lunes, 27 de junio de 2016

El verraco de Toro


Comenta Guadalupe López Monteagdo en su libro Esculturas zoomorfas Celtas de la Península Ibérica que "la finalidad de las esculturas  de verracos solamente puede deducirse de los pocos hallazgos in situ, y éstos son relativamente escasos", y el de Toro, por la información que me dieron, debe ser uno de los que más se han movido, aunque sólo sea por la misma ciudad, aparte de desconocerse su emplazamiento original. No recuerdo dónde estaba el verraco la primera vez que estuve en Toro porque de eso hace algo más de 25 años, tan solo recordaba que era de grandes proporciones y que estaba cerca del acceso a la ciudad por la carretera de Tordesillas, quizá donde está ahora, frente a la Puerta de Santa Catalina, en una rotonda junto a una gasolinera. Ahora la entrada a la ciudad se hace desde la autovía A-11, que en aquellos años no existía, desembocando en la Puerta de la Corredera por la ZA-705. No obstante, al preguntar dónde se encontraba en la Oficina de Turismo me dijeron que  había estado frente a la entrada del castillo, en otro lugar donde no recuerdo, y junto a la Colegiata Mayor, por lo que se le conoce también como "Toro de la Mayor". Me advirtieron que muy pronto volvería a sufrir otro traslado.



Junto a la Colegiata Mayor debió estar durante muchos años porque tiene un rebaje muy pronunciado en el costado derecho, como indica López Monteagudo quien también nos informa de sus características destacando que su estado de conservación, no es muy bueno, "ya que le falta el morro y las patas se advierten rotas a unos 20 cm. de su arranque. El testuz presenta dos concavidades para encajar los cuernos. Se aprecia su exigua papada, los brazuelos y las piernas, así como una cazoleta de 6 cm. de diámetro externo en el centro del costado izquierdo. Las paras resaltan separadas del bloque en que se esculpió cada par. Se advierte el ano y el sexo. Esta escultura se advierte la peculiaridad de poseer bajo el vientre un soporte central de sección cilíndrica". Este último detalle también puede observarse en los verracos de SolosanchoChamartín de la Sierra y Santo Domingo de las Posadas en la provincia de Ávila, y el de Torralba de Oropesa en Toledo y un ejemplar en Segovia, aunque estos dos últimos no los he podido ver. Por su parte Álvarez-Sanchís a la hora de agrupar por su tipología las esculturas de estos toros los agrupa precisamente por la sección cilíndrica que une el vientre con la peana, aunque el ejemplar de Torralba de Oropesa lo incluye en el grupo de cerdos.



Siguiendo la información de López Monteagudo, el verraco tiene las siguientes dimensiones: "Toro. Granito. 250 cm. de longitud y 95 de alto; 66 cm. de ancho y un perímetro de 245 cm. Se desconoce el lugar exacto de su procedencia, pero cerca de la ciudad se localizan varios castros". Aquí hay que señalar la observación que hace Álvarez-Sanchís en una nota sobre la clase de granito en el que está labrado el toro: "la procedencia del granito utilizado en la escultura de Toro parece rastrearse en la zona de Ávila (Martín Valls 1974:81)"

Para terminar quisiera reflexionar sobre esta escultura pues creo que debería figurar entre una de las obras más importantes que tiene la ciudad junto a su magnífica Colegiata, el resto de iglesias y el recién recuperado castillo, y no exhibirlo en una rotonda, en la entrada a la ciudad lejos de su circuito cultural e histórico, deseando que en su último viaje se coloque en un lugar donde puede ser contemplado como obra de arte excepcional que es y, sin lugar a dudas, un símbolo más de la ciudad.


Para esta entrada he consultado los siguientes libros:
Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica, López Monteagudo, Guadalupe. C.S.I.C., Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1989.
Los Vettones, Álvarez-Sanchís, Jesús R., Real Academia de la Historia, Madrid, 2003.

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