sábado, 16 de febrero de 2019

El teniente Elliot y los piratas

Puerto de Cantón. c. 1850. China
Esta crónica apareció publicada en Revista Nacional de 1837; en ella se narra el singular y desigual combate entre La Folwa, buque de la marina colonial española, al mando de un joven teniente inglés apellidado Elliot, que hizo hizo frente a un nutrido grupo de piratas malayos.

   Los periódicos de Canton refieren el siguiente rasgo de valor de un oficial inglés. El teniente Elliot que sirve en la marina colonial española mandaba un pequeño buque montado por los 43 tagales defendido por un solo cañón en la proa y algunos pedreros en la popa, y en esta disposición se encontró de repente á la vista de una flota de 26 chalupas, montadas por piratas malayos. El oficial inglés tomó inmediatamente su partido. Aunque cada barco de los enemigos tenía á bordo 24 remeros, no titubeó en dirigirse desde luego hacia ellos y en hacer uso de su cañón: hizose con él tan buena puntería y fue tan terrible el efecto que produjo, que la chalupa del gefe de los piratas se fue á pique con todo su equipage. Elliot se dirigió entonces á la embarcación del segundo comandante é hizo fuego casi en el momento mismo de abordarla; después de algunos momentos de combate, desapareció también este otro buque como un ave del Océano.

   Viendo las 24 chalupas restantes la repentina é inesperada destrucción de los buenos gefes, echaron á huir á toda prisa; pero Elliot les dió caza, aunque le llevaban ventaja, no pudieron evitar, no obstante 62 cañonazos a metralla, que les envió aquel arrojado marino, y es probable que hayan tenido mucha pérdida. El combate duró cerca de tres horas. La Folwa, nombre del barco de Elliot, tuvo 2 hombres muertos y 12 heridos, de los cuales han muerto dos después. La desproporción de las fuerzas que dieron esta acción escede á toda ponderación: un barco solo montado por 43 hombres, se ha batido con 26, montados por cerca de 1000. Así es que luego el gobernador tuvo noticia de esta acción, ha conferido á Elliot el grado de capitán, dándole además una condecoración. También han sido recompensados los suboficiales subalternos, y la tripulación y el gobierno de las islas Filipinas se ha encargado de cuidar de las familias de los muertos.

La imagen que ilustra es esta crónica: Puerto de Cantón, pertenece al Museo Naval de Madrid en su actual exposición ASIA, excelente exposición donde se trata, en uno de sus espacios, la lucha contra la piratería en el Mar de Joló entre Filipinas y Brunei.



LA PIRATERÍA EN EL MAR DE SULU

A continuación transcribo íntegro el texto de la cartela sobre la piratería en el mar de Sulu o de Joló en una de las vitrinas del Museo Naval de Madrid en la que se hace una breve descripción de cuáles eran las actividades de los piratas en esta zona de Asia.

Prao pirata c. 1840, Singapur. (Museo Naval de Madrid)
Identificado por Manuel de Quesada como "Panco moro de Joló, pertenece a las culturas denominadas Iranun-Balanguingui que realizaban razias (ataques sorpresa de los musulmanes) en el entorno del Mar de Joló o Sulu.


El mar de Sulu o de Joló, es un mar interior rodeado de centenares de islas entre el sur de Filipinas y Brunei. Gracias a sus pequeñas bahías y otros escondites naturales, la piratería allí asentada se convirtió en un gran problema. Estos piratas actuaban como los saqueadores vikingos, asaltando violentamente a poblaciones costeras durante varios meses al año.  principal objetivo era secuestrar a personas para después venderlas como esclavos, o, ponerlas a trabajar en sus asentamientos.
Por todo ellos suponían una amenaza tanto para las gentes como para las misiones y la soberanía española. Los esfuerzos de la Armada para acabar con dichos ataques siguieron dos corrientes: la diplomática o el enfrentamiento directo.

Según los veteranos de la Marina como Halcón, la piratería tenía que solucionarse terminando con el comercio de esclavos, pero comprendía que lo arraigado de la esclavitud en las diferentes culturas locales dificultaba cualquier intento de acabar con esta amenaza.

Sin embargo, otro gran veterano de la Marina como Apodaca apostaba por la vía bélica para luchar contra la piratería. Para su erradicación promovía el uso de barcos de vapor y el asalto directo a las guaridas, que solía terminar con la liberación de cientos de esclavos. Tras los enfrentamientos "armas y efectos de guerra" eran requisados y algunos de ellos llegaron al Museo Naval para formar parte de sus colecciones bajo el epígrafe de "recuerdos históricos de combate".


DON SEBASTIÁN HURTADO DE CORCUERA

En un paseo por el Museo Arqueológico de Madrid el visitante puede ver este ejemplar de cañón que perteneció a Don Sebastián Hurtado de Corcuera. La cartela lo identifica como cañón de bronce de 1643 procedente de Manila (Filipinas). "En la inscripción junto al fogón se lee "Don Sebastián Hurtado de Corcuera", que fue caballero de la Orden Militar de Alcántara y gobernador de Filipinas entre 1635 y 1644, donde obtuvo importantes victorias contra los piratas moros de las islas de Mindanao y Sulu".

Cañón. Bronce (1643) Manila (Filipinas

A ambos lados del fogón se puede leer: Don Sebastián Hurtado de Corcuera
junto a éste, en la imagen a la izquierda la Cruz de la Orden de Alcántara


Bibliografía:
Revista Nacional, Núm. 183, Pág. 727, Madrid, 27 febrero 1837,  a través de Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. BNE.

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