Salimos de Mora de Rubielos dirección norte por la A228 hacia nuestra siguiente parada en Alcalá de la Selva. El viaje, aunque corto, se hace por una carretera sinuosa que nos va descubriendo los parajes agrestes de la sierra de Gúdar. El castillo se encontraba en obras de restauración o consolidación, tenía una cerca que nos impedía el paso, lo que fue realmente frustrante; no obstante su historia parece tan interesante como singular que me ha decidido publicar esta entrada.
EL CASTILLO
El castillo se encuentra en el cerro que domina la población junto al borde de un acantilado. Siguiendo nuestra guía de Guitart, el término árabe Al-Qalá nos remite a la raíz de su nombre: el castillo. De origen musulmán debió ser un castillo roquedo que vigilaba una escasa población a sus pies; fue conquistada por Alfonso I el Batallador (1118) y definitivamente por Alfonso II (1174) que lo cede a la abadía francesa de La Gran Selva, de donde toma su nombre la población. Estuvo en poder de los monjes durante dos siglos justos, hasta 1375 cuando éstos lo venden a los Fernández de Heredia, señores de Mora de Rubielos. que reconstruirían el castillo para reconvertirlo en una de sus residencias.
Lienzo noroeste y torre del homenaje |
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS
Como hemos comentado Alfonso I el Batallador lo conquista en 1118 y hace entrega junto a otras posesiones a Lope Johanes de Tarazona, aunque esta posesión debió ser breve, pues la conquista definitiva la hace Alfonso II de Aragón en 1174 que la cede a la abadía de La Gran Selva. A través de los textos de Ayala y Molina nos introduciremos en el entorno geopolítico e histórico en el que se produce esta última cesión. Entre 1171 y 1176 los reinos cristianos viven en permanente amenaza de los almohades que venían a reunificar los taifas surgidos tras la expulsión de los almorávides. Hacia el sur y este de Aragón se encuentra el reino de Ibn Mardonis, el rey Lobo para los cristianos, cuyo ámbito de influencia era Murcia, Valencia y las actuales provincias de Cuenca, Teruel y Almería. Recordemos que Ibn Mardanis, era tributario de los reinos cristianos de Aragón y Castilla lo que le permitía mantener cierta independencia política y militar frente a éstos a la vez que evitaba un enfrentamiento con ellos y entorpecía el avance almohade. En su expansión hacia el sur el rey aragonés Alfonso II había conquistado hasta esas fechas Alfambra en 1169 y fundado Teruel en 1171 cimentando con estas plazas sus posesiones en el alto Turia . Aunque la situación cambió en 1172 con la muere el rey Lobo y, sobre todo, en 1174 cuando sus hijos hacen entrega de sus reinos a los almohades de Abu Yaquib.
Lienzo sueoeste |
LA ORDEN MILITAR DE ALCALÁ DE LA SELVA
El mismo año de la conquista Alfonso II cede el castillo de Alcalá a la abadía francesa de La Gran Selva fundando la orden militar de Alcalá de la Selva; según Ayala "quizá sea una de las menos conocidas de cuantas componen el complejo panorama peninsular". En la situación descrita y la toma de los almohades del reino de Ibn Mardonis, la decisión de Alfonso II de crear la orden puede deberse en parte a un posible plan estratégico y político del monarca aragonés en su expansión de reconquista. A partir de esta propuesta Ayala examina los puntos del "acta de fundación" de la orden que presenta irregularidades y salvedades.
Torre del homenaje desde el este del pueblo |
Como hemos dicho en febrero de 1174 Alfonso II entrega a la abadía burdigalense de Santa María de la Gran Selva y a su prior en Ejea, Raimundo de Tharz, el castillo de Alcalá; como acto fundacional de la Orden de Alcalá de la Selva. Entre los privilegios que acompaña la cesión figura la exención del pago del quinto real cuando los freires o pobladores del castillo acudieran en hueste junto al monarca contra los musulmanes. De esta forma la abadía se beneficiará de la donación y sus monjes, a través del prior de Ejea, serán los responsables, no solo de la defensa del castillo, sino también de la lucha contra los musulmanes: "destruccionem sarracenorum". Entre las donaciones figuraba la exención del quinto, "típicamente militar" que correspondía al rey de todas las conquistas, a condición de que ellos o sus hombres los acompañasen contra los musulmanes; de esta manera Alfonso II convierte a los freires alcalaínos en miembros de las milicias que dependen de forma directa de él: "ad servicium et fidelitatem mean". Esta era, pues, la respuesta de la monarquía cristiana a los combativos almohades a los que la desaparición Ibn Mardanis enfrentaban cara a cara, esto es, multiplicar la fórmula del radicalismo militante que representaban las órdenes militares. Alfonso II va a crear varias órdenes para reforzar con las ya existentes la defensa de sus fronteras. Para desarrollar su estrategia, además de entregar Alcalá a la abadía de La Gran Selva, el mismo año entrega Alfama a la abadía de Santa María de Montegaudio, y Alcañiz a la orden de Calatrava, asegurándose así la defensa de Teruel: por un lado Alcalá se localiza a unos 30 km. al este y Alfama unos 25 al norte de Teruel.
Sin embargo, la fundación de la orden tiene algunas anomalías que Ayala analiza. La abadía de Santa María de la Gran Selva, fue fundada por San Gerardo cerca de Burdeos en el último tercio del siglo XI. Pronto tuvo implantación al otro lado de los Pirineos en el camino de Santiago en el entorno del pantano de Yesa, y al sur de la comarca de Cinco Villas. Para mejor controlar sus intereses en Hispania constituye un priorato en Santiago de Ruesta que, en el momento de la donación de Alcalá se había trasladado a Ejea. En 1144 la abadía de La Gran Selva se integra en el Cister pero con la salvedad de mantener su organización, tanto es así que su abad en 1204 promulga unos estatutos para el priorato de Ejea sin consultar con el capítulo general del Cister, circunstancia que unida a que la abadía constituía un ejemplo de cofradía militar de carácter laico, militarización de lo sagrado -el Cister, añade Ayala, admitía "sin dificultad la función bélica como una legítima proyección de la religiosidad cristiana"- pudo influir en la decisión de Alfonso II en su elección de 1174.
Caballeros castellanos representados en la abadía cisterciense de Santa María de Valbuena (Valladolid) |
El aspecto organizativo presenta a su vez una clara indefinición jerárquica, no aparece la figura del maestre; a finales del siglo XII y principios del XIII se perfila sin embargo la figura de un comendador de Alcalá o casa de Alcalá como máximo responsable de la institución, sucesor del "freire mayor" según un documento de 1184. Al parecer ni Roma, ni el capítulo general del Cister, ni la propia Corona parecían estar interesados en consolidar un status homologable de orden militar a los alcalaínos. Por otro lado el proyecto de Alfonso II no debió cuajar en sus sucesores, a pesar de que los freires participaron en la conquista de Valencia: Pedro II no se había mostrado muy generoso con la orden y Jaime I aunque confirmó los bienes de la orden en 1226 y les entregó el castillo de Almedíjar (a 60 km, al sureste, cerca de Segorbe) no mostró significativa inclinación hacia ellos. Según Ayala el hecho de que los comendadores alcalaínos, como su primer prior, eran de más allá de los Pirineos, podía significar que el rey aragonés no debió imponerlos o no tuvo ningún interés en hacerlo. Todo este cúmulo de imprecisiones, unido a la inacción de la milicia provocada por la crisis económica que a mediados del XIII sufrió el priorato de Ejea, provoca una situación de cierta desconfianza con la Corona. Con esta precariedad se vieron obligados en 1248 a desprenderse del castillo de Algimia que, junto a Alcalá y Almedíjar, era la tercera fortaleza que tenía la orden en Aragón, y lo hacen cediéndolo en usufructo vitalicio a un particular, de hecho, una de las cláusulas que impuso Jaime I en la cesión de Almedíjar en 1238 era que no fuese enajenada a caballeros seglares.
En consonancia con su situación, la orden apenas se expandió fuera de Aragón hasta 1224 cuando Fernando III de Castilla le hace entrega de dos fortalezas en la ribera del Júcar: Alcalá del Júcar y Garadén, una cueva fortificada, todo ello dentro de la estrategia del rey castellano para incorporar Murcia y Andalucía a sus dominios; no obstante, ésta es la única referencia que se hace a la orden en documentos castellanos y si participó en la conquista de estos territorios no debió recibir recompensa alguna. Al finalizar el siglo XIV, en 1375, la orden abandonará el castillo de Alcalá de la Selva tras venderlo a los Fernández Heredia, lo que significa prácticamente su desaparición como orden.
LA PRIMERA GUERRA CARLISTA: O'DONNELL
No tenemos más noticias del castillo hasta las Guerras Carlistas del primer tercio del XIX. Como la mayoría de las fortalezas del Maestrazgo en esta época, la de Alcalá de la Selva fue ocupada por tropas partidarias de Carlos VI y acabaría sufriendo serios desperfectos tras el ataque al que le sometió el general O'Donnell. A través de dos crónicas de la época intentaremos documentar por una lado los preparativos del ataque y por otro el asalto de las tropas nacionales al castillo. Al frente de los nacionales se encontraba el joven general Leopoldo O'Donnell de 31 años que a través del parte de guerra, narra la toma del castillo y la resistencia de sus defensores.
Leopoldo O'Donnell. Busto de José Piquer y Duart (Bronce ca. 1885-1862) Museo del Romanticismo de Madrid |
El Correo Nacional del 27 de abril de 1840. "El mismo duque de la Victoria (Espartero) al remitir los anteriores partes, añade que el general O'Donnell, ya mejorado el tiempo iba á atacar el fuerte de Alcalá de la Selva". En un parte anterior se comentaba que "las fuertes lluvias que hemos tenido estos días nos han librado de las incursiones que con tanto frecuencia hacen los facciosos". El texto hace referencia al frente de Cataluña y las crecidas de los ríos Cinca y Segre que habían provocado las lluvias. A continuación comentan los preparativos para la acción: "Hoy se espera aquí el tren de batir que á beneficio del buen tiempo que empezó hace dos días, y al trabajo de ingenieros y artilleros, ha podido salir de los atolladeros en que lo empantanó el temporal, y es regular que pronto se emplee contra Alcalá de la Selva que parece que es el primer fuerte que se atacará".
Unos días después, el 6 de mayo, el mismo periódico publica el parte de guerra del general O'Donnell sobre la toma del fuerte de Alcalá de la Selva, con tono épico hace una descripción pormenorizada del asalto y destrucción del castillo: "Ejército del centro. Secretaria de campaña. Excelentísimo Sr. El castillo de Alcalá lo han ocupado las tropas nacionales a las siete de la tarde de hoy. La defensa que han hecho los rebeldes no es fácil describirla. Apagados los fuegos de su artillería, destruidas todas las defensas, arruinados los torreones, establecida la mina, ocupada un parte del fuerte, derribada por el hacha de los gastadores los rastrillos, la guarnición continuó su desesperada resistencia, y á cuerpo descubierto su gobernador daba ejemplo arrojando piedras, granadas y cuanto a la mano encontraban sobre nuestros valientes que impávidos no retrocedían del terreno que ganaban. Aquella tenacidad cedió al fin a los certeros disparos de nuestra artillería, al fuego de nuestros cazadores y al aspecto de las compañías de granaderos que al frente se preparaban al asalto en el momento que la mina hubiera hecho la explosión. Ninguna garantía les he concedido ni aun la vida, porque irritaba su obstinación. Sin embargo ya rendidos no era posible ser cruel. Mi primera satisfacción en el suceso es la decisión y entusiasmo que ha brillado en las tropas: se necesitan algunos bravos que voluntariamente se introdujesen por el estrecho agujero de una casamata: la compañía a quien se dirigió la indicación corrió entera el peligro y lo ejecutó.
Estoy complacido de la conducta de todas las clases y de todas las armas; y mi placer es tanto más puro, cuanto mi pérdida no es grave. Hay hechos de valor singulares, de que daré conocimiento a V.E. para el superior de S.M. la Reina Gobernadora.
Se han cogido dos piezas útiles de artillería. Además del coronel gobernador, el número de prisioneros es un comandante, dos capitanes, seis subalternos, un capellán, siete sargentos y 78 cabos y soldados, habiéndose pasado anoche un oficial y 12 hombres que ocupaban un puesto exterior. En los almacenes existen considerables repuestos de víveres y municiones. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel General de Alcalá de la Selva 30 de abril de 1840. Excmo. Señor Leopoldo O'Donnell."
Al parecer, y según cita Guitart, el castillo se mantuvo durante años en el estado de ruina que lo dejaron las tropas de O'Donnell según las fotografías que ilustran sus publicaciones.
Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:
Ayala Martínez, Carlos de, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (Siglos XII-XV), Madrid, 2007
Guitart Aparicio, Cristóbal, Los castillos de Aragón. Guía breve. Zaragoza, 1999
Guitart Aparicio, Cristóbal, Los castillos de Teruel, Lancia, León, 1992
Lomax, Derek W., Las dependencias hispánicas de Santa María de la Selva Mayor, 1982
Molina López, Emilio, Ibn Mardanis, en dbe.rah.es/biografías
VV.AA. El Correo Nacional, 27-abril y 06 mayo de 1840.
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