Llegamos a Ampudia como parada en nuestra visita a la ciudad de Palencia. La población cuenta en su patrimonio con la magnífica Colegiata de San Miguel del siglo XIII, y un espectacular castillo también del siglo XIII. La visita a este último no fue completa, tan solo pudimos ver de su interior el patio de armas, lo único que estaba permitido fotografiar, y unas dependencias en dicho patio donde se pueden ver diversas colecciones de armas, piezas de arqueología, farmacia y etnografía, y unas interesantes silos subterráneos que algunos viajeros confundieron con aljibes; no obstante no pudimos acceder a las torres.
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS
En la relación que hace Eugenio Fontaneda de las tenencias de Ampudia, cita primero al rey Alfonso VIII de Castilla que en 1188 incluyó la villa en la dote de su hija doña Berenguela. A principios del siglo XIII, el hijo de ésta, el rey Fernando III la cede en dote a su mujer doña Beatriz de Suabia. Siguiendo la secuencia, ahora con Cobos Guerra, la villa ya se encontraba fortificada a finales del siglo XIII, cuando se refugió en ella Juan Núñez de Lara. Éste se había rebelado contra la reina doña María de Molina en el conflicto por la sucesión de Fernando IV, apoyando a Alfonso de la Cerda en sus aspiraciones a la corona castellana. Tras poner la reina cerco a la villa, el de Lara huye y dos años después la entrega a la Corona a cambio de su libertad. En 1354, -según Fontaneda en 1352- pertenecía a Juan Alfonso de Alburquerque, que lo había recibido en herencia de su mujer María de Meneses; éste había sido privado del rey Pedro I y había caído en desgracia, circunstancia que precipitó rendir la villa ante la llegada del rey que regresaba del frustrado cerco al castillo de Montealegre. Aquí cabe señalar el relato de la época que hace Cooper del reinado y regencia de María de Molina, proponiendo además que la posición de Ampudia en los Montes Torozos hacia invisible la fortaleza desde el castillo de Montealegre a no ser desde la desaparecida última planta de este ultimo desde donde sí podría haber contacto visual entre ambas fortalezas..
El castillo visto desde la población |
A principios del siglo XV pertenece a Sancho Rojas, obispo de Palencia, que lo donará a su sobrino Pedro García de Herrera. En 1419 éste consigue del rey Juan II un privilegio para instituir mayorazgo con la villa. Este García de Herrera se casó con María Ayala; y les sucede su hijo García López de Ayala en 1457, que casó con María Sarmiento. Cobos nos detalla que estos últimos hicieron obras en el castillo y que la existencia de escudos heráldicos de los mencionados Ayala, Herrera y Rojas en la fortaleza, "podían pertenecer a cualquiera de los propietarios del siglo XV". Según Cooper, a colación de los escudos heráldicos, indica que son de la primera mitad del siglo XV, por tanto "demasiado temprano para la construcción del castillo" y que fueron los pleitos entre sus descendientes sobre la herencia de la que formaba parte Ampudia lo que mantuvo vivo el interés por estos apellidos. Nos recuerda que María Sarmiento, viuda desde 1488, junto a su marido habían realizado obras y mejoras en los castillos de "Enpudia e Orduña e Salvatierra e Salinillas e Quijana en que dis que se gastaran e gastaron fasta en quantia de cinco quentos de maravedis".
Esquina noreste del castillo. A la derecha zona derrumbada |
Tras la muerte de éstos, en 1485, el castillo pasa a su hijo Pedro de Ayala, conde de Salvatierra (Álava). Éste durante la guerra de las Comunidades toma partido por los comuneros, debido en parte, según Cobos, por su enemistad con Íñigo Fernández de Velasco, duque de Frías y virrey de Castilla por Carlos I. El castillo es conquistado por los realistas y aunque es recuperado por los comuneros, tras la derrota definitiva de éstos el castillo y todos los bienes del conde de Salvatierra son confiscados en 1522. Tras la confiscación el rey asegura a los habitantes de la villa su intención de que ésta permanezca en poder de la Corona a perpetuidad; no obstante, tan solo tres años después, en 1525, vende la fortaleza y la villa "al hijo de Pedro de Ayala por veinte mil ducados"; éste había pleiteado con tesón por la devolución de los bienes familiares; sin embargo, al ser este Ayala menor de edad, la tutoría de sus bienes recae precisamente en Íñigo Fernández de Velasco que reformará la fortaleza que a la sazón servirá para alojar prisioneros a los Delfines de Francia, y residirá en ella hasta la muerte de su mujer la duquesa en 1527.
Una vez agotada la línea primogénita de los Ayala, en 1597 la fortaleza pasa a manos de Francisco de Sandoval y Rojas, futuro duque de Lerma y valido del rey Felipe III. Según Cobos la principal reforma que hizo el de Lerma en el castillo fue "la colocación de su escudo, partido de sus armas con las de su mujer, Catalina de la Cerda, en contra del uso heráldico habitual". Cooper erróneamente atribuye el escudo a Cristóbal de Sandoval y Rojas y de la Cerda, primer duque de Uceda, e hijo del duque de Lerma. Según Cobos la pieza principal del castillo en época del duque de Lerma, fue su armería, que la incorpora en testamento de 1624 al mayorazgo de Lerma. La armería debió ser importante toda vez que en 1798, "cuando la visita el ilustrado don Rafael de Floranes y Encinas, por orden del duque de Berwick, a quien pertenecía el castillo, aún era excepcional" pese a que faltaban piezas que se habían enviado a Zamora con motivo de las guerras con Portugal en 1762.
Piezas de artillería en las inmediaciones del castillo |
Hay que añadir, según el cuaderno de Turismo, que entre las casas que poseyeron el castillo se encuentra la Casa Ducal de Alba, y contó con huéspedes destacados, además de los mencionados Delfines de Francia y doña María de Molina, quien puso cerco a la villa a finales del siglo XIII. La estancia de Fernando el Católico fue menos agitada, el rey hizo estancia en Ampudia en tránsito a Valladolid el 14 de diciembre de 1515; poco tiempo después, agotadas sus fuerzas, el rey católico fallecerá en enero de 1516 según narra Fontaneda Pérez. Poco más de un año después recibe la visita de Carlos I, nieto del rey católico. Según Ortega Aragón, el joven rey y futuro emperador pernoctó en el castillo, invitado por el conde de Salvatierra, una noche de noviembre de 1517 camino de Tordesillas donde esperaba reunirse con su madre la reina Juana, al parecer fueron tantos los ruidos de animales y alimañas que le llegaban del exterior que Carlos no pudo pegar ojo, iniciándose así, con mal pie, la relación entre ambos que culminaría con el de Salvatierra apoyando el bando comunero, derrotado y expropiadas su propiedades como mencionamos antes. El huésped más asiduo fue Felipe III. Añade el cuaderno de Turismo que la amistad del duque de Lerma con el rey Felipe III propició que Ampudia acogiese al monarca en varias ocasiones, a la vez que, como sede de la Corte, se trataran asuntos de importancia para el Reino, incluyendo el definitivo traslado de la capital de Valladolid a Madrid en 1606. A partir de entonces la fortaleza atraviesa un largo periodo de abandono hasta ser adquirido en 1960 por don Eugenio Fontaneda Pérez, quien la restaura por completo.
EL CASTILLO
Siguiendo a Cobos, del siglo XIII se conservan los cubos circulares de la muralla a la que posiblemente se adosó un primer castillo de planta rectangular con las dos torres cuadradas que dan hacia la villa. Añade que a continuación se eliminó la muralla que cerraba un lado del castillo y se sustituyó por la torre del homenaje actual a la vez que un muro de gran grosor y altura que, "con parapetos a ambos lados, protege el edificio de una colina cercana desde donde le podían batir fácilmente". Nos detalla parte del edificio que no vimos, "junto a la torre se dispuso un estrecho patillo de entrada con dos puertas, protegido por troneras y cuyo acceso exterior se eliminó en una reforma más tardía", en este acceso se construyó la escalera por la que se ingresa en la torre del homenaje sustituyendo la pasarela original volada sobre dicho patillo. La cuarta esquina del castillo, una posible torre en el lado contrario a la del homenaje, quizá porque no llegó a terminarse o porque se hundió "nos impide conocer el funcionamiento exacto del adarve que existe sobre el grueso y alto muro que las unía" al que sólo es accesible desde la torre del homenaje.
Torre del homenaje y hueco donde debía estar la cuarta torre |
El parapeto, con sus garitas, -continúa Cobos- da unidad al conjunto de las estructuras (salvo el homenaje) y, por su similitud con el de Portillo, permite fecharlo en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XV. La similitud con Portillo también lo comenta Cooper "que se construye mediado el siglo XV (ca. 1446) tras reformarse el lienzo donde se encuentra la puerta de acceso añadiéndose dicha garita al adarve". Respecto a la garita señala su singularidad porque "tiene matacanes con dinteles llanos entre canecillos", que contrasta con el adarve liso. También coinciden en ambas fortalezas la posición de la torre del homenaje, "en una esquina del recinto", así como que el acceso a la entrada se haga en altura al nivel del primer piso, "por medio de una escalera de caracol practicada en un adosado", aunque Cooper atribuye la ausencia de la cuarta torre a su derribo por el impacto de un rayo.
Muro que unía la torre del homenaje y la cuarta torre desaparecida. Tanto el muro como la garita presentan hilera de matacanes |
El patio conserva las arquerías que pueden fecharse bien de finales del siglo XV o principios del XVI, comenta Cobos, aunque no es posible saber si son originales del edificio. En su parte exterior "se rodeó el castillo con una barrera que cubre los tres frentes que quedaron al interior de la muralla de la villa y que por su aparejo parece obra distinta a la del cuerpo principal ", ésta se debió construir en la segunda mitad del siglo XV. Concluye con el análisis del puente de entrada, construido en piedra y con dos arcos previos al tramo levadizo, construido en 1538 por orden de conde de Salvatierra.
Arquerías del patio de armas |
EPIGRAFÍA
Tanto Cobos como Cooper hacen mención a los escudos que aparecen en el castillo, en las yeserías góticas conservadas, que pertenecen a los Herrera, Rojas y Ayala como comentamos antes y que según Cobos podrían pertenecer a cualquiera de los propietarios del siglo XV, y hace hincapié en la inexistencia de otros escudos medievales en el edificio. Esto puede deberse posiblemente, por una parte, "a la costumbre del duque de Lerma de sustituir las armas originales por las suyas en todos los edificios en los que tuvo intereses" y, por otra parte, a las instrucciones que el mencionado Floranes dio a finales del siglo XVIII de "picar cualquier escudo que no fuese Herrera, Rojas o Ayala".
Escudo de armas de la familia Herrera en el patio del casillo |
Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:
Cobos Guerra, F. y De Castro Fernández, J.J., Castilla y León. Castillos y fortalezas, Edilesa, 1998
Cooper, Edward, Castillos Señoriales de la Corona de Castilla y León, Junta de Castilla y León, 1991.
Cooper, Edward, La fortificación de España en los siglos XIII y XIV, Ministerio de Defensa y Marcial Pons Historia, 2014
Domínguez Casas, Rafael, El escudo del I Duque de Lerma en el MUVa, Universidad de Valladolid, 2009
Fontaneda Pérez, Eugenio, Discurso de recepción de académico. "Salvar un castillo".
Ortega Aragón, Gonzalo, Palencia insólita, Palencia 1997.
Rodríguez-Ponga y Salamanca, Pedro, Pedro de Ayala y Sarmiento, ficha de la Real Academia de la Historia, en dbe.rah.es
Garita del lienzo norte similar a las que protegen la entrada y al igual que la del castillo de Portillo, el muro carece de canecillo. |
Cubo semicircular macizo de la cerca de la villa |
Vista de la villa y torre de la Colegiata de San Miguel desde el castillo |
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