martes, 29 de mayo de 2018

Maastricht: apuntes sobre la ciudad medieval


La ciudad de Maastricht está en el extremo sur de Holanda, junto a la frontera de Bélgica a orillas del río Mosa y a escasos kilómetros de Alemania. Fundada hacia el siglo IV d.C. por los romanos, Mosa Trajektum, como asentamiento para proteger el puente que cruzaba el río. Gran parte de la ciudad antigua conserva el sabor de época medieval y, aunque nuestra excursión no iba preparada para recrear esta época, repasando las fotografías creo que éstas pueden servir al lector para hacerse una idea de la riqueza que conserva esta interesante población. Nos guiamos por un mapa grabado en una placa que está en el interior de la primera muralla y luego por un folleto turístico que venden en la oficina de turismo.

La impresionante torre de O.L. Vrouwenkerk
El plano guía está en el interior del primer recinto junto a la puerta más antigua de la ciudad, y de toda Holanda, la Helpoort, o Puerta del Infierno, construida en 1229. Antes de llegar allí pasamos junto a la basílica O.L.Vrouwenkerk que cuenta con una espectacular fachada occidental flanqueada por dos esbeltas torres cilíndricas. Esta iglesia fue el centro de crecimiento de la ciudad cuando ésta dependía de Lieja; el edificio es anterior al siglo XI, y su nave central data del siglo XII, anteriores ambas a la construcción de la muralla; la fachada como las dos torres cuentan con ventanas estrechas que dan luz al interior del templo y a las torres y es fácil confundirlas con aspilleras.

Helppoort o La Puerta del Infierno, a la derecha la torre Jeker
Siguiendo nuestro paseo llegamos a Helpoort (La Puerta del Infierno) la puerta más antigua y la única que se conserva del primer recinto amurallado de la ciudad; fue construida en 1229 frente al río Jeker. La puerta tenía rastrillo y una ladronera muy vistosa de madera. La muralla, a ambos lados de la puerta está almenada, cuenta con adarve y aspilleras. Saliendo del recinto, a la derecha, haciendo esquina, se alza la torre Jeker que toma el nombre del río y, según el plano informativo, fue reconstruida en 1911. La muralla, en este lienzo, está adornada con abundantes cañones en el exterior y el adarve, por el que se puede pasear, carece de almenado.

Helpoort
A la izquierda de la Helpoort, siguiendo el lienzo original, se llega a la torre Pater Vincktoren. Es, desde la muralla del primer recinto a esta torre, donde se inicia la segunda muralla, edificada en el siglo XIV. De ésta tan sólo queda un pequeño lienzo que enlaza la torre con la primera muralla y otro tramo corto a su izquierda. Frente a la Helpoort un puente nos permite cruzar el río Jeker que nos llevará hasta la tercera o nueva muralla, construida en 1515-1517, de la que quedan dos sólidos cubos que dan a sendas lagunas. Desde estos cubos, que no fotografié, se tiene una hermosa vista.

Torre Pater Vinctoren de la segunda muralla, siglo XIV
Para concluir y fuera de nuestro recorrido, mencionar la St. Servaasbasiliesk, (Basílica de San Servacio), construcción románica con ampliaciones góticas, digna de visitar.

Basílica de San Servacio
Para esta entrada he utilizado la información del panel que hay junto a la salida de Hetpoort y el  manual turístico de Maastricht: Paseo.

He de agradecer la visita a mi gran amigo Gert Vogelaar, excepcional y paciente cicerone.

Helpoort desde el interior de la ciudad
Interior de la muralla, a la izquierda la torre Jeker entre los árboles
Muralla oriental sin almenas con cañones frente al río Mosa
Escultura de caballero en una calle de Maastricht
Escultura en el interior de la O.L. Vrouwenkerk que representa
la escena de juramento de lealtad de un vasallo al rey
Helpoort 
Placa con plano y leyenda de las murallas de Maastricht

lunes, 21 de mayo de 2018

Curioso descubrimiento

Casco de soldado español. Bronce siglo XVI
Buscando información sobre una entrada anterior encontré este Curioso descubrimiento, como lo titulaba el periódico El Español el 14 de noviembre de 1845, cuyo texto transcribo tal cual estaba publicado, manteniendo la ortografía de la época.

Un viajero francés á quien su gobierno ha confiado la importante comisión de atravesar por tierra y ríos navegables todo el continente americano desde Río de Janeiro a Lima, capital del Perú, ha escrito á un amigo suyo, dándole parte de un estraordinario descubrimiento que ha hecho en esa inmensa y desconocida estensión de territorio que media entre ambos países, y que aún no ha sido esplorada por ningún viajero. Como á unas 80 leguas de los últimos pueblos brasileños, habiendo perdido el rumbo, se encontraron los viageros inesperadamente con una calzada bastante bien hecha que daba indicios evidentes de recientes composturas. Siguiola el francés con su escasa comitiva, y á eso de unas cinco leguas, ¿cuál sería su sorpresa al descubrir desde una elevada montaña un fértil y anchuroso valle, rodeado completamente de elevaciones, y en el que descubrían pueblos muy bien construidos y una campiña feraz y cultivada con notable inteligencia. Apenas podían creer los viajeros lo que veían, porque en ningun mapa se descubre semejante serie de poblaciones.
   Sin embargo, su asombro creció de punto cuando penetraron en las calles del primer pueblo, vieron agolparse á contemplarlos una multitud de gente cuya mayor parte llevaba el traje español del siglo XIV, y en cuyos gritos descubrieron algunas palabras españolas. Para no estendernos en pesados pormenores, diremos que conducidos los viajeros ante la primera autoridad del pueblo, supieron que este se llamaba Papabamba, que había sido fundado en la época de la conquista por seis españoles que desertaron del ejército de Pizarro, perseguidos por la envidia de este, y que gracias á la distancia y á la posición aislada del valle, jamás se había vuelto á tener comunicación con europeos. Los habitantes son indios, y su idioma se compone de muchas palabras de su dialecto primitivo, pero en gran parte es español como se hablaba en tiempo de la conquista, lo que hizo su inteligencia bastante difícil á los franceses. El principal magistrado se llama Olcad, cuya etimología es indudablemente alcalde.
   Su religión es una mezcla de superstición y prácticas católicas, y en el altar mayor de su templo conservan en un arca y esponen á la veneración de los fieles dos libros mugrientos y envejecidos. Uno de ellos es un misal que lleva la fecha Antuerpia MDXII y en una hoja en blanco esta inscripción medio borrada P. Balv...e, que se supone ser Padre Valverde, lo que quizás indicaría que este es el mismo misal que el famoso Padre Valverde presentó al inca Atahuelpa, y habiéndole este arrogado al suelo, dio lugar á que los españoles enfurecidos por el sacrilegio, cayesen sobre los indios é hiciesen una gran matanza. El otro libro es el diario manuscrito de un soldado español que acompañó á Núñez de Balboa en su famoso descubrimiento del mar Pacífico y está lleno de buena fe y de pormenores curiosos. El viagero francés pasó 15 días en Papabamba, muy festejado por los indios, y piensa dar á luz una curiosa relación de este episodio inesperado de su viaje.

Cabría destacar sobre el texto lo que puede ser un error histórico o tipográfico cuando hace mención a la indumentaria del siglo XIV cuando América se descubre un siglo después, a finales del XV, y la leyenda negra que aún pesaba sobre la figura de Francisco Pizarro. Señalar por último mi insistencia en buscar algún detalle más sobre esta noticia sin lograr ningún resultado.

Nota: El casco de la fotografía que encabeza esta entrada está en el Museo de América de Madrid.

viernes, 11 de mayo de 2018

Castillo de El Cubo de Don Sancho


Escasa información tengo de este castillo o torre, tan sólo lo que he encontrado en el libro de Carlos Pinilla González. Según éste se una torre señorial que debió construirse a finales del siglo XIV o comienzos del XV y que en el siglo XVIII pertenecía al marquesado de Cerralbo.

Cara este donde se han abierto los dos vanos inferiores
La torre, que se encuentra en el centro del pueblo, tiene planta rectangular y está construida en sillería aunque, su aspecto original ha de haber sufrido bastantes modificaciones, tanto por las construcciones que se adosaron por el exterior como las reformas que se han hecho en su interior. Según pude comprobar el aspecto de la torre ha cambiado desde la fotografía que ilustra el libro de Pinilla González, quizá sea lo único interesante que puedo aportar en esta entrada. Se ha abierto una ventana en su fachada norte, la de acceso, y dos en la del este, y a su vez se han suprimido, respecto a la misma fotografía, restos del almenaje que la adornaban.

Cara norte el vano más pequeño a mitad del cubo es de nueva apertura
En la cara oeste, sobre una construcción adosada al muro, hay dos vanos, lo mismo que la cara que está orientada al sur que cuenta con otros dos vanos. En esta cara sur existe una construcción adosada que impide ver lo que debía ser la entrada original, pues aún conserva los restos de un matacán que defendía el acceso. En la actualidad la torre es la sede del ayuntamiento.

Cara sur con matacán
Para esta entrada he consultado la siguiente documentación:

Castillos de Zamora y SalamancaPinilla González, Jaime, Ediciones Lancia, 1995

Matacán y huellas de un antiguo edifico adosado

viernes, 4 de mayo de 2018

Sequeros: Crónica de Juan Alonso


Llegamos a Sequeros el domingo 8 de abril, sobre las siete de la tarde. Habíamos salido de Miranda del Castañar; desde allí nos indicaron un camino rural que nos evitaría dar un largo rodeo y nos llevaría hasta Villanueva del Conde, muy cerca de nuestro destino y, sin saberlo, lugar donde se desarrolla nuestra historia. En Sequeros sólo vimos un hombre joven a la entrada del pueblo; la tarde estaba lluviosa y apetecía poco recorrer las calles desiertas bajo el agua. En Sequeros se había rodado una película, El Nido, en 1980, que le había dado cierta fama al pueblo. Hicimos nuestro recorrido, vimos la plaza y su iglesia casi sin bajarnos del coche y pronto buscamos la salida. Volvimos a encontrar al mismo hombre joven que nos indicó una plaza de toros y el teso, un promontorio, desde el que se ve una extensa panorámica de las sierras de Francia y Béjar. La panorámica era espectacular, desde allí pudimos ver algunos pueblos que parecían dibujados entre las sombras de los nubarrones y los claros que dejaban pasar una luz tenue y algún rayo del sol. A nuestra derecha se veían correr cortinas de lluvia que parecían venir a nuestro encuentro. En el teso hay una cruz y un árbol, un tejo me pareció, los restos de un olmo caído y junto a ellos una cartela de información.
  Según la cartela nos encontrábamos en el Teso de la Cabezuela o Mirador de la Cruz, un lugar bucólico que en su día cautivó al director de cine Jaime de Armiñán para rodar su película, aunque el lugar escondía una historia, según el texto, no tan bucólica: frente a la cruz se ejecutaban las sentencias del juez de Sequeros, entre ellas, la más recordada, la de Juan Alonso, a quien un día de 1845, a las once de la mañana se dio garrote vil por haber asesinado en despoblado a una mujer casada. Noté cierto vacío en el ánimo, el texto no acompañaba en absoluto al panorama sombrío de espesos nubarrones que se abría en el horizonte, y con esa desazón que la inmensidad de la naturaleza ejerce sobre la soledad de las personas y la quietud que la muerte envuelve al alma, comenzó a llover con fuerza. Corrimos hacia el coche a refugiarnos de la lluvia y, ya sin parar, tomamos la carretera dirección norte, hacia Tamames, bajo un intenso aguacero.


El recuerdo de aquella escena me persiguió durante varios días. Decidí buscar, y me costó cierto trabajo encontrar el relato que llevó a Juan Alonso a este trágico desenlace, y la no menos trágica historia que lo condujo hasta allí; lo encontré entre los periódicos de la época. Comencé a leer sin orden, de manera compulsiva, las crónicas que trataban el crimen, según las iba encontrando, de la misma forma las reproduzco ahora que, aunque desordenadas, dan cuenta de la crónica del asesinato de María González.

La primera lectura que hice de la noticia fue en El Heraldo de Madrid de 30 de septiembre de 1845, en una crónica desde Valladolid. En ella se hacía una reflexión que bien podemos aún hoy tener en cuenta: Hace un año que casi mensualmente se levanta un patíbulo en el distrito de esta audiencia, habiendo sufrido en él diferentes reos la pena a que se habían hecho acreedores, y como si estos episodios terribles de la vida humana alentasen lejos de contener a los criminales, en nada disminuyen los crímenes atroces que se cometían. Sugiérenos estas reflexiones las diversas causas cuyas vistas hemos presenciado en las dos semanas anteriores.
En una de estas vistas, se falló la causa contra don Juan Alonso de Villanueva del Conde, partido de Sequeros. Se le acusaba de haber matado a la joven María González, que recibió once puñaladas, nueve de ellas mortales. El inferior le condenó a muerte que había de sufrir en Sequeros, y la sala ha confirmado esta sentencia, disponiendo que la ejecución se verifique en Salamanca donde se halla preso. Esta variación parece que causa una nueva instancia.

El 9 de noviembre publicaba el mismo periódico, una crónica con fecha del 5. Anunciaba que ese mismo día, desde Valladolid, sale para Sequeros el verdugo a ejecutar la justicia de Juan Alonso vecino, de Villanueva acusado de conato de violencia y muerte a la joven María González. La ferocidad de este hombre ha llegado al punto de estar muchos días con centinelas de vista.

El 12 de noviembre, El Español, en crónica de Salamanca del día 8 informaba que el día anterior, a las seis y media de la mañana salió de ésta, y custodiado por ocho guardias civiles, el reo Alonso, de Villanueva del Conde, partido de Sequeros. Le conducen a este último pueblo para sufrir la pena de muerte en garrote vil, por haber muerto a la joven María González, dándole once puñaladas, las nueve mortales. El verdugo de Castilla la Vieja encargado de ejecutar la justicia, llegó el jueves acompañado de un alguacil de la audiencia de Valladolid, y con la escolta de tres soldados de caballería. Salió también ayer para Sequero, que es donde deberá cumplir con la ejecución de la pena, a fin de dar su merecido a la justicia.



El crimen y su resolución lo narra El Español en la edición del 17 de junio, sección Tribunales con el titulo Causa notable seguida en el Juzgado de primera Instancia del Partido de Sequeros.

En el Juzgado de Sequeros debe haberse celebrado en uno de estos días en la sala de audiencia la célebre causa instruida contra Juan Alonso, vecino de Villanueva del Conde, por asesinato y violencia en la persona de María González su convecina. Terrible ha sido la sensación que ha causado en aquellos pueblos y aún en toda la provincia un hecho tan horroroso, cuyos pormenores referiremos minuciosamente cuando se nos remita el extracto de la causa, dando ahora solo una idea de lo que del sumario resulta.
 
El día 12 de mayo último desapareció del pueblo de Villanueva del Conde la joven María González, muger de F. de T. Practicadas por este y su familia las mas esquisitas diligencias en su busca, ningún resultado tuvieron en toda la noche del mismo día, hasta que a la hora de las siete de la mañana del 13 fue avisado el párroco, bajo sigilo de confesión, de que se hallaba el cadáver en un paraje oculto al sitio de la Roabajo, término del mismo pueblo. Comunicado el aviso por el párroco al señor alcalde Maldonado, dispuso el reconocimiento y remoción del cadáver previas las formalidades de la ley. Constituida dicha autoridad en el sitio designado, se inspeccionó el cadáver e identificado, resultó ser de la desgraciada María González, a quien examinaron los facultativos de medicina y cirugía D. Julián y D. Juan Martín. La víctima había recibido 12 puñaladas, de las cuales tres lo fueron en la garganta, dos en el pecho, dos en el estómago, dos en el vientre, y tres en los brazos. Removido el cadáver y hecha la disección anatómica, declararon dichos facultativos, que de las puñaladas del pecho una había penetrado en el corazón hasta media pulgada, siendo esencial y prontamente mortales esta y las demás recibidas en el tronco del cuerpo, por donde arrojaba sustancias alimenticias. Finalizada esta operación, se presentó el juez de primera instancia, y examinado que hubo las actuaciones, continuó los procedimientos con actividad hasta bien entrada la noche, que observando el ningún resultado que ofrecían las investigaciones, dictó una providencia que si bien era de éxito muy difícil, no por eso se detuvo en su práctica. Llevada a debido efecto produjo el de arrancar al reo de la profunda oscuridad en la que se ocultaba. Por la declaración de los facultativos se infirió que las heridas ocasionadas a la víctima en los brazos pudo recibirlas como en defensa propia, y nada más natural que el asesino hubiera a su vez recibido algún ligero golpe con la azada de que aquella iba provista para regar una heredad de su pertenencia. Para hacer esta investigación necesario era reconocer y examinar a todo el vecindario sin escepción de clases ni personas; y para verificarlo sin confusión y con regularidad, mandó que todos los vecinos concurriesen a la iglesia parroquial a las seis de la mañana del día 14, acompañados de sus hijos y criados mayores de 16 años. Situado en el pórtico de la parroquia y acompañado de todo el ayuntamiento y promotor fiscal del juzgado, pasó revista nominal a los 300 vecinos de que se compone el pueblo, y solo Juan Alonso se hizo sospechoso por su siniestro modo de presentarse, y una herida leve que tenía sobre el lado izquierdo de la nariz. Interrogado en el acto, confirmaron sus contestaciones las vehementes sospechas que su aturdimiento y palidez habían inspirado. Fue, pues, reducido a prisión incomunicado, interín se practicaron algunas diligencias referentes a su persona, y recibiéndose a seguida su declaración a inquerir, resultó que los calzones y polainas que llevaba puestos, estaban aún regados con sangre de su víctima. Al día siguiente 15 estaba completo el sumario hasta recibir la confesión del reo, que ya convicto permaneció en una obstinada negativa. El 16 se dió vista de la causa al marido y familia de la infortunada María González, y el 17 se pasó al promotor fiscal, quien en 20 pidió se ampliase el sumario a ciertos particulares, se produjeron mayores resultados que los hasta entonces obtenidos, pues se puso en evidencia el hecho, que Juan Alonso refirió a su muger cuando se presentó en su casa lleno de sangre, y ésta le preguntó la procedencia, reducido a que había preguntado a María González cuando salía del pueblo, a dónde se encaminaba, se dirigió a su encuentro, y no accediendo aquella a sus impuros deseos, la derribó en el suelo y la amenazó con una cuchilla de que iba provisto, consumando acto continuo su atroz delito, dándola doce puñaladas, la primera en el pecho. El 21 pasó segunda vez la causa al promotor, y el 26 la devolvió con la acusación de que se ha conferido traslado al reo.
Observaciones
Este proceso ofrece hechos dignos de la atención de nuestros lectores, aun alejando la vista del atroz delito consumado por Juan Alonso, que dio doce puñaladas a la infeliz María González. Es muy notable la tenaz resistencia que opuso al bárbaro intento de un agresor hasta el punto de defenderse con una azada. Es muy nuevo, y hasta dramático el acto de reunirse en la iglesia del pueblo todos los vecinos a sufrir un examen y reconocimiento que había de producir la averiguación del delincuente. Y hasta la circunstancia de verificarse la reunión de los vecinos en la iglesia, cosa que tal vez no merezca la aprobación de todos, es imponente, porque hace aquel acto más solemne y religioso. Parece que allí, en el templo, delante de Dios no podía menos de descubrirse el asesino, y que la mano de la Providencia lo designaba para que sufriese el castigo. Por último son dignas de elogio la sagacidad, la prudencia y el tino del juez de primera instancia que por este y otros medios originales ha conseguido descubrir el perpetrador del crimen, que haciéndose uso de los medios comunes y vulgares hubiera quedado impune y sin el castigo que reclaman la justicia y la sociedad ofendida.

El 14 de noviembre publica también El Español una crónica fechada en Sequeros el 9 de noviembre, crónica que La Esperanza reproduce íntegra: En la mañana de ayer ha sido puesto en capilla el reo Juan Alonso, vecino de Villanueva del Conde sentenciado en primera, segunda y tercera instancia a la pena de garrote vil, sin más alteración en las sentencias que en la primera y tercera se manda hacer la ejecución en esta capital de partido, y en la segunda se acordó fuera ejecutado en la ciudad de Salamanca, en cuya cárcel se hallaba por ser más segura.
  Oyó la notificación de la sentencia con imperturbable serenidad, y acto continuo se hicieron cargo de su persona los sacerdotes que le habrían de prestar los ausilios espirituales, necesarios a su triste situación y continua sereno, si bien edificando con su docilidad y arrepentimiento a los eclesiásticos que le acompañan con singular placer porque ningún esfuerzo tienen que hacer para dirigirle por el camino de su eterna salvación.
  El país, como era de esperar, se halla consternado, advirtiéndose en todos los semblantes la pasmosa sensación que causan los preparativos para una ejecución, de que no podrán convencerse hasta que no han visto obrar el brazo inexorable de la ley. Difícilmente se borrará de la memoria de los serranos el primer acto de esta clase que se ejecuta en su país, por lo que únicamente se siente que no pueda ser con todo el aparato que era de desear; pues por todo ausilio han enviado a este juez, cinco hombres de la guardia civil, cinco y un oficial de infantería del ejército, y cuatro caballos que han escoltado al ejecutor público, comprometiendo su posición por las razones arriba indicadas, y rebajando en parte el efecto que causa la vista de la tropa en un país donde jamás se ve un soldado.


No he encontrado referencia alguna a la ejecución, tan sólo que fue frente a la cruz del Teso de Cabezuela, a las once de la mañana, un día de ese mes de noviembre de 1845.

Para esta entrada he utilizado la siguiente documentación:

El Español, Madrid, 17-06, 12-11 y 14-11 de 1845.
El Heraldo, Madrid, 08-10 y 09-11 de 1845.
La Esperanza, Madrid, 14-11 de 1845.

Cabecera de El Español del Martes 17 de junio de 1845