domingo, 22 de noviembre de 2020

El castillo de Cea

En nuestro viaje por el norte de la provincia de León, visitamos el castro cántabro-vadiniense de Peña del Castro en La Ercina, nos dirigimos por la CL-426 y la LE-211 hasta Almanza y desde allí la LE-232 para recorrer los últimos 23 km. que nos dejan en Cea. El castillo se eleva en un cerro desde donde domina hacia el sur y oeste el pueblo, en un saliente que bordea el río Cea, frontera natural entre los reinos de León y Castilla. Desde un tajo de 45 metros sobre el río, el castillo domina la Tierra de Sahagún hacia el oeste dirección a León. Una vez en el pueblo, para llegar a la fortaleza hay que bordear el cementerio y la iglesia a cuyas espaldas se encuentra.

Lienzo Sureste con las torrecillas este y sur
Cea fue poblada por Alfonso III en el siglo IX "Ceiam Civitatem Mirificam" (Gómez Moreno). En su castillo -continúa- Fernando I encerró a su hermano García, rey de Navarra.(Gómez Moreno). Desde el siglo XI, cuando Sancho III de Navarra se intitula rey de León, será litigio entre Castilla y León  hasta que Fernando I derrota y da muerte en la batalla del valle de Tamaron al rey leonés Vermudo III en 1037, pasando Cea a integrarse en Castilla. Años después Alfonso VII (1157) divide su reino entre sus hijos: Fernando II a quien lega León y Sancho III que reinará en Castilla,  división que durará 70 años y generará durante este tiempo nuevas tensiones en la frontera entre ambos reinos hasta que Alfonso VIII en la paz de Medina de Rioseco en 1181, la anexiona definitivamente a Castilla.
En el siglo XIV Cea pertenece a Juan Alfonso de Alburquerque, privado del rey Pedro I. Al caer en desgracia Alburqueque , el rey tomará la villa y ordenará la destrucción del castillo en 1354 tal como nos relata Pérez de Ayala: "... é el Rey fué para Sant Fegunt é por esa comarca, é fué a Cea que la tenia Juan Diaz de Caduerniga, é dierongela, que era un castillo muy fuerte, é mandólo derribar."(1354-135) y continúa la narración "Así fué que el Rey, después que tomó el castillo de Cea é los otros castillos que pudo tomar, que eran de Don Juan Alfonso, fuese para Toledo" (1354-137).

Fachada oeste con puerta en altura. En la torre se observa el arranque de tres pisos
A partir de 1354 hasta 1419 la villa tuvo varios propietarios, aunque no consta que existiese la fortaleza y si la había debía estar muy deteriorada. En 1383, muerto Pedro I y con Enrique II en el trono, éste dona la villa a su hermano el conde don Sancho que lo cede más tarde a su hija Leonor de Alburquerque; ésta la permuta con Juan I. En 1388 el rey la entrega a Ramiro Núñez de Guzmán, y el nieto de éste, que tenía su mismo nombre, la vende a Diego Gómez Sandoval en 1418 por 30.000 florines. No obstante Gómez Sandoval se encuentra con algunos impedimentos. Tuvo que pedir consentimiento a doña Leonor que mantenía algunos derechos sobre la villa, y adquirir en 1419 una cuarta parte de la villa que desde 1186 tenía el monasterio de Sahagún. Una vez satisfechos los requisitos pedirá y obtendrá licencia de compra a Juan II ese mismo año de 1419 sin mencionarse la existencia de fortificación alguna. (Cobos y de Castro).

Lienzo este. A la izquierda restos de la barrera almenada que refuerza la zona del río
Tras la compra la villa el Adelantado Diego Gómez de Sandoval, la vincula a sus descendientes en señorío, mayorazgo que funda en 1427, aunque en 1429 Gómez de Sandoval, que siempre había estado vinculado a los Infantes de Aragón, tras ser derrotados éstos por Álvaro de Luna se marcha al exilio a Aragón junto a los Infantes que son expulsados de CastillaJuan II le confisca la villa que entregará en 1448 a Juan Pacheco, marqués de Villena. En 1456 la villa le será devuelta al hijo de aquél, Fernando Gómez de Sandoval y Rojas que siguiendo los pasos de su padre secundará las sucesivas rebeliones contra la corona. Así en 1466 apoya la subversión del infante Alfonso contra Enrique IV. En este conflicto los partidarios del rey toman la villa aunque al año siguiente, en 1467, la reconquista Sandoval y Rojas. Debe ser a partir de esta fecha cuando se construya la torre (Cobos y de Castro). Los Sandoval mantuvieron el señorío e incrementaron su título al elevarlo  Felipe III a marquesado en la persona de Francisco de Sandoval y Rojas para convertirlo en ducado posteriormente que acabó integrándose en el del Infantado (Gómez Moreno).

Interior de la torre. Enfrente la torrecilla sur
La torre, pues, se construye exento y aislado de una construcción anterior que debía estar arruinada, en la segunda mitad del siglo XV sin intención de defenderla. Su construcción no se hace adoptando la forma tradicional con la que se acometían las fortificaciones españolas para adaptarlas a la artillería: dotándolas de una barrera con sus torres y su foso -como podemos ver en la anterior entrada del castillo de Arévalo-, sino que se construye una torre para artillería absolutamente original con planta con forma de  esvástica que, como indican Cobos y de Castro, puede considerarse prototipo de los fuertes de campaña del siglo XVI-XVIII, sino se tratase en este caso de una torre.

Interior de la torre a la izquierda escalera de acceso al primer piso. Enfrente pared norte
El edificio se construye en mampostería y coronado de almenas; tiene forma rectangular con tres pisos on bóvedas de cañón de ladrillo, los muros se prolongan en las esquinas para componer los brazos de la esvástica (Cobos y de Castro) y al volver sobre la cara de la torre para formar las torrecillas angulares, se adosan sin engordar el cuerpo principal de la torre. A este detalle, y a la endeblez de los muros de las torrecillas que son de 85 cm., puede deberse la ruina del edificio, aunque gran parte del mismo ha desaparecido por los hundimientos del tajo en el que se asienta sobre el río. Las cuatro torrecillas angulares que cubrían con su tiro el flanqueo de las cuatro caras del cuerpo principal, tenían en origen cuatro pisos cubiertos cada uno también con bóvedas de cañón de ladrillo que, como ya hemos visto, no eran excesivamente gruesos, lo que indica la preocupación de los constructores por emplazar adecuadamente las piezas de artillería y en su caso resistir los posibles bombardeos.

Escalera de acceso a la primera planta junto a la torrecilla del sur
La torre tenía dos puertas y conserva en la actualidad los arcos de cada una; uno a cota del terreno  junto al aljibe, cerrado por una plancha de hierro a su izquierda, y otro elevado en la cara opuesta. Destacar por último, que al pie de la torre se refuerzan las cárcavas que ha ido excavando el río con la construcción de una barrera almenada de la que aún quedan vestigios. También se conserva una parte de la muralla exterior. Si en algo destacan unánimemente los textos consultados, es el lamentable estado en que se encuentra el edificio al que se ha fajado con vigas de refuerzo, como se ve en las imágenes los lienzos este y norte , y prácticamente todo el recinto interior.


Finalizada nuestra visita, retomando la carretera LE-232 hasta Sahagún y por la CL-413, a escasos 6 km. al sur, nuestro próximo destino, el castillo de Grajal de Campos.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, Edilesa, León, 1998.
 Diego de Sandoval y RojasFranco Silva, Alfonso ficha de la RAH en dbe.rah.es
 Crónicas de los reyes de CastillaLópez de Ayala, Pedro,  Tomo I, Madrid 1779.
Fernando I (1035-1065), Viñayo GonzálezAntonio, Ed. La Olmeda, Burgos, 1999.

Paisaje desde la barrera de las cárcavas: campo de Sahagún y alameda del río Cea
Iglesia de de la Asunción y cementerio de Cea a cuyas es espaldas se encuentra la torre

Planta baja de la torre. La puerta de acceso está al E. Las dos torrecillas del N y O están derruidas.
La escalera de acceso al primer piso en muro S.
Plano basado en el de Cobos y de Castro


domingo, 15 de noviembre de 2020

El Castillo de Valencia del Ventoso

 Después de la visita al castillo de Medina de las Torres, continuamos nuestro viaje hacia el SO por la carretera BA-160. A unos 5 km. dejamos a nuestra derecha el cruce que nos lleva hasta Atalaya, donde vimos la torre de origen árabe, ábside de la actual iglesia; y sin desviarnos de nuestra ruta, a unos 5 km se encuentra Valencia del Ventoso. donde vamos visitamos el castillo o casa fuerte señorial sede de la encomienda de los caballeros de Santiago; un edificio que aunque tiene aspecto de castillo nada tiene que ver con las fortalezas de época de reconquista. Se encuentra al oeste de la población por lo que hay que cruzar ésta casi entera- La fortaleza, construida sobre un promontorio rocoso, es de época tardía, avanzado el siglo XV (Terrón). En nuestro recorrido seguiremos a Terrón.

Lienzos Sur y Oeste con torres circulares en las esquinas y en mitad del lienzo

El poblamiento de Valencia del Ventoso está documentado desde época romana y tiene vestigios visigodos por lo que es de suponer que en época musulmana seguiría existiendo población en la misma ubicación (Terrón). El lugar se reconquista hacia 1230, época en la que también se toma a los musulmanes Burguillos, Fregenal y Jerez por Alfonso IX de León quien los cede a la Orden del Temple. Estas conquistas duraron poco tiempo pues fueron recuperadas por los musulmanes que volvieron a ser reconquistadas, ya definitivamente, en 1238 por Fernando III rey de Castilla y León. Habría que recordar que la orden templaria estaba en decadencia; el rey Alfonso IX, que muere el año de la primera reconquista en 1230, mantuvo una política territorial poco favorable con los templarios, favoreciendo con donaciones y obligadas permutas de jurisdicciones de éstos con la Orden de Alcántara; ambas órdenes mantendrán una pugna, favorable siempre a los alcantarinos. Esta política continuaría con Fernando III que favoreció a las dos grandes órdenes militares predominantes en Castilla, la de Santiago y la de Calatrava. Los templarios no obstante mantendrán sus posesiones y obtendrán nuevas cesiones, sobre todo gracias a donaciones de particulares, hasta su disolución en 1312 pasando Valencia del Ventoso a dominio real. 

Lienzo Oeste y antemuro que alberga la huerta
En lo que respecta a los restos de la fortaleza templaria éstos no se corresponden con el castillo que conocemos hoy, sino que se construye en una cota mucho más elevada en la Sierra de San Pedro (Terrón), En la ficha de la Asociación de Amigos de los Castillos, este castillo se encuentra a unos 2 km de la actual población, en un paraje llamado Sierra de San Pedro señalando escuetamente que el castillo templario, del que sólo quedan escasos restos, es el Cañaveral o Torreón de los Moros. Otros autores lo sitúan 2,5 y 3 kilómetros respectivamente al norte de la actual población.
Lienzo Suroeste zona con dos cubos esquineros y antemuro. Es el lado más escarpado
Tras disolución de la Orden del Temple 1312 Valencia del Ventoso pasa a dominio real y es cedida a Gonzalo Gómez de Caldelas, su primer comendador santiaguista que la reasigna en 1346 a la Orden de Santiago y la convierte en cabeza de encomienda. Serán los santiaguistas, siendo comendador Rodrigo de Cárdenas, también comendador de Medina de las Torres, quienes inicien la construcción del castillo en 1477, el edificio que conocemos hoy (Terrón) cuyo aspecto original ha debido de cambiar muy poco desde entonces. El edificio se concluye en tiempos de Felipe II cuyo escudo y una placa con su inscripción campean sobre la puerta de acceso.

Lienzo Noroeste con tres cubos esquineros y el largo lienzo Norte
El edificio tiene forma de hexágono irregular, los muros están almenados y reforzados por torres en cada uno de sus ángulos y uno en cada uno de los lienzos Este y Sur, y un antemuro en el lienzo Suroeste. Todo el edificio, incluida la torre del homenaje, está construido en mampostería aglutinada con cal y canto. En el interior se alza torre del homenaje, tiene forma cuadrangular y estaba exenta en el patio de armas, tiene las esquinas reforzadas con sillares de granito y cuenta con almenas; consta de tres pisos cubiertos con bóveda de ladrillo. El interior hay dependencias residenciales y de servicio adosadas a los muros formando el patio que presenta un corredor con arquerías que da acceso a varias dependencias. Tiene una mazmorra que ocupa los sótanos.

Lienzo Norte sobre el que destaca la torre del homenaje
Destacar en la plaza que se abre junto al lienzo Oeste una fuente muy llamativa que sirve o ha servido de abrevadero para ganado y que es un menhir ahuecado para tal uso, en él se aprecian grabados y que merece nuestra atención.
Menhir de la Fuente de Abajo labrado y usado como abrevadero

Para esta entrada he consultado la siguiente bibliografía:

Castillos de BadajozTerrón Reynolds, Mª Teresa, Ediciones Lancia, 1992.
Forja de una casa nobiliaria bajo la monarquía de los Reyes Católicos: la Casa Ducal de Maqueda, La, Quintanilla Raso, Mª C., y Blázquez Mayoral, F., Sociedad Española de Estudios Medievales, nº 8, 2017.
Órdenes militares en el marco de la expansión cristiana de los siglos XII y XIII en Castilla y León, Las, Clemente Ramón, J. y De la Montaña Conchilla, J.L., E-Spania, París 2006.

Cubo que refuerza la esquina de los lienzo Este y Norte 
Escudo de Felipe II e inscripción con la fecha de conclusión del edificio

sábado, 7 de noviembre de 2020

El castillo de Arévalo

Arévalo se encuentra a 50 km. al norte de Ávila, en plena comarca de La Moraña. El castillo se alza en la confluencia de los ríos Arevalillo y Adaja, tan magníficamente situado que podemos ver su majestuosa torre del homenaje desde la A-6. A él se llega desde dos puntos, desde la entrada Sur la primera salida llegando desde Ávila por el puente nuevo sobre el Adaja, por esta ruta se ha de cruzar toda la población para llegar a él; y la segunda por el Norte cruzando el puente mudéjar de Medina, nos dejará en la explanada frente a la fortaleza. Este castillo quizá sea el que más veces he visitado y de los últimos en ver su interior. El trayecto lo iniciamos desde el Arco de Alcocer o puerta de la Cárcel dejando a la izquierda la iglesia de San Juan -para Gómez Moreno su torre es uno de los cubos de una puerta de acceso a la antigua villa-; siguiendo por la calle de Santa María, atravesamos la plaza Real, para llegar a la plaza porticada de la Villa flanqueada al Este por las dos esbeltas torres de la iglesia de San Martín y hacia el Oeste la iglesia de Santa María, cruzando el arco que se abre bajo la torre del campanario, llegamos, unos metros más adelante, a la explanada donde se levanta el castillo.

Castillo de Arévalo, imagen de Manuel Gómez Moreno 1900-1901

En el siglo XI Alfonso VI concede fuero a la villa de Arévalo y será a partir de este momento cuando son frecuentes las referencias al lugarManuel Gómez Moreno, con breves pinceladas en su crónica de 1900-1901, nos presenta la intensa historia que albergaron sus muros: en "esta fortaleza fue primer encierro de la desdichada esposa del rey Pedro, en 1353; allí nació el Príncipe de Viana; allí habitó hasta los diez años la Reina Católica, con su madre y hermano, y sus postrimerías no fueron menos tristes que sus principios, albergando prisioneros bajo Felipe IV al Duque de Osuna y al Príncipe de Orange". Aunque es sin lugar a dudas Isabel I de Castilla la protagonista principal del castillo. Cobos Guerra inicia la historia de las tenencias de la villa con otra protagonista, la reina María de Molina. Arévalo había pertenecido sucesivamente a los reinos de Castilla y al de León desde que en 1311 fue entregada a María de Molina según la crónica del rey Fernando IV: "é luego el infante D. Pedro, su hermano del rey, le demandó que le mandase entregar Almaçan é Berlanga que le había dado por eredad, é porque era de la reyna Doña María, su madre, ovo de fablar con ella ante, é puso gelo á plaser é diole por ello en camio á Arevalo, é entregó entonces al infante D. Pedro Almaçan é Berlanga e Monteagudo é Deça". Este año de 1311 Fernando IV otorga privilegios a los arevalenses: "si por ventura acaesciere que nos o los que despues de nos reynaren, diesemos la villa de Arevalo... tenemos por bien e mandamos vos que no lo fagades, ni cumplades, e que vos defendades de aquel o de aquellos que vos tales cartas llevaren..." (Cobos Guerra), privilegios que amparando a los habitantes de la villa de cualquier enajenación, los exime de acatar cualquier orden al respecto y "si alguna pena cayeredes por esta razón, nos vos lo quitamos desde agora", y que siglos más adelante invocarán ante el emperador Carlos.

Torre del homenaje y lienzo este

En 1469 Arévalo pertenecía a la reina Isabel de Portugal, segunda mujer de Juan II y madre de los infantes Isabel y Alfonso. A su muerte en 1454 el rey había dejado en herencia todos sus bienes al futuro Enrique IV, habido en su primer matrimonio con María de Aragón, con la salvedad "de la posesión de la villa de Arévalo y sus tierras por parte de la reina viuda Isabel de Portugal". Los problemas sucesorios surgidos entre partidarios del rey Enrique IV y su hermanastro Alfonso que derivaron en guerra civil, Arévalo se posicionó con el infante Alfonso -proclamado rey por la nobleza en 1465, con 11 años de edad, en la conocida Farsa de Ávila-. Arévalo se convierte por breve tiempo en residencia de Alfonso al amparo de su madre y el apoyo de los habitantes de la villa. Tras la repentina muerte de éste en 1468, Enrique IV arrebata la propiedad de Arévalo a Isabel de Portugal, para cederla a Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia, a la vez que le concede el Ducado de Arévalo. La donación de Arévalo respondía a una deuda que Enrique IV tenía con Zúñiga a quien debía la donación de Trujillo , aunque la negativa de la ciudad a pasar de realengo a señorío se saldó con la entrega de Arévalo. Esta decisión debió provocar gran malestar en la futura reina Católica

Cubo que forma la punta de flecha del castillo desde la ribera del Arevalillo

A la muerte de Enrique IV, se produce una nueva guerra civil entre los partidarios de la hija de éste, Juana la Beltraneja y la hermanastra del rey Isabel la CatólicaZúñiga apoyará inicialmente el bando de Juana la Beltraneja. aunque tras alguna diferencias con Alfonso de Portugal, esposo de la Beltraneja, cambia de bando para apoyar a Isabel. En 1479 Zúñiga, (Museo de Ávila) entrega Arévalo a Isabel, y al año siguiente, 1480, la reina le devuelve la posesión hasta la muerte de éste en 1488. Según Cobos Guerra, los Católicos ordenan confiscar Arévalo en 1475 por el apoyo de Zúñiga al bando de la Beltraneja y entre 1476 y 1480 negocia con los Reyes una compensación por la villa: la corona pagará 450.000 maravedíes y el maestrazgo de Alcántara para el hijo de don Álvaro. Aquí Cooper hace una reflexión en torno a la posición de Arévalo y el control de las rutas de la Mesta entre la meseta y los pastos extremeños, recordar que Zúñiga era conde Plasencia y duque de Arévalo tras la fallida cesión de Trujillo-, y que la reincorporación a realengo en 1476 de Arévalo, junto a la redistribución de enclaves que controlaban el acceso a los pastos extremeños "fue fundamental para cortar las hostilidades de la guerra de la sucesión de los Reyes Católicos". Tenemos que recordar que los Zúñiga también eran señores de Curiel, -a escasos kilómetros al norte de Peñafiel (Valladolid)- desde donde partió precisamente Álvaro de Zúñiga para encarcelar personalmente al condestable don Álvaro de Luna, además de protagonista y partícipe activo en la Farsa de Ávila y que mediante presiones consiguió del infante Alfonso, coronado rey en dicha farsa, la cesión de Arévalo y la tan ansiada de Trujillo que no se llegó a materializar por la reiterada negativa de éstos como hemos comentado.

Interior de la primera planta. Ajimez que controla el Adaja

La construcción de la fortaleza que vemos hoy se debe a Álvaro de Zúñiga según consta en su testamento de 1486: "... en lo que toca a la dicha villa de Arévalo con la fortaleza que yo e la dicha duquesa en ella edificamos. Fue entregada a la reina doña Isabel nuestra señora"; y la potenciación de la fortaleza (Cooper) una vez reincorporada a la corona, se debe al rey Fernando: "El valor simbólico de Arévalo, como señorío de la Reina Católica heredado de su madre, sobrepasaba su importancia económica". A la muerte de la reina Isabel en 1504 Fernando actúa con cautela para evitar romper su neutralidad habida cuenta de los problemas sucesorios y su regencia en Castilla, e inicia una reforma en la fortaleza a través de ocho campañas de obras entre 1507 y 1517 "que Fernando sabe hacer continuar aun cuando la situación política le obliga a ausentarse del reino". Cooper ofrece un pormenorizado detalle de los presupuestos, pagos satisfechos y los encargados de obras, todo ello bajo la supervisión del alcaide del castillo, Juan Velázquez de Cuéllar, nombrado por el propio rey Fernando: "Desde el comienzo de las obras el alcaide Juan Velázquez había hecho una apuesta personal en el castillo de Arévalo, probablemente por lealtad a Fernando y un deseo auténtico de facilitar su política", aunque esta política parece cambiar en la campaña de 1515 en la que no hay llegada de ladrillos para las obras y "casi todo el aparejo construido en los siete meses fue de piedra". Este cambio con el inicio de importantes obras en piedra "representan probablemente una ponderada decisión de parte del Rey Católico, de hacer enajenar Arévalo a su esposa Germana de Foix cuando muriera". Fernando muere en 1516, sin hacer constar esta decisión en su testamento, por otro lado hubiese sido una provocación innecesaria hacia el alcaide Juan Velázquez, personaje clave testamentario del rey Fernando como lo había sido de la reina Isabel, "el alcaide se oponía terminantemente a cualquier menoscabo de su memoria, como lo sería, por supuesto, la entrega de Arévalo a la mujer que había usurpado su posición". Una vez llevada a cabo la enajenación, que incluía Olmedo y Madrigal, a favor de Germana -Cooper desconoce la fecha en que ésta se produce; a la vez que Cobos Guerra destaca que es Carlos I quien hace la donación -con lo que zanja el debate sobre esta cuestión-. El Emperador quería compensar unas rentas que había dejado Fernando a su viuda en el Reino de Nápoles y procede a permutar éstas por Arévalo, Madrigal y Olmedo-. La reacción airada de Velázquez no se hizo esperar.

Lienzo oeste con garitas, tronera y restos de la primitiva cerca del siglo XII

Velázquez se encontraba en Madrid mostrando su total rechazo a la permuta sin conseguir su propósito. Partió Velázquez de Madrid el día de Todos los Santos de "MDXVI y llegando a Arévalo se pusieron el y su muger en resistencia contra los reales mandamientos... Aperciviose con vastidas y otrso pertrechos y valiendose de los dos rios que pasan por aquella villa hizo un palenque muy fuerte desde el uno hasta el otro con que se aseguró los arrabales: y fortificose con artillería; y poniendo dentro mucha gente de a pie y de a cavallo... De la misma suerte se defendio Olmedo y algo menos Madrigal. Duró muchos meses esta rebelión...". Los habitantes esgrimieron los privilegios que les habían otorgado anteriores monarcas, en particular el antes citado de Fernando IV, ratificado por Isabel la Católica a petición de la propia villa (Cobos Guerra). La tropas reales cercaron Arévalo e intentaron tomarla sin éxito. Según apunta Cooper la resistencia duró hasta el fallecimiento de Velázquez en agosto de 1517, aunque atendiendo a la ficha de Juan Velázquez en la Real Academia de Historia, éste no obtuvo el suficiente apoyo a su iniciativa, sobre todo por parte de Cisneros, y desistió de su rebelión en junio de 1517, dos meses antes de su muerte. Cobos Guerra es más explícito señala que en febrero de ese año muere en la defensa de la villa el hijo mayor de Velázquez y en marzo, agotados los recursos, los defensores capitularon. Velázquez fue despojado de sus dignidades y oficios por Carlos I entregando éstos a sus colaboradores entre ellos "Gaspar Juan de Tolsa, gentil hombre de la casa del Rey, recibió la tenencia de Arévalo" (Castrillo Llamas). Concluye Cooper que el señorío de Germana de Foix "jamás llegó a establecerse, y fue anulado"; y unos años después (1520), el propio Emperador reflexionó sobro lo ocurrido "... declaramos aver seydo e ser ninguna e de ningún efecto e valor la merced que de dicha villa aviamos fecho" (Cobos Guerra). 

Panorámica del castillo desde el oeste

Tras la rebelión de Velázquez las obras del castillo volvieron a ponerse en marcha lo que originó malestar entre los arevalenses por la falta de confianza que mostraba la corona hacia la villa; "la previsión regia es comprensible dadas las hondas divisiones en la sociedad de Arévalo, entre los hidalgos encastillados en sus casas fuertes dentro del recinto fortificado y el elemento menestral desterrado a sus barrios de extramuros"(Cooper). En este aspecto cabe destacar que la villa, a partir de 1497, se había gastado 25.000 maravedís anuales en reparar la cerca y en 1514 realizó obras por valor de 891.00 maravedís. según detalla Guerra Cobos, quien a modo de anécdota destaca por último que en la defensa de Arévalo, participó San Ignacio de Loyola, en aquel tiempo soldado de Juan Velázquez.

Excavación de 2009 en primer término restos del foso y baluarte

La construcción de castillo que inicia Álvaro de Zúñiga. Siguiendo a Guerra Cobos, la parte más antigua del castillo es el núcleo central de la torre del homenaje que está construida en ladrillo que podría corresponderse o bien con el recinto de la villa o con una puerta mudéjar de un primitivo castillo. Gómez-Moreno comentaba, igual que hace Museo de Ávila, que en el castillo de Arévalo estuvo presa Blanca de Borbón, mujer de Pedro I -hay que recordar que doña Blanca recibió Arévalo como dote junto a Sepúlveda, Coca y Mayorga en 1352, sin llegar a tomar posesión de las mismas, por lo que cabría suponer la posible existencia de una fortaleza anterior. Las obras que realizaría Zúñiga entre 1469 y 1476, consistirían en adosar por delante y por detrás de esta puerta "dos cuerpos de fábrica de cantería, el exterior semicircular, formando el conjunto la parte inferior de la actual torre del homenaje, en la que es posible ver todavía algunas troneras circulares", aunque concluye que si bien parte del recinto castillo pudo ser acometida por Zúñiga el edificio no tendría la forma que tiene en la actualidad como veremos más adelante.

Grabado de F.X. Parcerisa de 1865, en él se aprecia el baluarte y restos de
una barrera hoy desaparecida

La forma pentagonal y la fábrica de ladrillo que vemos hoy se deben a las obras ordenadas por Fernando el Católico. "La documentación habla de distintos cubos 'del espolón' de abrir unas troneras e bolbellas las que están en el cubo grande de la coracha de la dicha fortaleza', entre otras obras principalmente centradas en la torre del homenaje", además -añade Cobos Guerra- de la dotar la planta pentagonal 'con orejones' o salientes para cubrir sus dos caras de flanqueo" una innovación señala "sin precedentes en la fortificación de la época". La fortaleza cubría la defensa la puerta que daba a la villa con un baluarte similar a los que se construían en Castilla en aquel momento. Para la construcción del baluarte, en 1516 su contó con la dirección del capitán Gorvalan encargado "a dar industria y hacer atajar y cortar por do se había de hacer el baluarte de cal y canto delante de la puerta de dicha fortaleza" y "abrir el cimiento en la cava". Este texto explica lo que puede verse en el grabado de Parcerisa de 1865 que salió a la luz en las últimas excavaciones. El texto hace suponer que el baluarte se construye exento en mitad del foso, por lo que contaría con dos puentes que lo unían con el exterior del foso y otro con la fortaleza, de unos 15 metros de largo.

Planta baja de la torre del homenaje. A la derecha el muro de piedra y ladrillo
que se corresponde con la puerta del Adaja de la cerca o de una fortaleza
anterior. A la izquierda hueco de acceso al pozo de 12 m. de profundidad

Cooper detalla de manera pormenorizada los gastos y las campañas constructivas entre 1504 y 1517 que lleva a cabo con Fernando el Católico con un coste global en torno a los 2 millones de maravedís; en este punto coinciden los autores consultados en que el coste del castillo fue muy barato, debido en parte a que en ocasiones dos tercios de la mano de obra era femenina peor remunerada que la de los varones. Así mismo detalla los encargados y maestros de obras que las llevaron a cabo. Al inicio el encargado de obras es el carpintero Juan Vélez, posiblemente morisco de la escuela de Coca, que reclutó en Ávila "para labrar en dicha fortaleza" a Francisco de Naharros que al poco tiempo le sustituye en la dirección de las obras; en esta campaña se reforma la puerta de Adaja. En la segunda se acometen varias obras en torres, puente levadizo, bóvedas y otras menores. A partir de esta campaña el director de obras es Pedro de Arévalo, criado del alcaide Juan Velázquez de Cuéllar. En 1515 se contrata al cantero segoviano Juan de Lacárraga, y en 1516 al consultor capitán Gorvalan , mencionado más arriba, probablemente para el "alineamiento de los lienzos", siendo  director de obras el cantero Pedro de Carra. que se encargó de la cava y del baluarte; con la construcción de este último, la reforma de la torre del homenaje será lo que más tiempo ocupa a los obreros: la torre es desmochada y se le da la forma de D "mediante el macizo circular de piedra que ostenta hacia la población".

Vista cenital desde la torre del homenaje del baluarte y parte del foso

El castillo -continúa Cooper- toma su forma pentagonal en punta de flecha, el tercio inferior con muros de piedra y el resto de ladrillo inequívocamente mudéjar; las garitas recuerdan al de La Mota en Medina del Campo y los matacanes son como los de Coca; las almenas, gruesas tienen influencia italiana y dispone de trones rasantes de un tamaño impresionante: "esta mezcla cultural incorpora también elementos más antiguos, como parte de la torre en forma de D". La similitud con Coca se explica porque Juan Velázquez, además de contador mayor era albacea testamentario de la reina Isabel junto con Antonio Fonseca, señor de Coca, por lo que no es de extrañar que "los albañiles que labraban en Arévalo tuviesen el mismo origen sevillano que los que trabajaban en Coca en aquel tiempo" (Cobos Guerra), extremo que según documenta Cooper, en la campaña de 1512 la salida de los mudéjares abulenses obliga a contratar un maestro y dos oficiales en Sevilla para trabajar en la fortaleza.

Restos de estructuras del baluarte y troneras que defienden la cava hacia el oeste

En 1568 la torre del homenaje se cubre "con tejado de cuatro chapiteles 'de hoja de lata' con sus cruces y bolas doradas" que hoy está desaparecido. La Guerra de Sucesión (1701-1713) y la de Independencia (1808-1814) lo van arruinando paulatinamente. Las Cortes de Cádiz  de 1812 lo desvinculan del realengo es expoliado por los vecinos como cantera para obras y se utiliza como cementerio. En 1952 se reforma profundamente, -comenta Cobos Guerra- y se rehabilita el edificio como silo de cereales, se le añadieron "las ridículas almenillas de ladrillo, totalmente disonantes con los magníficos parapetos abocelados originales del castillo"; en esta reforma se colocan sobre la puerta de acceso dos escudos falsos, el de los Reyes Católicos y el de la villa de Arévalo.

Bolaño que adorna el patio interior

Gómez Moreno nos informa de dos marcas de cantero. Las guías del castillo no sabían de su existencia; después de 120 años y las reformas sufridas por el edificio no llegué a encontrarlas aunque sí, y con mucha cautela sobre todo por la falta de luz y el excesivo tratamiento que se ha dado a la piedra, pude identificar tres.

Marcas vistas por Gómez Moreno                             Marcas actuales

Para esta entrada he consultado, además de las cartelas informativas que abundan en el castillo, la siguiente documentación:

Benavides, Antonio, Memorias de don Fernando IV de Castilla, Madrid 1860 en Biblioteca Digital de Castilla y León.bibliotecadigital.jcyl.es.
Castrillo Llamas, María Concepción, Juan Velázquez de Cuéllar, Dbe.rah.es
Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. deCastilla y León. Castillos y fortalezas, , Ed. Edilesa, León, 1998.
Cooper, EdwardCastillos Señoriales de la Corona de CastillaJunta de Castilla y León, 1991.
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Ávila, 1900-1901
Museo de Ávila, Castillos de ÁvilaJunta de Castilla y León, Ávila, 1989

Lienzo sur de acceso al castillo. Imagen de 2003 antes de la última reforma

Torre del homenaje con restos de la cerca del siglo XII. Año 2003 antes de la última reforma

Torre del homenaje desde el patio de armas

Los escasos vanos del castillo, todos en la torre del homenaje, indican que es una fortaleza
defensiva, la mayoría están abiertos en la cara este.


lunes, 2 de noviembre de 2020

El castro vadiniense de Peña del Castro

Con la victoria de Roma en las llamadas Guerras Cántabras culminó la conquista de Hispania en tiempos de Augusto (19 a.C.). Se concluía así la conquista de la Península que se había iniciado en 219 a.C. con el asedio cartaginés a Sagunto y el desembarco, un año después, de las legiones romanas en Ampurias dando inicio a la Segunda Guerra Púnica. Como apunta González Echegaray -citando a Tito LivioHispania fue la provincia que primero empezó a conquistar Roma y la última en ser conquistada, las Galias tardaron 7 años en ser conquistadas, Hispania tardó 200 años. El sometimiento de los cántabros fue de tal crudeza que llevaron prácticamente a su exterminio. En una reciente visita al norte de la provincia de León tuve la oportunidad de visitar el yacimiento de Peña del Castro en La Ercina, castro de los vadinienses, una de las tribus cántabras.

Muralla y edificio cuadrado para prácticas rituales
El castro se encuentra al norte de La Ercina y se llega por un camino cómodo que a su derecha tiene encauzado un arroyo y a la izquierda un hermoso valle de robles. El camino concluye el paseo de aproximadamente 1 km. en una explanada sin árboles; aquí el camino gira a la derecha bordeando el monte. Nosotros cruzamos en línea recta la explanada y subimos las peñas campo a través por la ladera que nos dejó junto a la puerta del castro. El camino correcto, aunque mal indicado, era tomar a la izquierda y el propio camino nos deja en el yacimiento.

Casa de las Paredes Rojas con pared de doble hilada rellena de tierra. En el interior
se aprecian divisiones. Debó ser lugar de culto y rituales.
Siguiendo a González Echegaray, la tribu cántabra de vadinienses se asentaban en el extremo nororiental de la actual provincia de León con una derivación hacia el bajo Sella. La fisonomía de los cántabros tenían aspecto indoeuropeo o céltico, aunque se pueden considerar un grupo homogéneo; hasta la fecha se conocían a los Salenos, Orgenomescos, Avarigios, Concanos, Blendios, Coniacos y Valdinienses (sic). El cántabro era un pueblo de estructura matriarcal en la que tenía preponderancia el derecho femenino y de línea materna, aunque estaba regido posiblemente por varones en todos sus niveles. Algunos de los nombres más citados de los pobladores, extraídos de lápidas funerarias, son para las mujeres Anna, Amia, Aia y Dovidena; las mujeres se encargaban de la agricultura, la ganadería y la confección de enseres como cerámicas y tejidos. Los nombres más comunes entre los varones era Ambato, Bodero, Boddo, Doidero, VadoPentovio; éstos solían dedicar su tiempo sobre todo a la guerra: defensa de las fronteras y mercenarios -a la vez que apreciados eran muy temidos-, a la caza y tal vez a la fabricación de armas. Como pueblo guerrero tenían sus propios himnos de combate y ejecutaban danzas. La esperanza de vida rondaba los 35 años, aunque existían casos de longevidad entre los 80 y 95 años.

Dos habitaciones, cuadrada en primer plano y redonda al fondo
La economía cántabra, habitantes de una zona muy montañosa, era muy pobre; se basaba en una agricultura muy elemental con predominio del cereal, cultivaban cebada con la que elaboraban cerveza, muy apreciada por ellos, y harina, y trigo de baja calidad. La ganadería: caprino y porcino que aprovechan los bosques de robles que tienen en la bellota alimento del ganado y fabricación de harina; la cría de caballos en semilibertad similar el actual asturcón; del vacuno les proveía de leche, carne y ayuda en la labranza; y la caza tanto como complemento alimenticio como ejercicio. No obstante gran parte de sus ingresos debía provenir de su calidad de guerreros mercenarios. Puede que la explotación minera del hierro y la fabricación de armas fuese también fuente de ingresos. Vivían sobre colinas, en poblados: castros que variaban de tamaño, desde pequeños poblados de escaso valor defensivo a grandes oppida que podían servir como refugio a varias "gentilidades" en épocas de guerra, situándose éstos en altura. El castro en la zona meridional defendiendo la frontera sur contaban con muralla y foso, mientras que los poblamientos del interior eran más pobres. Las habitaciones eran de planta circular a veces con paredes de piedra y techumbre de ramaje sustentado por un poste central; adosado a la pared se podía colocar un banco corrido; también existen casos más aislados de viviendas de planta rectangular. La distribución de las viviendas en el interior del recinto amurallado carecía de todo sentido urbanístico.

La economía cántabra mantenía un intercambio de productos con sus vecinos que tendían a equilibrar sus deficiencias, truques de cereales de los que eran deficitarios por sus excedentes ganaderos y materias primas de la montaña. Con la romanización de sus vecinos: Vacceos, Turmogos y Autrigones en diferentes etapas, este equilibrio tendió a romperse y a dificultar su sistema de comercio ancestral lo que les llevó en muchos casos a aprovechar su fortaleza como guerreros  para satisfacer sus necesidades con la práctica del pillaje de las cosechas de pueblos vecinos, excusa que esgrime Roma, la defensa de sus aliados, para lanzar campañas de castigo contra Astures y Cántabros hasta la sumisión de los primeros.

Entrada al castro y muralla en la que se aprecia desprendimiento de material
En el yacimiento se pueden ver dos cartelas informativas y las imágenes que las ilustran y que a continuación transcribo y que, aunque aportan escasa información, el visitante sabe agradecer:

Hola, mi nombre es Anna de la tribu cántabra de los vadinienses.
Cuando venía a este poblado me gustaba subirme al monte que vosotros llamáis Peñotas y desde allí contemplar el ajetreo del lugar de mis antepasados.
Las casas se organizaban cerca de la muralla y de la calle que desembocaba en la puerta de la misma. Las había redondas y cuadradas, pero la más importante era la Casa de las Paredes Rojas, a la izquierda de la entrada al castro, allí se hacían nuestras ceremonias. A nosotros nos gustaba salir al camino a recibir a los agricultores y ganaderos, pero lo mejor era cuando venían visitantes de lejanas tierras con cerámicas y adornos para comerciar en el poblado.

 

Hola, mi nombre es Pentio Festio de la tribu cántabra de los vadinienses y esta era la casa de mis abuelos, donde yo solía pasar algún tiempo.
La casa tenía la parte inferior de piedra, las paredes eran de ramas entretejidas que luego se cubrían de barro y se pintaban de colores. El techo era totalmente de paja.
E en interior de la vivienda mi abuela y mi madre molían el cereal junto al fuego con unos molinos circulares, mientras que mi padre y abuelo afilaban los útiles que utilizaban para trabajar los campos.


No sabemos cuándo se despobló el castro, posiblemente antes de los últimos episodios de la guerra todas vez que se encuentra en el límite meridional del país que se sitúa en esta zona en Cistierna, por lo que pudo ser sometido muy temprano. El castro se encuentra a 1255 metros de altitud, mientras que la cumbre de la Peña del Castro, bajo la que se ubica, tiene una cota de 1328 m. En la zona excavada se pueden ver tres habitaciones -que deben ser las que se recrean en el primer dibujo, dos cuadradas y una redonda-, la principal es la Casa de las Paredes Rojas que indica la cartela, tiene construidos los muros con doble hilada de mampostería y relleno de tierra como la muralla, aunque de menor grosor, presenta divisiones en su interior. Las otras dos habitaciones de menor tamaño y sin divisiones, tiene la base de sus muros de mampostería. La muralla que defendía el castro debe tener unos 2 m. de espesor, está construido entre dos paredes de mampostería y está rellenado de tierra -en la actualidad tiene un pequeño desprendimiento en la cara externa. Entre el muro y las habitaciones el suelo está empedrado.

Peña del Castro. A mitad de la montaña y a la izquierda se aprecia la
muralla en la que se distingue el derrumbe de materiales
La historia de los Cántabros, como hemos dicho al inicio, termina con la campaña del 19 a.C. a cargo de Cayo Agripa, yerno de Augusto. Agripa toma el mando de unas tropas romanas desorganizadas y desmoralizadas, que habían sufrido más una derrota -algunos soldados llevaban 10 años de campaña-, determina que tras el acoso sin cuartel que los cántabros sometían a las legiones, no hacer prisioneros. Todos los combatientes apresados eran ejecutados al momento. González Echegaray cita al respecto a Estrabón quien recordaba "una fila interminable de cruces donde agonizaban los cántabros aún sin fuerzas para entonar sus himnos de guerra". El país fue literalmente arrasado, los castros cercados y sometidos por hambre. Los supervivientes trasladados a la llanura. Los belicosos cántabros que desde 26 a.C. se habían sublevado contra Roma en cuatro ocasiones, tres de ellas junto a los astures antes de ser sometidos éstos, prefirieron la muerte al sometimiento. El propio Agripa, afectado por la crudeza de la campaña no quiso rendir cuentas al Senado ni aceptó los honores que el propio Augusto quiso rendirle.

Robledal descendiendo del castro camino de La Ercina

Para esta entrada he consultado, además de las cartelas informativas del propio castro, la siguiente documentación:

García González, Juan José, Ordenación geopolítica del espacio centro-meridional de la Cordillera Cantábrica (Siglos IV a.C.-VI d.C.), en Poder y Sociedad en la Baja Edad Media Hispánica, Universidad de Valladolid, Valladolid, 2002
González Echegaray, Joaquín, Cantabria Antigua, Ed. Tantín, Santander 1986.


En la visita al Museo Arqueológico de Madrid en la sección de romanización de la Península nos explican brevemente el sistema de financiación de las campañas militares de Roma, en este caso las Guerras Cántabras. Con el título de Moneda y ejércitos la cartela informativa resume el sistema de financiación y conmemoración de las campañas cántabras junto a varias monedas:

Dinero y soldados viajan juntos. Salarios y gastos de organización se pagan en moneda que, a veces, se acuña expresamente para la campaña. Así ocurrió con las guerras cántabras, para las que se emitieron, en algún lugar del noroeste, bronces con la caetra, el escudo circular hispano. Algunas victorias militares son conmemoradas en las monedas mediante escenas en las que aparecen los enemigos vencidos, sus armas y sus símbolos.

Ases de Augusto para la Guerras Cántabras
Bronce. Hacia 27-23 a.C. Ceca indeterminada en el Noroeste

Denarios de Publio Carisio conmemorando las Guerras Cántabras
Plata. Hacia 25-23 a.C. Augusta Emerita (Mérida, Badajoz)