de Júpiter y bustos de dos emperadores reflejadas en el estanque
Todos los museos tienen sus señas de identidad, y en el Museo Cerralbo, tras mi primera visita hace unos años, no fue difícil descubrir su propio sello, la idiosincrasia que lo hace diferente al resto. El primero fue la gran cantidad de objetos que se exponen; en ocasiones es casi imposible fijar la mirada en uno determinado, es la sensación rotunda del horror vacui que se percibe en alguna de sus salas, salas todas ellas espléndidas y algunas excepcionales como la magnífica  biblioteca con sus 7.000 volúmenes que me pareció demasiado oscura; su maravillosa colección de armaduras; el deslumbrante salón de baile, la gran cantidad de esculturas que posee, y un cautivador jardín.

Jabalí - Florencia, Siglo XVII. Mármol
Tuve la suerte que la primera vez que entré en el jardín me encontré con dos restauradoras que estaban trabajando en una de las estatuas a la orilla del pequeño estanque que hay en el jardín y charlé brevemente con ellas. Estaban entre una escultura de Júpiter y una Diana, -obra que estaban limpiando-; junto a éstas se encontraba la de un jabalí a cuyos pies brota de un pequeño caño el agua que nutre el estanque. Me explicaron que esta escultura procedente del que fue palacio de los duques de Medinaceli en Madrid, un edificio derruido en 1890, y que según el cuaderno-catálogo que entregan con la entrada, había pertenecido "a la colección de esculturas clásicas de Per Afán de Ribera, virrey de Nápoles. Copia del jabalí romano de la galería florentina de los Uffizi, que a su vez reproduce una obra helenística". Como anécdota añadir que una escultura similar se encentra en los jardines del Capricho de la Alameda de Osuna.

Escultura de emperador romano
Pero nada mejor que sentarse en uno de los bancos a la sombra de los arbustos y leer el catálogo. Lo hice en un banco que hay frente al monumental belvedere -un templete que anteriormente fue una gruta- disfrutando de dos excepcionales columnas de granito que hay en la entrada y junto a cada una de las columnas una escultura de Cronos a la izquierda y otra, a la derecha, que no supe identificar; mientras leía tranquilamente la historia del jardín: "La apariencia actual del jardín es una recreación de 1995. Del original no se conserva apenas documentación, salvo un apunte del propio Marqués de Cerralbo. Ese proyecto preveía un eje transversal que dividía el espacio en dos triángulos y unía la fachada del palacio con el ángulo del belvedere o templete-mirador, situado en el esquinazo de la valla, y en el centro un amplio espacio irregular, bordeado de caminos curvos". La reforma la llevó a cabo la paisajista italiana Lucía Serredi basándose en los dibujos que en 1880 bosquejó el propio Marqués.  En el interior del belvedere hay dos bustos de emperadores y el capitel corintio de una columna romana procedente de las excavaciones que el mismo Marqués llevó a cabo en la ciudad celtibéricoromana de Arcobriga entre 1908 y 1911 en Monreal de Ariza (Zaragoza).

Esculturas y columnas de granito del templete-mirador o belvedere
El cambio de estética se debió a que en los años cuarenta del siglo pasado se construyó un pabellón a imitación del palacio para uso exclusivo del Museo, lo que rompió la estética ideada por el marqués con tal profundidad que las recientes reformas no han podido recuperar su espíritu; "Sin embargo la intervención practicada nos permite disfrutar hoy de un espacio ajardinado de corte clásico-romántico en el que se adivina la intención del Marqués", dotando al jardín en la actualidad de dos ambientes distintos y complementarios.


El primer ambiente gira en torno al estanque: "El espacio central se interpretó como un estanque, a modo de espejo de agua, en el que se reflejan varias esculturas, que junto con los bustos de varios emperadores romanos, adosados al muro de la valla y del palacio, logran una ambientación propia de ciertos jardines italianos adornados con elementos clásicos." Aquí destaca la figura de Júpiter al que es fácil de identificar por el águila que hay a sus pies.

Diana a orillas del estanque
El segundo espacio, breve pero exquisito, lo conforman los "senderos curvos y la vegetación espesa (que) nos acercan al jardín melancólico de estilo inglés". Es un pequeño paseo alrededor del estanque en el que, como dice el texto, se refleja las esculturas del jabalí, de Júpiter, Diana y algunos de los emperadores romanos. Las esculturas proceden, a excepción del jabalí, del palacio que la Marquesa de Cerralbo poseía en Santa María de la Huerta (Soria) donde la familia tenía su residencia de verano "y donde el Marqués estudiaba los materiales arqueológicos de los yacimientos que excavó en la zona del Alto Jalón", Aunque escasa, y a la vez densa, la vegetación permite que algún pájaro, casi siempre un gorrión, revolotee entre las ramas y que el visitante pueda abstraerse por momentos del ruido procedente del exterior y recrear en lo posible el ambiente bucólico que se pretende.

Busto de mujer romana - Italia, siglo XVII-XIX. Márnol
El suelo está muy cuidado -a primera hora y sin huella alguna me recordó el aspecto de un jardín japones-, y es precisamente el suelo el único impedimento que puede encontrar el visitante ya que en época de lluvia cuando está mojado y húmedo, no se permite el acceso al jardín. Para terminar, recomendar al visitante que eche un vistazo desde alguna sala del piso superior que dé al jardín porque tendrá una perspectiva diferente del mismo, aunque ha de hacerlo a cierta distancia pues no es posible acercarse a las ventanas,

Parte superior del Templete-mirador visto desde el exterior del Museo
Para esta entrada he consultado y utilizado los textos del catálogo que el Museo entrega a los visitantes, además de consultar la página web del mismo Museo: http://www.mecd.gob.es/mcerralbo
y el excelente artículo de Lourdes Morales Fanfán sobre el Museo en la página Una Ventana desde Madrid: http://www.unaventanadesdemadrid.com/madrid/museo-cerralbo.html