lunes, 8 de febrero de 2016

El asesinato de Juan Escobedo: un recorrido por Madrid


Existe una locución latina que dice, Siste viator, -"Párate, caminante"-. Esta locución se coloca junto a un lugar donde ha ocurrido algo digno de recordar. Siguiendo esta máxima es fácil encontrar, paseando por Madrid, placas en algunos edificios que narran episodios o recuerdan a personajes de la historia de España. Uno de estos hechos se recuerda a la entrada de la calle de la Almudena esquina con la calle Mayor: el asesinato de Juan Escobedo, secretario personal de Don Juan de Austria. Es una calle muy corta y termina en unos jardines que hay frente a la catedral. Dice la placa: "En esta calle mataron al secretario de don Juan de Austria, Juan Escobedo el 31 de marzo de 1578 noche del Lunes de Pascua".

Justo al final de esta misma calle, en la acera opuesta, y pegando a los jardines, al parecer era en estos jardines donde se encontraban las casas originales, en la esquina del actual palacio de Abrantes, un edificio renacentista sede del Instituto Italiano de Cultura, existe una segunda placa que explica: "Junto a este lugar estuvieron las casas de Ana de Mendoza y la Cerda, Princesa de Éboli y en ellas fue arrestada por orden de Felipe II en 1579".

Siguiendo la calle Mayor dirección a la Puerta del Sol, tomando el primer desvío a la derecha, se emboca la calle Sacramento. Esta desemboca en la plaza del Rollo y continúa hasta la plaza del Cordón. Aquí encontramos la tercera y última placa que hace referencia a nuestra historia. En ella se explica: "En este lugar estuvieron las casas del Cordón donde el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, vivió desde 1575 y sufrió cautiverio hasta su fuga en 1585".

Pero nuestro relato lo iniciaremos en la calle del Príncipe, pasada la Puerta del Sol , que une la plaza de Canalejas con la plaza de Santa Ana. El Príncipe es el futuro Felipe II,  Nos trasladamos hasta aquí para iniciar la historia en 1541, 37 años antes de la muerte de Escobedo, cuando el Emperador Carlos I nombra al aragonés Gonzalo Pérez secretario personal del Príncipe, cargo que no abandonó hasta su muerte en 1566. A partir de esta fecha parte de su trabajo lo asume su hijo, Antonio Pérez, uno de nuestros protagonistas.

También fue colaborador del Príncipe, Ruy Gómez Silva. Hijo de una dama portuguesa que llegó a Castilla acompañando a la Emperatriz Isabel, madre de Felipe.  Ruy Gómez fue la sombra del Príncipe y alcanzó tal poder que era conocido como Rey Gómez. En 1553 se casó con Ana Mendoza y la Cerca cuando ésta contaba sólo 13 años. En 1559 alcanzó el título de Príncipe de Éboli, y como Gonzálo Pérez, estuvo al servicio de Felipe hasta su propia muerte en 1573. Tanto Gonzalo Pérez como Ruy Gómez formaban parte de uno de los grupos de poder que surgieron en torno al Príncipe, el llamado grupo de Éboli. Otro grupo enfrentado a ellos lo formaba el duque de Alba y el cardenal Granvela que también asesoraban al monarca en cuestiones de Estado. Sobre la importancia de estos grupos, el Emperador en 1543, en su partida a Flandes dejando como regente al Principe, -a partir de esta fecha el propio Felipe II considera que inicia su reinado- le entrega dos cartas con sugerencias en torno al buen gobierno: en ellas le pedía que no tomase consejo ni delegase en una sola persona, además que desconfiase de la ambición de muchos, entre ellos Alba. Siguiendo estos consejos el Príncipe consintió y supo gobernar oyendo diferentes opiniones, en muchas ocasiones enfrentadas.

El Príncipe, según los informes de los embajadores venecianos que lo frecuentaban era de "estatura media, su tez clara y cabello rubio, sus grandes ojos azules, el grueso labio inferior y de corta y puntiaguda barba. En general su comportamiento era sosegado, sus hábitos de vida son de un carácter tranquilo, casi siempre melancólico, y dado a la vida nocturna". Los que trataban políticamente con él le encontraban impresionante. Era minucioso, examinaba con detenimiento todos los memoriales y peticiones que recibía; en las audiencias prestaba atención aunque no miraba a la persona que le habla; "respondía con brevedad y prontitud a todas las cuestiones y cuando discutía materias graves aborrecía la vaguedad y las generalidades."

Busto de Felipe II, atribuido a Jacques Jonghelinkc, hacia 1571.
Museo de Historia de Madrid
El siguiente protagonista en rango es Don Juan de Austria. Éste era hijo del Emperador fruto de una aventura amorosa con Barbara de Blomberg, se había criado en secreto por orden de éste. Don Juan no fue presentado al Principe hasta 1559. Se crío en compañía del heredero Don Carlos y de Alejandro de Farnesio, Era casi 20 años más joven que Felipe, tenían temperamentos y caracteres muy diferentes, por lo que no congeniaban. Don Juan era "enérgico y bien parecido, de escasa barba, largos bigotes y melena rubia, vestía con elegancia y simplemente deslumbraba". Se le describe como ágil, excelente jinete, sabio, prudente, elocuente y hábil. Su gran atractivo le proporcionaba un éxito constante con las damas lo que le procuró varios hijos bastardos, entre ellos doña Ana de Austria, implicada años después en el caso del Pastelero de Madrigal. Sin embargo Felipe veía en él a un joven impetuoso en quien no podía confiar del todo, aventurero, en ocasiones hasta la irresponsabilidad, por lo que nunca dudó en poner como consejero a una persona más madura a su lado. Este consejero fue Juan Escobedo, noble cortesano integrante del grupo de Éboli. Éste fue nombrado secretario de Don Juan en 1575, y pronto congeniaron. Un año después se encontraban ambos en Italia cuando el Rey, tras la muerte del hasta entonces gobernador de Flandes, Luis de Requesens envía a Don Juan para ocupar el cargo. Sin embargo, Don Juan se presenta en Madrid para dar a conocer al Rey sus propios planes: una vez allí y como comandante de los Países Bajos invadiría Inglaterra, se casaría con María  de Escocia heredera al trono de Inglaterra, y con el tiempo gobernaría Inglaterra y los Países Bajos. De llevarse a cabo este plan culminaría con la paz en una región que tantos quebraderos estaba dando a la Corona. Éste lo escuchó con atención pero desestimó sus planes.

Calle de La Almudena desde la calle Mayor. Arriba a la izquierda está la placa
que indica el lugar donde fue asesinado Juan Escobedo. A la derecha el edificio
lugar en el que se encontraban las casas de Ana de Mendoza y donde fue detenida
La situación en Flandes era delicada. En marzo de 1576 moría Requesens, que había relevado a su vez al duque de Alba, quien había ejercido una desastrosa y cruel represión durante su mandato. Al día siguiente de llegar Don Juan a Flandes, el 4 de noviembre, las tropas, la mayoría españoles, habían desertado y sublevado por no recibir su paga, saquean Amberes matando y robando a su antojo. Se logra una paz con los Estados Generales que el Rey firma y concluye que las tropas españolas abandonen Flandes. En febrero de 1577 Don Juan se encuentra sin ejército y sin autoridad sobre el territorio, aunque para preservar un posible golpe contra España en la zona, toma la plaza de Namur y solicita al Rey el retorno de las tropas que según lo pactado habían abandonado Flandes camino de Italia. De esta forma, los Estados Generales están en guerra contra Don Juan quien acaba derrotándolos en 1578.

En plena campaña Don Juan, ante la falta de apoyo material que había solicitado al Rey, envía a Madrid en 1577 a Escobedo para averiguar por qué no eran atendidas sus peticiones. En Madrid había una clara oposición a sus planes sobre Inglaterra y a su política en Flandes. Estas diferencias coincidían con la acervada rivalidad entre Escobedo y el secretario del Rey, Antonio Pérez. que se encargaba de entorpecer la política del hermanastro del Rey. Veamos brevemente la personalidad de Pérez. Éste había tenido una carrera fulgurante en la Corte, su apariencia "de cabello oscuro, delgado, siempre impecablemente vestido, de bigote y pequeña barba aguzada, Pérez combinaba inteligencia y elegancia", aunque el Rey lo juzgada "disoluto" por lo que mantuvo con él las debidas distancias. Como ya vimos, había heredado parte del trabajo de su padre como secretario del Rey,y estaba encargado de los asuntos de Italia mientras que los de Flandes los gestionaba el Príncipe de Éboli. A la muerte de éste en 1578 Pérez se convirtió en la voz principal del grupo en la Administración.

Los planes de Don Juan no desagradaban del todo al Rey, Sin embargo Pérez juzgaba que la misión de aquél en Flandes se veía perturbada por sus planes de invasión de Inglaterra y matrimonio con María de Escocia. Así mismo, Pérez aseguraba que las aventuras beligerantes de Don Juan y Escobedo podían dar al traste con las finanzas del reino y recordaba al Rey que el objetivo principal no era otro que la lucha contra los turcos. Así comenzó una campaña de desprestigio contra Escobedo en la Corte acusándolo de espolear las ambiciones de Don Juan. Una vez en Madrid con la misión de averiguar por qué se desatendían sus peticiones, Escobedo descubre que Pérez conspiraba contra Don Juan e incluso contra el propio Rey; y antes de poder actuar al respecto,  Escobedo es asesinado en la oscuridad de noche del 31 de mayo, el Lunes de Pascua de 1578. Poco después, cuatro meses después, el 1 de octubre de ese año moría Don Juan cerca de Namur con tan solo 31 años.

Ana de Mendoza y la Cerda
Todos los rumores sobre la muerte de Escobedo apuntaban a Pérez, pero no había pruebas y el Rey tan sólo pidió averiguaciones sobre el caso. Mateo Vázquez, también secretario real, transmite al Rey sus sospechas, pero había de tenerse en cuenta que Vázquez y Pérez eran enemigos acérrimos, y que también estaba Ana de Mendoza, Princesa de Éboli. Ya habíamos dicho que la entonces viuda del Príncipe de Éboli, se caso con éste con tan solo 13 años. Él contaba con 37 y se encontraba en el extranjero con el Rey, aunque el matrimonio no se consuma hasta seis años después cuando retornan a España. Ana de Mendoza, había nacido el mismo año que Antonio Pérez, era una mujer joven, atractiva, enérgica y ambiciosa. Se lanzó a la vida social y política en la Corte, intimando incluso con al reina Isabel de Valois. Al enviudar se retiró durante 3 años tras los cuales volvió a su actividad social y cortesana. Entre sus íntimos estaba Antonio Pérez, y se rumoreaba que eran amantes, situación que al ser descubierta por Escobedo vino a ser la sentencia para éste.

Se rumoreó así mismo que también era amante del Rey. Solo es seguro que lo fue de Pérez, aunque al parecer era más una relación política que apasionada. Según un testigo pasaban demasiado tiempo juntos y sospechaba que el secretario comunicaba asuntos de su oficio a la Princesa. Otro testigo aseguró que la Princesa sabía secretos de Estado y cada vez se sospechaba más de su implicación en el asesinato. El Rey comenzó a creer que la muerte de Escobedo no era más que un asunto más dentro de los turbios negocios entre Pérez y la Éboli. En definitiva el caso se resumía en que Pérez había revelado secretos de Estado y cuando Escobedo tuvo conocimiento de ello y estaba en condiciones de poner éstos al descubierto, Pérez lo mandó matar. También había indicios de que en el asunto de la sucesión al trono de Portugal tras la muerte del sobrino del Rey, Don Sebastián, -Felipe II fue rey de Portugal desde 1580-, la Princesa confiaba en casar a una de sus hijas con el duque de Braganza lo que era una flagrante intromisión en la política portuguesa.

Castillo de Santorcaz donde estuvo recluida la Princesa de Éboli y Juan de Luna,
colaborador de Antonio Pérez. En este lugar también estuvo preso el Cardenal Cisneros
Cuando se descubrió el asesinato de Escobedo en 1578 el Rey mandó efectuar una investigación secreta a su secretario y juez Rodrigo Vázquez de Arce. En julio de 1579 el Rey estuvo totalmente inmerso en el asunto de Pérez y la Éboli, incluso había un informe sobre una amenaza de ambos contra la vida de Vázquez. La noche del 28 de ese mes Pérez estuvo trabajando con el Rey hasta las 10 de la noche; a las 11, al volver a su casa fue detenido y puesto bajo arresto domiciliario. Momentos más tarde el capitán de la Guardia Real detiene a la Princesa de Éboli y la conduce a prisión al castillo de Pinto; -también estuvo recluida en el castillo de Santorcaz- y finalmente en 1581 es trasladada a Pastrana, de donde era duquesa. En 1582 el Rey decide dividir la causa en dos y ese mismo año despacha su causa toda vez que no implicaba asuntos de Estado, mediante una resolución del Consejo Real. Una vez sentenciada, permanece recluida en unos aposentos de su palacio de Pastrana donde morirá 10 años después, en 1592.

Palacio Ducal de Pastrana. En la torre de la derecha, conocida como  Cámara de la Torre Dorada
 estuvo presa la Princesa de Éboli por orden de Felipe II  desde 1581 hasta su muerte en 1592,
desde donde sólo se podía asomar una hora.
La causa de Antonio Pérez, que había vivido su confinamiento en total libertad en Madrid, se dilatará hasta el verano de 1584 cuando se presentan los cargos contra él. Al parecer Pérez guardaba documentos que podía comprometer al Rey por lo que se actuó con cautela, aunque por temor a su huida se dicta su arresto. En enero del año siguiente, intenta huir pero es detenido y encarcelado. Durante los 4 siguientes años estuvo preso en varios lugares "aunque seguía teniendo un sorprendente grado de libertad". En 1589 se termina la benevolencia con él y se le acusa formalmente del asesinato de Escobedo. Él niega tal acusación y en 1590 es torturado. La noche del 19 de abril de ese año escapa de prisión y se refugia en Aragón cuyas leyes le protegían, -recordamos el origen aragonés de su padre-, y es alojado en la prisión del Justicia de Aragón. Entonces inicia una campaña que atrae a los aragoneses y parte de la pequeña nobleza le apoya. En aquellos momentos había cierta inestabilidad en la frontera con Francia y el Rey quiere terminar de nuevo con el asunto de Pérez por lo que insta a la Inquisición a su proceso. Al intentar su traslado de la cárcel del Justicia a la cárcel del Santo Oficio, en la Aljafería, se produce una revuelta de los partidarios de Pérez. El virrey de Aragón es herido y a los pocos días muere. Unos meses después vuelven a intentar trasladarlo al palacio de la Aljaferia y vuelve a haber otra revuelta popular que lo libera y huye a Francia.

Mientras el Rey armaba el ejército que debía acudir a la frontera con Francia. El ejército, castellano, debía cruzar Aragón, lo que el Junta de Aragón considera como una invasión y contrario a sus fueros. El Justicia y los nobles se arman para hacerle frente y, ante la imposibilidad de resistencia, los nobles aragoneses huyen. Son apresados, además del Justicia, el conde de Aranda y el duque de Villahermosa. Al primero, el Justicia, Juan de Lanuza, que contaba con 22 años, es acusado de traición y ejecutado en Zaragoza; Villahermosa y Aranda son encarcelados y ambos mueren en prisión a los pocos días por enfermedad súbita. En 1593 la Justicia estudió ambos casos y concluyeron en la absolución de los dos nobles tres años después. Antonio Pérez, tras su huida, vivió a caballo entre Francia e Inglaterra donde fue protegido por el conde de Essex, favorito de la reina de Inglaterra y partidario de la guerra contra España, Gracias a sus informes que facilitó Pérez, se propició un ataque devastador de la flota inglesa contra Cádiz en 1596. Estuvo también  al servicio Enrique IV, rey de Francia, y estimuló activamente la leyenda negra contra Felipe II. En 1611 murió arruinado en París.

Casas de la plaza del Cordón, esquina con la calle de Puñoenrostro. En este edificio
estaba la casa donde prendieron y estuvo preso Antonio Pérez hasta su fuga.
Hasta aquí he seguido práctica y literalmente el relato de los acontecimientos que hace Henry Kamen en su magnífica biografía de Felipe II, Felipe de España. Como dice en el prefacio del libro Felipe II se negó a que se escribiese una biografía suya, porque detestaba a los aduladores, lo que a la vez propició que sus detractores abundaran en su contra, como fue el caso de Antonio Pérez, adquiriendo el monarca"una reputación siniestra que, con el paso del tiempo, se ha ensombrecido aún más". Comenta Kamen, rebatiendo las sospechas de que el Rey estuvo implicado en la muerte de Escobedo, citando las anotaciones que el propio Rey en los expedientes del caso sobre su relación distante y crítica con los protagonistas, además, "A diferencia de Enrique II de Inglaterra, cuyo encono con Thomas Becket ocasionó el asesinato de éste, Felipe no padecía rabietas mortíferas" y, sobre todo destaca el hecho de que Felipe nunca ordenó la muerte de un enemigo, sino que se limitó a confirmar las sentencias dictadas siempre por tribunales, "Implicarse en algo así lo ponía en el trance de perder el respeto que requería en su calidad de Rey. Siempre declaró su renuncia a tolerar el asesinato"; de ahí su obsesión por juzgar a Pérez, bien por un tribunal en Castilla o bien a través de la Inquisición en Aragón; no obstante, apunta a la imposibilidad de probar la inocencia del Rey en este asunto.
Torreón de Pinto. Aquí estuvo presa la Princesa de Éboli durante 6 meses en 1579.
Antonio López durante 2 meses y medio en 1589; su mujer y sus dos hijos estuvieron
presos en 1590 durante 9 años.
Sobre el mismo asunto también cabe destacar la opinión de Manuel Fernández Álvarez, que recurre el estudio de Gregorio Marañón sobre Antonio Pérez, . Según relata, Pérez se había aliado con la Princesa de Éboli para vender secretos de Estrado. Señala que Pérez había deformado los despachos que remitía Don Juan hasta tal punto que había hecho creer al Rey que Don Juan deseaba hacerse con el poder en el Norte, traicionando así la Corona, y que quien espoleaba esta traición era precisamente Escobedo. De esta manera consigue el permiso real para eliminar al secretario de Don Juan. Después de un intento fallido por envenenamiento, el secretario del Rey contrata a unos sicarios que dan muerte a Escobedo. Como señalaba también Kamen, el Rey guardó silencio, lo que parecía dar cobertura al crimen. Pero, tras la muerte de Don Juan, tan sólo cuatro meses después de la de su secretario, la documentación de éste revela al Rey la inocencia de Don Juan por un lado, y la traición de Pérez por otro, con el agravante de haber involucrado al mismo Rey en el crimen. No obstante, Pérez mantenía en su poder documentación comprometedora, a lo que había que añadir la posibilidad de que caída del secretario real colapsara el funcionamiento del Estado, Felipe lo solventa llamando al cardenal Granvela que estaba destinado en Roma. El mismo día que llega éste a Madrid, son detenidos Pérez y la Princesa de Éboli. La posesión de esos documentos comprometedores es la causa por la que se dilata el proceso contra el secretario. Espoleado por el desastre de la Armada Invencible, el Rey decide poner fin al asunto de Pérez; éste confiesa su traición después de ser torturado aunque logra escapar de prisón con la ayuda de su esposa. Como vemos también Fernádez Álvarez sustenta la posible implicación del Rey en el asesinato de Escobedo.

Para esta entrada he seguido las siguientes lecturas:
Felipe de España, Kamen, Henry, Siglo XXI Editores S.A., 9ª ed. Madrid 1998.
Historia de España. 8 . Los Austrias mayores y la culminación del Imperio (1516-1598), Fernández Álvarez, Manuel y Díaz Medina, Ana, Madrid 1987.
Castillo, fortificaciones y recintos amurallados de la Comunidad de MadridDir. Gral de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, ed. Fernando Sáez Lara. Madrid, 1993.