Llegué a
Portillo procedente de
Íscar, y fue una pequeña odisea llegar al castillo porque a los pies de
Portillo se encuentra
Arrabal de Portillo, por donde deambulé antes de que me indicaran por dónde subir al pueblo que es donde está la fortaleza. El pueblo se encuentra sobre un promontorio, conocido como
Raso de Portillo, y el castillo domina el acceso del camino de
Segovia a
Valladolid desde el sur. Aunque no era la única ruta para llegar a
Valladolid, sí era la que menos ríos tenía que cruzar, por lo que la población amurallada y la fortaleza tenían un interés estratégico importante desde antiguo: La población aparece relacionada con tropas árabes en el siglo X, aunque las primeras referencias al castillo son de 1371 cuando
Enrique II tercia en la disputa por la propiedad entre los herederos del infante
Tello.
La historias del castillo está relacionada con los acontecimientos que van desde la toma del poder por
Enrique II de la corona de
Castilla hasta la unión de los reinos de
Castilla y
Aragón con
Isabel I de Castilla y
Fernando II de Aragón, los
Reyes Católicos. Contar la historia de esos 150 años en pocas líneas es difícil por la gran cantidad de personajes que aparecen, pero lo haré haciendo una breve referencia a la historia y a los cambios que hubo en el castillo, transformaciones que le confieren un estilo propio de la
Escuela de Valladolid, aunque éste será resultado de diversas actuaciones a lo largo de ese siglo y medio.
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Pedro I el Cruel. Museo Arqueológico Nacional de Madrid |
La crónica la iniciaremos en 1339, cuando
Alfonso XI cede la villa de
Portillo a su hijo natural el infante
Tello. que será quien inicie la construcción del castillo. A la muerte del rey la corona recae en
Pedro I el Cruel, aunque pronto comienza la guerra civil englobada en la
Guerra de los Cien Años contra su hermano bastardo
Enrique de Trastámara, futuro
Enrique II de quien el infante
Tello era hermano. La guerra concluirá con la muerte de
Pedro I en
Montiel a manos del futuro rey
Enrique II.
El infante
Tello debió impulsar la construcción del castillo sobre una construcción anterior ya que la base de la torre del homenaje puede ser románica. La propiedad le fue confiscada durante la guerra civil y, perseguido por
Pedro I se refugia en
Aragón, pasando la fortaleza a
Fernando de Castro. Tras la victoria final de
Enrique II el castillo le es devuelto al infante
Tello quien la cede en testamento en 1370 en mancomunidad a sus cuatro hijos, causa por la que el rey debe intervenir un año después ordenando que sólo uno quien la posea. En 1378 el rey la cede a su propio hijo, el
Duque de Medina Sidonia.
A la muerte del duque en 1404, la villa y sus tierras revierten en la Corona formando parte en 1409 de la dote de la infanta
María, hija de
Enrique III. Ésta, a su vez, la vende a su hermano el futuro
Juan II en 1415. Durante el reinado de
Juan II el castillo pasará sucesivamente a manos de
Diego Gómez de Sandoval,
Ruy Díaz de Mendoza,
Álvaro de Luna y al hijo del rey, el infante
Alfonso.
A
Enrique II le sucede
Juan I, y a éste
Enrique III. El hermano pequeño de
Enrique III es
Fernando de Aragón o de
Antequera, futuro
Fernando I de Aragón y padre de los infantes de
Aragón que intervendrían activamente en las cuestiones castellanas durante el reinado
Juan II de Castilla, el infante
Juan, que reinaría como
Juan II de Navarra, y el infante
Enrique que murió tras la batalla de
Olmedo en 1445.
Al acceder
Juan II al trono en
Castilla se forman varias fracciones, por un lado
Juan II y su valido el condestable
Álvaro de Luna; por otro los infantes de
Aragón, hijos de
Fernando de Antequera, tío y protector de
Juan II durante su minoría de edad, y por otro la nobleza que pretende mantener sus privilegios. Las continuas luchas y las diferentes y cambiantes alianzas harán que el castillo cambie de manos constantemente y sea testigo privilegiado de la historia.
En 1423
Juan II entrega la fortaleza a
Diego Gómez de Sandoval, que en 1429 se alza en armas en
Peñafiel contra el propio rey apoyando al bando de los infantes de
Aragón. El castillo le es confiscado y
Gómez de Sandoval se refugia en
Aragón de donde no volverá hasta 1438. La fortaleza por entonces la había donado el rey a
Ruy Díaz de Mendoza. La situación volvió a precipitarse en 1441 cuando los
Infantes de Aragón hacen prisionero al rey y anula todas las cesiones anteriores a 1438, por lo que la fortaleza retorna de nuevo a
Gómez de Sandoval y, el propio
Juan II es encarcelado en ella. Sin embargo, el rey escapa y junto a
Álvaro de Luna se enfrenta a los infantes en la batalla de
Olmedo, que supone la derrota definitiva de éstos: el infante
Juan vuelve a
Navarra de donde era rey, el infante
Enrique muere tras la batalla y
Gómez de Sandoval cae prisionero, aunque un año después es perdonado y le son devueltas sus posesiones.
En 1448 debido a las constantes intromisiones de los de
Aragón en los asuntos de
Castilla,
Álvaro de Luna da un golpe de autoridad y encarcela a todos los cabecillas partidarios de éstos en el castillo.
Gómez de Sandoval logra huir y se refugia en
Aragón donde acabará muriendo. Desde 1448 hasta 1452 el castillo estará en manos de
Álvaro de Luna quien lo reforma, eleva la torre del homenaje y edifica nuevas estancias palaciegas en torno al patio de armas. Pero en 1453 don
Álvaro cae en desgracia víctima de las intrigas la nobleza y de la reina
Isabel de Portugal, segunda esposa de
Juan II y madre de la futura reina
Isabel la Católica. Don
Álvaro es encarcelado en el castillo y allí permanecerá hasta ser trasladado a
Valladolid donde será decapitado. El castillo es entregado de nuevo a
Ruy Díaz de Mendoza, aunque un año después, en 1454, por testamento el rey
Juan II otorga la posesión a su hijo el infante
Alfonso, hermano de
Isabel.
Con
Enrique IV, hijo y sucesor de
Juan II, la situación política y social variará muy poco, con
Álvaro de Luna y los infantes
Aragón fuera de la política castellana, las luchas se trasladarán a la línea sucesoria que intentará imponer la cada vez más influyente nobleza. Saltan a escena
Juan Pacheco, el nuevo valido y
Beltrán de la Cueva, ambos representantes de la nueva nobleza. La vieja nobleza, temerosa de un nuevo
Álvaro de Luna en la persona de
Pacheco, insta al rey
Enrique IV a nombrar su sucesor a su hermanastro el infante
Alfonso, con lo que deshereda a su hija
Juana alegando entre otras cosas ser hija del favorito de la reina
Beltrán de la Cueva. El rey accede nombrar sucesor el infante
Alfonso, y tras la farsa de
Ávila, donde se degrada a
Enrique IV y se entroniza al infante como
Alfonso XII, sin embargo el infante morirá 2 años después en
Cardeñosa,
Ávila. La nobleza entonces ofrece la corona a su hermana
Isabel quien declina el nombramiento accediendo a ser la sucesora de su hermanastro
Enrique IV, dejando de nuevo a un lado a
Juana.
Enrique IV accede a nombrar sucesora a
Isabel pero mantiene el privilegio de autorizar su matrimonio, al parecer pactado con el rey de
Portugal. No obstante
Isabel se casa en secreto en
Valladolid con
Fernando, heredero de
Aragón, por lo que
Enrique IV vuelve a nombrar sucesora al trono su hija a
Juana. Insospechadamente el rey muere, envenenado o no, e
Isabel es nombrada reina de
Castilla.
Juana, casada con el rey de
Portugal, lucha por sus derechos, pero es derrotada y acaba retirándose al reino portugués.
Como hemos visto el castillo pasa a ser posesión del infante
Alfonso por testamento de
Juan II, pero
Enrique IV se niega a entregarlo. Pero la liga de nobles que en 1464 obligó al rey a reconocer al infante
Alfonso sucesor y a devolver las donaciones de la herencia, entre ellas el castillo. Un año después, en 1465 se inicia la guerra entre los hermanastros y
Alfonso entrega el castillo a
Rodrigo Pimentel, conde de
Benavente, partidario de su causa. Sin embargo, el de
Benavente cambia de bando y apoya la causa de
Enrique de quien logra en 1468 que le haga donación del castillo, posesión que mantendrá hasta después de la muerte de
Alfonso en 1471. El c
onde de Benavente, apoyará a
Enrique IV contra las pretensiones de
Isabel, pero a la muerte del rey vuelve a cambiar de bando apoyando entonces a
Isabel frente a
Juana La Beltraneja. En 1475, el conde es hecho preso por los partidarios de
La Beltraneja, y la fortaleza de
Portillo es entregada a los portugueses en pago de su rescate.
Derrotada
Juana y terminada la guerra, el rey
Fernando el Católico, cede definitivamente la propiedad al conde de
Benavente. Éste manda construir la barrera exterior y reforma el patio palaciego que mandara construir
Álvaro de Luna, construye también un foso que rodea todo el recinto, actualmente tapado, y un impresionante pozo de 40 metros de profundidad, dotado de cámaras subterráneas, accediendo así al agua de la que carecía, reformas que dotan al castillo con un aspecto militar que aún mantiene. Ya en el siglo XIX pasa a propiedad del
Conde Osuna y más recientemente el médico natural de la villa de
Portillo,
Pío del Río Hortega compra la fortaleza y la dona posteriormente a la
Universidad de Valladolid, su actual propietaria.
Con el castillo de
Portillo cierro el viaje que hice por tierras de
Valladolid y que he ido relatando en las entradas:
Castillos: Por tierras de Valladolid y las historias de los castillos de
Íscar,
Fuensaldaña, y
Fuente el Sol.
Para preparar la historia del castillo consulté la siguiente bibliografía:
Castilla y León. Castillos y fortalezas,
Cobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de,
Ed. Edilesa.
Las noblezas españolas en la Edad Media Siglos XI-XV,
Gerbet, Marie-Claude, Alianza Universidad.
Los castillos y fortalezas de Castilla y León,
Martín Jiménez, Carlos M.,
Ed. Ámbito.
Los Trastámara y los Reyes Católicos,
Historia de España,
Tomo 7, Suárez Fernández, Luis, Editorial Gredos.