lunes, 12 de mayo de 2014
Dos cartas de 1939
Estas son dos cartas que se cruzaron dos amigos. No recuerdo cuándo las encontré, ni dónde, y sólo conservo las copias. Están numeradas, la 554 y la 555, como si fuesen números de registro, por lo que podrían ser de algún archivo personal o de alguna institución. No voy a entrar a valorar el contenido porque son lo suficientemente elocuentes. Tan solo apuntar, con respecto a las fechas, que el 1 de abril de 1939 el general Franco firmaba el último parte de guerra dándola por finalizada. Las transcribo tal cual están escritas con sus acentos y sus posibles erratas.
La primera carta está escrita a máquina.
Paris, 7 de abril de 1939. 554
Querido Alfredo:
Al dar cuenta aquí en París hace unos días, a Navarro y a Alvira, de mi proposito de entregarme al Gobierno nacionalista en cuanto terminase la guerra, me rogaron que no lo hiciera mas que por conducto tuyo. Así se lo prometí y hoy, en que ya se da por terminada esta desastrosa lucha entre españoles, te escribo considerando que, si aun me queda algún lazo de union con lo que fué mi Patria, tu debes seguir siendo el conducto regular para mis comunicaciones, lo mismo ahora que antes de la guerra que nos ha separado.
No sé cual es mi verdadera situación con relación a España. A una monarquía española me consideraría ligado por mi juramento a la bandera de hace 42 años, a la república española también debo fidelidad por mi promesa de hace 8 años, pero al Estado español actual no es ni lo uno ni lo otro, no me liga a él promesa ni juramento alguno, pero creo que sigo siendo subdito español, y por lo que he sabido de algunos compareños mios (Gudin q.e.d. por ejemplo) supongo tambien que el nuevo Estado español me considera como acreedor a una cierta sancion con arreglo a sus leyes.
Mi interés primordial y el objeto de esta carta es el de liquidar esta cuenta cuanto antes.
He regresado de América sin esperar autorizacion del Gobierno y por la via mas rapida porque queria que el final de la guerra me cogiera en mi puesto de España, no he llegado a tiempo para ello y he seguido en Paris cumpliendo ordenes de la Embajada, pero hoy el Gobierno, la Embajada y la Republica entera han desaparecido, no tengo a nadie que pueda mandarme y, sin obligación ninguna y solo por mi exclusiva voluntad como español me entrego a las autoridades españolas e iré a ponerme en sus manos en donde y en cuanto me lo digan. He cumplido mi palabra de servir lealmente a la Republica y estoy dispuesto a sufrir las consecuencias de mi lealtad a lo prometido, hasta el fin. No estoy escondido ni refugiado, ni lo estaré nunca: mi dirección es 15, rue Béranger, Paris (3).
Me consta por casos dolorosos que conozco, que el Estado nacionalista tiene establecidas leyes muy duras para los que han seguido mi conducta, y sé tambien que no ha de caer en la monstruosidad de hacer excepciones de favor para su aplicación, por esto estoy seguro de que cumpliras con tu deber, aunque te sea penoso como tantos otros que hemos cumplido, y haras que se apliquen vuestras leyes a mi caso como se han aplicado a los demas. Si no lo estuviera te lo pediria en nombre de la antigua e inquebrantable amistad que siempre no ha unido y que siempre te profesa
La segunda carta está escrita a mano
Madrid, 25 de Abril 555
Querido Emilio:
Te ruego que me hagas caso en cuanto te diré por Irene que marcha para esa dentro de breves dias. Lo que yo te indicaré es ante todo y sobre todo interes nacional y por tanto debes aceptarlo.
Nadie sospecha de ti como escondido ni refugiado y en este caso y aspecto todo el mundo te hace justicia. Has estado dispuesto a cumplir lo que creistes tu deber -con error notorio inconcebible á juicio mio- y ahora estas dispuesto á pagar lo que sea, por haber perdido.
La expatriación temporal es el duro castigo que la adversidad te depara, sobre la pena inmensa que amarga tu vida.
Un abrazo de tu viejo y entrañable amigo
Alfredo.
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