Hita es la primera parada de nuestro viaje de una excursión que nos iba a llevar por la campiña de Guadalajara. Habíamos partido de la capital de la provincia por la CM-1003, desde el cruce con la autovía A-2, que nos conduce directamente a nuestro destino. Durante el viaje nos guiamos por el relato de Jorge Jiménez Esteban en su libro de Castillos de Guadalajara (1992), aunque ampliaremos aspectos con otros autores que aportan datos más recientes. Del castillo apenas nos habla puesto que no existen más restos que unos paredones visibles desde la población, razón por la que preveíamos breve nuestra estancia. No obstante su relato es muy interesante.
Restos de la muralla del castillo desde la población |
EL CASTILLO
Del castillo de Hita, comenta Jiménez, quedan pocos restos, unos muros que rodean la planicie donde se asienta y el aljibe rectangular, al que hay que visitar por mera curiosidad arqueológica y, sobre todo, por la excelente panorámica que se tiene desde él. Estos restos son los que pueden verse desde la vertiente que mira a la población, aunque quedan otros restos en el lado nordeste. Por consiguiente no podemos saber cómo era la estructura de la fortaleza, su disposición, ni el número de torres que poseía. La descripción que el autor hace de los restos del muro es que está construido en sillarejo interior con revestimiento de sillares, algunos de ellos entre hiladas de ladrillo; tiene una altura máxima de cuatro metros y la longitud del tramo de cuarenta metros. El aljibe se encuentra en el centro de la plataforma y "fue reconstruido en el siglo XV con sillarejo calizo blanco".
A través de un texto que rescata Layna, Jiménez nos trae una descripción, probablemente del siglo XVI por la letra en que está redactado, en el que se menciona la existencia de una barbacana exterior. La puerta se situaba en el centro de uno de sus lados. Una vez en el interior de la fortaleza describe varias dependencias que se encuentran caídas y un sistema de recogida de aguas que alimentaba el aljibe; disponía de caballerizas, buenas cámaras, casa de tahona y horno. Tenía además torre del homenaje y patio de armas rodeado de estancias, "con galerías subterráneas y una barbacana rodeándolo todo". Algunos cronistas, añade Jiménez aunque los califica de exagerados, destacan que tuvo el castillo siete líneas de muralla y en él se escondía uno de los tesoros de la familia Mendoza.
LA MURALLA
Jiménez fecha la construcción de la cerca de la villa en 1441 sobre otra anterior según documentos recogidos por Layna "que los cimientos della sean de cal y canto e que suba cinco tapias en alto la dicha cerca e que la postrimera tapia de encima que sea de cal e ladrillo e que aya encima su pared e las almenas que sean de cal y canto..." y que se levantaran torres en los lugares donde más conviniese. El coste de la obra se financiaría a base de sisas a ciertos productos durante un periodo de diez años; de esta manera se abonaría un cornado por la venta de cada cántara el vino.
Cubo y lienzo de la muralla que cerca la villa |
Lo más notable de la cerca es, sin lugar a dudas, la puerta de la villa: Puerta de Santa María. Jiménez recoge una descripción de 1929 en la que se decía que era "una hermosa puerta de entrada que estaba defendida por dos torrecillas de salientes matacanes, cuyo arco ojival tiene sobre sí y en él, el escudo de los Mendoza". La puerta fue volada en 1939 y reconstruida años más tarde. A cada lado de la puerta de la villa y alejadas de ésta había, a este y oeste, otras dos puertas.
Plaza del Arcipreste. En la parte alta se distingue el cerro del castillo |
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS
Habitado desde antiguo, en el cerro cónico atalaya, como lo denomina Jiménez, se han encontrado restos de cerámica romana y árabe, restos que el propio autor ha recogido y catalogado. Herrera por su parte puntualiza que tras la invasión musulmana en 712 las tropas de Witiza arrasan una fortaleza existente y conquistan la posición. Hita vuelve a manos cristianas en 1085, año de la conquista de Toledo. Es citado en varios documentos y su castillo se menciona en el Poema del Cid en los versos 455 y ss. donde se narra una algarada que protagoniza Álvar Fáñez por el valle del Henares:
Aosadas corred que por miedo non dexedes nada
Fita ayuso e por Guadalfajara
fata Alcalá lleguen las algaras
e bien acojan todas las ganançias
que por miedo de los moros non dexen nada
También hace mención a Hita y describe su castillo Gonzalo de Berceo en su obra Vida de Santo Domingo de Silos en los versos 733 y ss.
Fita es un castiello fuert e apoderado,
infito e agudo en fondón bien poblado;
el reÿ don Alfonso la tenié a mandado
el que ganó Toledo si non só trascordado
Aunque la mayor gloria de la villa es sin lugar a dudas su arcipreste Juan Ruiz, el autor de El Libro del Buen Amor, quien se presenta en su ruego pidiendo a Dios que le diese graçia que podiese facer éste libro,
Porque de todo bien es comienço é rayz
La Virgen Santa María, por ende yo, Juan Rruys,
Arcipreste de Fita, della primera fiz
Cantar de los gozos siete asy diz:
Pero (Pedro) González de Mendoza, estando al servicio de Pedro I de Castilla recibió por sus servicios en la Guerra de los dos Pedros las poblaciones de Hita y Buitrago, aunque durante la guerra que enfrentó a Pedro I con su hermanastro el futuro Enrique II, prestaría su apoyo al Trastámara quien en reconocimiento a sus servicios volvió a donarle la villa de Hita que debió perder al abandonar el bando petrista. Junto a otras donaciones reales afianzó el poder de los Mendoza en la zona de Guadalajara. Durante el reinado de Juan I siguió prestando sus servicios a la corona acompañando al rey en la batalla de Aljubarrota donde encontró la muerte. La crónica detalla que fue Pero González de Mendoza quien entregó su caballo al rey para que pudiese escapar pereciendo él en la batalla en 1385. Pero González de Mendoza había fundado el mayorazgo de Hita en 1376 a favor de su hijo Diego Hurtado de Mendoza futuro almirante de Castilla.
En 1404 a la muerte del almirante le sucede su hijo don Íñigo López de Mendoza que con tan solo 6 años hereda el señorío de Hita. El futuro marqués de Santillana enviará desde el castillo de Hita, continúa Jiménez, sus tropas a combatir los castillos de Beleña y Cogolludo, en el conflicto que mantuvo con los futuros duques de Medinaceli por la posesión de estas plazas. Tras apoyar a los Infantes de Aragón en un primer momento frente a Juan II, don Íñigo se refugiará en el castillo a consecuencia de los recelos del rey y de su privado don Álvaro de Luna contra varios nobles, entre los que encontraban los Zúñiga, los Velasco y los Manrique que pretendían conjurarse contra el valido, al considerar el de Mendoza que el castillo de Hita era más seguro que su palacio de Guadalajara. Como vimos más arriba, y nos recuerda Cooper, también citando a Layna, en 1441 el marqués de Santillana firmó un acuerdo con el concejo de Hita para cercar el pueblo con murallas "con sus torres en la dicha cerca sobre las puertas de la dicha villa". Es durante el siglo XV cuando la villa adquiere su mayor auge, contando con importante morería y judería, tal fue así que la comunidad sefardí dejó ciento nueve casas vacías al ser expulsada en 1492. Además contó con cinco iglesias y varios conventos, de los que sólo nos queda la parroquial.
Retrato de don Íñigo López de Mendoza (1398-1458) I Marqués de Santillana y señor de Hita |
No obstante estas fechas Herrera apunta que es a partir de 1348, año de la gran peste negra, cuando comienza el declive de la villa que ira perdiendo progresivamente importancia, según Jiménez "pasando de ser villa linajuda a villa aldeana". En el siglo XIX formaba aún cabeza de un arciprestazgo con treinta y dos pueblos bajo sus órdenes. Atendiendo al catastro de Madoz, descripción que aporta Jiménez, la villa "está situada en forma de anfiteatro a la falda de un cerro, en cuya cúspide hubo un castillo ya derruido, tiene 244 casas". Durante la última Guerra Civil toda la población sufrió grandes estragos, entre las que cabe señalar la iglesia de San Pedro y, como hemos mencionado, en 1939 se destruye la puerta de la villa que no se reconstruirá hasta años después.
Ruinas de la iglesia de San Pedro destruida durante la Guerra Civil de 1936 |
Cabe mencionar de Hita los festivales medievales que se llevan a cabo durante el verano y la figura del profesor Manuel Criado del Val que durante los primeros años de TV propició el recuerdo de Hita y la época medieval. Tras la visita, y habiendo recorrida la villa, nos preparamos para nuestro siguiente destino, el castillo y palacio de Cogolludo, y dada la hora, nos vinieron a la mente otros ejércitos, como los que describe el buen Arcipreste:
Pusso en la delantare mucho buenos peones:
Gallynas é perdices, conejos é capones,
Anades é navancos é gordos anssarones;
fazían su alardo çerca de los fysones.(...)
En la buena yantar éstos vienen primero
En pos los escuderos están los vallesteros:
Los ánsares, çeçinas, costados de carneros,
Piernas de puerco fresco, los jamones enteros (...)
Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:
Anónimo, Poema de Mio Cid, , Alianza Editorial, ed. José Jesús de Bustos Tobar, Madrid 1988
Berceo, Gonzalo de, Vida de Santo Domingo del Silos, Gonzalo de Berceo, Biblioteca Virtual Cervantes, en cervantesvirtual.com
Cooper, Edward, Castillos Señoriales de la Corona de Castilla y León, Junta de Castilla y León, 1991
Herrera Casado, Antonio, Castillos de Guadalajara, Aache ed., Guadalajara, 2007
Jiménez Esteban, Jorge, Castillos de Guadalajara I, Penthalon, Madrid, 1992
Juan Ruiz. Arcipreste de Hita, El Libro del Buen Amor, Ed. Mediterráneo, Madrid, 1974
Moreno Gómez, Ángel, Íñigo López de Mendoza, Ficha de la Real Academia de la Historia
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