martes, 18 de noviembre de 2025

Torre de telegrafía óptica del Estepar


Iniciamos nuestra excursión desde Hoyo de Manzanares con el propósito de visitar la torre del telégrafo óptico del Estepar, cercana al punto más alto de la sierra, la Mira, como se llama al pico El Estepar situado a 1403 metros de altitud. La zona tiene cierta dificultad para el viajero poco experimentado porque, como nos recuerda nuestra guía, el texto de Gonzalo de Luis Otero, la sierra de Hoyo de Manzanares "era un despoblado tan bello como inhóspito" y, aunque nunca fue cobijo de forajidos ni campo de batalla, por él apenas transitaban pastores ni canteros, un monte poblado de jarales, cantuesos, enebros y alcornoques de buen porte. En nuestro trayecto el viajero no se siente muy cómodo toda vez que no sabe muy bien si transita por terrenos públicos, particulares, militares o protegidos para la tranquilidad de la fauna.
Lado oeste de la torre. En primer plano muro de edificio auxiliar

La Torre del Estepar es la única torre óptica que se conserva de la llamada línea Lerena, -ésta toma su nombre del teniente de navío Juan José de Lerena-. La línea se construye con el fin de comunicar los Reales Sitios entre ellos Aranjuez, San Ildefonso y El Pardo  con la Corte mediante la telegrafía óptica. La primera de estas líneas con este fin se inaugura en 1831 entre Madrid y Aranjuez; y la segunda se inaugura en 1832 y une la Corte con San Ildefonso, línea a la que pertenece la de Hoyo de Manzanares. Pronto se le conoció como "telégrafo áulico" pues su uso era exclusivo de la Corona, y aunque algún autor se tiende a confundir la torre de la línea Lerena con las torres de la línea Mathé , la torre del Estepar no formó parte de la línea Madrid-Irún además de tener estructuras diferentes.

A la izquierda el muro del edificio anexo y lado sur de la torre

LA TORRE DEL ESTEPAR

La torre pertenecía a la línea que unía Madrid con San Ildefonso en Segovia, y contaba además con dos estaciones intermedias, ésta del Estepar, y otra en los Siete Picos de la que no quedan restos. Tenía su cabecera en la torre de los Lujanes en la plaza de la Villa de Madrid, y en La Granja la cabecera opuesta. La distancia entre las torres variaba entre los 30 y 35 kilómetros, una distancia considerable si tenemos en cuenta que las torres Mathé , a la sazón antiguo colaborador de Lerena, distaban entre 10 y 15 kilómetros y aunque, como comenta de Luis, los anteojos acromáticos estaban muy desarrollados, permitían visualizar con nitidez puntos lejanos, la distancia era excesiva, por lo que no es descartable que hubiese alguna torre intermedia más entre las mencionadas.

Lado este de la torre con abundantes material de derrumbe

Estaba dispuesta con orientación Norte-Sur y "con leve inclinación al Oeste" y alineada con el Puerto de Navacerrada. Tuvo tres alturas, la planta baja y dos pisos en altura. Su planta es rectangular y presenta hacia el exterior unas medidas de 5.60 x 5.13 metros, de lado. Las esquinas están reforzadas con sillares irregulares y las paredes estaban construidas con mampostería de sillarejo, piedras irregulares y mortero de cal. A diferencia de las Mathé no se utilizó el ladrillo, quizá debido a la pericia de los canteros de la zona que prescindía de este material, y eran algo más pequeñas, las torres Mathé, cuadradas, medían 6,40 metros cada lado
Lado norte con la puerta tapiada y muro sin trabar del dependencia

Los muros tenían un grosor de 0,70 metros lo que reducía el interior a 4,20 por 3,73 metros por lado. En las cuatro caras de la planta baja se abren vanos abocinados que se corresponderían con cuatro puertas; mientras que en los cuatro caras del primer piso se observan a su vez otros "cuatro vanos de dimensiones propias de cuatro grandes ventanales", lo que sugiere que los abocinamientos estaban destinados a recoger puertas y ventanas que se abrían hacia el interior. De la planta superior, donde estaría instalada la maquinaria, no quedan restos que permitan describir ventanas ni cornisa. En el interior se conservan los huecos donde se alojarían las vigas de la primera planta, y en la segunda planta unos vanos que podían haber sido aspilleras que posteriormente se taparon con ladrillo.
Interior donde se aprecian las divisiones de los dos pisos

Adosado al lado Oeste se conservan los restos de una cerca que debió pertenecer a un edificio auxiliar, éste debió construirse con posterioridad a la torre pues sus muros carecen de trabazón con ésta. 

Vista del valle de la vertiente norte de la Sierra desde el pico del Estepar


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

La torre, tal como concluye  de Luis, al poder acceder a ella por los cuatro lados, debe descartarse que tuviese carácter defensivo y, de haberlo tenido se debía sólo a la presencia de las aspilleras de la segunda planta. Al contrario, las torres Mathé sí tenían carácter defensivo y eran de uso exclusivo militar, recordamos que la línea Lorena tenía el uso restringido a la Corona. Cabe recordar que la construcción de la línea Lerena es de 1831, anterior a la Primera Guerra Carlista (1833-1840) mientras que las torres Mathé, se construyeron al terminar la contienda, para entrar en funcionamiento en 1844, estaban dotadas de aspilleras de fusilería en la primera planta y tenían el acceso en altura, por tanto, la línea Lerena no estaba diseñada para resistir tensiones bélicas ni el temor a posibles sabotajes.

Esquinazo suroeste en el que se aprecia la división del piso superior

Fue precisamente la Primera Guerra Carlista la que provocó el declive de su uso junto a la falta de recursos públicos. La línea dejó de utilizarse en 1836, y en 1838, por Real Orden, se decide terminar su financiación y, por tanto, su funcionamiento. Tras su abandono y debido a las peculiaridades de la sierra que hemos comentado, no debió tener más utilidad que la asignada a la Guardia Civil: su vigilancia para evitar que fuese refugio de bandoleros, siendo, no obstante, los vientos y los hielos quienes se encargaron de su progresiva ruina hasta tal punto que años antes de la Guerra Civil de 1936 la torre ya estaba arruinada.

Grosos de los muros en el esquinazo noreste

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Gonzalo de Luis Otero, Gerardo Gómez García, La Torre del Telégrafo Óptico de la Sierra de Hoyo de Manzanares, en Cuadernos de Estudios: revista de investigación de la Asociación Cultural "Pico San Pedro", nº 22, 2008, disponible en hoyodemanzanaresfandom.com 

Sierra de Hoyo de Manzanares. A la izquierda el pico El Estepar. 

miércoles, 5 de noviembre de 2025

II República Española. Heráldica


El escudo de armas de la II República Española (1931-1939), tiene su origen a su vez en el escudo de armas del Gobierno Provisional (1868-1870). Este escudo se elaboró basándose en el informe encargado a una Comisión de la Real Academia de la Historia (RAH). El encargo consistía en solicitar que la Academia de la Historial informara "acerca del estudio de armas y atributos de carácter nacional que deban figurar en los nuevos cuños" de monedas, de "todas las monedas cuyo tamaño lo permita ostentarán una figura que represente á España con las armas y atributos propios de la soberanía nacional". El escudo se limita a los cinco cuarteles tradicionales: Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, que componían el anterior a la caída de Isabel II, al que se le suprimió el escusón con las armas de la dinastía Borbón-Anjou. El derrocamiento de Isabel II supuso el fin de la monarquía borbónica, no así de la Monarquía, y tal como detalla la RAH, el problema surge cuando se ha de timbrar el escudo por la indefinición del régimen político: "no habiendo hoy forma alguna de gobierno definitivo no puede la Comisión proponer símbolo que le corresponda, como la corona a la monarquía", por tanto, propone que el artista encarado de elaborar el nuevo escudo "para servir de airosa decoración al reverso de la moneda" al que estaba destinado, lo compusiera sin timbre de ninguna clase, pero si esto no es posible, lo hiciera con "la corona mural, u otro ornamento ménos significativo, suministrará el complemento que necesita sin que se prejuzgue ninguna connotación política".

Hasta entonces, las armas del escudo de España habían sido "las de la persona reinante, y si en alguno de sus cuarteles ó particiones se veían piezas ó figuras propias de los Estados que compusieron la nación española, era porque los habían tomado por empresa las familias de los antiguos Reyes", por lo que éste, el escudo que proponía la Comisión "puede considerarse propiamente como escudo nacional ya que hasta entonces sólo puede hablarse de armas del monarca o de la Monarquía", como ocurrió en 1871 con la proclamación de Amadeo I de Saboya como Rey de España, añadiéndose un escusón con la Cruz de Saboya que a su vez fue suprimida con el advenimiento de la I República.

Escudo de la II República Española en a fachada del Banco de España
en la calle Alcalá de Madrid

A continuación detalla la composición del escudo: "Escudo cuartelado en cruz: primera, de gules y un castillo de -191- oro, almenado de tres almenas, y donjonado de tres torres, la del medio mayor; cada una también con tres almenas, el todo de oro, mazonado de sable y adjurado de azur: segundo, de plata y un león de gules, coronado de oro, armado y lampasado de lo mismo: tercero, de oro y cuatro palos de gules: cuarto de gules y una cadena de oro puesta en orla, en cruz y en sotuer: entado en punta, de plata y una granada al natural mostrando sus granos de gules, sostenida, tallada y hojada de dos hojas de sinople. Acostadas, una á cada lado, las dos columnas de Hércules, de plata, con la basa y el capitel de oro, liadas con una lista de gules, cargada con el Plus ultra de oro".

Del escudo del Gobierno Provisional sólo se conoce su representación en monedas de la época, siendo la que figuraba en la moneda de 5 pesetas la que sirvió como referencia para elaborar el escudo de la II República EspañolaEl escudo que ilustra esta entrada pertenece al Banco de España en su fachada de la calle Alcalá de Madrid y se debe a la reforma de la primera ampliación que se llevó a cabo a pertir de 1927 y se concluyó durante la II República, por este motivo se remató la fachada con este escudo.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación: 

Evolución del escudo de España, en heraldicahispanica.com
Informe dado al gobierno provisional sobre el escudo de armas y atributos de la moneda, Aureliano Fernández-Guerra (et. al.), en cervantesvirtual.com

jueves, 30 de octubre de 2025

El verraco de Solosancho


Tras nuestra visita a la necrópolis de Las Camas de los Moros, antes de iniciar el camino de vuelta y concluir la jornada decidimos parar en Solosancho para ver el verraco vettón. Retomamos el camino de vuelta siguiendo el camino rural que nos dejó de nuevo en Villaviciosa para tomar a la derecha la carretera que nos deja en Solosancho. Tras un breve callejeo por el pueblo llegamos frente a la iglesia parroquial donde encontramos sobre un plinto de granito el imponente verraco. Habíamos visitado la escultura en varias ocasiones y nunca deja de impresionar su tamaño, superior a los dos metros. Su historia y medidas las habíamos tomado de López Monteagudo, sin embargo, los trabajos del profesor Manglano Valcárcel van a revelar nuevos datos que parecen, en principio, sorprendentes.

Vista del costado izquierdo del verraco donde se precian abundantes cazoletas

Siguiendo a López Monteagudo, el verraco de Solosancho dio nombre al lugar donde fue encontrado: "El Oso, el lugar en el castro de Ulaca (Solosancho, Ávila) de donde procede la escultura del toro que en la actualidad se conserva en la plaza del pueblo".  A continuación lo describe como toro de granito con las siguientes medidas: 208 cm de largo, 87 cm de alto, 57 cm alto y un perímetro de 230 cm. A la pieza, "le falta el morro y las extremidades de advierten rotas a unos 20 cm de su arranque. En la cabeza se aprecian muy marcadas las mandíbulas y las concavidades para encajar los cuernos. Posee una exigua papada. El cuerpo aparece totalmente cubierto de cazoletas, presentando un acentuado realismo sexual. Bajo el vientre se advierte un soporte central de sección cilíndrica". 

Trasera del verraco donde se aprecian los órganos sexuales.

Tanto esta pieza como la del verraco de Chamartín, con el que tiene muchas similitudes, carecen prácticamente de papada a la vez que cuentan con un apoyo central a diferencia de otras esculturas de dimensiones similares, como los Toros de Guisando, que aunque menos estilizados, tienen la papada muy desarrollada. Continúa la descripción con la ubicación del castro de Ulaca, éste "está situado a 30 km al SE. de Solosancho, habiéndose hallado la escultura en el lugar denominado "Fuente del Oso", en donde existe un manantial". Evidentemente debe haber un error tipográfico puesto que Ulaca está a tan sólo 3 km. de Solosancho.

Lado izquierdo del verraco con oquedad para incrustar la cornamenta 

Como hemos señalado, el verraco de Solosancho es muy similar tanto en la forma como en tamaño al de Chamartín de la Sierra, este último, según López Monteagudo, procede del castro de La Mesa de Miranda. Al respecto a esta similitud, el estudio de ambas esculturas realizado por el profesor Manglano Valcárcel es realmente esclarecedor. Ambos verracos tienen la misma composición lítica, la de Chamartín de la Sierra, y en la formal, carece de papada prominente, el acentuado morfismo sexual, el hueco para la incrustación de cornamenta, tamaño y un soporte central por lo que se puede asegurar que puede ser obra del mismo autor. Hay que tener en cuenta que ambos castros distan unos 30 km. por lo que "no es en absoluto descabellado intuir que el ejemplar de Solosancho asociado al castro de Ulaca fuese esculpido en Chamartín y trasladado posteriormente a aquella población".

Verraco de Chamartín de la Sierra (Ävila)

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018


sábado, 25 de octubre de 2025

Torre de Romilla


Había tenido conocimiento de la Torre de Romilla por un profesor que había llevado allí a sus alumnos a "una torre nazarí, -me dijo-, en Romilla, cerca de Chauchina". Poco tiempo después, en una conferencia en la Asociación de Amigos de los Castillos sobre la Alhambra, el profesor Almagro Gorbea me comentó la publicación de un trabajo suyo sobre la torre, trabajo que lo podía consultar en las publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas por internet. Será con este trabajo del profesor Almagro con el que nos guiaremos, toda vez que la cartela que hay frente a la torre puede leerse aunque con bastante dificultad.


LA TORRE

La Torre de Romilla o Torre de Roma, se sitúa a unos cien metros de la salida del pueblo, en la margen izquierda del río Genil. Allí se levanta, según el profesor Almagro, "una torre de recia presencia". La torre se encuentra consolidada y presenta un aspecto excelente. De planta rectangular, las medidas que nos ofrece son de 9.47 m. x 7.10 m, de lado en su base, y tiene en la actualidad una altura de 14 metros, aunque originalmente debió llegar a los 16 metros. Los muros presentan una leve inclinación hacia el interior, por lo que en la parte superior tiene unas medidas de 9,10 m. x 6,85 m.,  lo que le confiere un aspecto troncopiramidal con los lados más largos con orientación norte-sur. Hacía el interior, sin embargo, los muros son verticales, teniendo en la base un espesor de 1,50 m. y de 1,35 m. en la superior. La torre, tal como la describe el profesor Almagro, tiene hacia el exterior "un aspecto de enorme solidez al carecer prácticamente de vanos y los muros totalmente lisos", paramentos construidos con tapial de zahorra, tierra y cal que le proporciona gran dureza.

Cara Oeste de la torre con ventanal en el piso superior y dos aspilleras
en la planta intermedia

Aparte del vano de la primitiva puerta en la planta inferior, tan solo se abren una pequeñas aspilleras en la planta intermedia y una ventana en el centro de cada una de las caras de la planta superior. La erosión, detalla, "ha ido limando las aristas y dando relieve a los paramentos en los que ahora se pueden apreciar los mechinales de las tablas de atado de los encofrados del tapial y las junta de los cajones. Pero en sus orígenes la torre presentaba una geométrica desnudez que acentúa su aspecto adusto y potente de obra militar".

Cara Sur en la que se abre una ventana en el piso superior
algo mayor que las del resto de la planta y una aspillera

En la actualidad se accede a la torre por un hueco abierto en su lado oriental, aprovechando el primitivo emplazamiento, cuyas jambas y arco, que fueron de ladrillo, han sido arrancados, apreciándose solo unos pocos de éstos en el lado izquierdo fuertemente adheridos a la fábrica de tapial. En la parte superior está aún visible la caja de una viga que pudo servir para el anclaje de las gorroneras de la puerta.

Cara este donde se abre la puerta de acceso en altura, una
ventana en la planta superior y una aspillera en la interme-
dia. En la  parte superior y en el zócalo se aprecian las
marcas de las agujas de la fabricación  del tapial

No pudimos acceder al interior de la torre por lo que seguimos los aspectos más interesantes que nos apunta el profesor Almagro. Comenta que la panta inferior tuvo un suelo unos dos metros más alto que el nivel actual. Bajo la sala inferior y ocupando todo el interior de la torre, hubo un aljibe del que sólo queda parte de su bóveda, totalmente destruida y rellena de escombros. Para acceder a la torre debía hacerse por una rampa o bien mediante una escalera de mano. En total de su interior se distinguen cuatro espacios cubiertos con bóvedas, el aljibe y las tres plantas que: "como en el exterior, todo es adusto y severo, sin decoración alguna, pero precisamente por ello presenta una elegancia en las formas simples y rotundas que impresiona".

Cara Norte con ventana en la planta superior. Más austera carece
de aspilleras. En el zócalo se aprecian las marcas de las agujas de la
fabrica de tapial

El aljibe, hoy colmatado de escombros y del que se desconoce su altura, estaba cubierto por una bóveda  de medio cañón construida de ladrillo con orientación norte-sur. Sólo tenía un punto de acceso que sería por un orificio circular de 0,55 m de diámetro, a modo de pozo, que se sitúa en el ángulo noroeste y del que queda algo más de la mitad de su perímetro. El aljibe, seguramente, se abastecería de agua desde alguna acequia de las que riegan la vega, al encontrarse la mayor parte del mismo bajo la cota del terreno.

Cara Este con la puerta de acceso en altura y cara Norte

A continuación el profesor Almagro hace una pormenorizada descripción de las plantas, las bóvedas de cada una de ellas, accesos y escaleras. Nosotros destacamos tan solo lo que pudimos ver desde el exterior. Las aspilleras tienen unas medidas de 0,60 por 0,10 m. y un derrame hacia el interior donde alcanzan 0,80 m. Destaca la planta superior, con unas medidas de 5.40m. de largo por 4,05 de ancho, es la mejor iluminada al presentar grandes vanos de 1.07 m. de ancho en los lados este, y oeste, y de 0.90 m. el lado sur, aunque no describe el vano de la cara norte. Las jambas son de ladrillo enjarjado en los cajones de la fábrica de tapial. Tras hacer un detallado estudio de las técnicas constructivas del tapial y los materiales utilizados, destaca sobre todo la técnica utilizada para la construcción de las bóvedas sin el uso cimbras.

Detalle de la ventana de la planta superior y las dos aspilleras de la cara
Oeste. La pérdida de material por la erosión permite ver el ladrillo original
y las marcas de los mechinales que dejaron las agujas del tapial


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

La función de la torre era vigilar el entorno de la vega y dar aviso a la capital en caso de ataques. Según indica, los días claros desde el pie de la torre puede verse la Torre de la Vela de la Alhambra. Servía también de refugio para la población en caso de un ataque garantizando su protección, dada su solidez, contra un ejército de algarada y rapiña toda vez que estaba abastecida de agua y vituallas. La torre posiblemente debió construirse en el siglo XIV y aparece mencionada en varios textos históricos según cita el profesor Almagro.

Sierra Nevada vista desde el pie de la torre en su cara Este

La primera de estas citas es la que se hace en la Crónica de don Álvaro de Luna, donde se le menciona como Torre Roma, en la invasión que el condestable llevó  a cabo en 1431 por la Vega de Granada. En la crónica se dice que esta torre fue quemada (ed. Juan de Mata Carriazo, 1940). Nosotros seguimos la edición de Josef Miguel de Flores (1784). Transcribimos parte de la incursión del condestable por la Vega granadina asolando los arrabales de Íllora y algunas alquerías cercanas, lo que nos proporciona una idea más fidedigna del contexto geográfico e histórico:

Describe la crónica, que el Condestable había acampado en Alcalá la Real donde había pasado una noche de tormenta y fuertes vientos que había desbaratado algunas tiendas. Por la mañana, tras acudir a misa, puso en orden sus huestes, criados y nobles que le acompañaban, y se dispuso a entrar en tierras del rey de Granada:

"Puesto el Condestable en esta ordenanza, entró con su hueste en la tierra de los Moros, é pasó por Yllora junto con la villa, la cual es quatro leguas de la cibdad de Granada, donde le tiraron muchas saetas, truenos é lombardas. Fué assentar con su hueste en un cerro que es allende de la villa contra la vega: alli estaba una torre atalaya en que avia ciertos Moros. Alguna gente del Condestable le preguntaron, si mandaba que los combatientes é tomassen, é mostraron que lo pudieran bien facer. El Condestable les mandó que los dexassen, para que ellos libremente se pudiessen ir á facer saber la su ida á su Rey; ó á quien á ellos ploguisse; porque saliesse á pelear con él. Tanta voluntad avia de aver con él la batalla. Otro dia mandó ir al Adelantado Diego de Rivera, é Fernan Lopez de Saldaña. é á otros caballeros, á quemar el arrabal de Yllora: é aquestos combatieron é tomaron é entraron el arrabal, é quemaronlo, é truxeron los Moros á lo mas fuerte. Entre tanto que esto facian, el Condestable fizo levantar su hueste, é movió con ella contra la vega: é á la ida taló las huertas é panes de Yllora: é entró el Condestable con su hueste bien ordenada en la vega de Granada, é fué assentar con ella en el chaparral de Yllora, encima del rio Xenil, dos leguas pequeñas de la cibdad de Granada. De alli envió mill é quinientos rocines por corredores, los quales fueron del rio Xenil arriba, combatiendo é quemando muchas alcarias de Moros, las cuales serian más de cincuenta, matando é prendiendo los Moros que esperaban, é se ponian á defenderlas. Entre aquellas alcarias fue quemada una notable casa del Rey de Granada, que se llamaba Alacha, é otra que se llamaba Ecijuela, que es allende fasta media legua; en esta alcaria fueron quemadas muchas casas que avia en torno della. Fue quemada otra que se llama Roma, e otra que se llama Ansola, é assi otras muchas hasta una legua de la cibdad de Granada. El Condestable Don Alvaro de Luna, que muy grand deseo avia de verse en el campo con el Rey, é casa de Granada, envió desde allí su embajada á Mohamad Abenazar Rey de Granada, el cual se llamaba el Ezquierdo".

Mosaico de cerámica de Talavera con la representación del condestable don
Álvaro de Luna y el comienzo de la Crónica, en Escalona (Toledo)

A continuación se hace mención de la torre en la Crónica de los Reyes Católicos, donde, según el profesor Almagro, se ordena destruirla en la incursión que hizo por la vega en 1490. Reproducimos parte de la crónica de Hernando del Pulgar (ed. B.O.E.) en ella se narra cómo, tras sentar el rey Fernando su real en el castillo de Moclín, el propio rey arma caballero a su hijo el príncipe Juan. El príncipe, junto a otros caballeros que a su vez él mismo había armado, organizó una salida "é tomaron la torre de Roman que está dos leguas de Granada, é ciertos Moros que en ella estaban, con cierto engaño". También se menciona la torre en el Catastro de Ensenada, aunque tan sólo se hace mención a ella, y se representa en un plano que no hemos podido localizar.

Para concluir, comentar que en el trabajo del profesor Almagro se publican, detallados, los planos de alzada de la torre, secciones y plantas, por lo que es muy recomendable su lectura si se tiene interés en profundizar en la construcción y trabajos de consolidación de la torre.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Almagro Gorbea, Antonio, La Torre de Romilla. Una torre nazarí en la Vega de Granada, CSIC, Granada 1991, en digital.csic.es
Catastro de Ensenada, ed. facsimil en bizcaia.eus
Crónica de D. Álvaro de Luna (Ed. Josef Miguel de Flores), Madrid, 1784, en bliotecadigital.jcyl.es.
Hernando del Pulgar, Crónica de los Señores Reyes Católicos, ed. B.O.E. Madrid 2004, en boe.es