sábado, 13 de septiembre de 2025

Cantos de responsos


Habíamos llegado al pie del castillo de Villaviciosa por la carretera de Solosancho. Ha sido agradable encontrar que se han cortado los setos que impedían ver el castillo, por lo que aprovechamos nuestro viaje para fotografiarlo. La carretera de Solosancho es la única que llegar en la actualidad hasta Villaviciosa y desde ella se tiene acceso al castro vettón de Ulaca. Unos kilómetros más al sur, aunque hay que subir la prolongada pendiente del camino, encontramos a la derecha el poblado de época visigoda de Navasangil. Este camino es la ruta que atraviesa la Sierra de la Paramera, hacia el sur, y fue la razón por la que se construye el castillo que va a defender el paso milenario. Un poco más al sur, a un kilómetro de Navasangil el viajero encuentra a la izquierda del camino el canto de responsos de Villaviciosa.

Canto de responsos de Villaviciosa

Al pie del canto encontramos una cartela que nos explica brevemente su historia:

"Los "cantos de responsos" son rocas ciclópeas que, ubicadas junto a los caminos y dominantes en el paisaje, conservan un ritual folklórico posiblemente relacionado con el mundo funerario-ritual prerromano. Sobre ellos los viandantes arrojaban piedras y, a la vez, se rezaba un responso, con la finalidad de quedar protegidos de las ánimas y de otros peligros terrenales que el camino pudiera deparar.

Esta tradición se hunde en las raíces del mundo vettón y evidencia la creencia en que los espíritus de los muertos vagaban por los territorios agrestes, considerándose estas rocas como punto de contacto con el "Más Allá".

Con la cristianización, este ritual, muy enraizado y difícil de erradicar, se equipara a la tradición litúrgica del responso para liberar un alma del Purgatorio, perviviendo la creencia de que las ánimas vagaban por el campo".

Canto de responsos de Narrillos de San Leonardo

Existen al menos otros tres cantos de los que hemos podido visitar uno, el canto de Narrillos de San Leonardo, a unos 5 km. al norte de Ávila, que debía ser el camino que unía la población con el castro de las Cogotas en Cardeñosa, otros 5 km. al norte de Narrillos, en la margen izquierda del río Adaja. El canto está anunciado en un cartel que hay nada más entrar en el pueblo y se encuentra justo detrás del cementerio. Hay que recordar que Narrillos posee un ejemplar de verraco vettón colocado en la entrada de la iglesia parroquial.

Aunque están localizados y con imágenes, según se ve en la cartela de Villaviciosa, otro de los cantos se ubica en el Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila, aunque nos ha sido imposible encontrarlo, y el segundo en La Hija de Dios el cual queda pendiente de una visita.

Para esta entrada he utilizado únicamente el texto de las cartela informativa.


jueves, 4 de septiembre de 2025

Verracos de Las Cogotas


A principios de la década de 1980 visité por primera vez el castro de Las Cogotas (Cardeñosa) en Ávila. Había leído algún texto sobre los celtas, libros iniciáticos de escasa entidad, ni científica ni arqueológica, y desconocía por completo la cultura vettona. El guarda, un hombre de mediana edad, muy animoso, recogía los restos de cerámicas y cualquier elemento con huella humana, y lo depositaba sobre lo que quedaba de la muralla del recinto del castro, escasos tramos de difícil visualización y que se esmeraba en mantener en el mejor de los estados. En sus ratos libres el guarda tallaba pequeños verracos de granito que guardaba entre los carrascos y que en más de una ocasión le robaban los visitantes, igual que ruedas de molino o las fusayolas, pesas de telar o algún útil sin identificar. Unos meses después volví de nuevo al castro. Éste no había cambiado prácticamente nada. Fue una tarde desapacible con viento racheado y frío del norte, lo que hacía imaginar cómo sería la vida en el lugar. Me enseñó entonces los restos de un gran verraco del que sólo quedaba el tronco partido por la mitad en tres trozos, sin patas y sin cabeza, aunque se distinguía bien la pieza de tamaño considerable, se encontraba junto al campo de piedras hincadas.

Puerta principal de acceso reconstruida al castro de las Cogotas

El castro de Las Cogotas tiene tres recintos, el más externo, dirección sur, está parcialmente anegado por el pantano. En él se han descubierto al menos cuatro verracos; dos de ellos, dos toros, se conservan, en el Museo provincial de Ávila, otro, el más emblemático, es un cerdo que se encuentra frente al antiguo edificio del Banco de España, actual sede del Catastro, y un cuarto actualmente desaparecido.

Cerdo. Granito. Buen estado de conservación frente oficina del Catastro

El verraco que se encuentra frente al antiguo Banco de España, tiene un estado de conservación muy bueno, y según López Monteagudo, en él se aprecia "con toda claridad en la cabeza las orejas, ojos, mandíbula y boca. Bajo el cuello se advierte la papada. En el dorso resalta el espinazo con dos cazoletas. Las extremidades resaltan separadas del bloque en el que se labró cada par, estando muy marcados los codos y las pezuñas. Consta de peana de 14 cm. de altura de la misma pieza que el animal. Se aprecian los brazuelos e ijares, así como el sexo y el ano", y nos facilita las siguientes medidas: 176 c. de longitud, 118 de altura, 66 de ancho y un perímetro de 246.

El verraco se encontró tumbado "fuera de la muralla, a 40 metros y a la izquierda del camino que conduce a la entrada superior del recinto segundo del castro, estando esta zona sembrada de piedras hincadas". El rey Alfonso XII dispuso que el verraco se trasladase a Ávila lo que provocó gran malestar en Cardeñosa teniendo que intervenir la guardia de asalto para hacer el traslado.

Toro. Granito. Carece de peana y patas así como de soporte central.

También muy cerca del campo de piedras hincadas se encontraba el segundo ejemplar que se encuentra en la Museo Provincial. Según comenta López Monteagudo, el verraco se dio por desaparecido "pero recientemente ha sido hallado en el recinto tercero del castro" (1989).  La pieza carece de toda la parte inferior: la peana, patas y un soporte central cuadrangular similar a los soportes circulares que poseen los verracos de Solosancho y Chamartín. Las medidas que nos aporta López Monteagudo son 160 cm. de largo, 136 cm. de altura máxima y 110 cm. de mínima. Al ejemplar le "falta la cabeza, conservándose el cuello en cuya parte inferior se observa una exigua papada. Se aprecian muy marcados los brazuelos y piernas, así como los codos posteriores, el sexo y el rabo. En el dorso resalta el espinazo". En lo que respecta a la parte inferior que se separó de la escultura, las patas, soporte y peana, se utilizó como banco en la puerta de una casa de Cardeñosa.

Toro que se encontraba partido junto a la zona de piedras hincadas

El segundo toro, el que vimos troceado en el castro, los podemos ver hoy en el Museo de Ávila . Siguiendo la descripción de López Monteagudo, se "halla partido en tres trozos que casan perfectamente entre sí. Uno al que le falta la cabeza, corresponde a la mitad delantera y los otros dos a la mitad posterior. Se aprecian los ijares y brazuelos, así como los codos y el espinazo. Las patas están rotas a la altura del codo y ambas, por el lado derecho, presentan unos verdugones, dos horizontales y otros dos oblicuos sobre la pierna y dos horizontales sobre el brazuelo. Conserva un trozo de papada, preciándose el sexo y el rabo". Las medidas que nos proporciona son: 175 cm. de longitud, 103 cm. de alto y 70 cm. de ancho. A esta pieza, concluye, pudo pertenecer "la cabeza publicada por Cabré, cuyo paradero se desconoce". Juan Cabré fue el arqueólogo que a partir de 1927 dirigió la excavación el castro de Las Cogotas y la necrópolis, no así el área central del poblado que se prácticamente inédito.

Muy interesante es la visita que el viajero debe hacer al centro de interpretación del castro en Cardeñosa, así como al Museo de Ávila donde se conservan los verracos y algunas piezas procedentes del castro.

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

martes, 26 de agosto de 2025

Signos lapidarios: Cruces y calvarios

Calvario grabado en una dovela del arco del portillo del castillo de
San Martín de Montalbán en La Puebla de Montalbán
En una visita al castillo de San Martín de Montalbán, en La Puebla de Montalbán (Toledo), el guía paró frente al portillo que se abre al tajo que forma el arroyo del Torcón, una caída de 100 metros; en una dovela del portillo se ve grabada una cruz sobre un monte, un calvario que según interpretó el guía, era la señal de que en aquel lugar había ocurrido un hecho violento, una muerte o una violación, un acto trágico en definitiva. Estos signos lapidarios los había visto en varios lugares, en entradas de conventos, iglesias y edificios seglares y era, cuanto menos, poco creíble la explicación que nos ofrecía el guía. Busqué otras fuentes y casi todas concluían que no sabía nada. "Con seguridad, algunos de los calvarios y cruces grabados en nuestras calles debieron ser túmulos fúnebres, pero quizá fueron los menos y es posible que hayan languidecido bajo el peso del tiempo, igual que ocurrió con el recuerdo de aquellos difuntos".

Calvario grabado en el fuste de una columna de la iglesia de Mingorría

De aquella búsqueda encontré al fin una mejor explicación fundamentada, la que me proporcionó El Cotanillo en su blog, un trabajo sobre estos signos, aunque circunscrito a Baños de la Encina (Jaén),  también podría aplicarse, con cierta cautela, en Mingorría (Ávila). Fue aquí, en la iglesia de Mingorría, donde descubrí uno de estos calvarios. Fue durante la celebración de un oficio de difunto, el calvario estaba grabado en el fuste una última columna del lado de la epístola, a los pies de la nave central. 

Calvario en la jamba del número 5 de la calle María Nieto

Estas inscripciones, según El Cotanillo, lejos de tener una connotación trágica y fúnebre como nos relataba el guía de La Puebla Montalbán, poseen una clara significación protectora, no en vano, añade, "la comunidad, por su propia naturaleza" siempre ve el vaso medio lleno y se lanzó a grabar estos calvarios "con la férrea creencia de que aquello le traía salud, protegía su hacienda y le aseguraba un lugar a la vera de Cristo". El origen es incierto, no obstante, su estudio revela que las inscripciones, que tienen la fecha grabada junto al calvario, vienen a coincidir con dos fechas, el inicio de las desamortizaciones, y en concreto con la primera de ellas en 1789, la llamada la desamortización de Godoy, durante el reinado de Carlos IV, -aunque se le denomina de Godoy, la desamortización se llevó a cabo cuando el Príncipe de la Paz ya había perdido, unos meses antes, el favor real -, y el segundo hecho coincidía a su vez con la desolación que provocó la Guerra de la Independencia en 1808.

Calvario en la jamba del número 1 de la calle María Nieto

En nuestro recorrido por Mingorría, descubrimos pocos calvarios; cuatro en casas hoy particulares, dos en cada jamba de la casa número 1 de la calle María Nieto, y cuatro  en la casa número 5 de la misma calle, dos hacia el exterior y otras dos en el intradós, estando ambas casas deshabitadas en la actualidad y carecemos de datos sobre ellas. Hemos visto otras cinco relacionadas con la industria: chocolatera, molinos de agua harineos, y un potro de herrar. Las marcas en las casas seglares que corresponde con la calle María Nieto número 1, las jambas y el dintel están pintados de blanco y es difícil distinguir los calvarios que tienen dos travesaños, cruz patriarcal similar a la cruz de Caravaca; y los del número 5, con la casa en obras, uno de los calvarios del intradós está tapado parcialmente por el cemento que consolida la puerta.

Calvario en la jamba de la fábrica de chocolates Marugán (Mingorría)

No sólo servía la inscripción para proteger la hacienda propia, también servían para proteger los negocios. La desamortización había propiciado "la entrada de capitales y población, y, consecuentemente, una vez pacificado el territorio favoreció una ola de nuevas construcciones, tanto de las relacionadas con la industria aceitera (en nuestro caso cacao y harina) como con  las viviendas solariegas", protegiendo "a los que vivían bajo el mismo techo y asegurar el éxito de sus empresas", esto es, las jambas eran el límite entre lo profano de la calle y la su vez lo íntimo y sagrado del hogar y la fábrica, "por lo que puede relacionarse con la acción de persignarse, entendiendo este acto de realizar la señal de la cruz al entrar o salir, mientras se ora o se invoca a Cristo como respuesta a promesas y ritos individuales".

Calvario elaborado en la jamba del molino de Las Juntas a orillas del Adaja

En su artículo, destaca un apartado especial para los calvarios relacionados con el agua, práctica protectora "cargada de buenaventura, ampara la abundancia y espanta las enfermedades en el caso de fuentes, abrevaderos y manantiales, (y) favorece la fertilidad de las tierras de cultivo". En nuestro caso en el molino de Las Juntas a orillas del río Adaja a su paso por el término de Mingorría, en el que podemos observar en la jamba izquierda un calvario más elaborado y en la de la derecha uno más sencillo; y en el muro de la balsa de otro molino, esta vez en la margen izquierda del Adaja en Zorita de los Molinos, anejo de Mingorría.

Calvario en la jamba derecha del molino de Las Juntas a orillas del río Adaja

Tal como concluye El Cotanillo, "la cruz adquirió connotaciones mágicas, como antes las tuvieron otros signos paganos, caso de alquerques o herraduras, y se utilizó como marca protectora para reducir las calamidades que producían las tormentas, propiciar buenas cosechas, proteger el éxito de la molienda o defender a la vecindad contra el maligno". Este último caso podemos citar el potro de herrar, lugar donde se herraban las caballerías: caballos, mulos y burros, y  vacas y bueyes. El potro de herrar era de uso comunal y está situado junto a la fuente, en las afueras del pueblo.

Calvario en el potro de herrar rehabilitado y remarcado con pintura

Para esta entrada he consultado y podéis seguir la interesante investigación publicada en elcotanillo.blogspot.com

Potro de herrar de Mingorría

Calvarios en una losa del muro de la balsa de molino harinero junto al río
Adaja en Zorita de los Molinos, anejo de Mingorría

domingo, 10 de agosto de 2025

Verraco de El Oso


La localidad de El Oso (Ávila) se encuentra en la carretera CL-507 que une Sanchidrián con San Pedro del Arroyo. Nuestra ruta partía de la Torre Óptica de Maello y nos dirigíamos a Flores de Ávila donde esperábamos visitar la iglesia de origen mudéjar. Hicimos una breve parada para ver el verraco que está junto a la iglesia que no visitábamos al menos desde hacía 25 años. El nombre de la localidad ya es significativo, El Oso, toda vez que, como indica López Monteagudo, muchos lugares y localidades deben su toponímico a la existencia de esculturas zoomorfas vettonas: "En la provincia de Ávila existe una localidad llamada El Oso, de donde procede una escultura de verraco".

En la imagen se aprecia la perforación de la pieza para encajar los cuernos

López Monteagudo hace una pormenorizada descripción de la pieza que "Consta de una gran peana de 15 cm de altura, de la misma pieza que el animal. En la cabeza destaca el testuz con dos agujeros para encajar los cuernos. Conserva el cuello y la papada. Las patatas aparecen separadas y resaltadas del bloque en el que se labró cada par. Se aprecian los corvejones, rodillas y pezuñas. La escultura tuvo embutida una cruz en el dorso en fecha posterior". La cabeza del verraco, como vemos en la imagen, está muy deteriorada aunque mantiene los rasgos que indica López Monteagudo, la papada, el cuello y las perforaciones para encajar los cuernos. El verraco representa, según esta autora, un toro de granito y tiene las siguientes medidas: 114 cm de longitud, una altura máxima de 106 cm, con 48 cm de ancho y un perímetro de 175 cm.

Costado izquierdo del verraco donde se aprecia la inscripción OSO

Sobre la cruz que estuvo embutida en el verraco, continúa López Monteagudo, es producto de prácticas consistentes en asimilar o cristianizar las esculturas consideradas representaciones paganas "En el transcurso del tiempo algunas esculturas de verracos fueron cristianizadas -ya que se las consideraba como ídolos paganos- con la erección de una cruz sobre el dorso -como los verracos de El Bercial en Toledo y Mingorría- o mediante su traslado junto a una iglesia -como Lumbrales en Salamanca, Villatoro en Ávila y Torralba de Oropesa en Toledo-". La escultura de El Oso tiene estas dos características, la oquedad donde se encajaría una cruz, oquedad restaurada en la actualidad, y el haber sido trasladada cerca de la iglesia puesto que, añade, "procede del solar del pueblo". No obstante, al respecto, Manglano Varcárcel aporta el análisis litológico, según éste la pieza tiene elementos cuyas trazas principales "coinciden con el patrón Mingorría".

Parte trasera del verraco con la reparación de la oquedad para incrustar una cruz

Interesante es la aportación que hace Manglano sobre la relación que aún existe entre los verracos y los habitantes de las población donde se encuentran, en particular, sobre el que nos ocupa, en "la localidad abulense de El Oso, donde tradicionalmente era típico que los jóvenes del pueblo, que pensasen establecer relaciones, cruzaran el verraco situado frente a la iglesia pasando por el vano existente entre el tronco y la peana", al parecer si lo conseguían significaba que su relación sería fructífera de cara a futuras nupcias. También nos recuerda que el toponímico deriva del parecido de la escultura con la figura de un oso, y añade que "cuenta la tradición que un oso, que había bajado de los montes astures, sembró el pánico en la comarca hasta que fue abatido por uno de los habitantes del pueblo".

En la parte trasera se aprecia el agujero donde debía encajarse el rabo

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio RamónLos verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

Imagen del verraco hacia el año 2000

Imagen del verraco hacia el año 2000

Iglesia de San Pedro Apóstol de El Oso a la izquierda se ubica el verraco



martes, 29 de julio de 2025

Las Henrenes


Después de la visita a Mirueña de los Infanzones donde estuvimos viendo los dos verracos celtibéricos, retornamos por la AV-P-630 hasta el cruce con la AV-110 donde tomamos dirección a Muñico y Cillán; poco antes de llegar a esta última encontramos el cartel que nos indica la entrada al yacimiento arqueológico de Las Henrenes hasta donde nos guía un camino agrícola en el que descansaba un rebaño de ovejas al cuidado de dos mastines que no dejaron de acosarnos a nuestro paso. A la izquierda del camino encontramos un sarcófago infantil bien señalizado, y a escasos metros, a nuestra derecha encontramos un camino y un cartel que nos informa sobre el yacimiento ubicado en un encinar de formidables ejemplares centenarios.

Yacimiento de Las Henrenes. Sarcófago infantil. Cronología no determinada
Procedente de la iglesia de San Cristóbal del yacimiento de Las Henrenes

En el yacimiento encontramos una cartela informativa que hace balance de los trabajos datando el yacimiento entre los siglos IX-X d C. Podemos leer en la cartela:

El conjunto arqueológico ocupa un área de unas 7 hectáreas dividido en dos sectores:

Sector ocupado por el despoblado que se extiende al norte de la cañada. Corresponde al lugar donde se han venido realizando intervenciones arqueológicas de mayor consideración, con la excavación de tres casas y la delimitación del conjunto con un cercado.
Es el foco en el que nos encontramos y se aprecian hasta 11 restos estructurales, con sus correspondientes derrumbes que dibujan túmulos circulares u ovalados en el terreno con un cráter. Los espacios habitacionales son estructuras cuadrangulares, rectangulares y circulares, de diversos tamaños, con compartimentaciones internas.

El sector que queda al sur de la cañada, ocupando la zona más elevada de la loma, en el que se levanta el centro de culto (iglesia) y la necrópolis asociada al mismo.
Se define, principalmente, por un montículo artificial originado por la acumulación de derrumbes. Las grandes dimensiones de los sillares dispersos hacen pensar en que se utilizarían en un edificio de dimensiones notables. Por otra parte, hacia el suroeste, se localiza una gran estructura habitacional de planta rectangular y alguna compartimentación interior".

Estructura de una casa junto a la entrada del yacimiento

Más pormenorizado encontramos otra cartela que, aunque muy desgastada y de difícil lectura, detalla al visitante la estructuras habitacionales, en concreto dos casas, la Casa 4 y la Casa 5, en la parte más elevada del yacimiento y que son fáciles de identificar:

"Estas dos casas se sitúan en el centro del poblado, en su punto más alto, y aunque las casas presentan una aparente dispersión también puede apreciarse un cierto trazado urbano, siendo en la calle el lugar donde nos encontramos.

Hay que imaginar estas viviendas construidas con muros de mampostería de piedra y, a modo de cubierta, un entramado vegetal. Se aprecian compartimentaciones internas y cada habitáculo contaría con una función. Por ejemplo, en una estancia de la Casa 4, se ubicó un almacén de enseres ya que allí se localizaron útiles de uso agrícola. En otra habitación de esta misma vivienda se halló (permanece tapado) un mosaico de fragmentos de tejas hincadas asentado en el sustrato sobre el cual se dispondría un bien preciado.

Estructura de una de las casas

De la Casa 5 destaca la estructura circular adosada que se ha identificado como una tenada familiar (similar a una palloza) de uso agropecuario, un tipo de construcción aún vigente en la comarca. En el interior de la vivienda se reconoció un hogar o lugar en el que se realizarían combustiones.

En conjunto se puede decir que las casas de este poblado fueron teniendo una evolución durante su uso continuado consistente en la adicción de estancias o a la apertura y cierre de puertas y ventanas. Pero cuando se abandonan, no se hace de forma precipitada sino paulatina aunque se abandonan útiles porque quizá ya eran inservibles".

Estructura circular de la Casa 5

Hasta este punto fuimos en nuestra visita. No llegamos a la parte baja de la Cañada debido a un pequeño percance que nos hizo volver a nuestro punto de partida en Cillán a la espera de retomar nuestro viaje. Aunque existe información del despoblado sólo hemos utilizado para esta entrada las cartelas informativas del propio yacimiento.

sábado, 12 de julio de 2025

Verracos de Mirueña de los Infanzones

Verraco en la posición superior

Tarde calurosa del mes de julio. Partimos desde Cillán por la carretera AV-110 dirección Muñico dejando a la izquierda el yacimiento de Las Herrenes al que teníamos intención de visitar a nuestra vuelta. Pasado Muñico, en el km. 33 encontramos el cruce de la carretera que nos lleva a nuestro destino: Mirueña de los Infanzones donde teníamos previsto ver un verraco empotrado en la pared de una casa junto a la carretera que continúa su trazado hasta San García de Ingelmos.

Verraco inferior, de menor tamaño y sin vano perforado de la peana

Había visto imágenes de uno de los verracos pero, en realidad, había dos ejemplares, los de pequeño tamaño, uno sobre el otro ejemplar. López Monteagudo cataloga un único ejemplar con el nº 59, aunque sugería la posibilidad de que fuesen dos, no pudo fotografiarlo. Comenta que tampoco era posible identificar el ejemplar, si era toro o cerdo, no obstante detalla que es de "Granito. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia. Se encuentra empotrado en una casa de la calle Dr. González Marcos." Añade que no era visible (1989) "por haber sido cubierto por una capa de cemento. Se encuentra empotrado haciendo esquina, tal vez junto a otro ejemplar, en la casa nº 30 de la calle Dr. González Marco de Mirueña de los Infanzones". Ninguna información más nos ofrece Álvarez Sanchís que hace referencia a lo publicado por López Monteagudo.

Disposición de los verracos

Como podemos observar ambos ejemplares son toros, tallados de granito, de pequeño tamaño y esculpidos con la peana en la misma pieza, aunque en la pieza inferior está sin perforar el vano que separa el vientre de la peana. Nuestras propias medidas son las siguientes: el verraco superior tiene una longitud de 115 cm.; una altura de 60 cm. en la parte trasera y central, y 73 cm. de peana. Para el verraco inferior, algo más pequeño, tiene una longitud de 102 cm. 57 cm. la altura de la parte trasera y 60 cm. la central, y 70 cm. la peana.

Manglano aporta más información y una imagen de los verracos además de un precisa información de la composición de la roca es la que están tallados los verracos que "coincide con el patrón de Cardeñosa (Ávila)". En Mirueña de los Infanzones, añade, "se conocen dos ejemplares empotrados en una casa que fue antiguo hospital", hace hincapié en la buena conservación de ambas piezas "a pesar de los roces que presenta la que está en el plano inferior, como consecuencia del tráfico rodado". Además comenta que recientemente han aparecido dos nuevas piezas, una, que se encuentra en el interior de una nave particular, ha servido de poyo o asiento, y la segunda, aún inédita (2018), en el interior de una casa particular que "tiene la peculiaridad, de que siendo de proporciones muy reducidas, pueden apreciase en ellas rasgos anatómicos muy detallados".

Para estas entrad he consultado la siguiente documentación:

Álvarez Sanchis, Jesús R., Los Vettones, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003
López Monteagudo, GuadalupeEsculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, C.S.I.C., Madrid, 1989.
Manglano Varcárcel, Gregorio Ramón, Los verracos vettones, UAM Ediciones, Madrid, 2018

domingo, 29 de junio de 2025

Torre de telegrafía óptica de Codorniz


Habíamos llegado a Codorniz después de nuestra visita a la iglesia de Montuenga. Desde allí tomamos la CL-605 que nos dejaría, a tan solo 3,5 km al noreste, en nuestro próximo destino. Durante el trayecto, a la derecha, se eleva la torre de telégrafo óptico equidistante entre ambas poblaciones. Primero íbamos a visitar la iglesia parroquial que posee una potente torre campanario con restos mudéjares y, desde allí continuar a menos de un kilómetro en línea recta, hasta la torre de telegrafía óptica.

Esta visita la habíamos planificado con la breve información que nos proporcionaba la ficha de la Asociación Española de Amigos de los Castillos (AEAC) como base de nuestra investigación: "Torre de telegrafía óptica de la Línea de Castilla, edificada como un fortín por la inseguridad política y social de la época. Fue la primera línea en entrar en servicio en 1844. Diez años después ya no funcionaba y se usaba la eléctrica".

Cara sur donde estaba situada la puerta de acceso en el primer piso
 mediante una escalera de mano que se retiraba desde el interior

LA TORRE

La torre de Codorniz era la número  12 de la Línea de Castilla, línea de telegrafía óptica que unía Madrid con Irún. Esta línea se iniciaba en la torre situada en el cuartel de Guardias de Corps de Madrid, actual cuartel de Conde Duque, la anterior, la número 11, situada en Martín Muñoz dista 8,60 k. al sur, y la posterior, la número 13 en Tolocirio, 10,60 km. al norte. Mediante una circular de 1844 se establecieron las normas generales a las que debían de atenerse los ingenieros para proponer los lugares de emplazamiento de las torres. La distancia entre torres debía ser de al menos dos leguas y tres leguas como máximo -la legua castellana equivale a 4.190 m-; si era posible debían estar en carreteras ya existentes; se debían situar en poblaciones evitando parajes deshabitados, que "en cualquier caso debían preferirse edificios propiedad del Estado, torres de iglesias o ermitas, castillos y casas fuertes antiguas", y "debían mantener una alineación procurando que el radio visual de la línea fuera perpendicular al frente de cada torre". En la práctica se descartó la ubicación en las torres de las iglesias porque el sonido de las campanas desajustaba los aparatos ópticos.


En el caso de la torre de Codorniz se cumplen estos requisitos, y aunque se encuentra algo alejada de la población, la torre se asienta en un cerro al suroeste del caserío a una altitud de 914 metros, compartiendo ubicación con unas bodegas vecinales. Atendiendo a las características técnicas que nos ofrece la AEAC, la torre "tiene forma cuadrada, consta de tres alturas, planta baja, dos pisos y terraza donde estaba la maquinaria. En la planta baja se abrían tres aspilleras para fusilería en cada una de sus caras. La puerta de acceso estaba en alto", lo que la convertía en una fortaleza.

Cara norte con dos vanos se aprecia en enfoscado y el ladrillo de la cornisa

Según comenta Olivé el valor patrimonial de estas torres, sobre todo aquellas "que se establecían fuera de los pueblos y que hoy constituyen la única reliquia de aquella empresa y en cierto modo, eran verdaderos fuertes. Tenían la puerta de entrada situada a unos dos metros del suelo, de manera que el acceso se hiciera por medio de una escalera que se echaba desde dentro. Tenían, además, aspilleras para facilitar una posible defensa", tal como muestra en un plano firmado por el ingeniero Mathé en noviembre de 1848.

Base de la cara norte con zócalo de sillares de piedra caliza, la zona alamborada
con tres aspilleras de fusilería e imposta sobre la que se alza el cuerpo recto.

Montoya Beleña hace la siguiente descripción de las torres, un "modelo que se repite una y otra vez. Estas torres son de planta cuadrada, de 6,25 metros de lado y unos 10 metros de altura, y como elementos más destacados en su desarrollo se pueden citar un zócalo recto sobre el que se asientan, de 1.30 metros de altura; sobre este zócalo, se inicia un cuerpo alamborado de unos dos metros de altura, separado del tramo recto siguiente por una amplia franja de imposta que le proporciona cierta plasticidad. Sobre este ataludamiento se levanta el cuerpo recto de la torre, que se remata por una cornisa pétrea en saledizo, coronada por un antepecho que protegía la terraza donde se ubicaba el sistema óptico de comunicación, desapareciendo en todas ellas. Sus muros tienen un potente espesor de 0,80 metros". 

Parte superior en la que se aprecia desprendido el revoco el uso del ladrillo

El grosor de los muros ha permitido que las torres perdurarán en el tiempo durante 150 años, éstos, como detalla Montoya "se construyen con mampuestos de mediano tamaño trabados con mortero de cal y arena, recurriendo al empleo de sillar y sillarejo en el zócalo o en el refuerzo de las cadenas esquinas, aristas restantes de la torre y recercado de vanos. Estaban enlucidas al exterior e interior mediante enfoscado y enjalbegado o encalado de blanco" estética que otorgaba a la torre un aspecto inconfundible a la vez que la proporción de sus medidas la dotaban del porte armonioso y elegante que regía en todas las torres del telégrafo civil, toda vez que las reaprovechadas y las militares, "se pueden hallar con plantas circulares". Como dato anecdótico, se aprecia en las torres de Codorniz y en la de Martín-Muñoz, un empedrado a modo de acera en el exterior. Las torres pudieron tener aljibe que recogía el agua de lluvia y zona de almacenamiento en el hueco del zócalo.

Camino de acceso a la torre y entradas a las bodegas vecinales


CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

El telégrafo óptico nace con clara vocación militar y de servicio al poder establecido, por esta circunstancia su estructura y personal de servicio serán militares recién licenciados de la Primera Guerra Carlista, a los que se proveerá de un Reglamento. La época, convulsa política y socialmente, precisaba una red segura y de información rápida y fiable que demandaban las guerras carlistas y un medio de uso exclusivo del gobierno. La Primera Guerra Carlista había terminado en 1840 y aún se mantenían, sobre todo en el norte del país, las tensiones propias de la contienda. En 1844 el director general de Caminos, Puertos y Faros, el ingeniero militar Manuel Valera, encarga al coronel del Estado Mayor, José María Mathé la construcción de las líneas de telégrafo óptico que "eran pequeñas fortalezas sobre las que se soportaría una robusta red que transmitiría "a toda costa" lo que hubiere de transmitir" (Carrillo).

Grafitis evocando a los quintos en el revoco de la torre junto a las aspilleras

Aunque las torres seguían un modelo común, debieron adaptarse a la singularidad del terreno y de uso. Las torres de la Línea de Cataluña (Madrid-Valencia-Barcelona-La Junquera) carecían de vanos es las caras Norte y Sur y mantenían abiertos los de las caras Este y Oeste que coincidían con el sentido de la transmisión de la línea. En 1846 tras estallar la llamada Segunda Guerra Carlista también conocida como de los Matiners o campaña Montemolinista, que se circunscribió casi en exclusiva a la zona de Cataluña, el conflicto debió afectar a la defensa de las torres en la región puesto que se debieron proteger, en algunos casos, con fosos.

A mediados de 1855, como habíamos comentado al principio, dejó de presentar servicio la línea óptica Madrid-Irún sustituyendo el servicio por la telegrafía eléctrica, permaneciendo uso del sistema de transmisión óptica, aunque con variaciones, sobre todo al servicio de la Marina.

Panorámica de la zona sur desde la torre. Al seleccionar la ubicación de las
torres se debían evitar zonas de niebla que dificultaran la visión entre torres

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Asociación Española de Amigos de los Castillos, Codorniz, Torre del telégrafo, en castillosdeespaña.es
Carrillo de Albornoz y Carreño, Juan, Manuel Valera y Limia, ficha de la Real Academia de la Historia en Historia-Hispánica.rah.es/biografías.
Montoya Beleña, Santiago, Las torres del telégrafo óptico en la Comunidad Valenciana: una realidad olvidada en el patrimonio de las Obras Públicas, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Valencia 2005
Olivé Roig, Sebastián, Historia de la telegrafía óptica en España, Ministerio de Transporte, Turismo y Comunicaciones, Madrid 1990

Torre número 10 de Labajos (Maello, Ávila) Tras el abandono de la Telegrafía
Óptica, la torre fue reutilizada como palomar y se volvió a abandonar. Toda la
torre y su zócalo es de ladrillo, tiene tres plantas y los vanos superiores están
 cegados. La apertura de una puerta a ras de suelo ha facilitado su deterioro y
 vandalización.


Torre número 11 de Martín-Muñoz (Adanero, Ávila). Restaurada en 2002
presenta el aspecto original que debía tener en 1846


Torre número 13 de Tolocirio (Segovia). A diferencia de las anteriores solo
tiene planta baja y primer piso. El zócalo es de buenos sillares de granito.

viernes, 13 de junio de 2025

Torreón de Las Gordillas


Nos dirigimos al Caserío de Las Gordillas por la N-VI hasta el km 91, el desvío a Maello. Una vez en la población tomamos la carretera AV-P-208 dirección Velayos. En un recorrido breve y sinuoso, la carretera desciende en una suave depresión a través de un cuidado encinar buscando la ribera del Voltoya. En el km 8 encontramos, junto a la carretera, los restos de la primera fundación del Convento de Santa María de Jesús, conocido como Las Gordillas. Del conjunto destaca un torreón que, según podemos leer en la ficha de la Asociación Española de Amigos de los Castillos (AEAC) ya estaba "Citado en el siglo XIV como Aldehuela de los Gordiellos. Madoz lo cita como despoblado de las Gordillas, añadiendo que cuando era villa se componía de 20 casas y un convento de monjas, las cuales se trasladaron a Ávila en 1520. El torreón, muy transformado, es de los tiempos de Enrique IV y reaprovechado posteriormente por las monjas".

Cara este del torreón con ventana y saetera

El torreón, de planta rectangular, como comentamos, está muy reformado, tiene restos de mampostería y ladrillo, las esquinas están reforzadas con sillares de granito que en algunos puntos han sido sustituidos por el ladrillo. El acceso a la torre se hace por su cara sur a través de un arco de ladrillo de construcción moderna. En la cara este se abren dos vanos, ambos con fábrica de granito, una ventana de arco de medio punto, debajo de ésta se aprecia una tronera de palo y orbe cegada, y el segundo vano una saetera formada por cuatro grandes sillares. En su cara norte quedan restos de otra ventana hoy cegada; y su cara oeste  se abre otro vano con restos de jamba y arco de medio punto de granito que interpretamos como la puerta de acceso en altura que está al mismo nivel que la puerta sur, y tramos enfoscados.

Cara norte del torreón donde se aprecian los restos de una ventana

La fundación del convento se debe a la labor de doña María Dávila, dama que estaba "emparentada con la casa señorial de las Navas" por línea paterna. Por línea materna sus abuelos habían hecho adquisiciones en La Moraña abulense, posesiones que ella, junto con su primer marido, incrementaría con nuevas compras en Maello y Labajos, entre éstas se encontraba el Caserío de las Gordillas adquirido a los Reyes Católicos. El caserío aparece citado en 1481 en la toma de posesión de una casa y fortaleza en el lugar en nombre de doña María: "La casa e fortaleza de las Gordillas e todos los términos e tierras e pastos e enzinas so el dicho terreno de Las Gordillas".

Cara oeste iluminada con puerta en altura al mismo nivel que la puerta sur

El edificio, tal como cita la ficha de la AEAC, es visitable, aunque presentaba estado de ruina progresiva, parece haber sido consolidado; se encuentra en una explotación agrícola y es de propiedad privada.

Detalle de la cara este del torreón con saetera y una ventana y tronera cegada
 de palo y orbe.


FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE LAS GORDILLAS

Según podemos leer en página web de las monjas Clarisas de Ávila sobre la fundación del Convento de Santa María de Jesús, ésta se hizo en el lugar y villa de las Gordillas a cuatro leguas al noreste de Ávila. La villa, propiedad de los Reyes Católicos, fue comprada en 1477 por "Fernán Núñez de Arnalte, tesorero de sus Altezas, casado con Dña. María Dávila, fundadora de esta Casa. D. Fernán Núñez murió poco después de comprar la villa, en el año 1479, dejando a Dña. María, viuda y sin hijos, por legítima heredera de todos sus bienes". La viuda, a instancias de la reina Isabel, volvió a casarse en 1483 con un privado de los reyes, el capitán Fernando de Acuña, a quien la corona envió en calidad de virrey a Sicilia donde permaneció el matrimonio hasta 1495 fecha en la que muere Acuña, dejando de nuevo viuda y sin hijos a Dña. María, nombrándola heredera de todos sus bienes. Ese mismo año vuelve la viuda a la península y solicita a la reina fundar un convento de la Orden de Santa Clara, "y edificó una casa para su residencia comunicada con el convento a través de pasadizos y tribunas (...) La fundación se hizo junto a siete de sus criadas, tomando el hábito de beatas Terceras", a éstas se les unieron cinco criadas más hasta alcanzar el número de doce.

Escudo de armas de Dª María Dávila. Trece roeles en palo. Es Dávila

El 1502 Dña. María, sin descendencia, otorgó testamento a favor de "sus hijas legítimas y herederas y sus sucesoras a las hijas de la Madre Santa Clara" y "mando edificar una casa para las tales en su Villa de las Gordillas, en las casa que allí tenía, que le había dejado su primer marido Fernán Núñez". Las monjas vinieron a tomar posesión del lugar una vez finalizadas las obras en 1504, muriendo su fundadora, Dña. María Dávila en 1511.

Escudo de armas de Fernán Núñez de Arnalte. Tesorero de los Reyes Católicos
Primer marido de María Dávila. Dos flores de lis en palo es Núñez; Águila de
sable. Es Arnalte.

En 1534 se sopesó la posibilidad de trasladar el convento a la ciudad de Segovia, Ávila, Villacastín y Arévalo, decidiéndose finalmente por Ávila gracias a la intervención de Diego del Águila quien acomodó a las hermanas en sus casas de la ciudad mientras se construía un nuevo edificio. Las hermanas tomaron posesión del nuevo monasterio en 1557, el edificio que hoy conocemos como Convento de las Gordillas de la capital abulense en cuya portada norte se instalaron los escudos de armas de su fundadora y los de sus dos maridos, cuya descripción hace García-Oviedo. El convento estuvo habitado hasta 1971, año en que se trasladaron a su nueva sede en las afueras de la ciudad.

Escudo de armas de Fernando de Acuña. Virrey de Sicilia. Segundo marido
de María Dávila. Nueve cuñas en tres palos con las puntas hacia abajo, 1ª bordura
con cinco escudetes cargados con cinco bezantes, 2ª bordura, con trece banderas.
 Es Acuña

Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Asociación Española de Amigos de los Castillos, Maello. Torreón de la Dehesa de las Gordillas, ficha del catálogo de la Asociación.
García-Oviedo Tapia, José M., Heráldica Abulense, Caja de Ahorros de Ávila, 1992.
Monsalvo Antón, José Mª, La ordenación de los espacios agrícolas, pastoriles y forestales, en Historia de Ávila, IV, Edad Media, Sg. XIV-XV 2ª Parte, 2009
Sobrino Chomón, Tomás, María Dávila, ficha de Historia Hispánica, de la Real Academia de la Historia.

Puerta norte de acceso a la iglesia de Las Gordillas donde campean las armas,
de izquierda a derecha, de Fernán Núñez, Fernando de Acuña y María Dávila