lunes, 27 de marzo de 2017

El castillo de Chinchón


El viaje, como muchos, programado y a mitad de la ruta cambio de rumbo. Salimos de Madrid con la primera parada en Valdemoro para visitar su Plaza Mayor, un espacio espléndido de tradición castellana con casas con soportales y dos pisos con balcones, y en la zona alta de tres cuerpos; y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio barroco decorado con pinturas de Claudio Coello, los hermanos Bayeu y un Goya, un lugar para nosotros tan desconocido como lleno de belleza;, una visita y un paseo muy recomendable. Desde Valdemoro nuestro próximo destino era Griñón pero, tras un breve debate entre los viajeros decidimos tomar el sentido contrario, hacia Chinchón.



El pueblo Chinchón se encuentra situado en un páramo situado entre los valles que forman el río Tajuña y el Tajo, "el caserío de Chinchón se distribuye por la cabecera de uno de estos vallejos. Sobre él -al sur y en una plataforma meseteña-, dominándolo, se yergue el castillo", una construcción que no destaca sobre el horizonte, ni tiene una figura esbelta, sino que descansa, elevándose casi agazapado "sobre un gran zócalo ataludado" y, aunque rodeado de foso, su situación lo hace muy asequible al visitante,




El castillo, según el cartel situado en la explanada que hay frente a él "está constituido por dos cuerpos cuadrangulares unidos con esquinas rematadas en fuertes torreones cilíndricos. El mayor de estos dos bloques (58 x 55 m) es el cuerpo principal en torno al que se articulan las otras estructuras". El núcleo principal es la zona noroeste, donde se forma el segundo cuadrado "que se proyecta hacia el exterior formando lo que también se puede considerar una evocación de las antiguas torres del homenaje". Esta zona está dotada de "hermosas habitaciones" y probablemente allí estaba la cocina pues es donde está construida una gran chimenea; en esta zona los cubos tienen mayor altura, lo que hace suponer que tuviesen dos alturas. Todo el edificio está construido en mampostería de
 piedra caliza de las canteras cercanas de Colmenar de Oreja; tanto la portada como los vanos, todos almohadillados, -en opinión de Fernando Sáez, en la guía de Castillos de Madrid-, le confieren al conjunto un aire italiano que, sin tener datos del autor de su diseño, "cabe suponer que debió de ser uno de los ingenieros transalpinos que trabajaba para la corona".



La entrada, situada en el lienzo sureste, "esta formada por un arco de medio punto rehundido dentro de un marco adintelado, ambos en sillería almohadillada. A parte de los dos batientes de madera, también se cierra gracias al puente levadizo que una vez levantado encaja en el hueco rectangular", Destaca, por último, sobre la moldura superior la puerta de acceso, el espectacular blasón de los Condes de Chinchón "flanqueados por sillares almohadillados que prolongan los ejes de las jambas del marco de la puerta".




El interior no se puede visitar debido a su deterioro, y siguiendo a Sáez y observando la fotografía del Instituto Geográfico Nacional, conserva el dibujo del patio original aunque no así la arquería que debió tener. Posee un "impresionante aljibe abovedado bajo su pavimento y una parte de una galería subterránea que recorría el interior del talud inferior".  Destaca, ya fuera del recinto, en la gran explanada que antecede al castillo cuyo muro de contención forma el foso, "unas gigantescas caballerizas con las que estuvo dotado el palacio".



El castillo que vemos hoy es una reconstrucción del primitivo, según los textos consultados, prácticamente de nueva obra porque de la primera construcción no queda ningún resto. La construcción se debe a Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla,  III Conde de Chinchón, Marqués de Moya, y señor de Odón, cuya fortaleza en Villaviciosa correrá mejor suerte en el tiempo que la que ahora visitamos. El de Chinchón debió construirse entre 1590-1598; y  dada la relación  con Felipe II , de quien fue intendente de obras, debió valerse de las ventajas que le confería el puesto y conseguir que trabajasen para él los arquitectos que lo hacían al servicio real.


La historia del castillo se inicia a partir de 1460 con Andrés Cabrera quien tuvo la habilidad de mantener buenas relaciones con Enrique IV a la vez que con Isabel I, en la guerra sucesoria del reino de Castilla. Gracias a los servicios que presta a la reina recibirá el título de Marqués de Moya por su defensa que del Alcázar de Segovia durante los conflictos sucesorios de Isabel con Juana la Beltraneja. hay que recordar también que la mujer de CabreraIsabel de Bobadilla, mantenía estrecha amistad con la reina Isabel I, consiguiendo en compensación a sus servicios y su estrecha amistad, un amplio señorío en la zona sur de la actual Comunidad de Madrid. La Corona cederá a Cabrera varias poblaciones y lugares que antes pertenecían a Segovia, y entre estos lugares los nuevos señores "fijaron la cabeza de su jurisdicción en la villa de Chinchón" y, siguiendo la costumbre, se apresuraron a construir un castillo como residencia y símbolo de su poder señorial.


Los primeros sucesos que vivió el castillo fueron tempranos, en 1521, durante la Guerra de las Comunidades, fue tomado por la población en favor de los sublevados mientras el señor, Cabrera acudía a Segovia para ayudar a sofocar la rebelión, Los posibles desperfectos debieron sufragarse con las compensaciones de las villas que se levantaron contra Carlos I, a excepción de las piezas de artillería de las que estaba bien dotada la fortaleza y que le fueron sustraídas. Unos 50 años después, haca 1590, es cuando el tercer conde decide demoler la vieja fortaleza y construir una nueva, la que conocemos hoy, y que estaría habitada durante todo el siglo XVII.


Iniciado el siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión, en 1706, el castillo es tomado por las tropas imperiales del Archiduque de Austria al mando del Marqués de la Mina; lo que provocaría tales destrozos que propiciaría su posible abandono. En 1738 en nuevo monarca, Felipe V, adquiere el Condado de Chinchón con todas sus posesiones para su hijo Felipe, éste sería rey de Nápoles, circunstancia que  no debió afectar al castillo porque en el siglo XVIII ya estaba en desuso. Durante esta época se documenta en 1787 que se estaban robando bloques de piedra para construir paredes, casas y caminos en el pueblo, lo que puede justificar, según las fuentes, la desaparición del piso superior del castillo.

Un siglo después, durante la Guerra de la Independencia, es ocupado de nuevo, esta vez por las tropas francesas, la Brigada Polaca del Mariscal Víctor, que provocarán nuevos desperfectos. Desde entonces y durante los dos últimos siglos, el castillo será utilizado como casa de labranza y, como vimos al principio, fábrica de licores. Según la prensa de 1995 en el patio de armas del castillo se proyecto construir un gran aparcamiento con el fin de solventar el problema del estacionamiento para los visitantes que recibe la ciudad los festivos y fines de semana; aunque antes de esta propuesta en la década anterior, en los ochenta, un incendio provocado dañó la estructura del edificio. En la actualidad sigue siendo propiedad de los Condes de Chinchón.


Para esta entrada he consultado la información que se da en los paneles informativo junto al castillo además de la siguiente documentación:

Castillo, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de MadridDirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, catálogo elaborado por Fernando Sáez Lara. Madrid, 1993.
Guía de castillos de MadridDirección General de Turismo, Consejería de Empleo, Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid; edición y textos de Fernando Sáez, Madrid, 2015.
El País, González Olaya, Vicente, prensa 10-09-1995
Instituto Geográfico Nacional de su pagina web he extraído la imagen cenital del castillo.

Imagen del castillo de Chinchón tomada del IGN

lunes, 20 de marzo de 2017

Iglesia de San Martín del Rojo


Siempre se piensa que después de haber visitado San Martín en Frómista, San Vicente en Ávila o Santo Domingo en Soria, por poner tres ejemplos del románico castellano, que no vale la pena desplazarse unos kilómetros para ver una iglesia tan sencilla y desconocida como La Asunción de San Martín del Rojo y menos de forma improvisada. Fuimos porque estaba indicada en un cartel informativo del monasterio de Santa María de Rioseco. La población de San Martín del Rojo se encuentra a 4,5 kilómetros del monasterio de Rioseco. en un altozano junto a lo queda del pueblo hoy abandonado. Es una pequeña iglesia a la que se accede por una escalinata destartalada de bloques de piedra, está adornada con una espadaña barroca "que oculta un sencillo y austero templo románico de finales del siglo XII". Escasa es la información que he encontrado sobre ella, casi toda en el cartel informativo que hay al pie del cerro donde se asienta.


La descripción que hace el panel informativo, sencilla y muy bien ilustrada, es la siguiente: "Su cabecera conserva la estructura original en la que un tramo recto precede a un ábside semicircular. Hacia el exterior, los contrafuertes, una ventana, una cornisa decorada con puntas de diamante y varios canecillos, algunos figurados, rompen la monotonía del ábside".


El pórtico está compuesto por columnas y capiteles que pertenecieron a la iglesia arruinada de Fuente Humorera, cerca de San Martín, a la que se llega por un desvío desde la misma carretera anque el camino está cortado por una valla que impide el paso. Estos capiteles "están decorados con curiosas escenas que parecen representar a unos músico junto a una bailarina en uno de ellos, y lo que podría ser un domador con su caballo en el otro".


La portada "se organiza mediante arco de medio punto y cuatro arquivoltas" donde "diferentes personajes atados con una cadena se sitúan longitudinalmente ocupando la arquivolta, en cuyos extremos aparecen dos figuras demoníacas". En el interior, que no pudimos ver, según el cartel los capiteles tiene motivos  muy variados y en uno de ellos, en la nave, "repite un tema similar al de los músicos y la bailarina del capitel procedente de Fuente Humorera"; el resto del interior representan "curiosas aves, parejas de cuadrúpedos afrontados y mascarones con aves que picotean en su boca".


Tan solo quedaba rodear en edificio y recrearse fotografiando los canecillos, en uno se vuelve a representar a músicos y cabezas de animales: un ciervo y un toro. Para terminar, apuntar un detalle de calidad humana de quienes escribieron el cartel informativo, en él se hace un sencillo homenaje: "A Manolo, quien durante muchos años fue el único habitante de este pueblo, se le humedecían los ojos de orgullo cuando enseñaba a los visitantes ocasionales "los muñecos" tallados en esta portada",

Para esta entrada he utilizado únicamente la información que existe al pie de la iglesia.

Músico encadenado



Demino devorando a un personaje
Cornisa, canecillos y parte del ábside

Músico representado en uno de los canecillos

sábado, 11 de marzo de 2017

Castillo de Frías



 Construido sobre lo alto del espolón rocoso, el castillo de Frías vigila la ciudad a orillas del Ebro. Al otro lado del río está Tobera, a donde llegamos después de visitar Poza de la Sal; por el otro lado, dominando las rutas del norte que van al Cantábrico, el soberbio puente medieval sobre el Ebro. Llegamos a Frías, la ciudad más pequeña del mundo, por la carretera BU-504. Habíamos visitado antes Tobera, su modesto puente románico sobre el río Molinar y la ermita  Nuestra Señora de la Hoz, del siglo XIII y el santuario barroco, similar a un humilladero, del Cristo de los Remedios. Un cómodo paseo que termina junto a un mirador frente a las cascadas que forma el río al precipitarse en varios tramos.


Frías, como muchas poblaciones medievales fue objeto de permutas y cambios entre la corona y la nobleza, así, en 1011 el conde castellano Sancho García la cambia junto a otras propiedades para obtener Oña donde mandará construir su magnífico monasterio; pero será con Alfonso VIII, el de Las Navas de Tolosa y su política expansiva hacia el norte buscando la apertura de puertos que le permitirían comerciar a través del Cantábrico, cuando comience a tener relevancia en las Merindades, tanto histórica como económica. Siguiendo a Gonzalo Martínez, en la biografía Alfonso VIII, hasta entonces Castilla "había sido un reino orientado hacia el interior" y desde muy pronto intentó crear una red de ciudades y puertos que propiciara su apertura al comercio y a las relaciones marítimas. La primera ciudad creada será Castro Urdiales; a la que concede de fueros francos en 1163; le seguirán Santander, Laredo y San Vicente de la Barquera. Esta política expansiva estaba apoyada en el otorgamiento de "fueros apropiados a las actividades mercantiles y artesanales", e irá añadiendo algunas villas que se encontraban en las rutas que las iban a comunicar a través del camino de Santiago con los puertos cántabros: Miranda de Ebro en 1177, Medina de Pomar en 1181 y Frías en 1202.


Éste debió ser el propósito del rey cuando en 1201 trueca Frías con los Armengol, condes de Urgel y señores de Valladolid, y descendientes del conde Pedro Ansúrez, -la permuta debió hacerse con Armengol VIII de Urgel y IV de Valladolid- a cambio de diversas villas. De esta forma pasaba Frías del reino de Navarra a Castilla. En esta época ya debía existir el castillo, -según todos los autores de finales del XII o principios del XIII- al que pertenecieron los espléndidos capiteles románicos que decoran los ajimeces de las ventanas de la fortaleza. Un año después "el monarca concede al concejo de Frías el fuero de Logroño y en 1211 se construyen las murallas de la villa". Alfonso VIII reformará el castillo ya existente "dotándolo de nuevas defensas ya que pasa a ser una pieza importante en el control del territorio al sustituir en esas funciones al castillo de Petralata".


En 1394 Enrique III dona la villa a Diego López de Zúñiga aunque dos años más tarde la vuelve a recuperar a cambio de Béjar (Cáceres). Según Cooper esta permuta se debió a los pleitos abiertos entre la Mesta, los vecinos y los propios López Zúñiga por el acceso a los pastos de las dehesas del río Cuerpo de Hombre, por lo que el rey zanja la cuestión cambiando Frías por Béjar, a la vez que otorga privilegio a Frías por el que ningún otro rey, después de él, podrá donar o enajenar la villa "por cuanto la dicha villa según ella es e el lugar en que esta asentada cumple muy mucho para ser de los reyes inmediatamente e non de otra persona".


A pesar de este privilegio, Juan II  permutará en 1446 la ciudad y su castillo con el conde de HaroPedro Fernández de Velasco a cambio de Peñafiel. Este cambio provocará el rechazo de los vecinos que se resistirán a aceptar un nuevo señor recordando los abusos del anterior señorío y por contravenir la promesa de Enrique III. La rebelión dura hasta 1450 fecha en la que Fernández de Velasco pone sitio al castillo, donde se habían atrincherado los vecinos "e tomola por fambre e por sed, como no estavan apercividos, a cavo de dos meses, especialmente por agua que no lo avia". En las capitulaciones entre la ciudad y los Velasco se acuerda que todas las reformas de la fortaleza así como cualquier edifico nuevo sería a costa de los nuevos señores y sus sucesores. Los Velasco, condes de Haro y condestables de Castilla, añadían así Frías a sus señoríos en la Merindades donde ya poseían Medina de Pomar y Espinosa de los Monteros a la vez que convertían la nueva ciudad en cabeza del ducado de Frías que los Reyes Católicos les otorgarán en 1492.


Es tras la rebelión de la ciudad contra los Velasco cuando debieron construirse "las torres circulares que separan el castillo del resto de la muela, la torre cuadrada que cubre la puerta de este frente y la barrera y el foso que precede". Al castillo, siguiendo a Berdard Remón, es ligeramente cuadrado y se accede al él mediante un puente estrecho, levadizo en su día, que salva un foso excavado en la roca, que conduce a un barbacana con cañoneras o barrera de doble muro. El muro más alto tiene dos cubos redondos en los extremos y en el centro una torre cuadrada donde se aloja la entrada al recinto interior, a través de doble puerta en zig-zag para facilitar su defensa. Una vez en interior, en el patio de armas, a la izquierda quedan restos de dependencias residenciales, entre ellas las tres ventanas ajimezada románicas que mencionábamos al principio; y a la derecha el espacio que ocupaba la zona de servicios: cuadras, bodegas y almacenes; y por último en el centro el pozo del aljibe. En el extremo de la zona de servicios existe una torre-puerta con una poterna que se utilizaba para abandonar el castillo en caso de asedio.


La torre del homenaje, muy vistosa y fotogénica, es de planta poligonal y se eleva sobre una mole rocosa de toba. Cuenta con garitones sobre modillones en sus dos esquinas y contaba también con un aljibe. Lo que hoy vemos de la torre debe corresponderse a una porción de su tamaño original, aproximadamente la mitad, a causa de los derrumbes que sufrió la fortaleza y el roquedo en los siglos XVI, XVII y XVIII. Estos derrumbes provocaron la destrucción de varias casas y en una ocasión la muerte de 30 vecinos en uno de los desprendimiento, por lo que hubo varios intentos y propuestas para la demolición de la torre. Finalmente se optó por reconstruir la fortaleza, la que vemos en su estado actual.


Interesante es también lo que nos cuenta la información turística. Tras otorgar Alfonso VIII el Fuero de Logroño la ciudad se convirtió en uno de los centros más importantes de las Merindades de Castilla llegando a agrupar a mediados del siglo XIV a 55 aldeas y lugares: "Entre el castillo y la iglesia de San Vicente fue creciendo una auténtica ciudad de estrechas calles y pequeñas plazas que albergó una importante población de comerciantes y artesanos y una notable comunidad judía". En esta época debió reformarse el puente ya existente que cruza el Ebro. En el siglo XIV se construyó en el centro una soberbia torre para controlar el paso y el cobro del portazgo a arrieros y comerciantes.


Para esta entrada he consultado, además de los carteles informativo que hay en el castillo y la información de los folletos turísticos, la siguiente documentación:

Los pueblos de la provincia de Valladolid, Ortega Rubio, Juan, Valladolid, 1895
Conocer España por sus Castillos, Gassós, Dolores, Caja Segovia, 2004
Castillos de BurgosBernard Remón, Javier, Ed. Lancia, León, 1992
Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, Ed. Edilesa, León, 1998.
Los castillos y fortalezas de Castilla y LeónMartín Jiménez, Carlos M. Ed. Ámbito,Valladolid, 2003
Alfonso VIII rey de Castilla y Toledo (1158-1214), Martínez Díez, Gonzalo, Ediciones Trea, Gijón, 2007.

Foso y puente vistos desde el adarve
Torre cuadrada y barrera que protege la entrada 
Capitel románico representando un ave mitológica
Capitel románico representando a un caballero
Vista de Frías entre la torre del homenaje a la iglesia de San Vicente

viernes, 3 de marzo de 2017

Castillos por tierras de Toledo y uno de Madrid

Castillo de Guadalerzas
Después de preparar una excursión para visitar castillos, he de confesar que la improvisación sobre el terreno es absoluta; por una u otra causa, el tiempo o conversaciones con las personas que encuentras en el camino, hacen variar el itinerario, en ocasiones, de forma equivocada. Esta vez dudaba por dónde comenzar. Salía de Madrid y el punto de retorno era Consuegra donde había concertado la visita al castillo. La duda era si tomar camino de Seseña y ver el castillo de Puñoenrostro por la A-4, -había leído que no permiten acercarse mucho al castillo, lo que le restaba interés-, o tomar la autovía de Toledo, la A-42 hasta Torrejón de Velasco e iniciar allí el recorrido visitando otra fortaleza de los Puñoenrostro en esta población. Finalmente decidí esta última. Preparé la guía de carreteras, -el navegador es muy útil pero resta cierto encanto a los viajes porque se pregunta menos a la gente del lugar-, un cuaderno de notas y el libro Castillos de Toledo de Amador Ruibal de la editorial Lancia. Como en otras ocasiones intentaré desarrollar en entradas individuales la visita a cada castillo con mayor minuciosidad.

Castillo de Torrejón de Velasco
La mañana del sábado 30 de abril de 2016 a las 08:35 salí de Madrid rumbo a Torrejón de Velasco con 9ºC de temperatura, esperando un día soleado. Llegué a las 09:11. siendo el castillo prácticamente lo primero que se encuentra, a la derecha sin entrar en el pueblo desde la autovía. El edificio, aunque no muy grande, tiene una impresionante torre del homenaje de 20 metros de altura, y, en conjunto, muestra cierta fragilidad. No se puede visitar porque está en obras; no obstante desde el exterior se tienen buenas vistas. Las obras, que están paralizadas, debían terminar en marzo de 2012, y es de destacar la consolidación de la torre del homenaje que en su parte interior que recuerda mucho a la polémica intervención realizada en el castillo de Matrera de Villamartín en Cádiz. El cartel informativo que hay frente a la entrada atribuye su construcción a Gutiérrez Gómez de Toledo, obispo de Palencia y tío del primer Duque de Alba, entre los años 1430-1440, y posteriormente pasaría a poder de Pedro Arias Dávila, señor de Puñoenrostro, perteneciendo a los Dávila hasta la desamortización de 1830. Una curiosidad de los carteles informativos es que el castillo alberga en su interior una colonia de 50 parejas de cernícalos primilla, la más importante de la Comunidad de Madrid.
Castillo de Torrejón de Velasco
A las 09:35, después de fotografiar el castillo y sin posibilidad de tomar un café porque estaban todos cerrados, tomé de nuevo la A-42 dirección Illescas, para bordear Toledo y tomar la CM-42 dirección Almonacid de Toledo donde llegué a la hora del almuerzo, a las 10:39 con 16ºC. Mientras tomaba el bocadillo me informaron de cómo llegar al castillo. Éste se encuentra sobre un cerro que domina el pueblo y desde el que se tienen unas panorámicas que abarcan desde los Montes de Toledo hasta Gredos los días de mayor claridad. La subida la hice en coche, por un camino bien acondicionado, intentando aparcar a una distancia prudente para no interferir en fotografías de la fortaleza.

Castillo de Almonacid de Toledo
La fortaleza, de origen musulmán, Ruibal nos cuenta que existía ya en 848 como una de las más fuertes de la Marca Media en la región de Toledo, y pasó a manos de Alfonso VI en el siglo XI como dote, junto a otras fortalezas, de Zaida, la reina mora esposa del monarca castellano. Según el cartel explicativo que hay en el pueblo, Alfonso VI dona el castillo a la iglesia de Toledo que lo mantendrá en su poder hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX, el castillo es protagonista de la Guerra de la Independencia, fue tomado por las tropas napoleónicas tras enfrentarse al general Venegas . Está construido en mampostería con hiladas de ladrillo y sillar en las esquinas, tiene cinco torres y antemuro que rodea toda la fortaleza reproduciendo la cortina principal. En el interior se pueden ver los aljibes y la torre del homenaje se encuentra aislada en el centro del patio de armas; aún conserva en el antemuro las almenas. Para mí es una de las fortalezas más hermosas que he visto.

Castillo de Almonacid de Toledo
A las 11:09 y a 17ºC descendí del castillo junto a un grupo de ciclistas, para tomar de nuevo la CM-42 dejando a un lado Mora y su castillo a mi derecha al que luego volvería, para llegar a tiempo a la visita del castillo de Consuegra donde llegué a las 11:56 y 19ºC con el tiempo suficiente para visitar los molinos de viento y pasear por el enorme albacar que se extiende a su derecha. La sensación al llegar al castillo es la de encontrarse ante un verdadero foco turístico y como tal se ha de entender. En la visita es interesante atender a los guías,muy amenos y siempre se descubre algo nuevo. Sin lugar a dudas es el lugar ideal para comenzar a interesarse por el mundo de los castillos.

Castillo de Consuegra
El castillo, de origen musulmán, está está construido sobre un cerro que domina una amplía llanura. Como el de Almonacid, fue entregado a Alfonso VI como dote de la reina Zaida; vuelto a recuperar muy pronto por los almoravides hasta que Alfonso VII lo reconquista definitivamente. Es Alfonso VIII quien lo cede a la Orden de San Juan o de Malta, cuya bandera ondea en una de las terrazas. La orden establece su cabecera en él y lleva a cabo profundas reformas que hacen desaparecer casi por completo la construcción islámica, según el guía "los restos islámicos son de ladrillo, los cristianos de piedra". Imponente fortaleza, que nunca fue conquistada por las armas según nos relataron, se puede visitar uno de los 4 aljibes que poseyó, -otro fue utilizado en época posterior como mazmorra- haciendo hincapié en la importancia del agua en la zona. Interesante el sistema que defiende el acceso a la torre llamada de los Escudos, con el cuerpo de guardia y varias dependencias: la capilla o la sala sede del archivo de la orden donde se guardaban los documentos que fueron quemados casi en su totalidad por las tropa francesas durante la Guerra de la Independencia. Muy interesante es la robusta torre albarrana que defiende el frente sur, desde donde, según la leyenda, se lanzó al vacío Zaida provocando su muerte. El castillo, de grandes dimensiones, se encuentra en reformas y consolidación, y tiene adosada una grúa que le hace perder cierto encanto, no obstante es un lugar digno de visita.
Torre albarrana del castillo de Consuegra
Tras algo más de una hora de visita y charla con los guías -lo que provocó un pequeña confusión que alteraría parte del resto de la excursión confundir los castillos de Mora y Orgaz, sus horarios, visitas y estado-, llegó la hora de la comida a base de guisos del Quijote: migas, morcillas, duelos y quebrantos, codorniz y un vaso de vino de La Mancha. A las 15:00 salí camino de Manzaneque donde tenía previsto tomar el café, llegando a las 15:23 con 23ºC.

Castillo de Manzaneque
El castillo de Manzaneque se encuentra en pleno pueblo y se llega a él callejeando sin dificultad. Fue mandado construir por Íñigo de Arévalo en en siglo XV. Siguiendo a Ruibal, el castillo, que se mantiene íntegro, tuvo en su día foso y antemuro que lo protegían, aunque ambos están hoy desaparecidos. La puerta principal se encuentra bajo un arco de medio punto que esconde una buhedera para defenderla, que se encuentra entre dos torreones, uno de ellos contaba con un balcón amatacanado suprimido en la última reforma que se hizo en el edificio. Se accedía a él por el primer piso mediante puente levadizo. Desaparecidos puente y foso en la actualidad se llega por unas escaleras desde la calle. Tiene varias casas adosadas a las torres que dificultan su visión completa; y sin poder visitar más del castillo, tan sólo rodearlo por exterior, después de tan breve visita, salí dirección Mora a las 15:45 donde tomaría el ansiado café.

Castillo de Peñas Negras en Mora 
Mora se encuentra a poco más de 5 kilómetros de Manzaneque por la carretera CM-4017. Llegué a las 16:00 y mientras tomaba café me informaron como llegar al castillo. Hay que tomar la circunvalación hacia el polígono industrial junto a una rotonda, en ésta se toma a la derecha y la carretera lleva, pasadas las naves del polígono, hasta hasta la falda del monte donde la fortaleza puede verse en los más alto como vigía de la población. Conviene dejar el coche en el camino de tierra, a unos cincuenta metros de la carretera, y llegar al castillo a pie porque en la ascensión por el camino solo cabe un coche y hay que dar marcha atrás inevitablemente si te encuentras con otro vehículo, en un lugar realmente peligroso.

Castillo de Peñas Negras en Mora
Al castillo de Mora o de Peñas Negras solo se puede llegar por la ladera del lado opuesto al pueblo tras ascender unos 500 metros a pie, está situado sobre una cresta rocosa que la vertiente del pueblo lo hace inaccesible. Ruibal nos cuenta que hubo dos castillos, uno musulmán, desaparecido en la actualidad, del que aún quedan, según el plano que hay a la entrada de la fortaleza, las cortinas y cinco torres que como veremos conforman el primer recinto del castillo, y el castillo cristiano, el que hoy podemos visitar. El autor divide la fortaleza en tres recintos, al primero se accede por una de sus puertas, la puerta norte, y está cerrado por un lado por las cinco torres musulmanas y el foso excavado en la misma roca por el otro. El segundo recinto, al que se accede a través de un andamio metálico a modo de puente, es la zona en la que se distinguen estancias y tiene una torre en el extremo norte; y el tercero es la propia torre del homenaje. Todo el edificio está muy deteriorado por lo que la entrada a la torre del homenaje, cerrada, es toda una aventura. La visita es posible gracias a un conjunto de andamios y pasarelas que facilitan el tránsito entre niveles. Su historia es paralela al de Consuegra, incluido en la dote de la reina Zaida, y recobrado por los almorávides fue protagonista de varios episodios entre cristianos y musulmanes. Reconquistado por Alfonso VII fue cedido a la Orden de Santiago. En él combatió siendo su alcaide, Munio Alfonso, destacado caballero al servicio de Alfonso VII. En el siglo XV sirvió de prisión de estado para personajes célebres. Las vistas desde el lugar son espléndidas, sobre todo la vertiente noreste, la de acceso al castillo, de las que se pueden disfrutar largamente durante el descenso.

Castillo de Peñas Negras en Mora
A las 16:50 y con 24ºC retomé la circunvalación de Mora, CM-410 dirección a Orgaz, que se encuentra a escasos 14 km. Orgaz conserva las puertas de su muralla y, ya sin prisa, decidí pasear por el casco antiguo dejando el coche junto a la Puerta del Carmen por donde entré para recorrer la calle Real hasta llegar a la plaza Mayor porticada y parar un rato frente a la monumental iglesia de Santo Tomás Apóstol, y salir por la Puerta de San José, antigua Puerta de Sevilla. A su izquierda se encuentra un puente medieval y bordeando lo que debía ser la muralla se llega, hacia el oeste, al castillo.

Castillo de Orgaz
El castillo de Orgaz es una construcción tipo señorial de los siglos XIV-XV. El relato histórico que hace Ruibal es confuso y nuestro interés era más que las donaciones que hicieran los reyes, de Sancho IV, Fernando IV, Alfonso XI y Pedro I a los distintos señores de Orgaz, sería conocer, algo que no hay posibilidad, al IV señor de Orgaz, don Gonzálo Ruiz de Toledo, cuyo entierro pintara El Greco dos siglos y medio después de su muerte. Será Carlos I quien instituya el condado de Orgaz en la persona de Alvar Pérez de Guzmán en 1520 y, poco después ese mismo año, los vecinos de la villa, partidarios de los Comuneros, se atrincheraron en él siendo incendiado por la tropas reales. El castillo llega al siglo XVIII en estado de abandono. Reconstruido se le dota de una formidable torre del homenaje de 20 metros de altura. Emplazado en llano, contó con foso y antemuro, de éste quedan vestigios en el frente oeste. Cuenta con cinco torreoncillos con matacanes en las esquinas. Frente al castillo se encuentra la Oficina de Turismo que estaba cerrada y, por casualidad, pude ver que junto a la torre del homenaje, por un puerta renacentista, entraban personas vestidas con ropas medievales. En el lugar, en un hermoso patio renacentista estaban ensayando una lucha con espadas. Me atendió la mujer encargada de la Oficina de Turismo y me permitió ver y fotografiar a los actores pero no visitar su interior. Muy amable me citó para el día siguiente que habría una exhibición y me obsequió con una carpeta de turismo con la historia de los castillos más sobresalientes por provincias de Castilla La Mancha. Me animó a seguir mi ruta por la carretera de Los Yébenes, la N-401 donde, justo antes del cruce de Urda encontraría el castillo de Guadalerzas. Y este fue el malentendido que tuve con los guía de Consuegra que me hizo alterar el recorrido y que en parte pude remediar.

Recreación medieval en el castillo de Orgaz
Siguiendo esta recomendación puse camino a Urda con cierto cansancio, eran las 18:04 y 21ºC, afortunadamente el calor aflojaba. Había leído que para llegar al castillo de Guadalerzas había que cruzar un arroyo por lo que se recomendaba ir en verano, cuando no tenía agua, y por esta razón no tenía programada la visita, no obstante recordaba los pasos a dar: dejar el coche nada más salir de la carretera; iría a pie hasta encontrar una verja que después de cruzarla debería volver a cerrar para que no escapase el ganado que pasta por la zona, y así lo hice. A poco metros está el arroyo que tras cruzarlo sin importarme mucho mojarme las botas, encontré un grupo de excursionistas acampados a la izquierda. Estos me indicaron el camino, a la derecha y tras un suave repecho de unos 100 metros, a través de un jaral, llegué al castillo.

Castillo de Guadalerzas
La fortaleza de Guadalerzas encandila nada más verla, aunque según se acerca el visitante comienza a percibir tal deterioro en el edificio que casi no es necesario leer el cartel que avisa del peligro de derrumbe. Ruibal habla de un puente, los restos casi imperceptibles de otro castillo musulmán y una calzada empedrada que no vi, quizá porque tomé otro camino. El castillo es obra de la Orden de Calatrava; ya estaba construido en 1178 como hospital que utilizarían los caballeros de las distintas órdenes que guerreaban en la frontera con los reinos musulmanes, en aquel momento situada en Sierra Morena y el río Guadiana. Tras la derrota castellana en Alarcos la fortaleza cae en manos de los almohades (1195) hasta que en 1212 tras las Navas de Tolosa, vuelve a manos cristianas. El edificio ha sufrido diversas reformas y ampliaciones, sobre todo cuando Felipe II lo vende al Cardenal Silicio en 1572, -suyo es el escudo que hay sobre la puerta de acceso-, momento en el que deja de tener carácter militar y se convierte en colegio de doncellas nobles de Toledo, en él se construyen nuevas dependencias adosadas a la torre central, una capilla y un campanario. En la desamortización del XIX, es vendido a un particular que lo acondiciona como vivienda y casa de labor. Según Ruibal el estado de ruina que presenta es reciente pues hasta la pasada Guerra Civil estaba en buen estado y su mantenimiento no hubiese sido muy costoso y a causa de la desidia se ha convertido en una ruina, tal como se puede ver hoy día.

Castillo de Guadalerzas
Eran las 19:20 y con 20ºC cuando inicié el retorno con el objetivo último de visitar Tembleque y su plaza Mayor para tomar el último tentempié antes de volver a Madrid. Por el camino de vuelta, la CM-4116 se pude contemplar una de las mejores vistas del castillo de Consuegra, bordeando la población hasta llegar a Madridejos y luego la A-IV hasta Tembleque, un trayecto relajado que me llevó casi 1 hora. Ni que decir tiene que mi objetivo era tomar una cerveza y un pincho en la plaza Mayor, cosa que hice a eso de las 20:20 y con una decepción bastante profunda al comprobar que tan espléndida plaza parece vivir de espaldas al pueblo, al menos ese día tenía cortado el acceso a vehículos, y que parte de las balconadas están arruinadas, apenas circulan personas y tan solo un grupo de chiquillos jugaban al balón. Tomé la cerveza junto a unos moteros que debían estar tan cansados como yo. Con 19ºC a las 21:00 me despedí de la plaza y tome el camino de vuelta a Madrid donde llegué a las 22:15, cargado de información e imágenes, mucho cansancio y la sensación de haber pasado un día realmente espléndido.

Tembleque. Plaza Mayor
Para esta entrada he consultado además de la información que existe en algunos castillos, el libro que he citado en varias ocasiones:

Castillos de Toledo, Ruibal, Amador, Ediciones Lancia, León, 1992

Torre del castillo de Consuegra