jueves, 18 de septiembre de 2025

Necrópolis de las Camas de los Moros


Después de nuestra visita al Canto de los responsos de Villaviciosa, retomamos nuestro camino esta vez de vuelta. Dejamos a nuestra izquierda el poblado visigodo de Navasangil y unos kilómetros más abajo, a la derecha el castro vettón de Ulaca. Una vez en Villaviciosa volvimos a recrearnos en el castillo antes de emprender la última visita de nuestro viaje: la necrópolis de Las Camas de los Moros en Sotalbo

Vista desde el yacimiento con el castillo de Aunqueospese en el horizonte

Tomamos  una calle a la derecha tras pasar la última casa e iniciamos un trayecto por un camino rural. Este se encuentra a trechos en mal estado por lo que hay que hacer unos tramos a pie, siempre dejando a muestra derecha la alambrada de una finca ganadera que nos va a acompañará hasta el desvío desde donde veremos con cierta dificultad los enterramientos. Tras un largo paseo a pie y desorientados por el localizador, llegamos a un alto desde donde se divisa, al este, Palacio y un poco más retirado Sotalbo y, sobre una de las cimas de la sierra el castillo roquero de Aunqueospese. El yacimiento se encuentra en el extremo este del cerro donde se asienta el castro de Ulaca en la margen izquierda del río Picuezos, a una altitud de 1180 metros. 

Sepulcro de tipo antropomorfo con orientación O-E

Las Camas de los Moros es una necrópolis discreta, que consiste en dos tumbas excavadas en la roca, y aunque se cita como necrópolis visigoda, se fecha entre los siglos VIII al IX, en plena expansión musulmana en la Península. La descripción que nos hace nuestra única fuente de información es que se trata de dos sepulcros de la Alta Edad Media; y describe el primero y más interesante, que se abre "en la cabecera de un bolo de granito dominante en el paisaje con orientación O-E de tipo antropomorfo, es un sepulcro de gran calidad, con el cajeado perfectamente definido y la cabecera semicircular".

Sepulcro rectangular excavado en un lanchar 

El segundo de los sepulcros "se abre sobre el lanchar de granito que aflora a los pies del bolo anterior, en una posición menos dominante ni relevante" en un nivel inferior al primero. Esta sepultura tiene planta rectangular y su orientación es NO-SE; presenta un cajeado más sencillo,  "someramente marcado" y carece de cabecera. Posiblemente, concluye, todo "el conjunto fue concebido a manera de panteón familiar".

Bolo granítico visto desde la tumba de tipo antropomorfo

El hecho de que estos enterramientos estén formados por pocas tumbas y aisladas, se puede deber a varias motivaciones, bien porque persiguen "la reclamación de derechos de propiedad, a un control familiar de la localización y a una memoria básicamente familiar", por lo que difiere de los enterramientos colectivos como son los cementerios con sepulturas más numerosas. Por tanto, estas tumbas "suponen auténticos monumentos campesinos, emplazados en lugares visibles desde áreas cercanas, (que) se asocian a una memoria familiar". Estos enterramientos excavados en la roca, -nos recuerda la fuente-, son frecuentes en las zonas serranas de la provincia de Ávila y se corresponden con sepulturas cristianas de pequeñas comunidades de núcleos de población dispersa, pueblos serranos ganaderos que "se mantuvieron al margen de los focos de influencia, por lo que conservaron numerosos arcaísmos".

Panorámica desde las sepulturas con la Sierra de la Paramera al fondo

Para esta entrada he consultado as siguiente documentación:

Necrópolis de las Camas de los Moros-Sotalbo, en valleambles.com.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Cantos de responsos


Habíamos llegado al pie del castillo de Villaviciosa por la carretera de Solosancho. Ha sido agradable encontrar que se han cortado los setos que impedían ver el castillo, por lo que aprovechamos nuestro viaje para fotografiarlo. La carretera de Solosancho es la única que llegar en la actualidad hasta Villaviciosa y desde ella se tiene acceso al castro vettón de Ulaca. Unos kilómetros más al sur, aunque hay que subir la prolongada pendiente del camino, encontramos a la derecha el poblado de época visigoda de La Cabeza de Navasangil. Este camino es la ruta que atraviesa la Sierra de la Paramera, hacia el sur, y fue la razón por la que se construye el castillo que va a defender el paso milenario. Un poco más al sur, a un kilómetro de Navasangil el viajero encuentra a la izquierda del camino el canto de responsos de Villaviciosa.

Canto de responsos de Villaviciosa

Al pie del canto encontramos una cartela que nos explica brevemente su historia:

"Los "cantos de responsos" son rocas ciclópeas que, ubicadas junto a los caminos y dominantes en el paisaje, conservan un ritual folklórico posiblemente relacionado con el mundo funerario-ritual prerromano. Sobre ellos los viandantes arrojaban piedras y, a la vez, se rezaba un responso, con la finalidad de quedar protegidos de las ánimas y de otros peligros terrenales que el camino pudiera deparar.

Esta tradición se hunde en las raíces del mundo vettón y evidencia la creencia en que los espíritus de los muertos vagaban por los territorios agrestes, considerándose estas rocas como punto de contacto con el "Más Allá".

Con la cristianización, este ritual, muy enraizado y difícil de erradicar, se equipara a la tradición litúrgica del responso para liberar un alma del Purgatorio, perviviendo la creencia de que las ánimas vagaban por el campo".

Canto de responsos de Narrillos de San Leonardo

Existen al menos otros tres cantos de los que hemos podido visitar uno, el canto de Narrillos de San Leonardo, a unos 5 km. al norte de Ávila, que debía ser el camino que unía la población con el castro de las Cogotas en Cardeñosa, otros 5 km. al norte de Narrillos, en la margen izquierda del río Adaja. El canto está anunciado en un cartel que hay nada más entrar en el pueblo y se encuentra justo detrás del cementerio. Hay que recordar que Narrillos posee un ejemplar de verraco vettón colocado en la entrada de la iglesia parroquial.

Aunque están localizados y con imágenes, según se ve en la cartela de Villaviciosa, otro de los cantos se ubica en el Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila, aunque nos ha sido imposible encontrarlo, y el segundo en La Hija de Dios el cual queda pendiente de una visita.

Una vez terminada nuestra visita al Canto de responsos de Villaviciosa nos dirigimos de vuelta a la puebla para visitar la Necrópolis de la Cama de los Moros de Sotalbo.


Para esta entrada he utilizado únicamente el texto de las cartela informativa.


jueves, 4 de septiembre de 2025

Verracos de Las Cogotas


A principios de la década de 1980 visité por primera vez el castro de Las Cogotas (Cardeñosa) en Ávila. Había leído algún texto sobre los celtas, libros iniciáticos de escasa entidad, ni científica ni arqueológica, y desconocía por completo la cultura vettona. El guarda, un hombre de mediana edad, muy animoso, recogía los restos de cerámicas y cualquier elemento con huella humana, y lo depositaba sobre lo que quedaba de la muralla del recinto del castro, escasos tramos de difícil visualización y que se esmeraba en mantener en el mejor de los estados. En sus ratos libres el guarda tallaba pequeños verracos de granito que guardaba entre los carrascos y que en más de una ocasión le robaban los visitantes, igual que ruedas de molino o las fusayolas, pesas de telar o algún útil sin identificar. Unos meses después volví de nuevo al castro. Éste no había cambiado prácticamente nada. Fue una tarde desapacible con viento racheado y frío del norte, lo que hacía imaginar cómo sería la vida en el lugar. Me enseñó entonces los restos de un gran verraco del que sólo quedaba el tronco partido por la mitad en tres trozos, sin patas y sin cabeza, aunque se distinguía bien la pieza de tamaño considerable, se encontraba junto al campo de piedras hincadas.

Puerta principal de acceso reconstruida al castro de las Cogotas

El castro de Las Cogotas tiene tres recintos, el más externo, dirección sur, está parcialmente anegado por el pantano. En él se han descubierto al menos cuatro verracos; dos de ellos, dos toros, se conservan, en el Museo provincial de Ávila, otro, el más emblemático, es un cerdo que se encuentra frente al antiguo edificio del Banco de España, actual sede del Catastro, y un cuarto actualmente desaparecido.

Cerdo. Granito. Buen estado de conservación frente oficina del Catastro

El verraco que se encuentra frente al antiguo Banco de España, tiene un estado de conservación muy bueno, y según López Monteagudo, en él se aprecia "con toda claridad en la cabeza las orejas, ojos, mandíbula y boca. Bajo el cuello se advierte la papada. En el dorso resalta el espinazo con dos cazoletas. Las extremidades resaltan separadas del bloque en el que se labró cada par, estando muy marcados los codos y las pezuñas. Consta de peana de 14 cm. de altura de la misma pieza que el animal. Se aprecian los brazuelos e ijares, así como el sexo y el ano", y nos facilita las siguientes medidas: 176 c. de longitud, 118 de altura, 66 de ancho y un perímetro de 246.

El verraco se encontró tumbado "fuera de la muralla, a 40 metros y a la izquierda del camino que conduce a la entrada superior del recinto segundo del castro, estando esta zona sembrada de piedras hincadas". El rey Alfonso XII dispuso que el verraco se trasladase a Ávila lo que provocó gran malestar en Cardeñosa teniendo que intervenir la guardia de asalto para hacer el traslado.

Toro. Granito. Carece de peana y patas así como de soporte central.

También muy cerca del campo de piedras hincadas se encontraba el segundo ejemplar que se encuentra en la Museo Provincial. Según comenta López Monteagudo, el verraco se dio por desaparecido "pero recientemente ha sido hallado en el recinto tercero del castro" (1989).  La pieza carece de toda la parte inferior: la peana, patas y un soporte central cuadrangular similar a los soportes circulares que poseen los verracos de Solosancho y Chamartín. Las medidas que nos aporta López Monteagudo son 160 cm. de largo, 136 cm. de altura máxima y 110 cm. de mínima. Al ejemplar le "falta la cabeza, conservándose el cuello en cuya parte inferior se observa una exigua papada. Se aprecian muy marcados los brazuelos y piernas, así como los codos posteriores, el sexo y el rabo. En el dorso resalta el espinazo". En lo que respecta a la parte inferior que se separó de la escultura, las patas, soporte y peana, se utilizó como banco en la puerta de una casa de Cardeñosa.

Toro que se encontraba partido junto a la zona de piedras hincadas

El segundo toro, el que vimos troceado en el castro, los podemos ver hoy en el Museo de Ávila . Siguiendo la descripción de López Monteagudo, se "halla partido en tres trozos que casan perfectamente entre sí. Uno al que le falta la cabeza, corresponde a la mitad delantera y los otros dos a la mitad posterior. Se aprecian los ijares y brazuelos, así como los codos y el espinazo. Las patas están rotas a la altura del codo y ambas, por el lado derecho, presentan unos verdugones, dos horizontales y otros dos oblicuos sobre la pierna y dos horizontales sobre el brazuelo. Conserva un trozo de papada, preciándose el sexo y el rabo". Las medidas que nos proporciona son: 175 cm. de longitud, 103 cm. de alto y 70 cm. de ancho. A esta pieza, concluye, pudo pertenecer "la cabeza publicada por Cabré, cuyo paradero se desconoce". Juan Cabré fue el arqueólogo que a partir de 1927 dirigió la excavación el castro de Las Cogotas y la necrópolis, no así el área central del poblado que se prácticamente inédito.

Muy interesante es la visita que el viajero debe hacer al centro de interpretación del castro en Cardeñosa, así como al Museo de Ávila donde se conservan los verracos y algunas piezas procedentes del castro.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018