viernes, 29 de noviembre de 2013

Blas de Lezo


Paseando por la avenida del Puerto en Cádiz, en unos jardines o en el paseo ajardinado de Canalejas, descubrí la estatua de Blas de Lezo. Su perfil es inconfundible: pierna de palo, vestido del siglo XVIII, enarbola la espada en la mano izquierda -el brazo derecho lo tenía inmovilizado por un balazo que recibió durante el bloqueo y asedio de Barcelona en 1713-1714-.  En la lápida del plinto de la estatua se puede leer: 

Cádiz rinde homenaje y recuerda a un hombre olvidado que partió de su puerto en febrero de 1737 para defender Cartagena de Indias, ciudad hermana, y salvar un imperio. 
Con solo 6 buques y 2.830 hombres, su ingenio y valentía, hizo que Inglaterra, con 195 buques y más de 30.000 hombres sufriera la mayor derrota y humillación de la historia de aquel país, prohibiendo el rey de Inglaterra hablar de dicha batalla bajo pena de muerte.

"... Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir".

En la parte delantera del plinto hay otra lápida: 

Blas de Lezo 1689-1741 "... dile a mis hijos que morí como un buen vasco amando y defendiendo la integridad de España y del Imperio, gracias por todo lo que me has dado mujer (...) ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!"


Busto de Blas de Lezo en la fachada de la Diputación Foral de Guipúzcoa
de San Sebastián

Durante los días de noviembre de 2013 hasta mediado enero de 2014, se pudo ver un exposición en el Museo Naval de Madrid sobre la figura de Blas de Lezo, marino del siglo XVIII del quien curiosa e injustamente se pierde el rastro en la historia de nuestro país. Había leído sobre él por los trabajos que me encargaba el profesor Antonio Lafuente, investigador del CSIC, sobre la figura de otro gran marino, Jorge Juan, aunque éstos eran sobre física, construcción naval y astronomía de la Ilustración en España. En el tríptico de la exposición, Blas de Lezo, el valor de mediohombre, se hace una breve reseña de la trayectoria militar de Lezo:

Blas de Lezo nació en Pasajes de San Pedro, Guipúzcoa, en 1689. Ingresa en la Marina con 15 años y destaca pronto por su valor en la Guerra de Sucesión donde se forjará como militar. Participará en los principales episodios del conflicto: la batalla de Vélez-Málaga (1704), el socorro a las ciudades de Palermo y Peñíscola y los sitios de Barcelona (1706 y 1714) y de Tolón (1707). Con sólo 23 años asciende a capitán de navío y a los 25 era cojo, tuerto y manco por las heridas sufridas en combate, lo que le valdrá el apodo de Mediohombre.

Retrato de Blas de Lezo en el Museo Naval de Madrid

Tras la Guerra de Sucesión, donde se dilucidaba también la influencia de Inglaterra y Francia en el panorama internacional, en la que ambas eran potencias en ascenso, intentan imponer cada uno su pretendiente en el trono vacante de España tras la muerte de Carlos II sin sucesión. Francia gana el pulso y el trono lo ocupa Felipe V, el primer Borbón. Tras la contienda se firma el Tratado de Utrech por el que España cede, entre otras plazas, la isla de Menorca, Orán y Gibraltar, plazas con las que Gran Bretaña se asegura parte del control del tráfico marítimo del Mediterráneo y el comercio con América. Hay que tener en cuenta que no se trata sólo de los consabidos cargamentos de oro y plata, sino de productos tan valiosos como las especias o la quina. Una vez en el trono Felipe V la nueva administración procederá a reorganizar el Estado, heredado de la dinastía Habsburgo. Entre otras cuestiones emprende la modernización de la maltrecha y decadente Marina, labor que desempeñará el secretario de EstadoJosé Patiño, de quien Lezo será hombre de confianza.


En estos años convulsos vive y desarrolla su carrera Blas de Lezo. Después de su participación activa en la Guerra de Sucesión, Lezo será destinado a la Escuadra del Mar del Sur para luchar contra la piratería en las costas de Chile y Perú y la defensa de los territorios ultramarinos. Tras discrepancias con el virrey es trasladado de destino. Posteriormente, al mando de la Escuadra del Mediterráneo, participa en las expediciones a Génova (1719) y Orán (1732), hasta alcanzar en 1734 el empleo de teniente general, la más alta graduación de la Armada. En 1736 asume la defensa de Cartagena de Indias, considerada la llave de las Indias y plaza clave para mantener el dominio español en la zona. Será allí donde demuestre sus dotes de estratega y protagonice su mayor hazaña militar: la batalla de Cartagena de Indias.

Tras la firma de Utrech y debido a las numerosas presas que hacía España de barcos ingleses dedicados al contrabando, el comercio inglés vive una profunda crisis. Los comerciantes británicos presionarán a su gobierno con el objetivo de declarar la guerra a España, lo que consiguen en noviembre de 1739. El principal objetivo era asfixiar el comercio español con América aprovechando el caos existente en las colonias y la debilidad de la incipiente flota española. Una vez declarada la guerra el gobierno británico arma dos flotas. Una al mando del almirante Anson que tiene como objetivo hostigar las costas del Pacífico; y una segunda flota a cuyo frente estará el almirante Edward Vernon, quien pondrá rumbo al Caribe "para cometer toda suerte de hostilidades contra los españoles de la manera que juzgue más apropiada".

En diciembre de aquel año la flota inglesa al mando de Vernon aparece frente a la bahía de Portobelo, destruye las fortificaciones de defensa e incendia la ciudad. Desde allí Vernon pone rumbo a Cartagena de Indias donde estaba fondeada la flota mandada por Lezo. La disparidad de fuerzas hacía presagiar un desenlace favorable a la flota inglesa compuesta, según las fuentes, entre 23.000 y 30.000 hombres; entre 135 y 195 buques de los que entre 36 a 51 eran de guerra; Lezo disponía de 2.300 a 3.200 hombres y 12 buques de los que 6 eran de guerra. En vista de estas cifras el almirante inglés había anticipado a Londres una victoria más que segura, llegándose a acuñar monedas conmemorativas en las que se representaba a Lezo arrodillado ante Vernon.


El día 19 de marzo la flota inglesa comienza las hostilidades atacando las baterías de Tierra Bomba. El cerco a Cartagena de Indias fue implacable y los peores rumores se extendieron por toda la colonia, llegando incluso a Quito donde científicos franceses, en misión geodésica en la que tomaba parte el teniente de navío Jorge Juan, se hicieron eco de los hechos. La batalla se prolongó hasta el 29 de abril cuando cesaron los bombardeos ingleses que, derrotados, el día 10 de mayo y durante 10 días fueron saliendo de la Bahía Exterior, dejando tras de sí -de nuevo aquí hay un baile de cifras- entre 6.000 y 11.000 muertos y entre 7.000 y 8.000 heridos, y a Vernon maldiciendo a Lezo en la retirada. España había perdido entre 100 y 800 efectivos y 1.200 heridos. En esta batalla Inglaterra había sufrido la mayor derrota naval de su historia.

Plano con las maniobras inglesas en la batalla de Cartagena de Indias

Vernon escribía a su mujer el 31 de marzo, en plena contienda, sobre el objeto de su misión: "...Sólo tengo tiempo de añadir que ha complacido a Dios Todopoderoso preservar mi salud para llevar a cabo estas gloriosas fatigas... para humillar a los orgullosos españoles y llevarlos al  arrepentimiento por todas las heridas y las depredaciones llevadas a cabo contra nosotros durante mucho tiempo". Cabe recordar que el almirante inglés ya había rivalizado con Lezo en la batalla de Vélez-Málaga en 1704 siendo ambos guardiamarinas, siendo ésta la batalla naval decisiva en la Guerra de Sucesión. En esta batalla a Lezo, que tenía entonces 15 años, le fue amputada la pierna en cubierta por las herida recibida por un cañonazo.

Las discrepancias y enfrentamientos de Lezo con el virrey, Sebastián de Eslava, le llevaron a ser apartado injustamente de su puesto al frente de la escuadra de Cartagena de Indias. Poco después Lezo muere el 7 septiembre de ese mismo año, víctima de la peste provocada por la ingente cantidad de muertos sin enterrar que dejó la batalla. Invicto en su dilatada vida militar, es enterrado en un lugar desconocido y sin el merecido reconocimiento. Tal fue el desastre que sufrió la armada británica que el rey Jorge II de Inglaterra prohibió toda publicación que hiciese referencia a la humillante derrota de Cartagena de Indias, lo que unido a nuestra flaca memoria, ha propiciado el olvido de un personaje tan destacado en la historia de España. Es de señalar, por último, que para esa exposición el Museo Naval pidió prestado unos retratos del almirante Vernon al National Maritime Museum, e iniciados los trámites, la institución británica adujo que no podía hacer el préstamo por estar los retratos comprometidos para otros actos.

Blas de Lezo. Estatua en la Plaza del Descubrimiento, de Madrid
inaugurada el 22 de noviembre de 2014

Además de la información que ofrece la exposición Blas de Lezo, el valor de mediohombre, en el Museo Naval de Madrid, abierta hasta el 13 de enero de 2014, he consultado:

Lafuente, A., y Mazuecos, A.Los caballeros del punto fijo, Serbal/CSIC, 1987

viernes, 15 de noviembre de 2013

Castillos por tierras de Valladolid

Castillo de Portillo
Hay aficiones que no se solventan en 2 horas y una de ellas es visitar castillos.Ver un castillo no es únicamente ver arquitectura medieval, en muchos casos en pura ruina, es vivir la historia, adentrarse en la simbología, la filosofía, el arte y sus personajes, en definitiva es un compendio de sociología. Una vez leí que un castillo y un barco son los ejemplos simplificados de una organización social perfectamente estructurada y jerarquizada. Por alguna de estas razones o por todas ellas, me gusta visitarlos.

Castillo de Íscar
En septiembre me organicé una excursión por tierras de Valladolid: mapa, cámara, documentación y bloc de notas.Tras hacer pequeño circuito con los lugares por los que voy a ir pasando, parando si llega el caso, y anotando las anécdotas que ocurren. Lo mejor, aparte de la visita al castillo, es el contacto con los vecinos, la charla con otros visitantes, ir aprendiendo cosas, oìr pequeñas historias y peculiaridades que nunca se recogen en los libros: hablo con el dueño del bar, con la señora que barre su puerta, con quien pasa por allí... es algo espontáneo y enriquecedor.

Castillo de Portillo
Salí de Madrid sin un itinerario claro a las 11:15 y con un calor que comenzaba a ser molesto. No sabía hasta dónde iba a llegar, ni si iba a hacer las visitas ese día o al día siguiente. El primer destino era Íscar, desde allí tenía dos opciones o subir hasta Portillo o volver para comer en Olmedo y desde allí a Fuente el Sol. Según el tiempo disponible seguiría hasta Portillo, Fuensaldaña y Fuente el Sol, aunque esta posibilidad era la más improbable porque entre medias tenía que cruzar Valladolid. Finalmente pude hacer la más completa: paré en Íscar, donde comí; después Portillo, Fuensaldaña, donde pasé una tarde muy agradable visitando prácticamente todas las dependencias del castillo, y camino de Fuente el Sol, pasé sin parar contemplando desde la carretera Simancas, Medina del Campo y Arévalo, este último en Mingorría (Ávila) donde terminé la excursión a las 20:05 después de 410 km. de ruta, que hubiesen sido menos de haber encontrado a la primera la subida a Portillo y no me hubiese extraviado dos veces en la circunvalación de Valladolid.

Castillo de Fuensaldaña
Hubo varias incidencias. Entre Olmedo e Íscar volcó un pequeño camión cargado de tablas de madera que me retuvo varios minutos. Luego sufrí las propias de todos los lugares de España: nadie sabe dónde se puede comer en su pueblo porque claro, todo el mundo come en su casa. Una peculiaridad de Íscar es que para ir al restaurante todas las calles son dirección prohibida y para volver a la carretera extrañamente también lo son. Portillo es un pueblo que está en un alto y a los pies tiene un barrio que se llama Arrabal de Portillo, donde anduve extraviado dando un par de vueltas al pueblo y sin ver el castillo por ninguna parte, hasta que me indicaron la dirección correcta, el castillo está orientado al norte en vez de al sur como es lo normal. Aunque la verdadera odisea fue cruzar Valladolid, me llevó casi media hora, sobre todo porque la carretera de circunvalación está sin terminar y tras varias vueltas uno acaba curiosamente en el punto de partida, además de sufrir un calor insoportable. Una vez en Fuensaldaña visité el castillo en grupo organizado del que yo era el único integrante: todas las explicaciones de la guía fueron para mi solo.

Castillo de Fuente el Sol
Desde allí a Fuente el Sol, al llegar pregunté a un grupo de hombres, unos 6 todos viejos, que estaban charlando a la sombra de una tapia de adobe. Parecían extrañarse de que alguien fuese al pueblo para ver sólo el castillo, y más aún el día que tenían carreras de galgos. Con el sol ya bajo llegué a Pajares de Adaja , ya en tierras de Ávila, donde esperaba la merienda y la charlar sobre lo mal que se estaba dando este año la caza.

Llegué a Mingorría exhausto, donde terminé el día sin ganas de hacer un repaso de la jornada. Cada visita merece una entrada por sí sola, así que en cada lugar he puesto un enlace que os llevará a la descripción las fortificaciones y las charlas con los lugareños; historias que iré desgranando y modificando por aquí porque la historia y los lugares evolucionan y siempre hay nuevos descubrimiento que son de obligado cumplimiento actualizar. Para acabar una recomendación, para estos viajes no utilicéis ese chisme, el GPS os hará perder todo el encanto del contacto con la gente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Uclés


Un error al tomar el desvío de la carretera a Cuenca nos llevó hasta Uclés. Conforme te vas acercando se pueden ver recortados contra el cielo el edificio imponente del monasterio y las torres del castillo. Antes de salvar la hoz sobre la que se asienta el pueblo, en la margen derecha, hay un mirador desde el que se tiene una espléndida vista y unas tinajas inmensas con una lápida que recuerdan que allí tuvo lugar la batalla de Uclés el 29 de mayo de 1108, entre cristianos y musulmanes almorávides. Es una historia que tuvo gran repercusión y relevancia para los cristianos, mientras que para los musulmanes fue un episodio más. Pero veamos de forma muy breve qué fue y qué representó esta batalla.

La historia comenzó unos años antes, cuando Alfonso VI, rey de Castilla, León y Galicia, el monarca más poderoso de la Península, aprovecha las divisiones de los reinos de taifas musulmanes y en 1085 toma Toledo. Sólo 9 años después, en 1094 el Cid Campeador toma Valencia, mostrando la debilidad del poder musulmán en la Península desde la descomposición del Califato Omeya en 1009. El rey Alfonso tenía como tributarios a las taifas musulmanas de Sevilla, Zaragoza, Badajoz, Córdoba, Granada... La presión que el rey castellano ejercía sobre los musulmanes no dejaron a éstos más que dos opciones o hacer una gran coalición para hacerle frente, lo que significaba ceder parte de su poder local a la coalición resultante, o pedir ayuda a los pujantes Almorávides del norte de África. Optan por esta última ya que les permitía mantener su autonomía política. Los almorávides aceptan la propuesta de invasión, aunque sin intención de conquistar territorios, sino en defensa del Islam. Realizan el primer paso del Estrecho en 1086. A partir de esta fecha se suceden varios hechos de armas hasta llegar al año de 1108.



Entre los días 2 y 12 de mayo de ese año sale de Granada un ejército almorávide. A éste se unen en Jaén, unos días después, fuerzas salidas desde Córdoba. Entre Chinchilla y La Roda se les une nuevas fuerzas de Murcia y Valencia con un objetivo claro: Uclés, donde llegaron el día 27. Las noticias de la salida del ejército almorávide desde de Granada llegaron a León, donde estaba Alfonso VI, unos 18 días más tarde. Antes habían llegado a Toledo, donde se encontraba Sancho, el príncipe heredero que se dispone a organizar un ejército de socorro al que se le unen fuerzas de Calatañazor y Alcalá para hacer frente al avance musulmán.

La población de Uclés, que apenas pudo reaccionar a la llegada de los musulmanes, es atacada, las defensas destruidas y sus pobladores corren a refugiarse en el castillo. El príncipe Sancho, que sólo tenía 15 años de edad, y sin una estrategia previa, se pone al frente del ejército cristiano junto a un séquito de nobles y se dispuso a embestir al ejército musulmán. Éste aguanta ataque y, tras varias maniobras, los almorávides derrotan sin paliativos a las fuerzas cristianas. Sancho y su ayo huyen para refugiarse en el castillo de Belinchón, cerca de Uclés. Allí los recibe la población mudéjar, musulmanes residentes en territorio cristiano, que se subleva y acaba con los confiados y agotados restos del ejército cristiano, dando muerte al príncipe Sancho y su ayo. En la batalla perecieron también los nobles que acompañaban al príncipe y, según las fuentes, allí mismo le cortaron la cabeza a los 3.000 soldados cristianos muertos en la batalla e hicieron un montón con ellas.


Un años después, en 1109 muere el rey Alfonso VI a quien heredará su hija Urraca. De no haber muerto, el príncipe Sancho hubiese heredado los tres reinos de su padre y quizá Portugal, como reino, nunca hubiese existido, pero esa es otra historia. Los musulmanes continuaron hacia el norte tomando Cuenca, el mismo camino que hicimos nosotros después de equivocarme en la salida de la carretera.

Para saber más sobre este tema podéis consultar los libros que yo he leído para documentarme.
Historia de España Musulmana, Chejne, Anwar G., Editorial Anaya
Alfonso VI, Linage Conde, Antonio, Ed. Trea