viernes, 2 de octubre de 2020

Valeria medieval

Visitamos Valeria saliendo desde Cuenca por la CM-2100 al sur de la capital para llegar a unos 35 kilómetros. Antes habíamos visitado Uclés aunque de esta visita, muy breve por cierto, sólo recordamos en este blog la batalla de 1108. Nuestro objetivo era el yacimiento romano, aunque ahora nos vamos a detener en su muralla medieval que aislaba el cerro de Santa Catalina de la población. El yacimiento de la ciudad romana se encuentra a unos doscientos metros al sur de la población actual; el acceso se hace por un camino de pendiente suave que nos conduce hasta el cerro de Santa Catalina. Pasado el yacimiento romano llegamos a los restos de la muralla medieval, unos 70 metros de la que se distinguen dos tramos: la muralla propiamente dicha, y el segundo, los restos de una torre exenta. Siguiendo hasta el punto más alto del cerro, -984 metros de altitud-, encontramos los restos de la ermita medieval de Santa Catalina. Todos los restos del yacimiento están bien explicados en las cartelas informativas, incluso, partiendo del yacimiento romano, está trazada una "ruta medieval" que nos lleva a estos tres puntos.

En un artículo de J.L.Rodríguez Zapata en Cuenca, castillos y fortalezas, éste hace una magnífica descripción de las construcción y cronología, que  es la que vamos a seguir en esta entrada. El promontorio donde se ubica el cerro de Santa Catalina lo forma la hoz del río Gritos por el Este y Sur, y el Barranco-Zahorra por el Oeste, creando un tajo natural que hace prácticamente inaccesible el cerro por estos puntos -el río transcurre por una cota de 894 m con un tajo casi vertical en la zona Este de unos 100 metros de caída en la zona más elevada del cerro-, de tal forma que sólo se tiene acceso a él por el Norte que es donde se sitúa la muralla que defendía el asentamiento medieval. Aunque hay constancia de ocupación prerromana -Edad del Broce, Edad del Hierro-, Valeria toma su nombre de "su patronus o fundador -o refundada a partir del núcleo indígena- Valerio Flaco, pretor de la Citerior hacia el 90 a.C." (cartela informativa). Su mayor esplendor lo alcanza como ciudad romana en los años 50 de nuestra era. Tras la caída de la dominación romana, Valeria continuó su existencia con la monarquía visigoda convirtiéndose en sede episcopal lo que propició "la continuidad de unas funciones urbanas de centralización del territorio" (Rodríguez Zapata), que poseía en época romana. Según de cartela, posiblemente en época cristiana "la ciudad ya no estuviese ubicada sobre la ciudad romana o su centro monumental, sino sobre el antiguo barrio exterior en torno a la catedral, bajo el actual pueblo".

Restos de la ciudad romana y al fondo muralla y torre medieval

La ocupación medieval del cerro de Santa Catalina, la divide Rodríguez Zapata en cinco etapas constructivas. La primera tras la conquista musulmana en época califal -la población pasa a denominarse Al-Balira "y pasa a depender de la cora de Santaber a partir de la segunda mitad del siglo VIII"-. En esta época se construye la torre exenta, un torreón de planta rectangular de 4x7 metros que se encuentra bastante deteriorado, que pudo tener funciones de torre vigía del territorio a la que posiblemente se le pudo añadir alguna otra edificación o un muro defensivo. En esta época fue poblada por confederaciones de grupos tribales, y acabaría siendo controlada por los Banu Zennún, conocidos componentes "de una de las dinastías de los 'cadíes o emires de frontera'". En una segunda fase, también islámica, en los siglos XI-XII se reforma la torre "con tapia de cal y canto". Unos meses después de la conquista de Cuenca por Alfonso VIII en 1177, las tropas cristianas toman Al-Balira en 1178  el castillo sería entregado a Nuño Sánchez caballero que participó en la toma de Cuenca. Según Estepa, en 1176 ya se documenta la tenencia de Valeria "como una creación en expectativa en previsión de la conquista de Cuenca", y añade que "tal tenencia se atribuyera al conde don Nuño Pérez de Lara". Nuño Pérez muere por las heridas recibidas en 1177 en la toma de Cuenca. En 1217 la fortaleza, concluye Estepa, estaba en poder del conde Álvaro Núñez.

Interior del recinto con la torre exenta y la muralla

La tercera fase se inicia a partir de 1177 cuando se levantan los "la mayor parte de los cuerpos de fábrica conservados". Los cristiano construyen la muralla que se asienta sobre la roca cerrando el asentamiento por Norte, orientada de Este a Oeste, se conserva  unos 70 metros de muralla y una torre semicircular de franqueo "propias de las fortificaciones en la España cristiana del XII-XIII"; el muro que forma la muralla tiene un grosor de 1,50 m y una altura de 6 m está "realizado con piedras trabajas con cal y arena, revestido el exterior con sillarejo reutilizado de las estructuras romanas". En la cuarta fase, época bajomedieval se le adosan edificios de viviendas a ambos lados de la muralla, estructuras ya desaparecidas de las que aún quedan dos líneas de mechinales en el lienzo y en la torre de franqueo. Entre el torreón exento y la muralla debía estar la puerta de entrada al recinto.

Dentro del recinto "quedan los restos de la ermita románica de Santa Catalina, testimonio de un núcleo repoblador que debió crearse a finales del siglo XII o en el siglo XIII" (Rodríguez Zapata).Según la cartela, una vez reconquistada la zona se construye en el cerro la iglesia, "se construiría a partir del siglo XIII según se desprende por su estilo del románico rural tardío que impiden una adscripción cronológica más precisa". Tiene planta rectangular, orientación Este-Oeste, mide 26,50 x 6,20; "dimensiones bastante grandes para un edificio de tipo rural", el templo está construido en una sola nave con sillarejo unido con argamasa de cal y arena. La entrada se hacia por el lado sur. Destaca una esbelta espadaña de medio punto; en la base de ésta y en las esquinas se pueden ver grandes sillares. Documentada en el siglo XVI como ermita "y pese al abandono de la necrópolis a comienzos de este siglo la ermita perduró hasta su ruina definitiva en el siglo XIX". La necrópolis se localiza en el Sur -junto al ábside- y Este de la ermita y presentan la misma orientación que el templo. Existen dos tipos de tumbas, los de lajas de piedra e inhumaciones sobre la tierra, "con relación a las tumbas con estructuras constructivas, las lajas utilizadas son de caliza de forma, generalmente, bastante regulares. Reforzadas con argamasa de arena y cal. Todas ellas presentan cabeceras regularizadas, la caja de la cabeza esta formada por tres lajas más pequeña". Las sepulturas estaban cubiertas con losas que la práctica agrícola ha ido destruyendo. Los ajuares recogidos se corresponden con los siglo XIV y XV; "la necrópolis sería el lugar de enterramiento de los feligreses del pueblo actual, devotos de este templo, y de la población asentada en el Cerro, vinculada posiblemente a la funcionalidad militar del mismo".

Tumbas junto al muro Este de la ermita

La última etapa de la Valeria medieval concluye con su abandono. En su artículo Rodríguez Zapata incluye varias reseñas históricas, destacar tan solo que tras la repoblación cristiana Valeria pasó a depender del recién creado Consejo de Cuenca como parte integrante de su alfoz. Documentada como Valera de Suso (Arriba) en 1959 retoma su nombre por el de la Valeria romana.

Parte interior de la muralla con pérdida de parte del revestimiento

Para esa entrada he consultado, además de las cartelas informativas (2013), la siguiente documentación:

Cuenca, castillos y fortalezas, VV.AA., Coord. Miguel Salas Parrilla, Cuenca 2019, pp. 473-475
Los territorios del rey. Castilla, siglos XII-XIII, Estepa Díez, C., Marcial Pons, Madrid, 2021

Vista del la hoz del río Gritos al Sur-Este desde el cerro de Santa Catalina

2 comentarios:

  1. Cuánto me alegra su regreso a estas páginas y además con Valeria, ha conseguido refrescar aquella visita que hice hace ya unos años. Un lugar impresionante y una buena entrada, gracias, un saludo.

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