jueves, 29 de febrero de 2024

La ermita de Santa María de la Antigua de Carabanchel


Llegué a Carabanchel Bajo (Madrid) siguiendo la pequeña guía del mudéjar madrileño (2008) de J. Jiménez, para ver la ermita de Santa María de la Antigua, aunque ampliaremos nuestro relato con la información que nos proporciona el estudio de arquitectura que llevó a cabo la restauración en 2016. El trayecto hasta el templo es sencillo, la estación de metro nos deja muy cerca, junto al cementerio viejo de Carabanchel. La mañana era agradable y solo hay que recorrer un corto paseo hasta la iglesia, atravesando un parque mal acondicionado y un entorno muy descuidado. El templo, como indica Jiménez, es una verdadera joya del mudéjar, ha conservado toda su estructura original, aunque ha sufrido algunas reformas desde su construcción, mantiene el ábside, las naves, la techumbre, la portada y una espectacular espadaña, y en él se conjugan el valor artístico e histórico de la iglesia mudéjar más antigua de Madrid y el hecho de estar vinculado al San Isidro Labrador, el patrón de la ciudad.

La iglesia: ábside y fachada este

Lo primero que ve el visitante es el ábside, construido en mampostería encintada, como todo el edificio; está coronado con canecillos de ladrillo, y presenta en su lado curvo un arco apuntado de herradura en el que se abre una ventana alargada tipo tragaluz. En el lado recto del mediodía se adosó la sacristía que no nos permite ver el ábside completo ocupando también parte del muro meridional.

Arco apuntado de herradura del ábside

Al mediodía se abre una elegante portada construida en ladrillo, está enmarcada con doble alfiz, tiene arquerías ligeramente apuntadas, compuesto de tres arcos siendo el central lobulado, y sobre estos vemos una decoración de esquinillas, decoración que se extiende a todo el alero. A su derecha, como hemos comentado, se ha adosado la sacristía que también invade parte del tramo recto el ábside, y se ha construido un contrafuerte. 

Portada de la iglesia

No pudimos acceder a su interior, no obstante nos vamos a guiar según detalla Jiménez, "consta de tres naves, siendo la central el doble de ancha que las laterales, separadas por dos pilastras tipo toledano. Se cubre por un techumbre de par y nudillo y presenta un pequeño coro con canecillos. El arco triunfal es de herradura apuntado con arquillos semicirculares al exterior de éste". El ábside tiene bóveda de cañón en su lado recto y cubre el lado curvo con bóveda de horno.

Lado recto  norte del ábside y detalle de los canecillo

En origen el templo tenía una sola nave pero sufrió un derrumbe de la cubierta, de fecha indeterminada que, según proyecto de Pedro Gómez Picazo de 1997, afectó al muro norte y, a su vez, provocó el desplome del muro sur que ya poseía el contrafuerte, aunque este no está trabado con el muro. El templo se reparó reconstruyendo el muro norte; se levantaron los pilares para soportar la nueva cubierta que hoy dividen el interior de la nave. El muro sur y el contrafuerte se repararon, y en el siglo XVIII se adosó la sacristía que invade parte del muro y parte del ábside, y se construyó una escalera para acceder al campanario.

La iglesia vista del campanario desde la fachada oeste

La torre del campanario, la espectacular espadaña, se eleva unos 20 metros sobre el suelo. Tiene la base maciza y está construida con cajones de mampostería y ladrillo, y reforzadas las esquinas con ladrillo. Hacia metro y medio de altura sobre el alero se aprecia una reparación de la fábrica lo que puede indicar que existen dos etapas constructivas, en la original debió demolerse la parte alta para ampliar la torre y duplicar su tamaño, y abrir en la parte superior seis vanos donde se alojan las campanas.

Base de la torre, la portada, el contrafuerte y la sacristía

En la torre hay una placa que nos recuerda que en ese lugar "estuvo la iglesia de Santa María Magdalena a la que venía a rezar San Isidro cuando trabajaba en estos campos y en ellos tuvo lugar el milagro del lobo". Según cuenta la tradición San Isidro entró en la iglesia para orar y había dejado su burro atado en la puerta del templo. Unos niños, interrumpiendo la oración, entraron para avisarle que había un lobo merodeando y que el burro corría peligro. San Isidro les respondió que no tuviesen cuidado por la acémila y continuó rezando. Al salir del templo encontraron al lobo muerto tumbado junto a al burro que permanecía pastando.

Fachada meridional

Por último recalcar que, siendo un edificio histórico y la simbología que representa para los madrileños, cuesta entender el lamentable estado en que se encuentran sus alrededores, sin urbanizar, convertido el solar que hay frente a ella en un aparcamiento a la sombra del ábside.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Jiménez Esteban, Jorge, El mudéjar madrileño, Ediciones La Librería, Madrid, 2008
Santos Torres, José, La ermita de Santa María la Antigua en Carabanchel (Madrid), In ArQadia, blog de JST Arquitectura, Valladolid, 2016

Detalle de la cruz en el lado oeste de la torre del según cajón de mampostería
Vista del campanario desde el interior del cementerio

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