martes, 21 de febrero de 2017

Edificio de Viviendas para militares

Edificio de Viviendas para militares en la Glorieta de San Bernardo
Al inicio de la calle de San Bernardo, en la glorieta del mismo nombre, hay un edificio singular al que es imposible abstraerse porque cuelgan de él plantas que recubren la fachada y apenas dejan entrever el fondo gris de cemento. El edificio tiene fachada también a la calle Acueducto, a Alberto Aguilera y a Santa Cruz de Marcenado, calle que lo parte en dos. En la estación de Metro, también de San Bernardo, en uno de los andenes se explica el origen de este edificio, quiénes son sus autores y el estilo en que está construido: la arquitectura orgánica. Pero antes quería indagar en los antecedentes de este estilo; en ese momento estaba leyendo un libro ¿Quién teme al Bauhaus feroz?de Tom Wolfe, precisamente sobre las propuestas de la escuela racionalista, anterior al organicismo, y su repercusión en la arquitectura norteamericana.

Fachada calle Alberto Aguilera
Se quejaba Tom Wolfe, primero lo tomé como algo sarcástico, luego como una durísima crítica a las propuestas de Le Corbusier y sus seguidores, y finalmente me pareció un alegato nacionalista, ¿cómo era posible que ese movimiento centroeuropeo hubiese podido desembarcar en EE.UU.? Lo que llamada el "estilo internacional", el racionalismo, las propuestas de Mies van de Rohe, Gropius, Le Corbusier, Oud o Loos, y "el más feroz de los redactores alemanes de manifiestos", Theo van Doesburg, arrinconaban la arquitectura tradicional norteamericana llegando a dejar a Frank Lloyd Writhg en simplemente "semimoderno". Era la propuesta del "nada es más"; un ataque formal a todo aquello que éstos calificaban de "burgués", la creación "camarillas" que se entretenían en elaborar manifiestos, y proponer una arquitectura racional que eliminaba las simetrías, las curvas, los embellecimientos, las cornisas, reducía espacios y erradicaba lo hecho a mano, lo artesanal, proponiendo lo hecho a máquina, la fabricación en serie. Según Ángel Urrutia en su Arquitectura Española siglo XX, se buscaba la "normalización de medios que contribuyesen a soluciones comunes muy racionales o ideológicamente aceptables (higiene, ventilación, aprovechamiento del espacio, elementos repetitivos y seriados para acelerar el proceso constructivo, supresión de aditamentos superfluos para economizar)."

Ampliación de Cruz de Marcenado desde la calle Acueducto
Este movimiento tiene su primera manifestación en Madrid en 1927. Casto Fernández-Shaw diseña y construye, muy cerca de San Bernardo. la Gasolinera Porto Pí -una excelente muestra del movimiento racionalista se puede ver dando un paseo por la Colonia "El Viso" (1933-1936) de Rafael Bergamín-. Pero la modernidad se frustra, como en casi todos los aspectos de la vida social y cultural española, con la Guerra Civil y la mayoría de aquellos arquitectos racionalistas, opuestos al régimen vencedor del general Franco, o bien son inhabilitados a perpetuidad o han de exiliarse. La arquitectura del régimen, la encargada de rehabilitar las ciudades de los estragos de la guerra, intenta recuperar un estilo puramente español rescatando a Juan de Herrera y Juan de Villanueva que imperarán hasta finales de los años 1950.

Edificio de Viviendas

Tras el parón intelectual que sufre el país tras la Guerra Civil y sobre todo en la etapa de autarquía (1939-1959), la arquitectura a partir de esta última fecha volverá a evolucionar y a desarrollarse a partir de propuestas racionalistas, funcionalistas y organicista, esta última influenciada por Wright y Aalto entre otros. Es en esta corriente organicista en la que se construye el Edificio de Viviendas diseñado por Fernando Higueras Díaz y Antonio Miró Valverde entre 1967 y 1974. Según el cartel que hemos mencionado de la estación de Metro, el edificio es "un conjunto, que incluye 240 viviendas, locales comerciales y aparcamientos, fué encargado para el Patronato de Casas Militares, y se desarrolla en un enorme solar que se divide en dos partes -debido a la apertura de una nueva calle, prolongación de la de Santa Cruz de Marcenado hasta la de San Bernardo-, en terrenos que ocupó primero el Tribunal de la Inquisición, y, más tarde, el Hospital de la Princesa, demolido en la década de 1950".

Patio exterior en forma de curva en Santa Cruz de Marcenado
Llama la atención, precisamente, que el edificio esté divido en dos, que en realidad son dos edificios que ocupan ambas aceras de la prolongación de Santa Cruz de Marcenado, desde la calle Acueducto hasta la calle San Bernardo. El mayor de ellos se ha diseñando entorno a tres patios, dos circulares y uno poligonal de mayores dimensiones que proporciona luz al interior de las viviendas y "se remata en su parte posterior, hacia la calle Santa Cruz de Mercenado, con gran libertad, en forma curva en contraposisicón a la regular alineación de las fachadas anteriores". El segundo edificio, menor, "es consecuencia de la apertura de la calle interior, y en él destacan los locales comerciales. El tratamiento de volúmenes mediante la conjunción del hormigón armado blanco visto y las masas verdes de las grandes jardineras que presentan las fachadas, es muy característico de la arquitectura organicista que representa a los autores".

Calle Santa Cruz de Marcenado desde la calle San Bernardo
 Ángel Urrutia nos introduce en la figura de Fernando Higueras Díaz integrado en la Promoción de 1959, a la que también pertenece Miró Valverde, la Promoción CX de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Son un grupo de arquitectos que "tratan de superar el estricto racionalismo y el aséptico funcionalismo de cuño tecnológico todavía en vigor"; siguiendo las propuestas de Wright. Sobre Higueras señala que "las corrientes organicistas, incluso la referida concretamente a Wright, poco aceptadas en los concursos oficiales y apenas hechas realidad, tienen sin embargo una continuada manifestación en la obra de Fernando Higueras". Nacido en Madrid, se titula en la Escuela de Madrid, y posee una personalidad polifacética, además de arquitecto se interesa por la música y por la pintura, no obstante, señala que "su carácter controvertido y automarginación deliberada  del debate arquitectónico actual han traído consigo un olvido injusto de su obra, es sin duda uno de los arquitectos más originales y reconocidos del mundo".
Lateral del edificio mayor desde calle San Bernardo
Hay un párrafo sobre la filosofía de su trabajo, que creo muy interesante y esclarecedor. Según Urrutia, "la arquitectura de Higueras presenta una evolución en su trayectoria, pero con invariantes estilísticas que le identifican. Cuando el despegue industrial español comience a ofrecer nuevos materiales o nuevas tecnologías y otros arquitectos las utilicen bajo las premisas funcionalistas en general o bajo las proposiciones más asépticas de Mies en particular, Higueras hará desde el principio arquitectura contracorriente, sólo o cuando colabore con Antonio Miró Valverde entre 1963 y 1969. Entonces, frente al lema miesiano menos es más propondrá el más es más"; para dotar a la arquitectura tanto de belleza como de funcionalidad, "tan importante
es la riqueza expresiva o el aura y el gesto poético como la lógica interna de la obra".

Locales comerciales del edificio menor
Su estilo personal, señala Urrutia, viene dado sobre todo por el uso del hormigón: "un material muy de nuestro siglo, más potente que el acero y más bruto que la piedra" integrando este material con la naturaleza viviente con desarrollos "asimétricos, expresivos, barrocos y románticos, encantadores y sugestivos, incluso con un alto contenido poético y medioambiental". Añade que ese ir a contracorriente de Higueras antes mencionado, le lleva a plantear "de una obra a otra y según el entono, nuevos métodos compositivos". "Este sometimiento a un mayor orden compositivo -señala Urritia tras comentar la obra también de ambos arquitectos, Higueras y Miró, el Centro de Restauraciones Artísticas, conocido popularmente como el edificio de la Corona de Espinas, en Ciudad Universitaria de Madrid- y a un control modular del hormigón, cada vez menos bruto, será ya aplicado sistemáticamente por Higueras a obras sucesivas de diversa tipología", entre la que se encuentra las Viviendas para militares 1967/1970-1975, -el edificio que comentamos- "donde el hormigón todavía masivo ha de arroparse con plantas colgantes".

Jardín trasero en curva del edificio mayor en Santa Cruz de Marcenado
Con estos apuntes termino un pequeño viaje por una época reciente de la arquitectura española y la figura de Fernando Higueras y su obra, incentivado tan sólo por el interés del viandante que se para a observar un edificio singular y la información que nos ofrece, aunque sea escasa, en este caso en una estación de Metro, para conocer un poco más nuestra ciudad y nuestro entorno. Para realizar esta entrada  además de la explicación que hay en el andén de la estación de San Bernardo en el Metro de Madrid, he consultado la siguiente bibliografía

¿Quién teme al Bauhaus feroz?, Wolfe, Tom,  Anagrama, Barcelona, 1988
Arquitectura Española Siglo XX, Urrutia, Ángel, Cátedra, Madrid, 2003

Vista cenital de las Viviendas para militares

EXPOSICIÓN FERNANDO HIGUERAS desde el origen 1950-2008 en MUSEO ICO

Las siguientes imágenes de las Viviendas para el Patronato de Casas Militares pertenecen a la exposición sobre la obra completa de Fernando Higueras del Museo ICO que estará abierta hasta el próximo 19 de mayo e 2019; una oportunidad excelente para conocer la obra de este interesantísimo arquitecto.

Viviendas desde la Glorieta de San Bernardo 

Plano del edificio

Maqueta del edificio


Edificios que menciono en el artículos son:

Centro de Restauraciones Artísticas en Ciudad Universitaria de Madrid 
obra de Fernando Higueras y Antonio Miró
Gasolinera Porto Pí, calle Alberto Aguilera, obra de Casto Fernández-Shaw
Casa de la Colonia "El Viso", obra de Rafael Bergamín

domingo, 12 de febrero de 2017

La torre de Valdenoceda


La visita a Valdenoceda no estaba programada en nuestro viaje por las Merindades sino que fue producto de la casualidad llegar hasta allí. Salimos de Trespaderne, después de la visita al castillo de Tedeja y desviarnos hacia Puente Arenas para ver la iglesia de San Pedro de Tejada, aunque frustrante porque estaba cerrada. Tomamos camino de Valdenoceda para subir el puerto de La Mazorra dirección a Burgos; y desde la carretera se puede ver la impresionante torre de los Velasco e improvisamos la visita. La única información que tuvimos fue la que hay en el cartel informativo que comparte con la iglesia románica de San Miguel de finales del siglo XII. El cartel nos informa escuetamente, "Esta imponente torre gótica, construida entre el siglo XIV y principios del XV, tiene veinte metros de altura y gruesos muros de sillarejo rematados en almenas. El escudo pertenece a la familia Villamor".


La torre se encuentra en una tierra de labor sin nada que obstaculice su visión, lo que la hace aún más impresionante. Observando el edificio se ñperciben asimetrías en los vanos y la peculiaridad de tener dos puertas de acceso, una bajo el gran escudo de los Villamor orientada al sur y a ras de suelo, y la que parece ser original en un primer piso, al que se accede por una aparatosa escalera de granito, que mira al este dirección a la iglesia de San Miguel. Para explicar todos los detalles de su construcción acudí al libro de los Castillos de Burgos de Javier Bernard quien explica estos puntos y describe la torre.


A partir del siglo XIV aparecen los Velasco vinculados al valle de Valdivielso donde está ubicada "la torre del señorío de Valdivielso, también conocida por torre de los Velasco". Es "Juan Fernández de Velasco quien crea un mayorazgo a favor de su hijo Pedro a principios del siglo XV, época en la que debió levantarse". La torre comenta Bernard, recuerda mucho a los dos torreones que conforman el alcázar de Medina de Pomar; de los personajes a los que alude imagino que Juan Fernández de Velasco era hijo de Pedro Fernández de Velasco camarero mayor de Enrique II, que mandó construir el castillo de Medina de Pomar y fundador del mayorazgo en 1380 que incluía "la villa de Medina de Pomar, con su alcázar y con sus aldeas y con sus términos..." que heredaría su hijo el aludido Juan Fernández de Velasco y de éste, a su vez, su hijo Pedro de Velasco, el futuro primer Duque de Haro, que sería quien edificó la torre.


La torre tiene una planta de 12 por 11 metros, 20 metros de altura y sus muros casi 2 metros de espesor. El edificio "antiguamente tenía 3 pisos interiores de considerable altura, accediendo al primero por puerta elevada a la que se llega mediante escaleras de piedra adosadas a sus muros por el exterior, que todavía subsiste aunque restaurada modernamente". A continuación comenta las reformas que el actual propietario ha practicado en ella, incrementando el número de pisos de 3 a 5 "mediante forjados y escaleras de hormigón, lo que ha obligado a sacar al exterior ventanas que nunca tuvo", aunque se ha seguido la traza de las originales, ajimezadas y de arco ojival; y se "ha abierto una nueva puerta de acceso a la torre en otra de sus caras a nivel de planta baja y colocándole encima un gran escudo heráldico que no es suyo y que corresponde al apellido Villamor", aunque, señala, "en otras partes quedan aún escudos de vero de los Velasco". La torre, concluye, está edificada de sillería en las esquinas y el resto de sillarejo.


La reforma e intervenciones llevadas a cabo por el actual propietario, de la familia Villamor que explica el escudo que se ha colocado sobre la nueva puerta de acceso, en mi opinión están muy bien lograda vista desde el exterior, consiguiendo que los cambios sean casi inapreciable a no ser por las asimetrías que comentaba antes de ventanas y saeteras y la diferencia del color de la piedra.


Añadir sobre el origen de estas torres en esta época, según Cobos y de Castro en su Castillos y Fortalezas, durante los siglos XIV y XV, es cuando las torres burgalesas alcanzan su mayor desarrollo evolucionando como lugares de residencia en el XV, aunque no llegan a perder su estructura de torre. Comentan el caso de la cercana torre de Loja en Quintana de Valdivelso construida entre los siglos XV y XVI por el hidalgo Juan Sánchez Saravia de Rueda, cuya familia estaba adscrita al linaje de los Velasco, que además de sus propios escudos en la torre incluyó el de los Velasco en señal de pleitesía; "se construían estas torres de nueva planta o se reformaban otras anteriores, por pequeñas familias hidalgas enriquecidas normalmente en el comercio de la lana. En no pocas ocasiones se buscaba intencionadamente la apariencia medieval de la torre, más para aparentar orígenes nobiliarios, habitualmente inexistentes, que para garantizar defensa alguna de bienes y propiedades".


Para esta entrada además del cartel informativo que hay junto a la iglesia de San Miguel, he consultado los siguientes libros:

Castillos de Burgos, Bernard Remón, Javier, Ed. Lancia, León, 1992
Castilla y León. Castillos y fortalezasCobos Guerra, F. y Castro Fernández, J.J. de, Ed. Edilesa, León, 1998.

Detalle de la torre en la que se aprecia las intervenciones recientes

Iglesia de San Miguel de Valdenoceda

miércoles, 8 de febrero de 2017

Los Jardines de La Quinta del Pardo


Mi guía 52 escapadas de Turismo cultural en la Comunidad de Madrid recomienda, dentro de la visita a El Pardo, una escapada que reseñan de forma muy breve a Los Jardines de la Quinta del Duque del Arco o la Quinta del Pardo. Es un lugar que no está de paso, hay que desviarse a propósito para llegar hasta allí desde la carretera de El Pardo, la M-605; nada más pasar el cruce del Palacio de la Zarzuela, en Somontes, a la derecha comienza la carretera Somontes-La Quinta, tras recorrer unos 2 kilómetros la carretera termina precisamente en La Quinta.


Comenta escuetamente la guía que el lugar era la finca de recreo del Duque del Arco, caballerizo Mayor de Felipe V . A la muerte del Duque, su viuda donó la finca a la Corona. A partir de entonces, integrada en el patrimonio real, se realizan una serie de reformas, tanto en el palacete como en los jardines dotándolo de cierta semejanza al Palacio de la Zarzuela. Los jardines, añade, "fueron diseñados por el francés Claude Truchet respondiendo al modelo italiano del renacimiento. Declarado Jardín Histórico-Artístico en 1931". Con tan escasa referencias llegamos al aparcamiento que hay al costado del palacete donde se encuentra un cartel explicativo que resume la historia de La Quinta, sobre todo de su jardín que destaca por su singularidad y diseño: "maridaje de la naturaleza con arquitecturas geométricas, con elementos construidos, que darán permanencia a cualquier problemática "proyectiva" en el paisaje natural y tal vez podríamos asegurar, que tal concepción llevada a su plenitud, es mérito de la cultura del siglo XVIII a nivel de los escenarios cortesanos, reales o nobiliarios más refinados", comenta Virginia Tovar Martín en su extraordinario e interesante trabajo sobre La Quinta.


"La Real Posesión de la Quinta del Duque del Arco -leemos en el cartel informativo junto al palacete- es un ejemplo excepcional de las casas de campo que algunos aristócratas utilizaban para retirarse a las afueras de Madrid durante los siglos XVII y XVIII". Nuestra historia comienza cuando el Duque del ArcoAlonso Manrique de Lara, compra la finca de Valderrodrigo en 1717 y comienza a crear en ella las huertas, el jardín y un pequeño palacete. Hay que recordar la importancia del personaje que, entre otros cargos, era Alcaide de El Pardo y Montero Real con Felipe V, quien lo nombraría Grande de Españaestaba encargado además de organizar las cacerías reales por lo que pasaba parte de su tiempo junto al monarca.  A su muere en 1737, como hemos mencionado, su viuda cede la Quinta a Felipe V,  que la incorporará en 1745 al Real Sitio de El Pardo. Este encarga al arquitecto real Francisco Carlier  levantar un plano de la posesión, un documento de excepcional valor "que nos permite conocer el aspecto original de la finca caracterizado por una armoniosa relación entre el jardín y el cultivo agrícola, inmersos en el entorno natural del monte" sin que elemento alguno alterase la continuidad visual entre los tres ámbitos.


El primer ámbito que vamos a recorrer es el de la huerta, contaba con 80 fanegas de viñedo -en la actualidad es olivar y en su tiempo se llegó a instalar una almazara para el aprovechamiento del aceite-, 926 frutales de diferentes especies además de 116 naranjos. Este espacio es un lugar idóneo que invita al paseo a través de un recorrido sosegado entre el Palacete y la Puerta de E Pardo. Desde ahí se tienen vistas de los rascacielos de Madrid, la vaguada por la que transcurre el arroyo de la Real Quinta hasta perder la mirada en el horizonte más allá de SomontesLa Zarzuela. La vuelta se hace caminando junto a la tapia que cierra la finca, entre los olivos para llegar de nuevo al jardín en la zona alta.


El segundo ámbito es el jardín -continuamos leyendo el cartel-, que sin lugar a dudas es, "lo más importante de la Quinta". Este fue diseñado por "el francés Claude Truchet al parecer en 1726" con la misma inspiración de La Granja de San Ildefonso  "la gran creación de Felipe V por aquellos años". De inspiración francesa, "Sin embargo -añade el texto- la colocación del estanque de agua en el plano superior, la disposición en terrazas con -antaño- abundantes esculturas y el carácter ornamental de los parterres son rasgos respectivamente hispánicos, italianos y franceses: la curiosa combinación de todas estas características le otorga su singularidad y su especial valor dentro de la jardinería histórica española".


Sobre el espíritu francés del jardín, Tovar Martín señala que "en la Quinta hasta las Cascadas, las fuentes, la columna o el jarrón están presentes como elementos de animación de un espacio abierto a lo largo de un extremo en torno a la fuente del Delfín, con su valor heráldico, o como símbolo del Amor, la diligencia o la velocidad".


En el diseño del jardín se mantiene la idea de unir los espacios y delimitarlos a traves de diferentes planos mediante la construcción de rampas y escalinatas aprovechando el terreno de fuerte pendiente, para conseguir la unidad visual que antes comentábamos. En el Plano bajo, al que se accede desde la Puerta de Madrid, se encuentra la Fuente de los delfines, en su origen en este plano existían varios cuadrados de boj y dos cenadores con columnas que en la actualidad han desaparecido.


El plano inmediatamente superior, al que se accede por tres escaleras, una central y dos laterales, es el Plano de la cascada, que está formado por 4 cuadrados de boj con dos fuentes con surtidores entre éstos, y una cascada de piedra que "tiene ritmo de abanico, tensada en su apertura por mascarones que arrojan el líquido que se vierte a través de las conchas escalonadas en las que rebosa el agua que desciende, ensanchándose el canal a medida que avanza hacia los pilones". En el frontis de la cascada, hay diez nichos, cinco a cada lado, que ocupaban diez estatuas de cuerpo entero, y que en la actualidad sólo acogen dos bustos de emperadores y sobre la propia cascada otras dos esculturas que aún se conservan en su pedestal.


Al tercer plano se accede por los laterales. Es el más amplio y contaba con "8 estatuas de cuerpo entero" y se distribuye en 4 cuadros. En el centro se encuentra la Fuente Ochavada, "una fuente con su pedestal redondo en figura de peñasco y estanque de piedra blanca de Colmenar en ochavo". Este plano termina en una escalera que da paso al plano superior, en él se encuentran dos formidables secuoyas, una en cada extremo: una frente a la escalera y la otra junto al mirador de la cascada que, aunque conforma la unidad del plano cerrado, consiguen eliminar visualmente la estructura del jardín en el conjunto.


El plano superior y último es el Plano del Estanque y Gruta. Éste se cierra en un hemiciclo formando un frontis tras el estanque en cuyo centro se encuentra la Gruta. A cada lado de ésta se abren diez nichos que están ocupados por elegantes jarrones o ánforas que se repiten en todo el jardín. La gruta está cerrada con una verja de hierro rematada una corona real, y todo el conjunto, el estanque y la gruta están cercados por una barandilla baja que prohíbe el paso a los visitantes.


Retomando la lectura del cartel explicativo de la entrada, leemos la situación de su estado actual: "El trazado original quedó desfigurado desde el último tercio del siglo XIX por la plantación de grandes coníferas en el eje central durante el reinado de Amadeo, la degradación o sustitución de los dibujos de boj, el arrasamiento en 1940 del nivel inferior -si bien su decadencia se inició en 1880-, y la apertura de una carretera que pasa sobre éste y rompe la continuidad entre la naturaleza ajardinada, la cultivada y la agreste del encinar"; de tal manera que las dos coníferas, las secuoyas que mencionábamos antes, impiden ver el juego de agua que se produce en todo el eje central desde el plano inferior con la fuente de los delfines, la cascada, la fuente ochavada y el estanque del plano superior.


Para terminar nuestro recorrido hacer mención al palacete. Este se encuentra cerrado y no se puede visitar; su disposición es independiente respecto al jardín, sin que exista un nexo entre ambos: "El Palacete está cerrado sobre sí mismo y no se subordina a una dirección axial, ni siquiera tangencial con el jardín". En tiempos de Fernando VI el monarca acumuló en él para su decoración varias obras de arte que tras el declive del lugar tuvieron que ser retiradas. Frente al palacete se construyó un pabellón de servicios para guardas y oficinas que en el siglo XX se vuelve a ampliar tras la Guerra Civil con nuevas dependencias al servicio de la Sección Femenina, -en esta época se utilizaba el estanque como piscina por las residentes-, hasta llegar a la actualidad en la que estos pabellones se han habilitado como Colegio Público de Educación Especial.


Actualmente toda la finca se encuentra en proceso de restauración, -sin embargo será difícil conseguir el trazado original por la existencia de las secuoyas-, se están recuperando las plantaciones de frutales, se mantiene el olivar aunque este ya no se explota. Sería de esperar que se repare la tapia que lo separa del Monte de El Pardo. e interesante sería a su vez que se restituyesen algunas de las estatuas que han desaparecido así como la reconstrucción el cenador; y para terminar un breve apunte sobre la autoría del diseño del jardín. Si bien en todos los textos se apunta a Claude Truchet como su autor, Virginia Tovar cuestiona a éste y apunta la influencia que pudieron tener en su trazado los también franceses René CarlierEsteban Marchand, pero esto lo dejo a la lectura más atenta de la obra de la propia Virginia Tovar, a la que remitimos, y concluir, como no, con la recomendación de visitar un lugar tan interesante como de singular belleza.

Imagen cenital del jardín. Fotografía tomada del cartel informativo
Para esta entrada he utilizado los carteles informativos que existen en el propio Jardín y los siguientes libros:

El Pardo, Tovar Martín, Virginia, Fundación Caja Madrid, 2ª Ed. Madrid 2001.
52 escapadas de Turismo Cultural en la Comunidad de Madrid, Comunidad de Madrid, Madrid, 2010.

Estatuas del mirador sobre la Cascada

Surtidor de la Fuente ochavada

Fuente lateral del plano de la Cascada

Busto que decora la Cascada

Eje central desde los setos que cierran el plano bajo

Perspectiva del jardín y el Palacete (color azul) del cartel informativo

Plano bajo y setos que ocultan la carretera

Estanque del plano superior