sábado, 7 de noviembre de 2020

El castillo de Arévalo

Arévalo se encuentra a 50 km. al norte de Ávila, en plena comarca de La Moraña. El castillo se alza en la confluencia de los ríos Arevalillo y Adaja, tan magníficamente situado que podemos ver su majestuosa torre del homenaje desde la A-6. A él se llega desde dos puntos, desde la entrada Sur la primera salida llegando desde Ávila por el puente nuevo sobre el Adaja, por esta ruta se ha de cruzar toda la población para llegar a él; y la segunda por el Norte cruzando el puente mudéjar de Medina, nos dejará en la explanada frente a la fortaleza. Este castillo quizá sea el que más veces he visitado y de los últimos en ver su interior. El trayecto lo iniciamos desde el Arco de Alcocer o puerta de la Cárcel dejando a la izquierda la iglesia de San Juan -para Gómez Moreno su torre es uno de los cubos de una puerta de acceso a la antigua villa-; siguiendo por la calle de Santa María, atravesamos la plaza Real, para llegar a la plaza porticada de la Villa flanqueada al Este por las dos esbeltas torres de la iglesia de San Martín y hacia el Oeste la iglesia de Santa María, cruzando el arco que se abre bajo la torre del campanario, llegamos, unos metros más adelante, a la explanada donde se levanta el castillo.

Castillo de Arévalo, imagen de Manuel Gómez Moreno 1900-1901

En el siglo XI Alfonso VI concede fuero a la villa de Arévalo y será a partir de este momento cuando son frecuentes las referencias al lugarManuel Gómez Moreno, con breves pinceladas en su crónica de 1900-1901, nos presenta la intensa historia que albergaron sus muros: en "esta fortaleza fue primer encierro de la desdichada esposa del rey Pedro, en 1353; allí nació el Príncipe de Viana; allí habitó hasta los diez años la Reina Católica, con su madre y hermano, y sus postrimerías no fueron menos tristes que sus principios, albergando prisioneros bajo Felipe IV al Duque de Osuna y al Príncipe de Orange". Aunque es sin lugar a dudas Isabel I de Castilla la protagonista principal del castillo. Cobos Guerra inicia la historia de las tenencias de la villa con otra protagonista, la reina María de Molina. Arévalo había pertenecido sucesivamente a los reinos de Castilla y al de León desde que en 1311 fue entregada a María de Molina según la crónica del rey Fernando IV: "é luego el infante D. Pedro, su hermano del rey, le demandó que le mandase entregar Almaçan é Berlanga que le había dado por eredad, é porque era de la reyna Doña María, su madre, ovo de fablar con ella ante, é puso gelo á plaser é diole por ello en camio á Arevalo, é entregó entonces al infante D. Pedro Almaçan é Berlanga e Monteagudo é Deça". Este año de 1311 Fernando IV otorga privilegios a los arevalenses: "si por ventura acaesciere que nos o los que despues de nos reynaren, diesemos la villa de Arevalo... tenemos por bien e mandamos vos que no lo fagades, ni cumplades, e que vos defendades de aquel o de aquellos que vos tales cartas llevaren..." (Cobos Guerra), privilegios que amparando a los habitantes de la villa de cualquier enajenación, los exime de acatar cualquier orden al respecto y "si alguna pena cayeredes por esta razón, nos vos lo quitamos desde agora", y que siglos más adelante invocarán ante el emperador Carlos.

Torre del homenaje y lienzo este

En 1469 Arévalo pertenecía a la reina Isabel de Portugal, segunda mujer de Juan II y madre de los infantes Isabel y Alfonso. A su muerte en 1454 el rey había dejado en herencia todos sus bienes al futuro Enrique IV, habido en su primer matrimonio con María de Aragón, con la salvedad "de la posesión de la villa de Arévalo y sus tierras por parte de la reina viuda Isabel de Portugal". Los problemas sucesorios surgidos entre partidarios del rey Enrique IV y su hermanastro Alfonso que derivaron en guerra civil, Arévalo se posicionó con el infante Alfonso -proclamado rey por la nobleza en 1465, con 11 años de edad, en la conocida Farsa de Ávila-. Arévalo se convierte por breve tiempo en residencia de Alfonso al amparo de su madre y el apoyo de los habitantes de la villa. Tras la repentina muerte de éste en 1468, Enrique IV arrebata la propiedad de Arévalo a Isabel de Portugal, para cederla a Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia, a la vez que le concede el Ducado de Arévalo. La donación de Arévalo respondía a una deuda que Enrique IV tenía con Zúñiga a quien debía la donación de Trujillo , aunque la negativa de la ciudad a pasar de realengo a señorío se saldó con la entrega de Arévalo. Esta decisión debió provocar gran malestar en la futura reina Católica

Cubo que forma la punta de flecha del castillo desde la ribera del Arevalillo

A la muerte de Enrique IV, se produce una nueva guerra civil entre los partidarios de la hija de éste, Juana la Beltraneja y la hermanastra del rey Isabel la CatólicaZúñiga apoyará inicialmente el bando de Juana la Beltraneja. aunque tras alguna diferencias con Alfonso de Portugal, esposo de la Beltraneja, cambia de bando para apoyar a Isabel. En 1479 Zúñiga, (Museo de Ávila) entrega Arévalo a Isabel, y al año siguiente, 1480, la reina le devuelve la posesión hasta la muerte de éste en 1488. Según Cobos Guerra, los Católicos ordenan confiscar Arévalo en 1475 por el apoyo de Zúñiga al bando de la Beltraneja y entre 1476 y 1480 negocia con los Reyes una compensación por la villa: la corona pagará 450.000 maravedíes y el maestrazgo de Alcántara para el hijo de don Álvaro. Aquí Cooper hace una reflexión en torno a la posición de Arévalo y el control de las rutas de la Mesta entre la meseta y los pastos extremeños, recordar que Zúñiga era conde Plasencia y duque de Arévalo tras la fallida cesión de Trujillo-, y que la reincorporación a realengo en 1476 de Arévalo, junto a la redistribución de enclaves que controlaban el acceso a los pastos extremeños "fue fundamental para cortar las hostilidades de la guerra de la sucesión de los Reyes Católicos". Tenemos que recordar que los Zúñiga también eran señores de Curiel, -a escasos kilómetros al norte de Peñafiel (Valladolid)- desde donde partió precisamente Álvaro de Zúñiga para encarcelar personalmente al condestable don Álvaro de Luna, además de protagonista y partícipe activo en la Farsa de Ávila y que mediante presiones consiguió del infante Alfonso, coronado rey en dicha farsa, la cesión de Arévalo y la tan ansiada de Trujillo que no se llegó a materializar por la reiterada negativa de éstos como hemos comentado.

Interior de la primera planta. Ajimez que controla el Adaja

La construcción de la fortaleza que vemos hoy se debe a Álvaro de Zúñiga según consta en su testamento de 1486: "... en lo que toca a la dicha villa de Arévalo con la fortaleza que yo e la dicha duquesa en ella edificamos. Fue entregada a la reina doña Isabel nuestra señora"; y la potenciación de la fortaleza (Cooper) una vez reincorporada a la corona, se debe al rey Fernando: "El valor simbólico de Arévalo, como señorío de la Reina Católica heredado de su madre, sobrepasaba su importancia económica". A la muerte de la reina Isabel en 1504 Fernando actúa con cautela para evitar romper su neutralidad habida cuenta de los problemas sucesorios y su regencia en Castilla, e inicia una reforma en la fortaleza a través de ocho campañas de obras entre 1507 y 1517 "que Fernando sabe hacer continuar aun cuando la situación política le obliga a ausentarse del reino". Cooper ofrece un pormenorizado detalle de los presupuestos, pagos satisfechos y los encargados de obras, todo ello bajo la supervisión del alcaide del castillo, Juan Velázquez de Cuéllar, nombrado por el propio rey Fernando: "Desde el comienzo de las obras el alcaide Juan Velázquez había hecho una apuesta personal en el castillo de Arévalo, probablemente por lealtad a Fernando y un deseo auténtico de facilitar su política", aunque esta política parece cambiar en la campaña de 1515 en la que no hay llegada de ladrillos para las obras y "casi todo el aparejo construido en los siete meses fue de piedra". Este cambio con el inicio de importantes obras en piedra "representan probablemente una ponderada decisión de parte del Rey Católico, de hacer enajenar Arévalo a su esposa Germana de Foix cuando muriera". Fernando muere en 1516, sin hacer constar esta decisión en su testamento, por otro lado hubiese sido una provocación innecesaria hacia el alcaide Juan Velázquez, personaje clave testamentario del rey Fernando como lo había sido de la reina Isabel, "el alcaide se oponía terminantemente a cualquier menoscabo de su memoria, como lo sería, por supuesto, la entrega de Arévalo a la mujer que había usurpado su posición". Una vez llevada a cabo la enajenación, que incluía Olmedo y Madrigal, a favor de Germana -Cooper desconoce la fecha en que ésta se produce; a la vez que Cobos Guerra destaca que es Carlos I quien hace la donación -con lo que zanja el debate sobre esta cuestión-. El Emperador quería compensar unas rentas que había dejado Fernando a su viuda en el Reino de Nápoles y procede a permutar éstas por Arévalo, Madrigal y Olmedo-. La reacción airada de Velázquez no se hizo esperar.

Lienzo oeste con garitas, tronera y restos de la primitiva cerca del siglo XII

Velázquez se encontraba en Madrid mostrando su total rechazo a la permuta sin conseguir su propósito. Partió Velázquez de Madrid el día de Todos los Santos de "MDXVI y llegando a Arévalo se pusieron el y su muger en resistencia contra los reales mandamientos... Aperciviose con vastidas y otrso pertrechos y valiendose de los dos rios que pasan por aquella villa hizo un palenque muy fuerte desde el uno hasta el otro con que se aseguró los arrabales: y fortificose con artillería; y poniendo dentro mucha gente de a pie y de a cavallo... De la misma suerte se defendio Olmedo y algo menos Madrigal. Duró muchos meses esta rebelión...". Los habitantes esgrimieron los privilegios que les habían otorgado anteriores monarcas, en particular el antes citado de Fernando IV, ratificado por Isabel la Católica a petición de la propia villa (Cobos Guerra). La tropas reales cercaron Arévalo e intentaron tomarla sin éxito. Según apunta Cooper la resistencia duró hasta el fallecimiento de Velázquez en agosto de 1517, aunque atendiendo a la ficha de Juan Velázquez en la Real Academia de Historia, éste no obtuvo el suficiente apoyo a su iniciativa, sobre todo por parte de Cisneros, y desistió de su rebelión en junio de 1517, dos meses antes de su muerte. Cobos Guerra es más explícito señala que en febrero de ese año muere en la defensa de la villa el hijo mayor de Velázquez y en marzo, agotados los recursos, los defensores capitularon. Velázquez fue despojado de sus dignidades y oficios por Carlos I entregando éstos a sus colaboradores entre ellos "Gaspar Juan de Tolsa, gentil hombre de la casa del Rey, recibió la tenencia de Arévalo" (Castrillo Llamas). Concluye Cooper que el señorío de Germana de Foix "jamás llegó a establecerse, y fue anulado"; y unos años después (1520), el propio Emperador reflexionó sobro lo ocurrido "... declaramos aver seydo e ser ninguna e de ningún efecto e valor la merced que de dicha villa aviamos fecho" (Cobos Guerra). 

Panorámica del castillo desde el oeste

Tras la rebelión de Velázquez las obras del castillo volvieron a ponerse en marcha lo que originó malestar entre los arevalenses por la falta de confianza que mostraba la corona hacia la villa; "la previsión regia es comprensible dadas las hondas divisiones en la sociedad de Arévalo, entre los hidalgos encastillados en sus casas fuertes dentro del recinto fortificado y el elemento menestral desterrado a sus barrios de extramuros"(Cooper). En este aspecto cabe destacar que la villa, a partir de 1497, se había gastado 25.000 maravedís anuales en reparar la cerca y en 1514 realizó obras por valor de 891.00 maravedís. según detalla Guerra Cobos, quien a modo de anécdota destaca por último que en la defensa de Arévalo, participó San Ignacio de Loyola, en aquel tiempo soldado de Juan Velázquez.

Excavación de 2009 en primer término restos del foso y baluarte

La construcción de castillo que inicia Álvaro de Zúñiga. Siguiendo a Guerra Cobos, la parte más antigua del castillo es el núcleo central de la torre del homenaje que está construida en ladrillo que podría corresponderse o bien con el recinto de la villa o con una puerta mudéjar de un primitivo castillo. Gómez-Moreno comentaba, igual que hace Museo de Ávila, que en el castillo de Arévalo estuvo presa Blanca de Borbón, mujer de Pedro I -hay que recordar que doña Blanca recibió Arévalo como dote junto a Sepúlveda, Coca y Mayorga en 1352, sin llegar a tomar posesión de las mismas, por lo que cabría suponer la posible existencia de una fortaleza anterior. Las obras que realizaría Zúñiga entre 1469 y 1476, consistirían en adosar por delante y por detrás de esta puerta "dos cuerpos de fábrica de cantería, el exterior semicircular, formando el conjunto la parte inferior de la actual torre del homenaje, en la que es posible ver todavía algunas troneras circulares", aunque concluye que si bien parte del recinto castillo pudo ser acometida por Zúñiga el edificio no tendría la forma que tiene en la actualidad como veremos más adelante.

Grabado de F.X. Parcerisa de 1865, en él se aprecia el baluarte y restos de
una barrera hoy desaparecida

La forma pentagonal y la fábrica de ladrillo que vemos hoy se deben a las obras ordenadas por Fernando el Católico. "La documentación habla de distintos cubos 'del espolón' de abrir unas troneras e bolbellas las que están en el cubo grande de la coracha de la dicha fortaleza', entre otras obras principalmente centradas en la torre del homenaje", además -añade Cobos Guerra- de la dotar la planta pentagonal 'con orejones' o salientes para cubrir sus dos caras de flanqueo" una innovación señala "sin precedentes en la fortificación de la época". La fortaleza cubría la defensa la puerta que daba a la villa con un baluarte similar a los que se construían en Castilla en aquel momento. Para la construcción del baluarte, en 1516 su contó con la dirección del capitán Gorvalan encargado "a dar industria y hacer atajar y cortar por do se había de hacer el baluarte de cal y canto delante de la puerta de dicha fortaleza" y "abrir el cimiento en la cava". Este texto explica lo que puede verse en el grabado de Parcerisa de 1865 que salió a la luz en las últimas excavaciones. El texto hace suponer que el baluarte se construye exento en mitad del foso, por lo que contaría con dos puentes que lo unían con el exterior del foso y otro con la fortaleza, de unos 15 metros de largo.

Planta baja de la torre del homenaje. A la derecha el muro de piedra y ladrillo
que se corresponde con la puerta del Adaja de la cerca o de una fortaleza
anterior. A la izquierda hueco de acceso al pozo de 12 m. de profundidad

Cooper detalla de manera pormenorizada los gastos y las campañas constructivas entre 1504 y 1517 que lleva a cabo con Fernando el Católico con un coste global en torno a los 2 millones de maravedís; en este punto coinciden los autores consultados en que el coste del castillo fue muy barato, debido en parte a que en ocasiones dos tercios de la mano de obra era femenina peor remunerada que la de los varones. Así mismo detalla los encargados y maestros de obras que las llevaron a cabo. Al inicio el encargado de obras es el carpintero Juan Vélez, posiblemente morisco de la escuela de Coca, que reclutó en Ávila "para labrar en dicha fortaleza" a Francisco de Naharros que al poco tiempo le sustituye en la dirección de las obras; en esta campaña se reforma la puerta de Adaja. En la segunda se acometen varias obras en torres, puente levadizo, bóvedas y otras menores. A partir de esta campaña el director de obras es Pedro de Arévalo, criado del alcaide Juan Velázquez de Cuéllar. En 1515 se contrata al cantero segoviano Juan de Lacárraga, y en 1516 al consultor capitán Gorvalan , mencionado más arriba, probablemente para el "alineamiento de los lienzos", siendo  director de obras el cantero Pedro de Carra. que se encargó de la cava y del baluarte; con la construcción de este último, la reforma de la torre del homenaje será lo que más tiempo ocupa a los obreros: la torre es desmochada y se le da la forma de D "mediante el macizo circular de piedra que ostenta hacia la población".

Vista cenital desde la torre del homenaje del baluarte y parte del foso

El castillo -continúa Cooper- toma su forma pentagonal en punta de flecha, el tercio inferior con muros de piedra y el resto de ladrillo inequívocamente mudéjar; las garitas recuerdan al de La Mota en Medina del Campo y los matacanes son como los de Coca; las almenas, gruesas tienen influencia italiana y dispone de trones rasantes de un tamaño impresionante: "esta mezcla cultural incorpora también elementos más antiguos, como parte de la torre en forma de D". La similitud con Coca se explica porque Juan Velázquez, además de contador mayor era albacea testamentario de la reina Isabel junto con Antonio Fonseca, señor de Coca, por lo que no es de extrañar que "los albañiles que labraban en Arévalo tuviesen el mismo origen sevillano que los que trabajaban en Coca en aquel tiempo" (Cobos Guerra), extremo que según documenta Cooper, en la campaña de 1512 la salida de los mudéjares abulenses obliga a contratar un maestro y dos oficiales en Sevilla para trabajar en la fortaleza.

Restos de estructuras del baluarte y troneras que defienden la cava hacia el oeste

En 1568 la torre del homenaje se cubre "con tejado de cuatro chapiteles 'de hoja de lata' con sus cruces y bolas doradas" que hoy está desaparecido. La Guerra de Sucesión (1701-1713) y la de Independencia (1808-1814) lo van arruinando paulatinamente. Las Cortes de Cádiz  de 1812 lo desvinculan del realengo es expoliado por los vecinos como cantera para obras y se utiliza como cementerio. En 1952 se reforma profundamente, -comenta Cobos Guerra- y se rehabilita el edificio como silo de cereales, se le añadieron "las ridículas almenillas de ladrillo, totalmente disonantes con los magníficos parapetos abocelados originales del castillo"; en esta reforma se colocan sobre la puerta de acceso dos escudos falsos, el de los Reyes Católicos y el de la villa de Arévalo.

Bolaño que adorna el patio interior

Gómez Moreno nos informa de dos marcas de cantero. Las guías del castillo no sabían de su existencia; después de 120 años y las reformas sufridas por el edificio no llegué a encontrarlas aunque sí, y con mucha cautela sobre todo por la falta de luz y el excesivo tratamiento que se ha dado a la piedra, pude identificar tres.

Marcas vistas por Gómez Moreno                             Marcas actuales

Para esta entrada he consultado, además de las cartelas informativas que abundan en el castillo, la siguiente documentación:

Benavides, Antonio, Memorias de don Fernando IV de Castilla, Madrid 1860 en Biblioteca Digital de Castilla y León.bibliotecadigital.jcyl.es.
Castrillo Llamas, María Concepción, Juan Velázquez de Cuéllar, Dbe.rah.es
Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. deCastilla y León. Castillos y fortalezas, , Ed. Edilesa, León, 1998.
Cooper, EdwardCastillos Señoriales de la Corona de CastillaJunta de Castilla y León, 1991.
Gómez Moreno, Manuel, Catálogo monumental de España. Provincia de Ávila, 1900-1901
Museo de Ávila, Castillos de ÁvilaJunta de Castilla y León, Ávila, 1989

Lienzo sur de acceso al castillo. Imagen de 2003 antes de la última reforma

Torre del homenaje con restos de la cerca del siglo XII. Año 2003 antes de la última reforma

Torre del homenaje desde el patio de armas

Los escasos vanos del castillo, todos en la torre del homenaje, indican que es una fortaleza
defensiva, la mayoría están abiertos en la cara este.


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