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lunes, 17 de junio de 2024

Heráldica eclesiástica

SEBASTIÁN DE ARÉVALO Y TORRES


Sebastián de Arévalo y Torres, natural de Nava de Coca -actual Nava la Asunción (Segovia)-, fue promovido obispo de Osma el 20 de abril de 1682. Mandó construir de nueva planta, y a su costa, el hospital de San Agustín de El Burgo de Osma (Soria), edificio de estilo barroco que pasa por ser uno de los más representativos de la provincia en este estilo. El hospital está flanqueado por dos torres donde, en cada una de ellas, puede verse su blasón. Destacó el obispo por su labor benéfica y social.

Frías Balsa, J.V. de, Sebastián de Arévalo y Torres, Real Academia de la Historia en dbe.rah.es


JOAQUÍN DE ELETA LA PIEDRA


El franciscano Joaquín de Eleta la Piedra era natural de El Burgo de Osma (22 abril 1707) siendo confesor de Carlos III durante 27 años. Fue nombrado obispo de Osma en 1787, con 80 años de edad, muriendo al año siguiente (4 diciembre 1788). Durante su pontificado construyó el seminario diocesano según planos de Juan de Villanueva, y amplió el hospital de San Agustín. Sólo visitó una vez las parroquias más importantes de su diócesis, residiendo habitualmente en Madrid. Murió en Aranjuez.

Portillo Capilla, T., Joaquín de Eleta la Piedra, Real Academia de la Historia en dbe.rah.es


HONORATO JUAN  TRISTULL

Escudo de armas del obispo Honorato Juan  Tristull que campea sobre la puerta de
acceso del casillo de Ucero (Soria)

Fue el primogénito  de seis hermanos habidos en el matrimonio de Gaspar Joan e Isabel Tristull, sin embargo empleó en su escudo de armas de los Juan (un águila) y de los Escrivá (jaquelado), apellido éste de su abuela paterna Leonor de Escrivá toda vez que la familia materna carecía de representación en la historia y nobleza del reino de Valencia.

El humanista Honorato Juan estudió en Valencia y en 1522 arte hacia Lovaina tutelado por Luis Vives. En Flandes, en 1530 sirve en la milicia y se integra en el Consejo del Emperador; acompañando a Carlos V en su expedición a Argel en 1541; al año siguiente se le asigna la educación del príncipe Felipe, futuro Felipe II. En 1554 es nombrado preceptor del infante Carlos. Durante sus enseñanza intentó equilibrar la historia de los reinos de Castilla y Aragón. En 1560 pasan a su tutela Juan de Austria y Alejandro Farnesio.

En 1564 es nombrado obispo de El Burgo de Osma. Muere el 30 de julio de 1566, y sus bienes: obras de arte, archivos, monedas son reclamados por el príncipe Carlos, y a la muerte de éste se integran en las colección de El Escorial a través de Felipe II.

Sánchez Moreno, F.J., T.Honorato Juan Tristull, Real Academia de la Historia en dbe.rah.es


JERÓNIMO MANRIQUE DE LARA


Jerónimo Manrique de Lara fue obispo de Ávila desde el 5 de abril de 1591 hasta la fecha de su muerte el 1 de septiembre de 1595. Nacido en Córdoba era hijo ilegítimo Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla. Obtuvo la dispensa secreta de ilegitimidad para poder ser nombrado presbítero. Estudió en el colegio mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares. En 1571 profesó su ministerio sacerdotal en la flota que derrotó a los turcos en Lepanto bajo las órdenes de Juan de Austria.

A su regreso ejerció de oidor del Consejo Supremo de la Inquisición durante 10 años. En 1582 Felipe II le presentó como obispo de Cartagena, y en 1590 de nuevo Felipe II lo presenta ante el papa para ocupar la sede de Ávila. Es confirmado por bula pontificia el 5 de abril de 1591 entrando en Ávila el 3 de junio siguiente.

A él se debe la construcción de la capilla de San Segundo en la catedral de Ávila que, para poder construirse hubo de derribarse uno de los cubos de la muralla. En dicha capilla se encuentra enterrado. Su escudo de armas abunda tanto en el interior de la capilla como en el exterior del templo. Su escudo, lo describe un cronista anónimo del siglo XVIII: Partido en cuarteles, el primero y último, en campo coloreado o de sangre, dos calderas blancas de oro; y, en los otros dos, castillos de oro en campo colorado y leones en campo de blando en cuarteles pequeños; y, en medio, un escudete, un león de oro en campo blanco.

Mendoza García, I. y Sánchez Rivilla, T., Jerónimo Manrique de Lara, Real Academia de la Historia, en dbe.rah.es
Calvo G. José A., Doctrina, erudición y mecenazgo en la sede episcopal de Ávila. Jerónimo Manrique de Lara (1591-1595), 2017.

sábado, 1 de junio de 2024

Acueducto subterráneo de Ucero


Habíamos visitado el castillo de Ucero, que se asentaba, según la cartela que hay frente a la fortaleza, en una zona ocupada desde la Edad del Hierro. Desde esta ocupación hasta la construcción de la fortaleza, nada nos cuenta de la presencia de Roma en el lugar. Tras la visita no entramos en la población, sino que retomamos nuestra ruta retrocediendo hasta al cruce de la carretera SO-920 con la SO-P-5119. A unos 500 metros del inicio de la carretera encontramos a nuestra derecha una indicación, que nos lleva hasta el túnel, se conoce como Cueva de la Zorra y. en la entrada de nuevo una cartela nos detalla la construcción y finalidad del túnel:

Primeros metros de la entrada del túnel

Túnel que formaba parte de la obra hidráulica que abastecía de agua a la ciudad romana de Uxama, desde las fuentes del río Ucero en el nacedero de la Galiana. Recorre 18 k. y a su paso abastece pequeñas presas del riego en las múltiples villas que se sitúan en su trazado, el canal circula a cielo abierto en la mayor parte del trayecto, debiendo salvar algunos obstáculos por medio de túneles, represas, acueductos y sifones.

Primer pozo de ataque desde el túnel

Si algo caracterizaba a los romanos era la construcción de obras públicas, nos recuerda Barrow que: "el romano amaba a su país y le gustaba poseer tierras y aceptar el reto que éstas le hacían" y uno de sus desafíos era el agua, "se suministraba a las ciudades una abundante provisión de agua que se transportaba por medio de canales subterráneos o de acueductos, desde los depósitos se llevaba el agua en tuberías de plomo hasta las casas". Señala que tan solo Roma contaba con 14 acueductos para el suministro de agua con una longitud total de 426 km., suministrando quizá algo más de 200 litros diarios de agua por habitante; en Hispania, el de Tarragona tenía una longitud de 35,50 km. del que se aprovechaba la energía hidráulica que producía en la industria de molinos y aserraderos, así como para el riego de jardines y al abastecimiento de las fuente públicas. 

Vista desde el centro del túnel

El túnel de Ucero, aunque tiene unas dimensiones modestas, nos sirve para ilustrar su extraordinaria utilidad: "Atraviesa el cerro de lado a lado con una longitud de 133 metros y está dividido en tres tramos por dos pozos de ataque que ascienden hasta la superficie. Su misión, una vez realizada la obra, será permitir el paso al canal para su mantenimiento y proporcional cierta iluminación. Su excavación se realiza desde los extremos y desde los pozos de ataque simultáneamente, observándose en el trazado del túnel las rectificaciones que hubieron de hacerse por ligeros errores de cálculo de pendientes."

Soledad Búrdalo nos introduce en la construcción de estas galerías haciendo una excelente síntesis de su utilidad y la importancia que los romanos daban al agua. El primer paso para crear una conducción para abastecer de agua a una ciudad, era la localización de una fuente de suministro que fuese apropiada, debía estar en un lugar elevado, que el agua fuese pura y el caudal abundante, preferentemente un manantial, aunque este estuviese alejado. Como ejemplo comenta la localización del manantial ubicado en Tempul que surtía a Gades (Cádiz) , éste se situaba a 60 km. de distancia lo que su traída de agua lo convertía en el de mayor longitud de Hispania.

Gráfico de la cartela informativa con el trayecto de la conducción de agua
de Ucero a Uxama y la sección del túnel.

Durante el trayecto, continúa Búrdalo, se debían salvar diferentes barreras orográficas como elevaciones del terreno, depresiones, valles, ríos, etc., que se salvaban con la construcción de diferentes estructuras como acueductos, sifones y túneles, y siempre que fuese posible, que el canal estuviese enterrado para preservar del ambiente y la luz la pureza y calidad del agua. En el caso de tener que atravesar elevaciones que no podían rodearse, se optaba por perforar túneles que cruzaban la elevación de parte a parte. La construcción de estas galerías se acometía en varios puntos a la vez; "eran registrables gracias a la apertura de lumbrales o pozos de inspección (putei) que servían para sacar los escombros durante su construcción y después para facilitar el aireamiento y limpieza".

Concluye Barrow, que el transporte de agua, el acueducto, era un servicio público que precisaba de mantenimiento estando éste a cargo de empleados del Estado o del Municipio. Nuestra visita fue breve y consistió en recorrer el túnel en su totalidad y, tal como detalla la cartela, comprobar su trazado y el rectificado de su trayectoria. Una vez en el interior nunca se pierde de vista una de las bocas de la mina. En las paredes pueden apreciarse pequeños huecos que pudieron ser utilizados para colocar lucernas. En nuestro paseo encontramos un sapo como único habitante del túnel por lo que conviene extremar el paso para no molestar ni dañar a cualquier habitante en este medio, sapo o murciélago.


Para esta entrada he consultado, además de la cartela que hay junto a la entrada de la galería, la siguiente documentación:

Barrow, R.H., Los Romanos, Fondo de Cultura Económica, México 1995.
Búrdalo, Soledad, Las venas del agua en Ingeniería Romana en España, Revista del Ministerio de Fomento, nº 564, 2007