martes, 1 de diciembre de 2020

Los Toros de Guisando

La explanada donde descansan los toros de Guisando, frente al cerro que les da nombre, está junto a la carretera AV-904 equidistante con los cruces de la N-403 pasado El Tiemblo, y la CL-501 pasado San Martín de Valdeiglesias, casi en el límite de Ávila con Madrid. Hasta hace poco, unos meses, el viajero paraba frente al muro bajo que los separa de la carretera y podía pasearse entre ellos; eso era antes de que se haya recrecido el muro y cercado el conjunto. A los toros se les ha dado el más diverso origen, finalidad y representación: fenicios, romanos, amojonamientos, monumentos fúnebres, toros o elefantes; de indudable origen celta se encuentran en la zona menos genuinamente celta, por lo que habría que buscar su factura entre autores indígenas. Como estas son cuestiones que han suscitado a través del tiempo voy a dejar las opiniones de los diferentes autores que he consultado.

Comenta el Padre Ariz (1607) en sus Grandezas de la Ciudad de Ávila que frente al monasterio de San Jerónimo, se hallan los más famosos y celebrados toros de España, los de Guisando. Estas esculturas, asegura, eran obra de los romanos que ponían estos animales en su monedas y en campos donde algunos habían hecho grandes sacrificios de estos animales a sus Dioses, por alguna señalada victoria o por la muerte de algunos de sus capitanes o generales de sus ejércitos: Los más famosos, y celebrados Toros de España, son los de Guisando, cerca del Monasterio de san Hieronimo, (fundado este monasterio) en tiempo del Rey Henrique segundo, de Castilla y León, año. 1373. Junto a la venta de dicho Monasterio, están puestas cinco piedras, de figuras de Toros, los tres permanecen enteros, y se parece la ruina de los otros, junto a ellos, y los tres tienen letreros. Dichas inscripciones, traducidas al castellano en escrituras -detalla Ariz-, se encuentran en el Archivo del Monasterio, "en una tabla. Dize la del primer Toro ansi

1  Cecilio Metelo Consuli. II. Victori.

A honra de Cecilio Metelo vencedor, segunda vez Consul.

2  Longinús Prisco Caecio Patri. F.C.

Longino tuvo cuidado de hacer esta memoria a su padre Cecio el Antiguo.

3  Bellum Caesaris, et Patriae Magna ex parte confetum est, Sex, 
    et gne, Magni Pompey Filys Hic, inagro Batestanorum 
    Profligatis 

La guerra del Cesar, y de la patria,  por la mayor parte acabada, vencidos aquí en el campo Batestanio, los hijos de Pompeyo Magno, Sexto.Igneo.

4  Exercitu victor hostibus fusis.

Exercito vencido, Roto el enemigo.

5  L. Porcio Obprobinciam Optime administratam, Batestany 
    Populi F.C.

Los pueblos batestanios determinaron hacer esta memoria a Lucio Porcio, por aver administrado excelentemente la provincia.

A continuación Ariz narra la guerra que mantuvieron en España los hijos de Pompeyo el Grande, Sexto y Neyo, contra Julio César en venganza por la derrota y muerte de su padre por César. Tras ser vencidos éstos, Julio César acabó apoderándose de todo cuanto Roma tenía en España, por lo que los referidos cinco toros fueron puestos en honor a Julio César, por quien Metelo había trabajado y Lucio Porcio servido. El primero de los toros y el último se corresponden con Metelo y Porcio respectivamente y los tres del centro a las victorias de César.

Más cerca de nuestro tiempo, Manuel Gómez Moreno en su Catálogo monumental de España. Provincia de Ávila nos introduce en el llano frente al cerro de Guisando que es "la última estribación oriental de los picos de Gredos, que señorea las llanuras de Toledo y Madrid, vistiendo su mole de pinos y encinares. Al pie del monte y separados de él un trecho, afrontan impasibles siglos y siglos los famosos toros de Guisando". Uno de ellos se encuentra "roto y medio enterrado, los otros tres en fila, mirando hacia oriente, o sea, hacia el cerro, y separados uno de otro espacio de 1.,70, 2,40 y 2,80 metros". Están hechos "de granito, varían poco de tamaño, siendo por término medio de 2,70 de largo, 0,80 de alto (sic) y 1,50 de alto". En cuanto a su talla no discrepan de los de Ávila. Sus cabezas, aunque destrozadas a golpes, conservan algo de modelado "en el morrillo, y unos agujeros en la testuz, donde probablemente se afianzaran cuernos de otra materia, quizá de bronce. Otro tanto se advierte en el sitio del rabo, que no ha dejado otro rastro, pero dos de los toros tienen ciertos verdugones en la nalga derecha, como si fuesen marcas de ganadería, en igual forma que el cerdo de la casa de Abrantes. En cuanto a ser toros y no elefantes, no cabe duda". Este último comentario viene a colación de antiguas propuestas, como la del P. Florez que en 1758 aseguraba que los toros de Guisando eran elefantes.

Imagen de los Toros de Guisando de Manuel Gómez Moreno
Los toros -añade- destacan y son célebres por las inscripciones grabadas en sus costados, generando no poco desconcierto entre los eruditos, en vano concitados para explicarlas. Al fin la crítica por un lado y la observación por otro, vienen a dar en tierra con este pretendido monumento de nuestra antigüedad clásica. Autores como "Fernández Guerra y Hübner los declararon enteramente apócrifas; el examen de los toros mismo comprueban que ni existen grabadas en ellos ni pueden existir, y que la falsificación no trascendió del papel, alegando siempre que el estado de destrucción de los toros impedía compulsar tales epígrafes". Esto -asegura- "no es exacto: la calidad del granito en que están formados es excelente y su superficie, preservada además por líquenes, se nota perfectamente lisa, excepto en el costado derecho del primer toro, hacia el sur, donde sí hay grabada una inscripción latina auténtica, razón ocasional de la superchería. Este es su facsimil:              
                                    LONGINUS
                                    PRINCO·CALA
                                    ETIQ·PATRI·F·C

Las letras miden 0,135 m, término medio. Su significación es bien clara, de haber sido erigidos estos toros por un Longino a Prisco Calecio, su padre, quizá en cumplimiento de voto u ofrenda.

El estudio de los verracos de Guadalupe López Monteagudo, en su Esculturas Zoomorfas Celtas de la Península Ibérica, más moderno y sistemático que los anteriores, analiza toro a toro la morfología de cada uno de ellos y propone alguna interpretación de las inscripciones. A continuación,debajo cada toro indicio el número de catálogo de López Monteagudo, material y medidas, y una breve descripción que la autora hace de cada uno:

Catálogo 85. Granito.  Long. 264 cm., Alt.129 cm., Anch. 83 cm., Perim. 298 cm.
Tiene una inscripción latina sobre el costado izquierdo de la que sólo se conserva una línea. Las letras tienen 7 cm. de altura.  El texto puede leerse  así:
                                           (-----------)
                                          Gaia F ---)

Catálogo 86. Granito.  Long. 180 cm., Alt.140 cm., Perim. 187 cm. 
Destaca su estado deplorable. Carece de inscripciones. (Este toro, que está reconstruido, es el que Gómez Moreno describe como roto y medio enterrado).

Catálogo 87. Granito.  Long. 277 cm., Alt.145 cm., Anch. 77 cm., Perim. 197 cm. 
Tiene inscripción latinas en ambos costados siendo la del lado izquierdo totalmente ilegible. En el derecho propone la siguiente lectura:
                                       (----------)
                                      (---) ma (t) (er)
                                      (---) f(aciendum) c(urauit)

Catálogo 88. Granito.  Long. 275 cm., Alt.141 cm., Anch. 87 cm., Perim. 296 cm. 
Tiene en el costado derecho una inscripción funeraria latina desarrollada en tres líneas, tiene letras capitales de 9 cm. de altura. El texto se lee con claridad:
                                       Longinus
                                      Prisco, Cala 
                                      etiq(um), patri, f(aciendum), c(urauit)

López Monteagudo concluye que estas esculturas zoomorfas tienen un carácter eminentemente religioso puesto que la mayoría de los hallazgos tienen conexión con tumbas o necrópolis y las inscripciones funerarias grabadas en algunos ejemplares les confiere un carácter indudablemente funerario.

Como comentaba al principio, el cercado donde están los toros se ha recrecido y para visitarlos hay que atender un horario por lo que si se tiene intención de visitar el lugar conviene enterarse antes de los horarios.

Para esta entrada he consultado la siguiente bibliografía:

Álvarez-Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
Ariz, Fray Luis, Historia de las Grandezas de la ciudad de Ávila, ed. Facsímil 1607. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila, Ávila, 1978
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Ávila, Madrid, 1900-1901
López Monteagudo, Guadalupe,  Esculturas Zoomorfas Celtas de la Península Ibérica,  C.S.I.C., Madrid, 1989.

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