domingo, 10 de agosto de 2025

Verraco de El Oso


La localidad de El Oso (Ávila) se encuentra en la carretera CL-507 que une Sanchidrián con San Pedro del Arroyo. Nuestra ruta partía de la Torre Óptica de Maello y nos dirigíamos a Flores de Ávila donde esperábamos visitar la iglesia de origen mudéjar. Hicimos una breve parada para ver el verraco que está junto a la iglesia que no visitábamos al menos desde hacía 25 años. El nombre de la localidad ya es significativo, El Oso, toda vez que, como indica López Monteagudo, muchos lugares y localidades deben su toponímico a la existencia de esculturas zoomorfas vettonas: "En la provincia de Ávila existe una localidad llamada El Oso, de donde procede una escultura de verraco".

En la imagen se aprecia la perforación de la pieza para encajar los cuernos

López Monteagudo hace una pormenorizada descripción de la pieza que "Consta de una gran peana de 15 cm de altura, de la misma pieza que el animal. En la cabeza destaca el testuz con dos agujeros para encajar los cuernos. Conserva el cuello y la papada. Las patatas aparecen separadas y resaltadas del bloque en el que se labró cada par. Se aprecian los corvejones, rodillas y pezuñas. La escultura tuvo embutida una cruz en el dorso en fecha posterior". La cabeza del verraco, como vemos en la imagen, está muy deteriorada aunque mantiene los rasgos que indica López Monteagudo, la papada, el cuello y las perforaciones para encajar los cuernos. El verraco representa, según esta autora, un toro de granito y tiene las siguientes medidas: 114 cm de longitud, una altura máxima de 106 cm, con 48 cm de ancho y un perímetro de 175 cm.

Costado izquierdo del verraco donde se aprecia la inscripción OSO

Sobre la cruz que estuvo embutida en el verraco, continúa López Monteagudo, es producto de prácticas consistentes en asimilar o cristianizar las esculturas consideradas representaciones paganas "En el transcurso del tiempo algunas esculturas de verracos fueron cristianizadas -ya que se las consideraba como ídolos paganos- con la erección de una cruz sobre el dorso -como los verracos de El Bercial en Toledo y Mingorría- o mediante su traslado junto a una iglesia -como Lumbrales en Salamanca, Villatoro en Ávila y Torralba de Oropesa en Toledo-". La escultura de El Oso tiene estas dos características, la oquedad donde se encajaría una cruz, oquedad restaurada en la actualidad, y el haber sido trasladada cerca de la iglesia puesto que, añade, "procede del solar del pueblo". No obstante, al respecto, Manglano Varcárcel aporta el análisis litológico, según éste la pieza tiene elementos cuyas trazas principales "coinciden con el patrón Mingorría".

Parte trasera del verraco con la reparación de la oquedad para incrustar una cruz

Interesante es la aportación que hace Manglano sobre la relación que aún existe entre los verracos y los habitantes de las población donde se encuentran, en particular, sobre el que nos ocupa, en "la localidad abulense de El Oso, donde tradicionalmente era típico que los jóvenes del pueblo, que pensasen establecer relaciones, cruzaran el verraco situado frente a la iglesia pasando por el vano existente entre el tronco y la peana", al parecer si lo conseguían significaba que su relación sería fructífera de cara a futuras nupcias. También nos recuerda que el toponímico deriva del parecido de la escultura con la figura de un oso, y añade que "cuenta la tradición que un oso, que había bajado de los montes astures, sembró el pánico en la comarca hasta que fue abatido por uno de los habitantes del pueblo".

En la parte trasera se aprecia el agujero donde debía encajarse el rabo

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

Imagen del verraco hacia el año 2000

Imagen del verraco hacia el año 2000

Iglesia de San Pedro Apóstol de El Oso a la izquierda se ubica el verraco



martes, 29 de julio de 2025

Las Henrenes


Después de la visita a Mirueña de los Infanzones donde estuvimos viendo los dos verracos celtibéricos, retornamos por la AV-P-630 hasta el cruce con la AV-110 donde tomamos dirección a Muñico y Cillán; poco antes de llegar a esta última encontramos el cartel que nos indica la entrada al yacimiento arqueológico de Las Henrenes hasta donde nos guía un camino agrícola en el que descansaba un rebaño de ovejas al cuidado de dos mastines que no dejaron de acosarnos a nuestro paso. A la izquierda del camino encontramos un sarcófago infantil bien señalizado, y a escasos metros, a nuestra derecha encontramos un camino y un cartel que nos informa sobre el yacimiento ubicado en un encinar de formidables ejemplares centenarios.

Yacimiento de Las Henrenes. Sarcófago infantil. Cronología no determinada
Procedente de la iglesia de San Cristóbal del yacimiento de Las Henrenes

En el yacimiento encontramos una cartela informativa que hace balance de los trabajos datando el yacimiento entre los siglos IX-X d C. Podemos leer en la cartela:

El conjunto arqueológico ocupa un área de unas 7 hectáreas dividido en dos sectores:

Sector ocupado por el despoblado que se extiende al norte de la cañada. Corresponde al lugar donde se han venido realizando intervenciones arqueológicas de mayor consideración, con la excavación de tres casas y la delimitación del conjunto con un cercado.
Es el foco en el que nos encontramos y se aprecian hasta 11 restos estructurales, con sus correspondientes derrumbes que dibujan túmulos circulares u ovalados en el terreno con un cráter. Los espacios habitacionales son estructuras cuadrangulares, rectangulares y circulares, de diversos tamaños, con compartimentaciones internas.

El sector que queda al sur de la cañada, ocupando la zona más elevada de la loma, en el que se levanta el centro de culto (iglesia) y la necrópolis asociada al mismo.
Se define, principalmente, por un montículo artificial originado por la acumulación de derrumbes. Las grandes dimensiones de los sillares dispersos hacen pensar en que se utilizarían en un edificio de dimensiones notables. Por otra parte, hacia el suroeste, se localiza una gran estructura habitacional de planta rectangular y alguna compartimentación interior".

Estructura de una casa junto a la entrada del yacimiento

Más pormenorizado encontramos otra cartela que, aunque muy desgastada y de difícil lectura, detalla al visitante la estructuras habitacionales, en concreto dos casas, la Casa 4 y la Casa 5, en la parte más elevada del yacimiento y que son fáciles de identificar:

"Estas dos casas se sitúan en el centro del poblado, en su punto más alto, y aunque las casas presentan una aparente dispersión también puede apreciarse un cierto trazado urbano, siendo en la calle el lugar donde nos encontramos.

Hay que imaginar estas viviendas construidas con muros de mampostería de piedra y, a modo de cubierta, un entramado vegetal. Se aprecian compartimentaciones internas y cada habitáculo contaría con una función. Por ejemplo, en una estancia de la Casa 4, se ubicó un almacén de enseres ya que allí se localizaron útiles de uso agrícola. En otra habitación de esta misma vivienda se halló (permanece tapado) un mosaico de fragmentos de tejas hincadas asentado en el sustrato sobre el cual se dispondría un bien preciado.

Estructura de una de las casas

De la Casa 5 destaca la estructura circular adosada que se ha identificado como una tenada familiar (similar a una palloza) de uso agropecuario, un tipo de construcción aún vigente en la comarca. En el interior de la vivienda se reconoció un hogar o lugar en el que se realizarían combustiones.

En conjunto se puede decir que las casas de este poblado fueron teniendo una evolución durante su uso continuado consistente en la adicción de estancias o a la apertura y cierre de puertas y ventanas. Pero cuando se abandonan, no se hace de forma precipitada sino paulatina aunque se abandonan útiles porque quizá ya eran inservibles".

Estructura circular de la Casa 5

Hasta este punto fuimos en nuestra visita. No llegamos a la parte baja de la Cañada debido a un pequeño percance que nos hizo volver a nuestro punto de partida en Cillán a la espera de retomar nuestro viaje. Aunque existe información del despoblado sólo hemos utilizado para esta entrada las cartelas informativas del propio yacimiento.

sábado, 12 de julio de 2025

Verracos de Mirueña de los Infanzones

Verraco en la posición superior

Tarde calurosa del mes de julio. Partimos desde Cillán por la carretera AV-110 dirección Muñico dejando a la izquierda el yacimiento de Las Herrenes al que teníamos intención de visitar a nuestra vuelta. Pasado Muñico, en el km. 33 encontramos el cruce de la carretera que nos lleva a nuestro destino: Mirueña de los Infanzones donde teníamos previsto ver un verraco empotrado en la pared de una casa junto a la carretera que continúa su trazado hasta San García de Ingelmos.

Verraco inferior, de menor tamaño y sin vano perforado de la peana

Había visto imágenes de uno de los verracos pero, en realidad, había dos ejemplares, los de pequeño tamaño, uno sobre el otro ejemplar. López Monteagudo cataloga un único ejemplar con el nº 59, aunque sugería la posibilidad de que fuesen dos, no pudo fotografiarlo. Comenta que tampoco era posible identificar el ejemplar, si era toro o cerdo, no obstante detalla que es de "Granito. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia. Se encuentra empotrado en una casa de la calle Dr. González Marcos." Añade que no era visible (1989) "por haber sido cubierto por una capa de cemento. Se encuentra empotrado haciendo esquina, tal vez junto a otro ejemplar, en la casa nº 30 de la calle Dr. González Marco de Mirueña de los Infanzones". Ninguna información más nos ofrece Álvarez Sanchís que hace referencia a lo publicado por López Monteagudo.

Disposición de los verracos

Como podemos observar ambos ejemplares son toros, tallados de granito, de pequeño tamaño y esculpidos con la peana en la misma pieza, aunque en la pieza inferior está sin perforar el vano que separa el vientre de la peana. Nuestras propias medidas son las siguientes: el verraco superior tiene una longitud de 115 cm.; una altura de 60 cm. en la parte trasera y central, y 73 cm. de peana. Para el verraco inferior, algo más pequeño, tiene una longitud de 102 cm. 57 cm. la altura de la parte trasera y 60 cm. la central, y 70 cm. la peana.

Manglano aporta más información y una imagen de los verracos además de un precisa información de la composición de la roca es la que están tallados los verracos que "coincide con el patrón de Cardeñosa (Ávila)". En Mirueña de los Infanzones, añade, "se conocen dos ejemplares empotrados en una casa que fue antiguo hospital", hace hincapié en la buena conservación de ambas piezas "a pesar de los roces que presenta la que está en el plano inferior, como consecuencia del tráfico rodado". Además comenta que recientemente han aparecido dos nuevas piezas, una, que se encuentra en el interior de una nave particular, ha servido de poyo o asiento, y la segunda, aún inédita (2018), en el interior de una casa particular que "tiene la peculiaridad, de que siendo de proporciones muy reducidas, pueden apreciase en ellas rasgos anatómicos muy detallados".

Para estas entrad he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio Ramón, Los verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

domingo, 29 de junio de 2025

Torre de telegrafía óptica de Codorniz


Habíamos llegado a Codorniz después de nuestra visita a la iglesia de Montuenga. Desde allí tomamos la CL-605 que nos dejaría, a tan solo 3,5 km al noreste, en nuestro próximo destino. Durante el trayecto, a la derecha, se eleva la torre de telégrafo óptico equidistante entre ambas poblaciones. Primero íbamos a visitar la iglesia parroquial que posee una potente torre campanario con restos mudéjares y, desde allí continuar a menos de un kilómetro en línea recta, hasta la torre de telegrafía óptica.

Esta visita la habíamos planificado con la breve información que nos proporcionaba la ficha de la Asociación Española de Amigos de los Castillos (AEAC) como base de nuestra investigación: "Torre de telegrafía óptica de la Línea de Castilla, edificada como un fortín por la inseguridad política y social de la época. Fue la primera línea en entrar en servicio en 1844. Diez años después ya no funcionaba y se usaba la eléctrica".

Cara sur donde estaba situada la puerta de acceso en el primer piso
 mediante una escalera de mano que se retiraba desde el interior

LA TORRE

La torre de Codorniz era la número  12 de la Línea de Castilla, línea de telegrafía óptica que unía Madrid con Irún. Esta línea se iniciaba en la torre situada en el cuartel de Guardias de Corps de Madrid, actual cuartel de Conde Duque, la anterior, la número 11, situada en Martín Muñoz dista 8,60 k. al sur, y la posterior, la número 13 en Tolocirio, 10,60 km. al norte. Mediante una circular de 1844 se establecieron las normas generales a las que debían de atenerse los ingenieros para proponer los lugares de emplazamiento de las torres. La distancia entre torres debía ser de al menos dos leguas y tres leguas como máximo -la legua castellana equivale a 4.190 m-; si era posible debían estar en carreteras ya existentes; se debían situar en poblaciones evitando parajes deshabitados, que "en cualquier caso debían preferirse edificios propiedad del Estado, torres de iglesias o ermitas, castillos y casas fuertes antiguas", y "debían mantener una alineación procurando que el radio visual de la línea fuera perpendicular al frente de cada torre". En la práctica se descartó la ubicación en las torres de las iglesias porque el sonido de las campanas desajustaba los aparatos ópticos.


En el caso de la torre de Codorniz se cumplen estos requisitos, y aunque se encuentra algo alejada de la población, la torre se asienta en un cerro al suroeste del caserío a una altitud de 914 metros, compartiendo ubicación con unas bodegas vecinales. Atendiendo a las características técnicas que nos ofrece la AEAC, la torre "tiene forma cuadrada, consta de tres alturas, planta baja, dos pisos y terraza donde estaba la maquinaria. En la planta baja se abrían tres aspilleras para fusilería en cada una de sus caras. La puerta de acceso estaba en alto", lo que la convertía en una fortaleza.

Cara norte con dos vanos se aprecia en enfoscado y el ladrillo de la cornisa

Según comenta Olivé el valor patrimonial de estas torres, sobre todo aquellas "que se establecían fuera de los pueblos y que hoy constituyen la única reliquia de aquella empresa y en cierto modo, eran verdaderos fuertes. Tenían la puerta de entrada situada a unos dos metros del suelo, de manera que el acceso se hiciera por medio de una escalera que se echaba desde dentro. Tenían, además, aspilleras para facilitar una posible defensa", tal como muestra en un plano firmado por el ingeniero Mathé en noviembre de 1848.

Base de la cara norte con zócalo de sillares de piedra caliza, la zona alamborada
con tres aspilleras de fusilería e imposta sobre la que se alza el cuerpo recto.

Montoya Beleña hace la siguiente descripción de las torres, un "modelo que se repite una y otra vez. Estas torres son de planta cuadrada, de 6,25 metros de lado y unos 10 metros de altura, y como elementos más destacados en su desarrollo se pueden citar un zócalo recto sobre el que se asientan, de 1.30 metros de altura; sobre este zócalo, se inicia un cuerpo alamborado de unos dos metros de altura, separado del tramo recto siguiente por una amplia franja de imposta que le proporciona cierta plasticidad. Sobre este ataludamiento se levanta el cuerpo recto de la torre, que se remata por una cornisa pétrea en saledizo, coronada por un antepecho que protegía la terraza donde se ubicaba el sistema óptico de comunicación, desapareciendo en todas ellas. Sus muros tienen un potente espesor de 0,80 metros". 

Parte superior en la que se aprecia desprendido el revoco el uso del ladrillo

El grosor de los muros ha permitido que las torres perdurarán en el tiempo durante 150 años, éstos, como detalla Montoya "se construyen con mampuestos de mediano tamaño trabados con mortero de cal y arena, recurriendo al empleo de sillar y sillarejo en el zócalo o en el refuerzo de las cadenas esquinas, aristas restantes de la torre y recercado de vanos. Estaban enlucidas al exterior e interior mediante enfoscado y enjalbegado o encalado de blanco" estética que otorgaba a la torre un aspecto inconfundible a la vez que la proporción de sus medidas la dotaban del porte armonioso y elegante que regía en todas las torres del telégrafo civil, toda vez que las reaprovechadas y las militares, "se pueden hallar con plantas circulares". Como dato anecdótico, se aprecia en las torres de Codorniz y en la de Martín-Muñoz, un empedrado a modo de acera en el exterior. Las torres pudieron tener aljibe que recogía el agua de lluvia y zona de almacenamiento en el hueco del zócalo.

Camino de acceso a la torre y entradas a las bodegas vecinales


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

El telégrafo óptico nace con clara vocación militar y de servicio al poder establecido, por esta circunstancia su estructura y personal de servicio serán militares recién licenciados de la Primera Guerra Carlista, a los que se proveerá de un Reglamento. La época, convulsa política y socialmente, precisaba una red segura y de información rápida y fiable que demandaban las guerras carlistas y un medio de uso exclusivo del gobierno. La Primera Guerra Carlista había terminado en 1840 y aún se mantenían, sobre todo en el norte del país, las tensiones propias de la contienda. En 1844 el director general de Caminos, Puertos y Faros, el ingeniero militar Manuel Valera, encarga al coronel del Estado Mayor, José María Mathé la construcción de las líneas de telégrafo óptico que "eran pequeñas fortalezas sobre las que se soportaría una robusta red que transmitiría "a toda costa" lo que hubiere de transmitir" (Carrillo).

Grafitis evocando a los quintos en el revoco de la torre junto a las aspilleras

Aunque las torres seguían un modelo común, debieron adaptarse a la singularidad del terreno y de uso. Las torres de la Línea de Cataluña (Madrid-Valencia-Barcelona-La Junquera) carecían de vanos es las caras Norte y Sur y mantenían abiertos los de las caras Este y Oeste que coincidían con el sentido de la transmisión de la línea. En 1846 tras estallar la llamada Segunda Guerra Carlista también conocida como de los Matiners o campaña Montemolinista, que se circunscribió casi en exclusiva a la zona de Cataluña, el conflicto debió afectar a la defensa de las torres en la región puesto que se debieron proteger, en algunos casos, con fosos.

A mediados de 1855, como habíamos comentado al principio, dejó de presentar servicio la línea óptica Madrid-Irún sustituyendo el servicio por la telegrafía eléctrica, permaneciendo uso del sistema de transmisión óptica, aunque con variaciones, sobre todo al servicio de la Marina.

Panorámica de la zona sur desde la torre. Al seleccionar la ubicación de las
torres se debían evitar zonas de niebla que dificultaran la visión entre torres

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Asociación Española de Amigos de los Castillos, Codorniz, Torre del telégrafo, en castillosdeespaña.es
Carrillo de Albornoz y Carreño, Juan, Manuel Valera y Limia, ficha de la Real Academia de la Historia en Historia-Hispánica.rah.es/biografías.
Montoya Beleña, Santiago, Las torres del telégrafo óptico en la Comunidad Valenciana: una realidad olvidada en el patrimonio de las Obras Públicas, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Valencia 2005
Olivé Roig, Sebastián, Historia de la telegrafía óptica en España, Ministerio de Transporte, Turismo y Comunicaciones, Madrid 1990

Torre número 10 de Labajos (Maello, Ávila) Tras el abandono de la Telegrafía
Óptica, la torre fue reutilizada como palomar y se volvió a abandonar. Toda la
torre y su zócalo es de ladrillo, tiene tres plantas y los vanos superiores están
 cegados. La apertura de una puerta a ras de suelo ha facilitado su deterioro y
 vandalización.


Torre número 11 de Martín-Muñoz (Adanero, Ávila). Restaurada en 2002
presenta el aspecto original que debía tener en 1846


Torre número 13 de Tolocirio (Segovia). A diferencia de las anteriores solo
tiene planta baja y primer piso. El zócalo es de buenos sillares de granito.