jueves, 2 de enero de 2014

Castillo de Fuensaldaña


Visitar el castillo de Fuensaldaña, a escasos 7 kilómetros de Valladolid, fue una pequeña odisea, de camino del castillo de Portillo hube de cruzar Valladolid en plena hora punta, pero valió la pena. Fuensaldaña es una de esas fortalezas que, como la de Aunqueospese, no tienen una finalidad defensiva, sino que se construyó como residencia señorial. Su construcción, dentro de la Escuela de Valladolid, tiene planta cuadrada con torreones circulares en las esquinas, con una potente torre del homenaje que solía tener una relación de altura con el lado central de la construcción, la de Fuensaldaña tiene una altura de 34 metros. La suya es una historia muy ligada a los personajes que lo construyeron y habitaron, y al parecer siempre estuvieron en el lugar equivocado, más que a los acontecimientos históricos.


El castillo se comenzó a construir a mediados del siglo XV por Alonso Pérez de Vivero, Contador Mayor del rey Juan II de Castilla, lo que venía a ser ministro de Hacienda en la actualidad. Este personaje se fue haciendo, mediante compras, con todos los terrenos señoriales de Fuensaldaña; tardó casi 20 años en conseguirlo e iniciar las obras en las que empleó a un grupo de moros cautivos de su propiedad, dirigidos por el maestro cantero Mohamad. Alonso Pérez estuvo inmerso en una conjura urdida por la reina Isabel de Portugal, mujer de Juan II, contra el todo poderoso condestable de Castilla, Don Álvaro de Luna, la conjura fue descubierta y el condestable ordenó su asesinato en Burgos en 1453; al parecer este asesinato fue causa de la caída y posterior ejecución del condestable.


Las obras del castillo las continuó su hijo y sucesor, Juan de Vivero, vizconde de Altamira. Este personaje fue famoso porque los futuros Reyes Católicos se casaron en 1469 en su palacio de Valladolid. El hecho tiene su enjundia toda vez que su hijo, Alfonso de Vivero, al estallar la guerra de sucesión tras la muerte de Enrique IV, entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, tomó partido por la princesa Juana. Tras la victoria de Isabel, Alfonso es castigado y confiscado el castillo hasta que en 1480 consigue el perdón real y le es devuelta la propiedad. Sin embargo, poco después es acusado de asesinar a su esposa, doña Elvira de Quiñones y la fortaleza le es de nuevo confiscada y no la recuperará hasta 1490.


En poder de nuevo de los Vivero, en 1519, el hijo y sucesor de Alfonso, Juan de Vivero, es acusado también de matar a su esposa, doña Mencia Sarmiento que al parecer le engañaba con el alcaide del castillo, Gracián Astete, a quien apuñala y deja al borde de la muerte. La sentencia contra el celoso esposo y asesino no deja de ser singular:  "...le prendan el cuerpo y preso le hagan subir encima de un asno e con soga de esparto a la garganta desnudo de la cinta arriba atadas las manos e con pregón público le sean dado cien azotes públicamente por las calles e lugares acostumbrados de la tal ciudad villa o lugar do ansi fuese preso lo cual ansi hecho le metan en un saco de cuero y encierren con el un can e un gato e una culebra e un ximio e cosan la boca de dicho saco y lo lancen a la mar o en el rio o pielago mas ondo que fuere mas cerca del dicho lugar donde se ejecute y este alli hasta que naturalmente muera". Por esta sentencia en 1520 es confiscado de nuevo el castillo. Pero poco después, ese mismo año, dentro de los hechos de la Guerra de las Comunidades, la fortaleza acoge a las tropas comuneras sin oponer resistencia, toda vez que al no ser una fortificación defensiva carecía de guarnición y apenas si contaba con media docena de defensores. En febrero de 1521 la Comunidad de Valladolid ordena su demolición, que afortunadamente no llegó a ejecutarse. Dos meses más tarde, el 23 de abril de ese año de 1521 las tropas comuneras, que habían salido del castillo de Torrelobatón, son derrotadas en Villalar.


En un salto en el tiempo, durante el cual el edificio se deteriora de forma progresiva y alarmante, ya en el siglo XIX el Marqués de Alcañices lo destina a labores agrícolas; y en el pasado siglo XX el edificio es comprado por la Diputación de Valladolid que lo restaura para albergar un parador de turismo, aunque una vez concluidas las obras se desecha la idea. Finalmente la Diputación lo cede en 1983 para acoger las Cortes de Castilla y León. Se realizan nuevas obras de reforma y el patio de armas se techa y pasa a ser el Hemiciclo. Lo reducido del edificio para tal institución, la falta de dependencias para despachos e infraestructuras -carece prácticamente de ascensores-, obliga finalmente a trasladar las cortes castellanoleonesas a Valladolid en 2007. Desde entonces la fortaleza se queda sin función alguna.


En la actualidad sólo tiene una función turística y celebración de actos culturales. El día que lo visité había una muestra de vestidos medievales y una curiosa e interesante recreación del cuadro Los desposorios de los Arnolfini, de Jan van Eyck, pintor que durante la primera mitad del XV anduvo por esas tierras. También es de destacar que durante última etapa del siglo XX las mujeres de la limpieza se quejaron de que por el edificio corrían las almas de las dos mujeres asesinadas por los Vivero, hecho insólito que añade a estas historias un tinte romántico. En definitiva, se pueden visitar prácticamente todas sus dependencias y recorrer el adarve en su totalidad, lo que no deja de ser emocionante, aunque no se pueda acceder a la torre del homenaje.

La guía de la visita guiada, me relató prácticamente todo lo que he contado aquí, pero he vuelto a recuperar mis fuentes con las que preparé la excursión, para la consulté sobre todo:

Castillos y Fortalezas de Castilla y León, Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, editorial Edilesa, León, 1998.
Los castillos y fortalezas de Castilla y León, Martín Jiménez, Carlos M., editorial Ámbito, Valladolid, 2003.
Castillos de Castilla y León, Gutiérrez, J.M.,  Edical, Valladolid, 2007.
También es interesante visitar http://galeon.com/castillofuensaldana/fuensaldana.html


2 comentarios:

  1. Que podría comentar, uno de mis sueños es ir a visitar ese castillo, después de todo mi nombre es Juan de Vivero

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    1. Gracias por leerlo Juan-Alberto, espero que te haya gustado y que consigas el propósito de visitarlo.

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