"Hey Joe! ¿Dónde vas con esa pistola en la mano?" La primera vez que oí esta frase fue en la versión de Jimi Hendrix. Joe contesta que ha disparado sobre su vieja porque estaba tonteando con un tipo. Le pregunta de nuevo que qué va a hacer, que lo que ha hecho está muy mal. Joe contesta que no está dispuesto a que lo ahorquen por ello y se va camino de México porque quiere ser libre: "Way down where I can be free".
Aquella tarde estuve buscando información para un artículo sobre la Dehesa de la Villa en la Hemeroteca Nacional. Necesitaba música enérgica para compensar el tedio de leer textos de hacía un siglo . Elegí Hey Joe! de un homenaje al propio Hendrix, con Steve Winwood, Mitch Mitchel, Billy Cox y los arpegios de la guitarra, para su mayor gloria, de Slash. Me encontré entonces con una noticia breve de agosto de 1907:
"Ayer se cometió un nuevo crimen de los llamados pasionales. Un sujeto llamado Antonio Villagómez, después de cuestionar con una mujer, asestó á ésta varias puñaladas, dejándola mal herida. El agresor fue detenido."
Cuando acabó el tema de Slash busqué una nueva versión de la canción. Seguí con las búsquedas de prensa y en otro periódico de ese día volví a encontrar la misma noticia, ahora algo más extensa; luego otra, hasta cinco crónicas diferentes, cada vez más amplias, del mismo suceso en distinto periódicos. La crónica más completa era ésta de El Imparcial:
LOS CRÍMENES DEL HAMPA
Una mujer herida
En la calle de la Aduana ,
cerca de la esquina á la de la Montera ,
ocurrió ayer, próximamente á las siete de la tarde, un suceso sangriento.
Una mujer de vida airada, llamada
Juana Vicente Gallego, de mote “La del Perrero”, de dieciocho años de edad, fué
gravemente herida por Antonio Villagómez Miranda, (a) “el Gallego”, natural del
Barco de Valdeorras, de ventidos años y ladrón de oficio, pues ha extinguido
dos condenas por hurto y siete quincenas.
Antecedentes
Hará poco más de un mes que Antonio, en una de sus correrías nocturnas,
conoció a Juana en la plaza del Progreso, punto frecuentado por el hampa
madrileña día y noche.
“El Gallego” entabló relaciones amorosas con esta mujer, escasamente
agraciada y no buena moza.
El “ultimátum” se hizo muy duro para el “Gallego”, quien se negó á todo
lo que fuese trabajar.
Pocos días después, Juana rompió completamente sus relaciones con el
haragán.
El crimen
Ayer, sobre las cinco de la tarde, salió “la del Perrero” de su casa de
la calle de los Irlandeses, número 13, acompañándola su amiga Maravilla López “la Maravilla ”.
Cuando juntas llegaron á la plaza del Progreso, cortóles el paso el
desdeñado Antonio.
Durante un corto trayecto fue Antonio acompañándolas y conversando con
Juana, la excitó á que olvidara lo pasado y volviera á vivir con él.
Juana se negó rotundamente á pesar de las insistencias del “Gallego”.
En la Puerta del Sol
Antonio abandonó á las mujeres, y éstas, siguiendo por la calle de la Montera , entraron en la de la Aduana.
Instantes después fueron alcanzadas las mujeres por Antonio, quien encarándose de nuevo con Juana
la insultó, poniéndola como ropa de pascua.
Al replicarle Juana se arrojó Antonio sobre ella, armado de navaja, y
sin que nadie pudiera evitarlo la infirió varias heridas.
Luego intentó huir el criminal, pero un empleado de la Compañía madrileña del gas logró detenerle
y entregarle al guardia de orden público, número 345, Valentín Germán.
Mientras el criminal, á quien se ocupó el arma, era conducido a la
comisaría del distrito del Centro, la lesionada fué conducida en un coche á la Casa de Socorro de la plaza Mayor.
En la Casa de Socorro
El médico de guardia de este centro benéfico, Sr. Díaz y Leyda,
reconoció detenidamente a la lesionada, apreciándola cuatro heridas incisas:
una que le cruzaba la mejilla derecha hasta el globo de la nariz, que fue
seccionado; otra que deja casi al descubierto el maxilar izquierdo; otra en el
lado izquierdo del cuello, también muy extensa, y otra en la palma de la mano
izquierda.
Aunque las heridas son extensas, no son de tanta gravedad como en un
principio se supuso, pues no han interesado ninguna arteria ni órgano
importante.
Su estado se calificó de pronóstico reservado.
Trabajos policiacos
El inspector del distrito del Centro D. Ángel Ortega, que intervino en
los sucesos desde los primeros momentos, interrogó á Juana cuando los médicos
terminaron la cura.
Juana, después de exponer los antecedentes arriba relatados, parece que
dio del suceso una versión contraria á la de las demás personas que han presenciado los hechos.
Declaró que al acercársele Antonio en la plaza del Progreso, acompañaban
a éste otros dos sujetos, también ladrones profesionales, conocidos por los
apodos de “El Moreno” y “El Tramús”.
Estos, según la declarante, excitaron al “Gallego” á que “sacudiera” dos
“puñalás” á la Juana.
-Yo, temiendo que me matara –añadió- le quité de un bolsillo de la
americana un cuchillo.
Cuando llegué á la calle de la Aduana y nos enredamos de palabras
Antonio y yo, “El Moreno” me sujetó por detrás y “El Tramús” le dio una navaja,
con la que me hirió.
Según nuestros informes sólo
resulta comprobado de la declaración de Juana, lo que se refiere al cuchillo
que quitó á su agresor, arma que es de grandes dimensiones.
Juana, después de declarar, fue trasladada al Hospital Provincia en una
camilla.
Lo que dice el “Gallego”
Al ser interrogado en la comisaría el criminal, se confesó autor del
crimen.
Dijo que la agredió porque ella le amenazaba continuamente con darle
escándalos para que le llevaran de “quincena”.
-Esto me encolerizó –decía,- y no tuve más remedio que darla unos golpes
para que se callase.
Últimamente reconoció el cuchillo y la navaja como de su pertenencia.
Otras diligencias
También declararon la “Maravilla”, el guardia número 345 y otras
personas testigos del suceso, que no añadieron dato alguno que merezca
referirse.
La “Maravilla” parece que negó exactitud á lo declarado por Juana
respecto a los supuestos acompañantes del agresor.
El Juzgado de Guardia
Tan pronto como se recibió aviso
en la Casa de Canónigos,
salió el juzgado de guardia, que lo era el de la Universidad , constituyéndose en la Casa de Socorro, donde se incoaron las
correspondientes diligencias.
El criminal ingresó en las
primeras horas de la noche en un calabozo del juzgado.
Acabé escuchando una versión de Franco Battiato, más relajada que todas las demás, con el trasfondo de la violencia. Ordenado de mi, fui cerrando los archivos de los periódicos y me propuse hacer el viaje de "La del Perrero" y reconstruir el paseo de la calle los Irlandeses a la calle de la Aduana.
La calle de Los Irlandeses, 13
La calle de los Irlandeses es una calle corta donde casi nunca dará el sol. Cuando disparé la última
fotografía y levanté el ojo del visor de la cámara vi una mujer
cerrando la puerta del número 13. Tendría unos
setenta años, quizás alguno más. El pelo castaño teñido. Vestía un abrigo de lana beige. Se quedó quieta en la
puerta, sin terminar de cerrarla. Al acercarme observé que tenía el ojo derecho lloroso, tiñoso
como dicen en algunos lugares.
- Sí, claro.
- ¿Vive usted aquí desde hace
mucho?
- ¡Oh, sí! Desde que era pequeña.
- ¿De cuándo es esta casa?
- No lo sé, del año 45, de 1943 o
así. – Intenté explicarle por qué estaba interesado en saber la fecha de la construcción,
pero ella sin dejarme hablar continuó- Primero hicieron la primera y la segunda
planta el dueño. Luego en el año 45 mi
padre, que había aprobado oposiciones en Icod de los Vinos en Canarias, nos vimos
a vivir aquí porque el dueño había construido los dos pisos de arriba.
Me contó que no sabía si
había una casa anterior en aquel solar, además, si la hubo no fue destruida en la guerra -¡Qué va,
qué cosas dice la gente. En la guerra! Mi madre vivía en la otra acera, en la misma calle y por eso nos vinimos a vivir aquí. Disculpe, -dijo
sacando un pañuelo y limpiándose la nariz- se me cae la guinda, con el frío. -Siguió contando que su padre le
regaló un gato pequeño que vivió con ellos veintiún años. Al sorprenderme de la
edad del gato ella insistió –Sí, sí, lo cuidada un veterinario que vivía aquí
mismo.
Le di las gracias. Ella se marchó hacia la derecha, por donde yo había entrado, dirección a la calle
Humilladero. Se paró junto a una pareja que venía con un perro cada uno.
Acarició a los animales y les habló como si fuesen niños. Esperé a
que se marchara. La pareja pasó junto a mí –Buenos días- nos saludamos. Cuando
miré la anciana ya había desaparecido sin saber por dónde.
Llegué hasta la plaza del Progreso, que ahora es de Tirso de Molina, subí por Romanones, Carretas, Sol, Montera y Aduana, pero ya no había nada más que averiguar. Unos meses antes había muerto Mitch Mitchel que fue siempre el batería de Jimi Hendrix.
La versión de Slash con Steve Winwood, Mitch Mitchel y Billy Cox en http://www.youtube.com/watch?v=crdq2oYNaoc.
La versión de Franco Battiato en http://www.youtube.com/watch?v=vHGbxrE32a8
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