miércoles, 10 de marzo de 2021

Castillo de Guadalerzas


Llegar al castillo de Guadalerzas fue un pequeño capricho o una debilidad, sobre todo por lo apartado del lugar y sin saber si podría entrar. Para llegar hasta él  salí de Los Yébenes dirección a Malagón por la N-401. A la altura del km. 17 hay que tomar un camino de tierra frente a la entrada de una finca particular.  Una vez en la finca hay que abrir y cerrar las puertas de los cercados para evitar que salga el ganado; este tramo del recorrido se puede hacer en coche hasta llegar al arroyo Bracea, a partir de aquí el último y escaso medio kilómetro se hace a pie, de ahí la recomendación de hacer la visita en verano cuando el arroyo no tiene agua y los pastos secos. Tras cruzar el arroyo  el camino continúa a la derecha y tras un suave repecho de unos 300 metros, a través de un jaral, se llega al castillo.

Perspectiva oeste de cubos y torreón
La fortaleza es muy llamativa en la distancia, aunque según se acerca el viajero se percibe el deterioro del edificio, tanto, que casi no es necesario leer el cartel que avisa del peligro de derrumbe. Amador Ruibal, a quien seguiremos en nuestra descripción, pues el interior no pude visitarlo, nos habla además de un puente, los restos imperceptibles de otro castillo musulmán y una calzada empedrada. El castillo lo construye la Orden de Calatrava en el siglo XII. Ya estaba construido en 1178 como hospital que utilizarán los caballeros de las tres órdenes militares cristianas que campaban en la frontera con los reinos musulmanes, en aquel momento situada entre Sierra Morena y el Guadiana. Aunque no hace referencia a qué tres órdenes militares campaban por la frontera, Martínez Val nos informa que en el castillo de Alarcos, previo a la batalla de 1195, estaban las órdenes de Calatrava, Santiago y San Julián de Pereiro, filial de la de Calatrava y futura Orden de Alcántara.

Lienzo sur y puerta de acceso
Tras la derrota castellana en Alarcos (1195) el castillo va a caer en manos de los almohades. Sobre este hecho Martínez Val cita el siguiente texto de Las Definiciones de la Orden y cavalleria de Calatrava, (1748) que narra la huida de Alfonso VIII y el Maestre de Calatrava tras su salida del castillo Alarcos tras la derrota: "hallóse con sus Caualleros en Compañía del Rey Don Alfonso en la nombrada batalla de Alarcos, en que los cristianos fueron vencidos y muchos muertos y presos. El Rey y el Maestre se retiraron a Guadalerza. Perdiose luego el castillo de Alarcos...". Guadalerzas, nos recuerda, formaba parte escalonada junto con Malagón en el camino entre Alarcos y Toledo defendiendo el paso de Los Yébenes. Recordemos que la derrota tuvo un fuerte impacto en la reconquista pues el ejército almohade continuó su castigo contra el reino castellano hasta un año después; en 1196 la frontera había retrocedido del Guadiana hasta el Tajo asediando los alhomades ciudades conquistas por Alfonso VI y Alfonso VII "Toledo, Madrid, Alcalá de Henares, Huete, Cuenca y Uclés" y se pierden otras, entre ellas Plasencia, y deja prácticamente aislada a Castilla que pierde el apoyo de León y Navarra que pactan ahora con los almohades. También dejó muy maltrecha la Orden de Calatrava; sus guarniciones "se hundieron sin remedio. Esto era grave porque en los cuarenta años desde su fundación, la Orden de Calatrava se había mostrado siempre de una eficacia guerrera de primera categoría. Era una milicia ardiente y combativa, bien mandada, disciplinada y eficiente. Un verdadero ejército profesional, con todas las virtudes de tal y sin ninguno de los defectos que, años adelante, aparecerían, en gran parte por los efectos de esta misma batalla". Tras la batalla todos los castillos calatravos "fueron cayendo uno tras otro en breves días: Calatrava, Caracuel, Benavente, Malagón, las Guadalerzas. Hasta Los Yébenes no paró el empuje almohade". 

Torreón tras las dependencias del lienzo oeste
Tan solo tres años después, en 1198, los freires de la Orden de Calatrava, unos mil efectivos, en una operación audaz, se adentra en territorio musulmán y se apodera de Salvatierra. Los continuos ataques castellanos a la frontera propicia que el califa Abu Abd-Allah al-Nasir, tras invocar la Guerra Santa en 1211, cruce el estrecho de Gibraltar y tras su paso por Córdoba ponga sitio a Salvatierra. Una de las consecuencias de los ataques castellanos a la frontera fue entre otras que "Alfonso Téllez de Meneses y Rodrigo Ruiz Girón toman la torre de Guadalerzas". Según explica Martínez Díez "mientras el rey castellano estaba en tierras de Murcia, -incursión de Alfonso VIII acompañado del infante Fernando en mayo de 1211- los magnates don Alfonso Téllez, hermano del obispo de Palencia, y don Rodrígo Rodríguez, marcharon con las milicias de Toledo contra la fortaleza de Guadalerza y con ayuda de máquinas de asalto la tomaron por la fuerza". En cuanto a los freires de Calatrava retendrán el avance almohade en Salvatierra durante 51 días lo que provocó un desgaste de la huestes musulmanas que concluiría con la derrota final almohade en Las Navas de Tolosa, en 1212.

Perspectiva del la torre y cubo suroeste
Respecto a las vicisitudes de Guadalerzas tras AlarcosRuibal comenta, sin embargo, que junto con el castillo de Miraflores -situado al norte de la actual Ciudad Real- que fue ocupado por los almohades un año más tarde, en 1196, fue la única posesión calatrava  de la Mancha que se libró de pasar a manos musulmanas, aunque, puntualiza, "tal vez fue ocupada más tarde, pues en la Crónica Latina nos indica que fue recuperada en 1212, mientras otros nos la citan como calatrava por entonces".  Tras la victoria de Las Navas de Tolosa la frontera vuelve a situarse Sierra Morena por lo que el "enclave comienza a ser explotado económicamente como una encomienda más de la Orden con dehesas ganaderas, molinos, explotaciones agrícolas y ventas".

Puerta de acceso protegida por balcón amatacanado
El castillo-hospital primitivo constaba de una gran torre central, completamente conservada en la actualidad, pero que ha sufrido muchas reformas posteriores. Tiene planta rectangular con gruesos muros de piedra de 2,50 metros de grosor y una altura de 20 metros. Está construida en cuatro niveles siendo el inferior macizo en su mayor parte, lugar donde se encontraban los tres aljibes de la torre que estaban cubiertos con gruesas bóvedas de ladrillo. El acceso se hacía por la primera planta a través de una puerta a la que se llegaba desde la muralla. En esta planta se encontraba el cuerpo de guardia así como dependencias, almacén y cocina. La segunda planta, separada de al inferior por un suelo de madera, era el hospital propiamente dicho, donde se alojaban los caballeros enfermos y heridos. Tenía un techo mucho más alto que el piso inferior, con arcos de ladrillo que sustentaban el tejado de la torre. Un cuarto nivel, sobre el tejado, lo forma el adarve al que se llega por una escalera adosada al muro. Este camino de ronda está protegido por almenas de 1,80 metros de altura, zona desde la que se domina el paisaje. 

En primer término cubo noreste y fachada norte
Éste era el núcleo original del castillo del siglo XII. Siguiendo la descripción de Ruibal, estaba construido en mampostería, sillarejo y en zonas nobles, como la puerta de entrada en sillería. Estuvo rodeado de una muralla de mampostería de unos cinco metros de altura que es el actual recinto externo que aún conserva sus almenas, formando un cuadrilátero que debió tener torreones macizos en los ángulos. Tanto la muralla como los torreones se han modificado profundamente con añadidos posteriores. Los torreones fueron sustituidos por los actuales cilíndricos que se adaptan a las armas de fuego; se abrió la actual puerta de acceso en el recinto exterior, ésta construida en buena sillería y defendida por un balcón amatacanado bajo el que se puede ver el escudo del cardenal Silicio que, como veremos, fue quien hizo las grandes reformas en la fortaleza en una segunda fase. La primera fase de obras es la que se ejecutan entre los siglo XV y XVI, y consisten en la reforma la cerca exterior, la construcción los cubos cilíndricos en los ángulos, se modificó la entrada que hemos descrito, y se adosan a la muralla construcciones internas. Parte de estas obras, señala Ruibal, están anotadas en los libros de visitas de la Orden.

En primer término cubo noroeste
La segunda gran reforma de lleva a cabo tras la venta del castillo por Felipe II al Cardenal Silicio en 1572, quien instala su escudo sobre la puerta de acceso. En este momento el castillo deja de tener carácter militar y se convierte en colegio de doncellas nobles de Toledo. Con este fin se construyen nuevas dependencias adosadas a la torre central, una capilla y un campanario, y se abren grandes ventanas. Se construye la iglesia barroca que se encuentra a la derecha de la entrada, entre la cortina sur y la torre. Posteriormente se le añade un ala en el lado oeste de la torre y se construye una gran escalera que permite subir a la torre, y la nueva entrada en la planta baja frente a la puerta de la muralla. La mayor parte de estas obras son del siglo XIX que se ejecutan tras la desamortización, y el castillo es vendido a un particular que lo acondiciona como vivienda y casa de labor. Hacia el exterior se añadieron al edificio principal nuevas viviendas, hoy muy arruinadas, que se construyen en el espacio que existía entre el antemuro y la torre en los lados este y norte.

Cubos, lienzo y torreón desde el noroeste
Según Ruibal el estado de ruina que presenta es reciente pues hasta la pasada Guerra Civil estaba en buen estado y su mantenimiento no hubiese sido muy costoso y a causa de la desidia se ha convertido en una ruina, tal como se puede ver hoy día.

Torreón vista desde el oeste

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Alfonso VIII rey de Castilla y Toledo (1158-1214), Martínez Díez, Gonzalo, Ed. Trea, Gijón 2007
Batalla de Alarcos, La, Martínez Val, José Mª en Biblioteca2.uclm.es
Castillos de ToledoRuibal, Amador, Ediciones Lancia, León, 1992
Construcciones histórico-Militares en la línea estratégica del Tajo, Muñoz Ruano, Juan.

Escudo de armas  del Cardenal Silicio

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