jueves, 28 de abril de 2016

El castillo de Cifuentes: el castillo de Don Juan Manuel

Cubos cuadrados y cubo pentagonal o Torre del Homenaje
Salimos de Torija a media mañana camino de Brihuega. Al llegar a Brihuega fue imposible entrar en la ciudad por ser día de feria, por lo que continuamos hacia Cifuentes donde llegamos en torno a las 13:00 y con 16º de temperatura. La mañana agradable comenzó a nublarse. La primera visita fue al centro de información, el antiguo edificio del Convento de Santo Domingo. La guía, tras ofrecernos una ruta y nos advirtió que el castillo no se podía visitar, que tan solo podríamos verlo desde fuera. En el centro había una fotografía de 1930 en la que se podía ver el castillo sin vegetación alguna. De allí nos trasladamos a la cercana Iglesia del Salvador, desde donde se ve el cerro de San Cristóbal, donde se asienta el castillo envuelto en una densa arboleda. Bajamos hasta la Plaza Mayor, que conserva una zona porticada y donde comenzó a caer una fina lluvia. Aprovechamos el contratiempo para comer en un bar frente a los restos que aún quedan de la muralla medieval.

Castillo y albacara. Fotografía de 01 de abril de 1930
En la imagen de 1930 que habíamos visto del castillo, se podía observar que frente a la entrada se abre una extensa albacara, la zona más clara en la imagen, explanada que se utilizaba para la estabular el ganado y el estacionamiento de tropas en caso de asedio. A la derecha de la imagen se observan los restos del lienzo de la albacara entre dos cubos macizos de tapial -de tierra prensada- en la actualidad sólo quedan los cubos bastante deteriorados. Esta muralla llegaba hasta el pueblo, de la que sólo se conservan otros dos cubos unidos por un lienzo en mampostería, uno circular y el otro rectangular, ambos pertenecían a la Puerta Salinera, llamada así porque unía Cifuentes con "la Sierra del Ducado y Saelices de la Sal, donde desde época romana se encontraba una importante industria de extracción de sal, tan necesaria para la época. De ahí su nombre" -según el cartel al pie de una de las torres-. Felizmente restauradas y consolidadas ambas torres -comenta Jorge Jiménez Esteban- "se ve claramente la manera de edificarlas: tapial interior revestido de sillarejo. Estas dos torres son macizas hasta el adarve, donde se abre la puerta de comunicación con el paseo de ronda. Su altura es de ocho metros y están incompletas, faltandoles terraza y almenado".

Puerta Salinera
El camino al castillo es un paseo agradable, aunque la llovizna hacía resbaladizo el suelo sobre todo las hierbas que crecen junto la valla que rodea e impide el paso al edificio. La albacara apenas si se aprecia, en este espacio se han construido depósitos modernos y  la plantación de pinos que se ha hecho sólo deja una zona despejada, la noroeste.

Cubos del lienzo Oeste
Cifuentes tiene su origen en las repoblaciones que se llevaron a cabo tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085; la población perteneció al Común de Atienza, hasta que Alfonso X el Sabio, la segrega dotándola de su propio alfoz y señorío. En 1253 el mismo Alfonso X entrega a su amante doña Mayor Guillén de Guzmán el señorío. Ésta encarga construir la iglesia del Salvador y bajo  su influencia la población adquiere un notable desarrollo. La villa la hereda su hija, habida con el rey, doña Beatriz, que  llegó a reinar en Portugal por matrimonio con Alfonso III. De ésta pasará a su hija la infanta doña Blanca a quien se debe la construcción de la muralla y puertas entre 1305 y 1308. Doña Blanca ingresó en 1295 en el convento de las Huelgas de Burgos donde llegó a ser abadesa, y en 1317 vende a don Juan Manuel las prerrogativas señoriales y jurisdiccionales de Cifuentes.

   No obstante este relato cronológico de Herrera CasadoE. Cooper hace un relato diferente sobre cómo don Juan Manuel accede a la propiedad de Cifuentes, y sobre todo su relación con "la monja Blanca" que fue incrementando el ya importante patrimonio materno que había heredado, sobre todo en lo referente al pecuario, era titular de siete señoríos entre los que se encontraba Cifuentes, "una cadena de heredades alcarreñas que permitía lanzar libremente rebaños trashumantes hacia Levante"; lo que puede justificar la construcción de las murallas de Cifuentes, aunque, apunta más adelante, que la construcción podía deberse a los deseos de Atienza de reincorporar Cifuentes a su alfoz segregado por el rey Sabio. Sea como fuese doña Blanca "que incorporaba en su personalidad los extremos contradictorios de piedad y lujo", pacta con don Juan Manuel la venta de Cifuentes y otras propiedades aceptando un primer pago por ellas en 1312, sin embargo, y a pesar del pago, acabará aceptando una oferta mayor del infante Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV, quizá con la intención de mantener el usufructo las propiedades, aunque la muerte del infante en 1319 debió frustrar las intenciones de la monja. Esta operación desató la ira de don Juan Manuel que asoló Cifuentes y Alcocer, toda vez que estaba fortificando una propiedad de la que no era titular. Finalmente, señala Cooper, don Juan Manuel se hace con la titularidad de Cifuentes y Palazuelos aunque "no está claro con qué derecho o mecanismo jurídico"; lo más probable, añade, es que a la muerte del infante Pedro sin descendencia, el señorío revertiese en la Corona y fuese incluido en la dote que recibiría su hija Constanza por el matrimonio con el futuro rey Alfonso XI, que no llegó a consumarse, "podemos suponer que Juan Manuel se quedó con la propiedad" en pago a las molestias que le ocasionaron reforzando la propiedad con la construcción del castillo.

Torre del Homenaje y cubo circular
Don Juan Manuel, que era hijo del infante Manuel, hermano de Alfonso X, por tanto sobrino del rey Sabio, comenzó a construir la fortaleza en mayo de 1324 sobre una fortificación musulmana anterior del siglo XI o XII.  El castillo, que toma su nombre, se ha mantenido prácticamente sin cambios estructurales hasta nuestros días. Tiene planta cuadrada y posee cubos en las esquinas. Tres de los cubos son cuadrados y están situados en el lienzo noreste -dos de ellos se unieron posteriormente, unión en la que se aprecia una ventana-. En el lateral del cubo central se abre la puerta de acceso al edificio que se hace en codo "a la manera musulmana". La puerta según describe Jiménez Esteban cuenta con un arco apuntado formado por 18 dovelas y dos centrales. En la actualidad esta puerta está desgajada y desde allí se puede ver el interior, aunque es desaconsejable la entrada. En el muro contiguo aún se conserva el escudo de don Juan Manuel.

Torre del Homenaje en el lienzo Sur
Hacia el suroeste se levanta un cubo pentagonal; éste, de mayor altura y más robusto, es la torre del Homenaje. En el exterior, el cubo tiene forma pentagonal y en el interior es un cuadrado, siendo el vértice del ángulo exterior el lugar donde se construyó una escalera de caracol según informa Jiménez Esteban detallando la descripción que hace de ella Layna Serrano. El lienzo sureste lo forman la torre del Homenaje y el cubo circular -es la zona de peor acceso por la pronunciada pendiente del terreno y la cercanía de algunos árboles que dificultan la visión del edificio, dificultad que se prolonga hasta el siguiente cubo donde se ubica la puerta de acceso Los muros tienen entre 1,5 y 2 metros de grosor. El castillo debió ser más alto, tanto en las torres como en los lienzos, puesto que fueron derribadas las defensas superiores intencionadamente durante la Guerra de la Independencia.

Cubo redondo en el lienzo norte
En castillo pasó algunas temporadas don Juan Manuel quien lo donó en dote a su hija Constanza Manuel que iba a casar con el rey Alfonso XI, aunque como vimos antes el matrimonio no se llevó a cabo. A la muerte de Constanza, que se había casado con el futuro rey de Portugal, don Pedro, aunque la joven no sobrevive a su padre; y el señorío lo hereda el hijo de don Juan Manuel; Fernando muerto con 18 años, dos años después que su padre; de éste pasa a su hija Blanca Manuel que morirá con 12 años y sin descendencia por lo que el señorío se incorpora a la Corona de Pedro I el Cruel. Tras la muerte del rey Pedro I a manos de su hermanastro Enrique II de Trastamara, éste cede el señorío a don Alfonso de Aragón, quien lo dará en herencia a su hijo Pedro que a su vez lo cederá también en herencia. a su hijo don Enrique el Nigromante. Éste último morirá también sin descendencia, retornando de nuevo el señorío a la Corona, esta vez a Juan II quien lo cederá a su valido don Álvaro de Luna; en 1431 el condestable lo cede a su amigo Juan de Silva, a quien Juan II concederá el titulo de conde de Cifuentes. A esta familia pertenecerá el señorío hasta la abolición de los mismos por las Cortes de Cádiz en 1812.

Detalle de la Torre del Homenaje
Al parecer el castillo fue habitando también por Fernando de Antequera y por el propio rey Juan II, aunque Cooper señala que tras la primera construcción a mediados del siglo XIV el castillo estuvo abandonado un siglo, por lo que probablemente la estancia de el de Antequera y el rey Juan II debió realizarse en el convento de Santo Domingo donde permanecieron a la espera de noticias del Compromiso de Caspe en 1412 que supuso la entronización de Fernando de Antequera en Aragón. Durante la Guerra de Sucesión, en el siglo XVIII, la fortaleza apoyó al Archiduque Carlos de Habsburgo, y durante la Guerra de la Independencia, en el siglo XIX, fue ocupada por las tropas de El Empecinado, época en la que se derruyeron las defensas superiores. Actualmente es propiedad municipal quien ha acometido algunas obras de restauración y consolidación.

Iglesia del Salvador - Puerta de Santiago
En la visita también destacamos otros monumentos de gran interés, sobre todo la iglesia del Salvador. Como dijimos, la mandó construir Doña Mayor, amante de Alfonso X el Sabio. La construcción se llevó a cabo entre 1261 y 1268 en un gótico inicial, consta de tres naves y cuenta una bellísima portada románica, la Puerta de Santiago, de gran riqueza decorativa y con variedad de personajes. Entre ellos cabe destacar una singular imagen que representa a los atormentados pecadores en el infierno, en ella puede verse a una diablesa dando a luz a un rey tocado con cetro y corona, y quizá con la misma alusión a una pareja de amantes se presta a ser devorados por un diablo, por lo que ambas imágenes se pueden interpretar al rey Alfonso X y su amante Doña Mayor y la relación que mantenían fuera del matrimonio.

Pareja de amantes dispuesta a ser devorada por un demonio
También cabe destacar el Convento de Santo Domingo, en la actualidad centro cultural y de información, y la Ermita del Hospital del Remedio que tiene una bella puerta isabelina del siglo XVI y los arcos del claustro del antiguo Hospital.

Ermita del Hospital del Remedio
Para esta entrada y el viaje he consultado las siguiente libros y páginas de internet:
La fortificación de España en los siglos XIII y XIV, Cooper, Edward, Marcial Pons y Ministerio Defensa, Madrid 2014.
Castillos de Guadalajara I, Jiménez Esteban, Jorge, Libros Penthalon, Madrid 1992.
Castillo de Cifuentes, Castillosnet.org
Castillos de Guadalajara (Guía de campo), Herrera Casado, Antonio, Aache ed., Guadalajara 2007.
Cifuentes.es, página del Ayuntamiento de Cifuentes.
Cifuentes-Guadalajara, Arteguias.com


Restos de las torres de la cerca de la albacara
Cifuentes desde el cerro de San Cristóbal a los pies del castillo

Plaza Mayor de Cifuentes

lunes, 11 de abril de 2016

Joaquín Sorolla: Sorolla tierra adentro

Las covachuelas, Toledo (1906) 
La exposición Sorolla tierra adentro que se puede ver estos días en el Museo Sorolla de Madrid, bien puede calificarse como correcta, aunque creo que sería faltar bastante a la verdad, porque engloba un todo que trasciende más allá de la mera muestra pictórica. Por eso voy a seguir el guión que se ha diseñado para la exposición e intentar profundizar como espectador en la propuesta de la dirección y del comisariado que han hecho una labor realmente espléndida. Sorolla tierra adentro, nos sumerge en el regeneracionismo en la  España de principios del siglo XX, sobre todo a través de la pintura y la literatura, que propugnaba la redefinición de la identidad nacional tras la crisis de 1898 y la pérdida de las últimas colonias de ultramar. La muestra rescata una parte de nuestra historia mediante la voz de sus protagonistas, además del propio Sorolla, de Francisco Giner de los Ríos, Vicente Blasco Ibáñez, Antonio Machado, Cossío o Azorín entre otros.

Casa de los gitanos, Sacromonte, Granada (1910)
La construcción del imaginario nacional y el paisaje realista español. Los paisajes de Sorolla se enmarcan en las corrientes internacionales de su tiempo, en la experimentación de la última pintura al aire libre de finales del siglo XIX; si bien asume una específica carga cultural, la de compaginar esto con la tradición pictórica del realismo español, insertando el matiz diferencial del mismo en las claves de la pintura moderna.
El final de la decadencia generó una corriente crítica en el seno del nacionalismo liberal español, en la cual la nueva ética política incluía el construir una imagen de España, que fuese una expresión de una regenerada identidad patria: el arte, como generador icónico, tuvo un papel hegemónico en aquel pensamiento.
Aquel ideario estético y ético se generó en el seno de la Institución Libre de Enseñanza, tiñendo toda la cultura de regeneracionismo, de la pintura a la literatura, especialmente la del 98. La pintura de historia fue suplantada por la autenticidad del paisaje realista como género moderno, idóneo para aunar observación empírica e idealismo identitario.


Alrededores de Sevilla (1914)
La invención de Castilla como emblema nacional: el paisaje natural. Sorolla descubrió el sentido estético del paisaje de Castilla en el ambiente institucionalista, con el conocimiento de las teorías de Francisco Giner de los Ríos y practicándolo pictóricamente a lo largo de 1907 de la mano del paisajista Aureliano de Beruete, pintor, crítico y gran historiador de Velázquez.
A pesar de ser un pintor muy identificado con la luz mediterránea, Sorolla compartió la fascinación de estos intelectuales por la Sierra de Guadarrama, la Cordillera Central y la Meseta, que la moderna ciencia geográfica, los estudios geológicos y la moda estética identificaron como lo más genuino  del paisaje español, diferente a cualquier otro, sublime en su desnudez terráquea.


Vista de Ávila (1912)
Ciudades monumentales. El regeneracionismo representó en los paisajes de las viejas ciudades monumentales el gustosimbolista europeo de las ciudades muertas, que en la estética nstitucionalista y del 98 fueron principalmente las castellanas como Toledo, Segovia, Ávila, Cuenca, Soria o Burgos, representadas por Beruete, Sorolla, Zuloaga o Zubiaurre con diversos estilos.
La nueva documentación visual de que se dispuso a partir de la publicación de la serie Monumentos de España, en la segunda mitad del siglo XIX, fomentó la imagen real del patrimonio español y sus monumentos, en la idea de que ellos son testigos vivientes de la antigua civilización de las naciones.


Paisaje de Guipúzcoa (1911)
Los textos que acompañan la muestra, breves y representativos de ese espíritu regenerador, proporcionan más luz si cabe a los lienzos. Son notas del propio Sorolla, la visión de sus viajes andaluces y castellanos "la región que más me ha emocionado, sin hacer literatura, porque yo jamás hago literatura pintando es Castilla. Hay en Castilla una conmovedora melancolía. Las cosas adquieren allí un vigor extraordinario. Una figura en pie en aquella gran planicie toma las proporciones de un coloso"; el Guadarrama con los versos de Machado, "¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, / La sierra gris y blanca, / la sierra de mis tardes madrileñas / que yo veía en el azul pintadas?"; los precursores estudios sobre el paisaje de Giner de Los Ríos "... la pintura del paisaje es el más sintético, cabal y comprensivo de todos los géneros de la pintura"; las descripciones de Blasco Ibáñez: "... y en el extremo opuesto, los pueblos de la Ribera Alta flotando en los lagos esmeraldas de sus huertas, de lejanas montañas de un tono violeta, y el sol que comenzaba a descender como un erizo de oro..." la visión nacionalista de Azorín, que recogía solo cuanto le interesaba. "España empieza a ser sentida mejor, más íntimamente que hace cuarenta años. Se comprenden como jamás se han comprendido el paisaje y las viejas ciudades"; la voz autorizada de Cossio: "Toledo es la ciudad que ofrece el conjunto más acabado y característico de todo lo que ha sido la tierra y la civilización genuinamente española. Es el resumen más perfecto, más brillante y más sugestivo de la historia patria". Echo en falta, eso sí, la voz de Miguel Unamuno y sus Poemas de los pueblos de España, y es que quizá, no quepan todos. 

En definitiva una excelente muestra, excelente visión del conjunto y un trabajo bien hecho que bien vale la pena saborear de forma tan lenta e íntima como la lectura pausada de un poema.


Las covachuelas, Toledo (1906)
Sorolla tierra adentro, en el Museo Sorolla en la calle General Martínez Campos, 37 de Madrid, hasta el 5 de junio de 2016


Torre de los Siete Picos, La Alhambra (1910)