domingo, 7 de febrero de 2021

Castillo de Arroyomolinos

Durante mucho tiempo el castillo de Arroyomolinos fue considerado tan solo una torre; esto nos recuerda los casos que ya hemos visto del castillo de Moñux en Soria y el de Sobradillo en Salamanca. Los textos que tenía sobre él iban es este sentido, el de Cooper (1991) y el de Sáez Lara (1993). Mi visita la había organizado a través de la iniciativa, interesante por otro lado, de hacer un recorrido por varas fortificaciones de la Comunidad de Madrid, como una suerte de compostelana, en la que el viajero sellaba un impreso que certificaba su paso por la fortificaciones. Una vez concluida la visita a Arroyomolinos tenía previsto ir hasta Manzanares el Real y concluir la jornada junto a la torre vigía de Torrelodones.

Torreón desde la perspectiva sureste

La localidad de Arroyomolinos, (Sáez Lara) se sitúa en una suave ladera del arroyo de la Arroyada y debe su nombre a los molinos que, hasta en un número de seis, aprovechaban en su cauce las crecidas del arroyo para moler la cosecha, llegando a dar servicio a las poblaciones de Griñón, Cubas y El Álamo, según se menciona en las Relación de Felipe II (1575). El torreón, similar al de Pinto, es rectangular con una base de 8,7 x 11,9 metros y 19 metros de alto, y tiene las esquinas redondeadas. Por sus dimensiones y distribución interior, asemeja la torre del homenaje típica de las residencias señoriales del siglo XV. El resto de elementos que lo definen como castillo han desaparecido, "quizá porque no se llegaron a construir o ni siquiera a ser proyectados(Sáez Lara). La base del torreón es un zócalo de piedra de unos 2 metros de altura, el resto es de ladrillo; su sobriedad se rompe sólo por los vanos y dos bandas de azulejos. La suprior de éstas recorre todo su perímetro a unos centímetros por debajo de las garitas que la coronan, dos por cada ángulo. Así mismo en el centro de los lados norte y sur debía haber balcones amatacanados pues hay tres ménsulas en cada uno de estos lados. El grosor de los muros tiene algo más de dos metros y hacia el exterior persisten los huecos del andamiaje de construcción. El acceso en origen debía hacerse en altura, por el segundo piso, quedando la planta baja dividida en dos utilizadas como salas de servicio y almacén; a éstas se accedía por una escalera de ladrillo y otras de madera, aunque posteriormente ambas entradas fueron tapiadas para convertirlas en ventanas al abrirse la entrada principal de la planta baja.

Torreón desde perspectiva noroeste

El interior de la torre no lo pude ver aunque estaba previsto en la visita. Aproveché para dar un paseo por la ribera del arroyo del Bosque mientras esperaba a la persona que debía abrir el interior y sellar la compostelana castillera, algo que no ocurrió. Siguiendo con Sáez Lara en su descripción, la primera planta esta cubierta por una bóveda de cañón de ladrillo; de la segunda la cuarta planta la forma una bóveda que sujeta la techumbre superior. Todos los pisos están cubiertos por vigas horizontales y se unen por escaleras construidas en la esquina NO, siendo de caracol la última que da acceso a la terraza. El interior recibe luces de varias ventanas y destaca en la cara oeste una aspillera abocinada en la primera planta; todas las ventanas han sido reconvertidas en huecos rectangulares. En el tercer piso se aprecia un hueco tapiado hacia el exterior de un balcón en el lado noroeste. En el segundo y cuarto pisos había sendas chimeneas. Otras obras posteriores se hicieron al destinar el torreón a palomar, construyendo pequeños nichos a tal fin. Se conservan tres blasones originales, aunque hay huecos de otros ya desaparecidos. En las esquinas NO y NE se pueden ver los de Gonzalo Chacón uno, y el otro el su mujer, y en el que da al sur el de los Reyes Católicos. Para concluir comenta la falta de una cerca que cierre el recinto amurallado aunque los trabajos de arqueología han puesto al descubierto vestigios de un foso y dependencias que debieron pertenecer al personal de servicio del edificio principal.

Esquina noreste con el escudo de Gonzalo Chacón

Cooper destaca su elegancia del torreón y su similitud con el castillo de Arévalo, "es de ladrillo, levantada sobre una base de piedra", y su adarve "incorpora garitas emparejadas cuyo parecido con La Mota es inconfundible". Es esta característica, junto a los ángulos redondeados de la torre, la que la vinculan con Extremadura y, en especial, con la torre del homenaje del castillo de Feria. "Un alarife (...) de la siguiente generación a la de los autores de estas torres conoció los castillos de ambas zonas, lo cual indica la posibilidad de algún movimiento anterior de oficiales entre ellas". Por las huellas de los trabazones en las paredes de la torre, ésta debía ocupar la esquina de un recinto rectangular probablemente desaparecido, e insiste en que "a pesar de la diferencia de escala está claro que la torre del homenaje (de La Mota) es obra del mismo alarife que la de Arroyomolinos". Esta visión mucho más amplia que la que hace Sáez Lara que la vincula sólo con Pinto, quizá se debe a la necesidad de éste último de circunscribir las construcciones y fortificaciones al exclusivo ámbito de la Comunidad de Madrid

Esquina sureste. Hueco de escudo vacío

La historia del castillo de Arroyomolinos es, como ocurre en varias fortificaciones del siglo XV, contradictoria según las fuentes. Las luchas políticas, sucesorias, entre la corona y la nobleza y entre la misma nobleza para alcanzar mayores cotas de poder, ascenso social y sobre todo económico, provocaron largos conflictos hereditarios, legales e incluso militares, que tardaron años en resolverse, lo que propició en ocasiones la falsificación de documentos y alteraciones interesadas. Siguiendo de nuevo a Sáez Lara, no se sabe en qué fecha se formó la aldea de Chozas del Arroyo, primitivo nombre de Arroyomolinos, aunque aparece como aportación en la dote de Juana Enríquez en su matrimonio con Juan II. Es posible que pasase a manos de su padre, Fadrique Enríquez, junto a Casarrubios del Monte -ambas villas estuvieron asociadas durante toda su historia-. En 1470-1471 Pedro de Ayala, I conde de Fuensalida, se hace con ambos señoríos, el de Casarrubios y Arroyomolinos, hasta que en 1478 los Reyes Católicos, basándose en una cláusula de apropiación indebida, traspasaron las villas a Gonzalo Chacón. No obstante, un documento de la reina Isabel I confirmando la donación a Chacón, se menciona que la torre de Arroyomolinos había sido construida por un tal Juan de Oviedo, -según Cooper este Juan de Oviedo era secretario de Enrique IV- lo que altera la historia pues se consideraba a Chacón su constructor asociándolo con el de Casarrubios. Cooper señala  al respecto que el señor de Arroyomolinos durante el reinado de Enrique IV, era Fernando Pareja, a la sazón adelantado mayor de Galicia, que se vio obligado a abandonar su titularidad para apoyar al rey de Portugal en la guerra de sucesión de los Reyes Católicos: En 1476, Juan de Oviedo, secretario del rey don Enrique, con favor suyo avía edificado la fortaleza que se llama Arroyo Molinos, en la qual recibia robadores e malos onbres, e desde alli hazia guerra a Casarrubios, villa de Gonzalo Chacon, que al rey don Fernando e la reyna doña Isabel su muger en toda lealtad seguia. El qual puso cerco sobre aquella fortaleza de Arroyomolinos e la tomo (Diego de Valera: Crónica de los Reyes Católicos cap. XXIX). La misma reina -concluye- "contradice esta ya bastante confusa cronología aseverando la posesión de Arroyomolinos por Pedro Chacón antes de la construcción de la fortaleza (la llama, efectivamente, torre)

Fachada norte del torreón donde se aprecian varios impactos de proyectiles

Como hemos visto La Crónica de los Reyes Católicos las tropas reales sitiaron y tomaron la torre a Juan de Oviedo. Mientras que otra fuente asegura que el propietario era Fernando de Pareja y que el de Oviedo era un impostor, a la vez que López de Ayala no aparece citado en ninguno de estos documentos. Así pues, entre 1470 y 1480 existe una gran confusión sobre la propiedad del torreón y es a partir de 1480 cuando los Reyes Católicos lo resuelven en favor de Gonzalo Chacón. Así pues, es probable que Juan de Oviedo o Fernando de Pareja fuesen los responsables de la edificación que estaría en fase constructiva entre 1471 y 1472, cuando es tomada al asalto, siendo Chacón el encargado de terminarla. Concluye Cooper que de ser obra del mismo alarife que el de Casarrubios, las fuentes sobre el maestro abulense habrían dejado constancia y que "las indicaciones estilísticas apuntan hacia el de la Mota como el autor, aunque cabe suponer que Gonzalo Chacón conociera seguramente también al alarife del castillo de Arévalo, por el parentesco de su primera mujer con el alcaide en una época cercana a su transformación".

Plano del castillo a partir de imagen del Instituto Geográfico Nacional y
de la cartela informativa

Será a partir de las excavaciones arqueológicas cuando afloren primero el foso y posteriormente la cerca y varias dependencias, por lo que me apoyaré en las cartelas informativas al pie de las mismas para dar mayor claridad. La fortaleza tenía una disposición cuadrangular compuesta por un torreón central alrededor del cual se construye un antemuro rodeado por un foso. Hacia el interior, la fortaleza contaría con un espacio de liza que permitiría la circulación intramuros. Ocupando parte de este espacio se encuentran dos habitaciones de servicios doméstico. Del antemuro (conservado sólo en parte) arrancaba el foso cuya escarpa estaba construida con ladrillos, cantos y argamasa. El foso tenía forma de U con fondo plano, una profundidad de 5 metros y una anchura de unos 10 metros. El antemuro contaba con torres en sus esquinas, todas ellas con troneras, que presentan una morfología variada: una torre circular, un bastión poligonal y dos torres protegiendo el acceso principal. El acceso al recinto se realizaba por una entrada localizada en el ángulo sureste y consistía en un sistema compuesto por dos vanos no alineados entre sí, y para acceder al recinto  había que salvar el foso a través de un puente, probablemente de madera y levadizo.

Escarpa en la zona norte del foso construida en ladrillo

Para proteger la entrada a la fortaleza se levantaron dos torres iguales de pequeño tamaño cuya función era mantener un constante control visual sobre este sector. En cada torre se construyeron dos troneras enfrentadas entre sí. El acceso a estas torres se realizaba desde el interior a través de unas escaleras. Coincidiendo con la remodelación del acceso principal, la entrada a una de las torres fue tapiada con un muro de ladrillo. El recinto cuenta, además, con dos accesos secundarios o poternas, uno en el lienzo norte junto al arranque de la garita semicircular, y otro en la torre noroeste.

Torreones de la esquina sureste que protegían la entrada principal al recinto

Al oeste de la torre se ubica un espacio rectangular que se identifica con las caballerizas con orientación norte-sur y unas dimensiones de 22 m x 5 m., se construye con ladrillo y cal y canto. Se pavimenta con cantos de calcita la mitad oeste y adobe y ladrillo la mitad este, esto lo relaciona con la habitabilidad del espacio como lugar de almacenamiento y de estabulación de animal.

Caballerizas al oeste de la torre con doble sistema de pavimentación 

En la cara este se localiza otro espacio, más pequeño, con la misma orientación y unas dimensiones de 14,5 m. x 4,5 m. Su uso se relaciona con labores de cocina y se construye con ladrillo y argamasa; contaba con pozo, un hogar, un espacio para almacenaje y un silo exterior donde se depositaría el grano.

Espacio al este de la torre utilizado como zona de servicio: cocina, pozo y silo

En este punto debemos hacer una pequeña reseña personal de Gonzalo Chacón y su vinculación con la corona. Hacia 1446, con dieciocho años, Chacón estaba al servicio como criado en la casa del condestable de Castilla y maestre de la Orden de Santiago don Álvaro de Luna. Fiel servidor de éste participó varios hechos de armas y recibió en recompensa la fortaleza y encomienda santiaguista de Montiel, dignidad que recibe el mismo año en que el condestable, a quien acompañó hasta la víspera de su muerte, es ejecutado. Con Enrique IV en el trono la figura de Chacón decae; el nuevo monarca era enemigo acérrimo de Álvaro de Luna y Chacón es encarcelado durante un tiempo. Pasará entonces a un discreto segundo plano, época en la que pudo haber escrito la Crónica del Condestable Álvaro de Luna razón por la que ésta se edita sin autor. Cercano a los infantes Isabel y Alfonso, hermanastros del rey e hijos de la reina viuda Isabel de Avis, vive entre Arévalo y Madrigal, señorío de ésta. En Arévalo conocerá a Clara Alvarnáez, su futura esposa, hija del alcaide de la villa y pertenecía al séquito de la reina viuda a la vez que se convertirá más tarde en dama y camarera de Isabel I.

Escultura de Gonzalo Chacón frente al torreón.

Ente 1456 y 1464 Chacón fue comendador de Santiago en Montiel y futuro señor de Casarrubios del Monte. Aunque no aparece en los breves años de reinado del infante Alfonso, no cabe duda del apoyo que le dio tal como hiciera con Isabel, estando presente en los años difíciles y siendo recompensado en los de bonanza. Chacón siempre estará en los círculos de hombres de confianza en los que se apoyará la reina "hombres que no demostraban voluntad de poder, pero sí espíritu de sacrificio". Recibe de Isabel I los cargos de mayordomo y la contaduría de los libros de la casa de la reina. Existe constancia de su presencia en la ciudad de Loja durante la Guerra de Granada. Murió en 1507.

También fueron propietarios del castillo los Condes de Montejo, la Casa de Tamames, el Condado de Romanones y el Ducado de Peñaranda, siendo a esta última posesión a quien debieron pertenecer los escudos hoy desaparecidos de los Zúñiga que aparecen descritos en un documento del siglo XVIII.

Para esta entrada he consultado además de las cartelas informativas del castillo, la siguiente documentación

Castillos Señoriales de la Corona de CastillaCooper, Edward, Junta de Castilla y León, 1991.
Castillos, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de MadridDirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, cuyo catálogo ha sido elaborado por Fernando Sáez Lara. Madrid, 1993.
Gonzalo Chacón, Morales Muñiz, Dolores Carmen, en Biografías dbe.rah.es
Guía de Castillos de MadridDirección General de Turismo. Consejería de Empleo Turismo y Cultural de la Comunidad de Madrid, con edición y textos de Fernando Sáez Lara. Madrid, 2015.

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