Salí de
Narros de Saldueña, por tierras de
La Moraña abulense, dirección al castillo de
Castronuevo, en
Rivilla de Barajas. Decidí ir por
Crespos, la ruta que tomé la primera vez que visité esta fortaleza. La parada en
Crespos fue obligada para averiguar cuál era el camino que debía tomar: saliendo del pueblo, antes de llagar al puente, en una pendiente de tierra a la derecha sale a un camino que bordea una zona de pinos y encinar, con un firme en muy mal estado, nos lleva hasta el fortaleza. El primer y principal problema fue que el recinto está totalmente vallado, prohibiéndose el paso por peligro de derrumbe. Mi percepción fue muy similar a la de unos años antes, la de encontrarme ante un edificio bastante deteriorado, rodeado de un secarral de cardos y arbustos. El camino me dejó a unos cincuenta metros de la entrada principal; a mi espalda el campo arado en barbecho y un calor sofocante.
El castillo es propiedad de la
Casa de Alba, aunque no hay vestigios ni escudos que lo atestigüen, tras su adquisición a
Rodrigo de Vivero desde finales del siglo XV. Por su nombre parece indicar que anteriormente hubo un castro o fortaleza anterior en la transición del románico al gótico, que fue restaurada en el siglo XV.
El edificio se compone de dos recintos rectangulares construidos de argamasa de ladrillo, cal y canto. El exterior tiene aspecto militar y es austero, presenta numerosas troneras para el tiro de artillería y tiene un sótano abovedado y foso. En el segundo recinto, el interior, se haya el núcleo central del conjunto con torres en las esquinas, garitas y un camino de ronda. Aloja un distinguido palacio renacentista del siglo XVI, del que sólo se construye una de las tres galerías diseñadas, que incluye varias salas, galerías de arcos y una gran escalera de dos tramos, aunque no pude visitarlo en esta ocasión. Destaca, sobre todo, la ausencia de la torre del homenaje, que según
Cooper, está inacabada o bien fue desmochada.
Cobos y
de Castro señalan a
Gil de Vivero como impulsor de las primeras obras del castillo, consistentes en la edificación de un recinto interior que se remata con cubos angulares y garitas. Éste había heredado el lugar de su padre,el desdichado contador real
Alfonso Pérez del Vivero que vimos en la historia del castillo de
Fuensaldaña, que lo había recibido en donación de
Juan II en 1437. Esta fase inicial debió quedar terminada antes de 1476 cuando ya se tienen las primeras noticias de la fortaleza, y en 1481 ya estaba totalmente concluida. Tras un litigio por cuestiones de herencia con su hermano
Gil,
Rodrigo de Vivero la vendió en 1489 a
Fadrique Álvarez de Toledo,
II Duque de Alba, quien inicia las obras del palacio interior.
De esta época es un suceso en el que estaba involucrado
Gil del Vivero "
dentro de las guerras de banderiza de la época" con caballeros de la cercana villa de
Fontiveros. En 1468 la mujer de
Pedro de Hontiveros, capitán de las tropas de los
Zúñiga, había ofendido a la de
Gil del Vivero. Pasando
Hontiveros con su gente cerca de
Castronuevo y sin hacer caso a los consejos de sus criados para que "
se guardase de las asechanzas y llevase buen galope de caballos" le salió al paso
del Vivero y antes de que los criados de aquél pudieran socorrerle,
"atravesole con su lanza Juan Gutierrez (criado de Vivero)"
Mayores problemas de datación tiene la barrera de artillería externa "
cuya estructura está soportada por cuatro amplios corredores abovedados de ladrillo" que pudieron servir también de caballeriza, y que en la actualidad es un paseo sobrecogedor entre la penumbra. Los expertos sostienen que debió haber una cerca anterior de cal y canto, sustituida tras su hundimiento por la actual muralla defensiva exterior; ésta debió tener torres angulares ya desaparecidas.
Siguiendo el camino hacia la derecha hay, dentro del cercado, una balsa de agua como las que se utilizan para abrevadero de ganado. Siguiendo a la izquierda se llega al puente que cruza la autovía
Ávila-Salamanca desde donde se tiene una buena vista de la fortaleza a ese lado frente a un campo de cereal listo para la cosecha. En esa dirección, a la derecha, a unos 500 metros de la fortaleza están las ruinas de una iglesia mudéjar sin más identificación camino del siguiente puente sobre la autovía que lleva hasta
Rivilla de Barajas. Este es un camino más cómodo y mejor acondicionado que el de
Crespos, donde retomé la autovía dirección
Ávila mientras escuchaba por radio el final de de proclamación de
Felipe VI, ceremonia que se inició como vimos durante la visita al castillo de
Narros de Saldueña.
Para esta entrada he consultado la siguiente bibliografía:
Castilla y León. Castillos y fortalezas,
Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de,
Ed. Edilesa.
Castillos de Castilla y León,
Gutiérrez, J.M., Ed. Edical
Los castillos y fortalezas de Castilla y León,
Martín Jiménez, Carlos M.,
Ed. Ámbito.
Castillos Señoriales de la Corona de Castilla,
Cooper, Edward.
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